viernes, 29 de abril de 2016

La selección natural como auxiliar de la acción directa del medio

 

Por PIOTR A. KROPOTKIN

Para comenzar, no existe ninguna necesidad de asumir que los inicios mismos de la variación de cualquier organismo se encuentren ya tan bien enunciados como para tener un «valor selectivo» —que sean ya tan útiles en la lucha por la vida—, como nos encontraríamos inclinados a asumir si la variación fuera accidental y no se viera gradualmente reforzada por la acción del medio. Así se elimina una seria dificultad, tan seria que los darwinistas mejor informados lo reconocen, incluso aunque repudien las exageraciones de los críticos de Darwin.

Entendemos, además, por qué las variaciones deben ser acumulativas, Si se deben a una causa definida están abocadas a acumularse durante el tiempo que dure su causa; mientras que no habría razón alguna para suponer que un carácter que parece ser meramente accidental en una generación deba ser reforzado en la siguiente, ya que no existe causa interna o externa que produzca tal efecto. Tal suposición es un hecho contrario a todo lo que sabemos acerca de las desviaciones accidentales y se contradice con la investigación de esa nueva rama, la biometría.

Y, finalmente, comprendemos por qué la variación deber ser correlativa; por qué numerosos órganos deben variar a la vez y apoyar entre sí la variación de los demás —un hecho bastante común en la naturaleza y que aun así representa una de las mayores dificultades para la teoría de las variaciones accidentales—. De este modo, si las alas de un grupo de aves se incrementan un poco como consecuencia de un aumento del ejercicio, apoyado con una mejor alimentación, vemos la causa fisiológica del aumento y comprendemos el motivo por el que todos los músculos, los huesos, los vasos sanguíneos y los nervios conectados con las alas deben sufrir un desarrollo correlativo. O si los ojos de un animal cavernícola se han vuelto inservibles en la oscuridad de la cueva comenzando a atrofiarse, entendemos cómo la función de los ojos deja de tener lugar por una deficiencia fisiológica de los nervios que llegan a éstos, seguida necesariamente de la de los vasos sanguíneos y los músculos conectados a ellos. No necesitamos recurrir a una improbable hipótesis y mantener que aquellos animales que sobreviven mejor son los que realizan mejor la economía de su fuerza vital al despojarse rápidamente de un órgano inútil, con sus músculos, sus nervios y sus vasos sanguíneos. Esa economía es normalmente demasiado pequeña para implicar una ventaja vital. Lo mismo es también válido acerca del desarrollo correlativo de los dientes de un mamífero que se corresponde a un cambio dado en su alimentación o a la degeneración de los dedos de las pezuñas en la raza bovina y en los caballos, y todos los sorprendentes casos indicados por los paleontólogos americanos Cope y Marsh, que muestran cuán difícil es explicar la variación correlativa de los distintos órganos, tanto en su evolución como en su degeneración, en tanto que no reconozcamos que la variación es debida a una acción concreta del entorno.

Por sí mismo, es evidente que aquellos biólogos que reconocen la influencia dominante de la acción directa del medio no niegan necesariamente la intervención de la selección natural. Por el contrario, éstos reconocen absolutamente su utilidad como auxiliar. Simplemente limitan su capacidad. Cesa de ser una selección de variaciones al azar —en la mayoría de los casos, necesariamente indiferente en sus estados incipientes—, para convertirse en una selección fisiológica de aquellos individuos, sociedades y grupos que son más capaces de ajustarse a los nuevos requerimientos a través de una nueva adaptación de sus tejidos, órganos y hábitos. No es tanto una selección de individuos como una selección de grupos de individuos, modificados, más o menos, todos a la vez en una dirección determinada. Es también, para el mundo animal, una selección de aquellos que mejor ejercitan su inteligencia colectiva para disminuir la competitividad y la guerra interna, y para el cuidado de la descendencia gracias al esfuerzo conjunto. Y, para terminar, como no depende de una intensa lucha entre todos los individuos de un grupo, no requiere para su actuación completa de esas épocas excepcionalmente malas, de sequías y tiempos de calamidades que Darwin consideraba especialmente considerables para la selección natural. Tendría lugar tanto en tiempo de abundancia como de escasez, especialmente en tiempo de bonanza y durante las estaciones favorables, cuando la abundancia de alimento y la vitalidad favorecen la variabilidad y dotan de una cierta plasticidad a los organismos. La evolución progresiva se hace así comprensible y nuestra hipótesis se encuentra con lo que realmente conocemos de la variación y la evolución en la naturaleza.

