viernes, 30 de noviembre de 2012

Un estudio afirma que la atención a la dependencia impulsa la actividad y el empleo

Un estudio de la Universidad Complutense de Madrid y del Instituto de Estudios Fiscales desvela que el gasto presupuestado para la atención a los dependientes en España ascendió desde los 3.809 millones de euros en 2007 hasta los 8.004 millones de euros en 2011. Según el trabajo, dicho gasto habría incrementado la tasa de crecimiento de nuestra economía en un 0,13%, generando unos 137.000 empleos anuales.


Un grupo de investigadores de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y del Instituto de Estudios Fiscales ha llevado a cabo un estudio que pone de relieve que el gasto presupuestado para la atención a los dependientes en España ascendió gradualmente desde los 3.809 millones de euros en 2007 hasta los 8.004 millones de euros en 2011.

En porcentaje del producto interior bruto (PIB), dicho gasto supuso el 0,36% en 2007, 0,51% en 2008, 0,63% en 2009, 0,73% en 2010 y 0,74% en 2011, por lo que el esfuerzo presupuestario medio en atención a la dependencia se sitúa en el 0,59% en el período 2007-2011, indica el trabajo.

Asimismo, se estima que el retorno fiscal global, vía mayor recaudación por impuestos generales y cotizaciones, llegaría a cubrir más de una cuarta parte del gasto presupuestado (27 céntimos por euro presupuestado).

Tras la aprobación en noviembre de 2006 en el Congreso de los Diputados de la Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a Personas en Situación de Dependencia (LAPAD), se viene implantando y desarrollando progresivamente, desde enero de 2007, un nuevo sistema formal de protección denominado Sistema de Autonomía y Atención a la Dependencia (SAAD), que persigue el doble objetivo de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y profundización del Estado del bienestar.

Empleo

A partir de estos datos, se realizan simulaciones para estimar sus efectos en comparación con la situación que hubiera prevalecido en el caso de la completa ausencia de dichas actuaciones, obteniéndose que los efectos totales de la atención a la dependencia habrían contribuido al suavizado de la ralentización de la producción agregada en los años 2009 y 2010, así como al dinamismo de la fase alcista que se iniciaría en 2011, incrementando en 0,13 puntos porcentuales la tasa media de crecimiento entre 2006 y 2011.

En cuanto al impacto en el mercado de trabajo, se estima un promedio de 137.086 empleos durante los años 2007 a 2011, lo que, en términos acumulados, implica que las actuaciones contempladas en los presupuestos de atención a la dependencia habrían sido responsables del mantenimiento o generación de 685.428 puestos de trabajo durante el período 2007-2011, lo que implica que sin estas partidas la tasa de paro en España hubiese sido, en media, 0,38 puntos porcentuales mayor durante estos años que la efectivamente observada.

Por último, se constata que la atención de la dependencia no habría contribuido significativamente a los desequilibrios en las finanzas públicas y la economía española, al no alejar excesivamente ni la proporción entre el déficit público y el PIB ni la proporción entre la deuda pública y el PIB de los requisitos impuestos por el Plan de Estabilidad y Crecimiento de la Unión Europea, lo que hubiera conllevado presiones aún mayores en los mercados de deuda soberana.

De hecho, se concluye que el estímulo para la economía española que ha supuesto el aumento del gasto público realizado en torno al SAAD habría incrementado las bases imponibles de todo tipo de impuestos (directos, indirectos y cotizaciones), lo que habría allegado más recursos para las cuentas públicas, de tal forma que un 27% de los gastos que supone el SAAD se recuperarían por medio de retornos fiscales de diversa naturaleza.

Un gasto “bien” invertido

Aunque como en todo trabajo empírico, las limitaciones derivadas de los distintos supuestos adoptados en el trabajo conllevan que los valores obtenidos deben interpretarse con la debida cautela, de los resultados de las simulaciones se deduce que las transferencias, ayudas, subvenciones e inversiones públicas movilizadas a través del gasto presupuestado para la atención a la dependencia han constituido un elemento dinamizador de la economía española, coadyuvando moderadamente a la creación de riqueza y empleo en un contexto de contracción de la actividad y de elevadas cifras de desempleo.