En resumen, cuando vemos en la selección natural a un auxiliar de la acción directa del medio, muchas de las serias dificultades que acosaban el camino del seleccionista desaparecen y dejamos de sentirnos en la necesidad de recurrir a las numerosas hipótesis construidas por el neodarwinismo en su apoyo.

«La acción directa del medio sobre las plantas»
Nineteenth Century and After
(Julio 1910)

lunes, 25 de abril de 2016

Pablo Iglesias y el secreto inconfesable de la crisis de la prensa


Los medios oficiales tratan «bien» a Ciudadanos y mantienen una campaña contra Podemos, innegable, que opera como gota malaya y ya surte efectos, aunque el país empieza a descubrir el lodazal

ROSA MARÍA ARTAL

El jueves 21 tenía una cita con Pablo Iglesias para grabar una entrevista en su programa Otra vuelta de Tuerka. A la vista de las que hizo a Rosa María Calaf e Iñaki Gabilondo, acudí encantada. Cuando él llegó, comentó lo ocurrido en la Universidad. Se mostraba un tanto sorprendido de la repercusión de sus palabras. Instantánea. Porque apenas en el camino de vuelta al centro de Madrid ya había saltado en Twitter el hashtag #IglesiasContraLaPrensa que no dejó de crecer hasta llegar al paroxismo habitual. Fue como si se hubiera desencadenado la Tercera Guerra Mundial, el problema más grave de este país llamado España. Entrevistas a Rosa María Calaf, a Iñaki Gabilondo, a otros periodistas, a mí… Para odiar a la prensa, disimula bien su inquina.

El contexto es esencial, como dice en su lema este medio, ctxt.es. Veamos. Se presentaba en la Universidad Complutense un libro de Carlos Fernández Liria editado por La Catarata. Rara vez esta modesta y esforzada editorial habrá contado con tal afluencia y tal presencia de medios. Sería por Pablo Iglesias. Sería. Fernández Liria es profesor de Filosofía. Asistir a una charla suya es una inyección de ideas. Brillante y provocador, sus palabras son un estímulo constante a la reflexión, al espíritu crítico, a ir más allá. Escucharle invita a huir de la mediocridad. Palabras mayores para momentos de acusada literalidad del pensamiento. Es el contexto. En la Universidad, no en una rueda de prensa. Por lo demás, lo que Iglesias dijo —y hay que oír la intervención— es la verdad. Corren tiempos muy duros para el periodismo y ése es el auténtico problema a resolver. De enorme gravedad.

La prensa oficial mantiene una campaña contra Podemos, innegable, que opera, sin embargo, como gota malaya que ya surte efectos. A veces llega a resultar hasta jocosa, en su empecinamiento y desmesura. Portadas encabezadas por dos o tres noticias contra la formación, a diario, editoriales que ruborizan…

«Tras ejecutar a Nikolái Yezhov, jefe de su policía secreta, Stalin ordenó que fuera borrado de las fotografías en las que aparecían juntos. Mao hizo lo mismo con Bo Gu, con el que había compartido la Larga Marcha y que desapareció de una vieja imagen en la que se les veía posando sonrientes. Kim Jong-un aprendió de su padre que no hay nada como un pelotón de fusilamiento para afianzarse en el poder: ejecutó a su tío Jang Song-thaek y después lo eliminó del álbum familiar. La consigna en los regímenes comunistas, a la hora de purgar al camarada descarriado, es que no quede nada de él. Ni su recuerdo».

Así comenzaba, para asimilarlo a Pablo Iglesias, una columna escrita hace un mes por David Jiménez, director de El Mundo, el diario en el que trabaja el periodista aludido por el secretario general de Podemos. El mismo que esta semana anunciaba un ERE para 185 de sus trabajadores y otros 39 más de otros medios de la empresa Unidad Editorial.

Una campaña cierta. Nos consta. «Me consta cómo algunos comités editoriales de algunos medios pusieron una línea roja por la que solo valía que apareciera Podemos para informar negativamente sobre la formación política y sus líderes», escribe José Sanclemente en eldiario.es. Añadiré, en inciso, que consta también que «a Ciudadanos hay que tratarlo bien». Ayer, todos volvieron a la carga rasgándose las vestiduras:

«Debería saber Iglesias que la regla de juego básica de la prensa en una democracia es la veracidad, y que su labor fundamental es el control del poder para evitar abusos, corrupciones o agresiones gratuitas como la suya», tronaba el editorial de El País. Paradójicas sentencias, cuando no han publicado ni media palabra de la relación de Blesa o la actual mujer de Felipe González en los #PapelesdePanamá, por poner solo un ejemplo. Ni El País ni sus colegas de la mañana. Hurtar noticias es grave. Es como si en una carretera en obras no se advirtiera al conductor de un socavón profundo.

Cada palabra de lo dicho o escrito por Caño, Herrera, Jiménez, Prego… se les vuelve en contra por sus hechos. Lo más grave es, sin embargo, que la verdad la conocen hasta quienes critican «el ataque al periodista y al periodismo en sí». Entre el aluvión de artículos publicados en apenas 48 horas, hemos sabido que la dirección de El País se plantó en la redacción para decir «que confía en que Ciudadanos entre en el Gobierno y juegue un papel fundamental en la política española, y no sólo eso, sino que espera que el periódico contribuya a eso», según contó Íñigo Sáenz de Ugarte. Y esto va mucho más allá de lo que suele denominarse «de tendencia» (progresista, conservadora…). Esto es participar en política sin avisar a los lectores. Es hacer política más que información. Otros medios no precisan ni advertir de sus intenciones.

Leímos todos que la nueva Comisión de Interior del Congreso constató la existencia de una policía política al servicio del PP. Que así se elaboró un delirante informe contra Pablo Iglesias (PISA, por Pablo Iglesias. S.A) que la justicia ha rechazado casi con rubor, como otros que les antecedieron y que han sido desestimados también. Pero que no por eso dejaron de difundir y amplificar los medios y hasta toda una vicepresidenta del Gobierno. Al margen de la identidad de la víctima —Iglesias, Podemos— esto hubiera tenido consecuencias en un país serio. Eso sí, los afectados casi siempre son los mismos, y los ejecutores siempre, siempre los mismos. Da la sensación de que, aquí, a quien le toca ha de aguantarse.

Es cierto que otros políticos en todas las épocas han sufrido los rigores de una prensa política que sale de su función de informar para ejecutar a quien le molesta. Adolfo Suárez, por ejemplo, Felipe González, Julio Anguita y, ahora, todo el que asome la cabeza en Podemos. Lo del concejal Guillermo Zapata es para crear un trauma. Ahora arrecian contra Ada Colau; levantada la veda, no se para en medios para atacarla. Actualmente la Caverna ha ampliado sus instalaciones, apenas se ve la luz salvo en los digitales, en algunos digitales. Y saberlo no es excusa para callarse y admitirlo como irremediable. Aunque, ¡ay del que caiga en las fauces de esta jauría!

La crisis de la prensa termina siendo un secreto a voces del que está prohibido hablar. Demasiadas cartas marcadas para que el juego sea limpio, o medianamente decente y al servicio de los intereses de la sociedad. Está muy claro cuáles son los suyos, y quién los obstaculiza.

Imprescindible hablar de los pobres periodistas que sufren las políticas de sus empresas. Las que, en bancarrota por su mala cabeza, han tenido que sentar en su accionariado a los principales bancos acreedores. O las que subsisten con la eufemísticamente llamada publicidad institucional, esa medida de gracia del gobierno. No suelen «Morder la mano que les da de comer». O las que, en TVE, por ejemplo, han de plegarse a las redacciones paralelas al servicio del PP. O, en otras televisiones públicas, para quien sea que ostente el gobierno. O, en televisiones privadas, a intereses comerciales y empresariales que son su razón de ser.

«Con Pablo Iglesias sí nos atrevemos», firma Antonio Maestre en La Marea. Y así es. Periodistas que se comieron varias veces el Plasma con Rajoy en una de las imágenes más patéticas para la profesión que se hayan dado se ponen ahora estupendos, porque el periodismo es, al parecer, la única profesión exenta de esa práctica.