“Aún con estas cautelas, concluimos que la atención a las personas dependientes y la promoción de su autonomía están llamadas a constituirse en un motor de las políticas sociales y su dotación no debería descuidarse en períodos bajistas del ciclo”, explica Simón Sosvilla Rivero, Catedrático de Análisis Económico de la UCM y coautor del estudio publicado en la revista Presupuesto y Gasto Público.

Bibliografía:

Marta Gómez, Javier Hernández, Eva M. Martín y Simón Sosvilla Rivero: “La Atención a la Dependencia: Estimaciones del Gasto Presupuestario y de Sus Efectos Macroeconómicos”, Presupuesto y Gasto Público, No. 66, 2012, pp. 127-148.

La violencia doméstica como un problema de interacción conductual


Basado en la conferencia de María Xesús Froján Parga en el 2º Seminario Internacional sobre Comportamiento y Aplicaciones (SINCA 2009)

Como explica María Xesús Froján en su conferencia, la Violencia Doméstica es un problema complejo, controvertido y grave, cuyas variables causales, sin embargo, han sido investigadas y tratadas de manera superficial y todo ello a pesar de las graves consecuencias que de esta problemática se derivan: parejas rotas, niños afectados, sufrimiento de las víctimas e incluso muertes. La ineficacia de su abordaje y el hecho de que no se termine de reducir la prevalencia de estos casos se debe a los problemas que existen a la hora de realizar un estudio científico del problema (que permita desgranar aquellos factores que están en la causa y que van más allá de las cuestiones socioculturales y de los roles de género, a los que muchas veces se atribuye el problema). Es por esta falta de investigación científica sobre el modo en que surge el problema y evoluciona a mayores tasas de violencia, por lo que las intervenciones que hoy por hoy se llevan a cabo (y que no se derivan de este análisis sobre las raíces del problema) son poco efectivas.

Pero primero definamos de qué estamos hablando cuando hablamos de “Violencia Doméstica”.

A qué nos referimos con “Violencia Doméstica”

Para hablar del problema de la violencia entre parejas se han utilizado a lo largo del tiempo muchos términos, todos ellos controvertidos de alguna manera. El término Violencia Doméstica engloba tanto la violencia o abusos entre los miembros de una pareja como todos aquellos abusos, maltratos o actos violentos que tienen lugar en el hogar, pudiendo implicar éstos también a los niños. No obstante, vamos a adoptar este término aquí para referirnos a la violencia que se da entre los miembros de una pareja, en lugar de utilizar otros como “Violencia Machista” o “Violencia de Género” que sesgan la complejidad del problema por restringirse a aquellos actos violentos del varón sobre la mujer y por no ser del todo correctos, sobre todo desde la perspectiva que se pretende trasmitir en este escrito, que busca poner énfasis en la no unidireccionalidad del problema: No se trata de un agresor activo que ejerce violencia sobre una víctima pasiva, sino que ambas partes juegan un papel activo en la configuración del problema y en su mantenimiento. Ambas partes hacen posible que a partir de un primer episodio violento se evoluciones a mayores tasas de violencia. El cómo se produce esta escalada es lo que hay que analizar para lograrlo atajar y prevenir.

Un problema grave que exige una intervención efectiva

Todos estaríamos de acuerdo en afirmar que la Violencia Doméstica es un problema grave y de alta prevalencia en España. Eso hace que esté sujeto a la presión social y esa presión social es la que obliga a la intervención por parte de las autoridades. No obstante, esta actuación no siempre está bien fundamentada, pues frecuentemente responde a la urgencia por paliar los daños producidos y acallar a la opinión pública. Sin embargo, esto hace que el problema se mantenga pese a la enorme inversión que se realiza en programas no del todo eficaces (o no al menos tan eficaces como podrían ser). Froján establece una equiparación con la problemática de las drogas surgida en los 90. Por aquel entonces, como ocurre ahora con los casos de violencia doméstica, los periódicos comenzaron a informar de los conflictos y delitos asociados al consumo de drogas, lo que obligó a establecer medidas, fundamentalmente legislativas, para frenar la presión social, y todo ello pese a que existían investigaciones ya avaladas sobre cómo se iniciaba y mantenía el consumo de drogas. Tiempo después los programas de intervención han ido configurándose en torno a dichos conocimientos, con mejores resultados que las medidas meramente legales. Lo que ocurre con las medidas legislativas es que simplemente dan una respuesta a posteriori, una vez el conflicto ha alcanzado gran gravedad, pero no afrontan el problema de base, previniendo que surja y se desarrolle.