Los que se han comido también los soliloquios de políticos en lo que llamaron «ruedas de prensa sin preguntas». Los que admiten como inevitable la manipulación, exclusión de noticias, y desmesuras de sus medios. Los que llegan a suscribirlos con su trabajo. Los que contemplan expulsiones y purgas, mirando para otro lado, mientras sus jefes mantienen impresionantes sueldos y bonus. Los que solo hacen piña corporativa cuando el presunto infractor es contrario a los intereses de su empresa. La comprensión confirma que las cosas no se hacen como debieran. Son tiempos difíciles, sí, pero si algo se puede aprender de la trayectoria seguida es que ceder nunca es una solución, ceder es siempre la antesala para ceder más. O tragar.

Está sucediendo aquella desproporción de la que hablaba Thomas de Quincey en el siglo XIX y que cita el científico Javier López Facal en un artículo que casualmente habla de mandamientos, sexo y pornografía: «Si un hombre se deja tentar por un asesinato, poco después piensa que el robo no tiene importancia, y del robo pasa a la bebida y a no respetar los sábados, y de esto pasa a la negligencia de los modales y al abandono de sus deberes».

Pablo Iglesias volvió a centrar la atención mediática de forma desmedida en un país que empieza a descubrir el lodazal en el que vive. Estamos conociendo, menos mal, las tácticas mafiosas de Ausbanc y Manos Limpias, a las que durante años sucumbieron o en las que participaron estamentos esenciales del Estado. Bancos, jueces… ¿Qué está pasando aquí? ¿Por qué no dijeron nada los afectados por los chantajes y extorsiones? ¿Los medios lo ignoraron durante décadas? ¿Es todo o la punta de otro iceberg? El PP ha sido judicialmente acusado de ser una organización criminal, aunque los medios tengan mala memoria para recordarlo. Y hasta de homicidio, recientemente en Galicia.

La ley del embudo rige en el pago de impuestos, mientras lideramos las desigualdades en Europa. Nos están envenenando con las emisiones tóxicas de los automóviles trucados, y la decisión que adopta la UE (con España dentro y en cabeza) es aumentar el nivel permitido de gases nocivos. Todo por el lucro. O la codicia. La prensa española parece haber habilitado una corresponsalía en Caracas. No en Panamá. Tampoco en Arabia Saudí, por poner un caso, que es cliente principal en armas, con su querencia por el islamismo radical.

Y, así, El Mundo precisamente nos cuenta, este sábado 23 de abril, que «en Venezuela el 12% de la población no come tres veces al día». Ellos mismos publicaron que 2,2 millones de personas sobreviven en España alimentándose en comedores sociales. Y no dan tres comidas al día. O sin encender la calefacción. O sin cocinar, comiendo latas o prefabricados. La pobreza energética ha aumentado en esta legislatura un 69%, en datos oficiales, como negó a Jordi Évole José Manuel Soria, el exministro hoy aclamado por los suyos como víctima caída de los Paraísos Fiscales. Afrontando, pese a los duros recortes de servicios, el pago de una Deuda Pública que Rajoy ha llevado a niveles históricos e impagables. Más de un billón de euros. El 100% del PIB, cuando la cogió en el 70%.

Callar es secundar todo esto, sin más eufemismos. Éste es el sistema que se quiere preservar. El que torpedea los cambios por el método que sea. Y hay pocas cosas que paguen esa adormidera para la conciencia.

¿Y el problema es Pablo Iglesias ironizando sobre el periodismo actual?

23 de Abril de 2016

lunes, 18 de abril de 2016

Angustia emocional [en los animales]

Por KARINE LOU MATIGNON

Los simios y los elefantes, que parecen disponer de una representación primitiva de la muerte y de la ausencia, se sienten muy perturbados por la muerte de uno de los suyos. Cabría preguntarse si los animales de granja tienen alguna idea del destino que les espera cuando se los lleva al matadero. Los investigadores han empezado a reflexionar sobre este tema.

Podría afirmarse que los animales perciben el cuerpo muerto de otros animales y, sobre todo, la angustia generada por el miedo, pero no la muerte. Los gritos de los que van a ser sacrificados y el olor que se esparce en un ambiente semejante contribuyen a su estrés. En efecto, la orina del animal asustado contiene componentes que inducen al miedo. El sufrimiento de uno se propaga al otro. La angustia emocional de los congéneres contribuye por contagio a la exacerbación del miedo de cada individuo, de ahí los movimientos de pánico, el negarse a avanzar, las tentativas de fuga, etc. El cerdo es un animal que reacciona mucho a su entorno y forma vínculos sociales importantes. Es, pues, muy sensible a la ruptura de estos lazos.


Los cerdos son hipersensibles y miedosos.
Sus gritos pueden alcanzar los cien decibelios
en los últimos momentos de su vida.

Sufrir en silencio

Las estructuras cerebrales implicadas en el sufrimiento forman parte del sistema límbico, es decir, de la parte del cerebro que controla las emociones, presente en todos los mamíferos. En general, el animal responde ante el peligro mediante alteraciones fisiológicas, bioquímicas y de comportamiento tales como la transpiración, el aumento del ritmo cardíaco, la piloerección, la micción y la defecación. El sufrimiento agudo se manifiesta mediante la agitación, el miedo y unos gritos parecidos a los que surgen en situaciones de pelea o huida. Por el contrario, el dolor crónico conduce a un repliegue silencioso del animal y a un deterioro de su salud. Por supuesto, el dolor es variable según las especies, pero recientemente se ha confirmado la existencia de sufrimiento en los peces.

«Ahora sabemos que el animal comparte con el hombre ciertos elementos de conciencia, especialmente una representación mental de lo que hace y de lo que tiene intención de hacer», explica Robert Dantzer, veterinario del INRA (Instituto Nacional de Investigación Agrónoma, Francia).


Las vacas son seres sensibles que sufren constantemente
por las condiciones de vida de la cría industrial.

«Si esta conciencia embrionaria determina una capacidad de padecer sufrimiento, entonces el animal dispone de todos los elementos necesarios para experimentarlo. Un animal sufre cuando no llega a expresar el repertorio de su comportamiento natural. Esta definición cuestiona el sistema de cría industrial que impone a los animales condiciones de vida no adaptadas a su biología.» Si bien el dolor es una reacción fisiológica, el sufrimiento exige una representación de sí mismo. Pues bien, los animales conocen el dolor y el sufrimiento porque tiene representaciones sensoriales y memoria.

«Sin embargo, yo me formé en la idea de que los animales, igual que los niños, no sufrían», recuerda Boris Cyrulnik. «Durante el curso preparatorio de medicina, debíamos disecar animales vivos y, cuando éstos gritaban y se debatían, nuestros profesores nos aseguraban que no sufrían, del mismo modo que una bicicleta que chirría no sufre, decían intentarnos convencernos.»

miércoles, 13 de abril de 2016

Solífugos


En los desiertos cálidos viven unos pequeños pero impresionantes seres que alcanzan los 7 centímetros de longitud y son similares a una araña muy peluda; se trata de los solífugos. Por lo general se ocultan en madrigueras o pequeños orificios hasta que llega la noche y salen de caza. Son unos animales muy temidos, allí donde abundan, por las terribles mordeduras que propinan al que se interpone en su camino. Aunque no son venenosos, como mucha gente cree, lo peligroso de los solífugos es que los cortes que producen con las poderosas pinzas de sus quelíceros tienen difícil cicatrización y el miembro afectado puede llegar a gangrenarse.

Lo más llamativo de estos animales, nada más verles, son unos pesados y enormes quelíceros situados en la parte anterior del cuerpo y dirigidos hacia adelante, que aparecen divididos en dos piezas de bordes internos aserrados y articuladas verticalmente, una fija superior y otra móvil debajo, formando una pinza. Estos apéndices son tan robustos y tiene tanta fuerza que atraviesan incluso a seres peligrosos y combativos como el escorpión, al que pueden matar rápidamente sin darle tiempo a reaccionar ni defenderse con su temible aguijón. En un instante la presa se convierte en un amasijo por los desgarrones que le producen las pinzas al moverse en distintos sentidos. Después el arácnido chupa partes reblandecidas, aunque también puede ingerir, a diferencia de otros arácnidos, las porciones sólidas.

Los siguientes apéndices que poseen los solífugos son los pedipalpos, parecidos a patas, que acaban en un órgano adhesivo. Utilizan estas ventosas adherentes para beber y para cazar. En ocasiones usan los pedipalpos, dada su movilidad y la anchura de su penúltimo segmento, a modo de escudo para parar los golpes que les propinan otros animales.

Cambio de misión

Todos los apéndices locomotores están insertados en la región anterior del cuerpo. El primer par de patas, al estar reducido, tiene función táctil, mientras que los tres siguientes se utilizan para la marcha. Las patas, acabadas en uñas, son delgadas y largas y poseen un buen armamento de espinas. Además, todo el cuerpo, incluidas las patas, está cubierto de pelos.

Cuando salen de su escondite por la noche tienen un aspecto amenazador. De un color amarillo o leonado, corren a una extraordinaria velocidad sobre sus tres pares de patas posteriores, a la vez que mantienen erguida la cabeza con los pedipalpos en posición de combate y el primer de patas hacia arriba. El poder levantar la cabeza, formada por los tres primeros segmentos del cuerpo, es una característica única entre los arácnidos. Esto les proporciona una gran libertad de movimientos. También pueden mover la región anterior del cuerpo sobre el abdomen. Tengamos en cuenta que estos arácnidos, al contrario que sus parientes constructores de redes y trampas, practican una modalidad de caza muy activa. Consiste ésta en una batida del territorio dejando al azar las posibilidades de encontrarse con alguna presa. Pero como, una vez localizada ésta, no hay más recurso que perseguirla, retenerla y finalmente matarla, los solífugos han conseguido uno de los más altos grados de eficacia en lo que a su locomoción se refiere y, como decíamos, a la movilidad misma de sus segmentos corporales. Su velocidad punta, aunque muy difícil de cronometrar, se acerca a los 10 kilómetros por hora, una de las más altas entre los invertebrados.

Atraídos por la luz artificial, penetran con frecuencia en las viviendas humanas, donde trepan por las paredes gracias a las ventosas u órganos adhesivos de los pedipalpos. Allí cazan toda clase de insectos. Son tan voraces que incluso atacan y matan a pequeños reptiles, indefensos frente a estos poderosos guerreros que no dudan un momento en clavar sus quelíceros.

Pero éstos no se utilizan únicamente como arma. Durante el acoplamiento, el macho sujeta a la hembra con los pedipalpos. Después de expulsar el esperma, que cae al suelo, coge «amorosamente» esta masa espermática con los quelíceros y la introduce en la vulva de su compañera.

EL RETO DE LA VIDA
Enciclopedia Salvat del comportamiento animal

Tomo 8: «Moverse en el suelo».

martes, 5 de abril de 2016

No olvidar a Leonard Peltier


«Para quienes estamos encerrados aquí,
nada es más importante que ser recordados.»
LEONARD PELTIER,
(Prisión de Leavenworth, septiembre 1998)

Cuarenta años en la cárcel acaba de cumplir uno de los presos políticos que más tiempo lleva encerrado en el mundo

RICARDO ALARCÓN DE QUESADA


Mientras Barack Obama diserta, sin sonrojarse, sobre las virtudes de la «democracia» estadounidense y sermonea sobre los derechos humanos, un inocente languidece, en su celda, totalmente aislado, esperando sólo la muerte o que el Presidente haga lo que puede hacer pero no hace.

Leonard Peltier, —lakota, dirigente del American Indian Movement (AIM), escritor y poeta acaba de cumplir cuarenta años de prisión y es uno de los presos políticos por más tiempo encarcelados en todo el planeta. Cuando lo apresaron en febrero de 1976 era un joven luchador por los derechos de los pueblos originarios y ya había conocido desde temprano la represión y la cárcel. Hoy, casi ciego y muy enfermo sufre un cautiverio cruel y totalmente injustificado.

Condenado sin prueba alguna en un proceso viciado de manipulación e ilegalidades fue sentenciado a dos cadenas perpetuas consecutivas (SIC) que ha estado sirviendo en prisiones de máxima seguridad, sometido a condiciones particularmente duras, de una inhumanidad que no toma en cuenta siquiera su frágil estado de salud ni su edad avanzada.

En la década de los Setenta del pasado siglo el carácter represivo y racista del régimen norteamericano descargó su violencia contra los que se oponían a la guerra de Vietnam y también contra los negros, los puertorriqueños y las poblaciones originarias que habían sido despojadas de sus tierras y encerradas en las llamadas «reservaciones». En 1973 se produjo la masacre de Wounded Knee, el mismo lugar, por cierto, donde había ocurrido en 1890 el mayor enfrentamiento entre los indígenas y los invasores blancos. En ambos sucesos perdieron la vida cantidades innombrables de «indios», incluyendo niños, mujeres y ancianos y nadie fue llevado a juicio por tales crímenes.

La atrocidad de Wounded Knee II y la creciente presencia de agentes del FBI y de grupos paramilitares crearon un ambiente de terror en la zona en la que recientes descubrimientos de yacimientos de uranio y otros minerales atraían la codicia anglosajona.

La solidaridad irradió a otros sectores. Marlon Brando ganador en 1973 del Oscar por su memorable actuación en El Padrino convirtió la ceremonia en una singular denuncia: en lugar suyo envió a una actriz apache, Sacheen Littlefeather y protestó por el trato dado al pueblo aborigen y por la masacre de Wounded Knee. «Me pareció absurdo ir a la ceremonia de entrega de los premios. Resultaba grotesco festejar a una industria que había difamado y desfigurado sistemáticamente a los indios norteamericanos a lo largo de seis décadas», proclamó entonces Brando.

Los ancianos, asediados en Oglala, en la reservación de Pine Ridge, Dakota del Sur, pidieron protección al AIM que envió al lugar a varios activistas, entre ellos Peltier. En junio de 1975 se produjo allí un extraño incidente en el que perdieron la vida dos funcionarios del FBI y un número de nativos, civiles, desarmados, cuya cifra y sus nombres han quedado en la sombra.

En cualquier caso varios hechos eran evidentes. Los indios estaban acosados, en su refugio, del que no salieron para atacar a nadie. Quienes penetraron allí, antes del incidente, fueron decenas de agentes del FBI fuertemente armados como armados estaban los paramilitares a su servicio. Si algún indio hubiese disparado, algo que no pudo demostrarse, habría sido un acto desesperado de autodefensa.

Las autoridades formularon cargos solamente contra los nativos. Peltier buscó refugio del lado canadiense donde fue capturado el 6 de febrero de 1976. Entretanto sus compañeros fueron liberados por falta de pruebas.

La acusación contra él fue fabricada de pies a cabeza por el FBI. Revelaciones posteriores al juicio, obtenidas tras largos esfuerzos de sus defensores basados en la Ley de Libertad de Información prueban el carácter fraudulento de todo el proceso: testimonios falsos obtenidos mediante el chantaje y la amenaza, presentación como «prueba» de un arma que no estaba en el lugar, ni fue usada por Peltier ni tuvo relación alguna con el incidente. En una audiencia ante la Corte de Apelaciones en 1978, uno de los fiscales que actuó contra él tuvo que admitirlo: «Nosotros no sabemos realmente quién disparó a los agentes». El tribunal, sin embargo, ratificó la condena.

El juicio contra Peltier fue una farsa de proporciones monumentales. Lo demostró convincentemente otro gran artista norteamericano, Robert Redford, en su documental Incident at Oglala: the Leonard Peltier Story producido en 1992 pero sometido a una severa censura que lo ha convertido en algo que muy pocos han podido ver. Las razones son obvias. Según el Washington Post del 22 de mayo de 1992: «Es muy difícil ver Incident at Oglala sin concluir que Leonard Peltier es inocente... su juicio no fue otra cosa que una farsa cocinada por el Gobierno. Este documental directo e iluminador muestra hasta donde llegó la falta de escrúpulos de los fiscales y del FBI para castigar a este hombre».

Por su liberación se pronunciaron Nelson Mandela, el Parlamento Europeo y numerosas personalidades en todo el mundo. El reclamo tiene más de cuatro décadas, hasta ahora sin resultado. Hace ya algún tiempo, lo advirtió Ramsey Clark ex Fiscal General de Estados Unidos: «Hasta que esto suceda, cada día es un nuevo crimen, cada amanecer es un nuevo crimen, cada atardecer es un nuevo crimen contra la dignidad del pueblo indio y contra el honor de los Estados Unidos de América. Porque mientras Leonard Peltier esté en prisión, todos lo estamos».

Cuando Peltier fue arbitrariamente encarcelado, Obama era un adolescente y no fue responsable de esa injusticia. Pero hace ocho años que sí lo es pues como Presidente nada ha hecho para liberarlo. Él sabe que «Sí se puede» pero prefiere ser cómplice del crimen.

(31 marzo 2016)

sábado, 2 de abril de 2016

El monte de Quintanilla, un bosque animado


LA MATACARA
Nº 16 - PRIMAVERA 2016

Wenceslao Fernández Flórez gran narrador del siglo XX aun por reconocer en toda su magnitud, poseedor de una profunda sensibilidad hacia la naturaleza, con su obra El bosque animado ha creado un bello y hoy más que nunca necesario alegato, en defensa de los árboles, del bosque y la vida. En El bosque animado árboles y animales cobran voz, para recordarnos que hemos perdido nuestros vínculos con las raíces de nuestro ser. Necesitamos sumergirnos en los pocos bosques densos, primitivos y ancestrales que aún quedan, para reencontrarnos con nosotros mismos, y con la Madre Tierra.

Este libro de Wenceslao, a lo largo de sus 15 capítulos o cuentos, hace acopio de un extenso saber ecológico y etnográfico, valores que han servido de inspiración y base a dos adaptaciones cinematográficas. Caminad conmigo hasta el Monte de Quintanilla, nuestro Bosque animado. Guiado por algunas de las sabias frases que el libro de Fernández Flórez encierra, iremos descubriendo nuestro propio Bosque.

Asciendo la vetusta senda de la Matacara entre suaves morados de salvias que despiden su reinado para dar paso a los intensos azules del hisopo. Invitan sus colores la danza de insectos y aves sembrando de vida las entrañas de las flores.

Escalan la ladera pinos donde antes seguramente, encinas hermanas de las imponentes Tres Matas, vigilaban el Duero, abrazando casi sus aguas. Muere la pedregosa Matacara, y nacen tímidas sendas. La de la derecha avanza junto a una oxidada alambrera, nos separan sus aceros famélicos, de un frío cementerio de piedra. A la izquierda la senda se ensancha y cruza entre restos de diezmado monte y árida tierra, desnuda, dejada al antojo del viento. «Que el hombre te ignore» susurra la débil voz de la vida que aún queda.

 

Con estas elocuentes palabras se avisan, en el libro de Wenceslao, los seres del bosque cuando el hombre se acerca. Avanzo por esta senda que desemboca en un camino de los que permiten el paso de cuatro ruedas, que tanto gusta al humano moderno. El amplio y blanco camino, cruza con sus muchos ramales el bosque añejo. Despierta la mañana, me paro y contemplo. 

La luz de la mañana se derrama sobre el denso bosque, animando una gran parte de la vida que en su seno se encontraba dormida.

Avanzo ahora de nuevo, pero dejando caminos trazados atrás, camino sobre un mundo libre e inmenso, El Bosque animado me inunda con sus sonidos y sus silencios.

Dejemos que Wenceslao hable de nuevo:
La fraga es un tapiz de vida apretado contra las arrugas de la tierra; vida entretejida, cardada, sin agujeros, como una manta fuerte y nueva, de tanto espesor como el que puede medirse desde lo hondo de la guarida del raposo hasta la punta del pino más alto [] donde fijáis vuestro pie dobláis hierbas que después procuran reincorporarse [], de insectos que se deslizan entre vuestros zapatos, [] aquella selva virgen que para ellos representan los musgos, las zarzas, los brezos, los helechos. El corazón de la tierra siente sobre sí este hervor y este abrigo, y se regocija.
La fraga es un ser hecho de muchos seres. (¿No son también seres nuestras células?) [] cuando cruzamos entre su luz verdosa, nacen de que el alma de la fraga nos ha envuelto y roza nuestra alma, tan suave, tan levemente como el humo puede rozar el aire al subir, y lo que en nosotros hay de primitivo, de ligado a una vida ancestral olvidada, se asoma porque oye un idioma que él habló alguna vez y siente que es la llamada de lo fraterno, de una esencia común a todas las vidas.

—¡Espera —nos pide—; déjame escuchar aún, y entenderé!
Termino mi viaje con un último pensamiento, que el Bosque animado, la fraga, nuestro monte, lanza al viento:
La fraga es ella misma un ser compuesto de muchos seres. Como la ciudad. Pero es más varia que la ciudad, porque en la ciudad el hombre lo es todo y su carácter se imprime hasta el panorama urbano, y en la fraga el hombre resulta apenas un detalle del que se puede prescindir.

Fernando Benito