El mero hecho de saber que puede haber una contrapartida legal a unos actos violentos parece no ser del todo coercitiva para los agresores, pues en el momento de llevar a cabo actos violentos, no se tienen en cuenta esas posibles consecuencias (muy diferidas en el tiempo en relación al acto violento y la mayoría de las veces tardías en relación al desarrollo del problema y de los acontecimientos), sino más bien los beneficios inmediatos que se derivan del uso de la violencia como una conducta instrumental (que reporta des carga de tensión emocional, logra que el otro satisfaga nuestros deseos o expectativas, permite el control y el ejercicio del poder…)

En lo que respecta a la Violencia Doméstica, a menudo se asocia ésta con el asesinato de mujeres, lo que es tan sólo la punta del iceberg del problema, y se tiende también a limitar a aquella que es ejercida por parte del hombre hacia la mujer, cuando esto no siempre es así. La consecuencia derivada de esta concepción es que se ha legislado al respecto de una manera desequilibrada, siendo muy duras las sanciones a los hombres agresores y más laxas las sanciones a las mujeres agresoras (que también las hay). Esta desigualdad no solventa el problema sino que, por el contrario ayuda a incrementar las tensiones y el desequilibrio social entre hombres y mujeres, lo que en definitiva, agrava el problema. Definiciones como las que plantaba la ONU hace unos años todavía ponen énfasis en las diferencias entre sexos y sesga el problema de manera unidireccional: “Es una manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre mujeres y hombres, que han conducido a la dominación de la mujer por el hombre, la discriminación contra la mujer y a la interposición de obstáculos contra su pleno desarrollo”. Así mismo explicaban que este tipo de actos perpetúan la condición inferior de la mujer.

Si analizamos las palabras anteriores, nos damos cuenta que dicha definición del problema considera exclusivamente los factores históricos y culturales como determinantes del mismo. Según Froján, este tipo de explicaciones establecen un muro que imposibilita la intervención y el atajamiento del problema, ya que alude a factores cuya modificación requeriría mucho tiempo, pues el cambio sólo ocurriría a través de un gran proceso de reeducación social y cambio cultural. Es cierto que dicho cambio también es necesario, pero no el único, ni tal vez el prioritario para atajar el problema en el momento actual. Un cambio de mentalidad y en el modo de tratar y concebir los roles del hombre y la mujer es necesario (y poco a poco se está produciendo), pero pasarán años para que el cambio sea realmente notable y no se puede esperar tanto para realizar intervenciones eficaces en los casos de violencia en la pareja, y más cuando éste no es el único factor que influye en el problema, sino que hay otros en los que sí podemos intervenir.

No podemos centrar la explicación de este problema en los factores socioculturales, pues ésta perspectiva suele poner al varón en situación de inocencia, pues existirían variables históricas, sociales y culturales que le empujarían a este tipo de actos, y a la mujer en situación de inactividad, siendo esta incapaz de tomar decisiones o emprender acciones para paliar o poner fin al asunto. La victimización no es buena pues no promueve los intentos de cambio sino, muchas veces la justificación del problema y la resignación. Además, como ya hemos visto, no siempre es el varón el que detenta el papel de agresor ni la mujer el de víctima, no hay uno que sea el agente y otro el receptor pasivo, sino que ambas partes son agentes activos en la configuración y el mantenimiento del problema.

Otro abordaje es necesario

Como propone Froján, para diseñar intervenciones más efectivas que introduzcan cambios en esa interacción violenta de la pareja, hay que estudiar el problema de la Violencia Doméstica no como un macrofenómeno (aunque lo sea), sino como lo que es en esencia: “un conjunto de episodios de interacción entre las parejas en su día a día cotidiano”. El “machismo” social no es el único factor. Hay que desenmarañar las variables subyacentes al fenómeno (aquellas que explican que la interacción en una pareja se dé de una manera determinada, una manera que implica violencia),  además de las mencionadas variables culturales, históricas y del contexto social. Estas últimas variables funcionan como facilitadoras, variables disposicionales que influyen en la ocurrencia del problema pero no determinan el surgimiento del mismo (el cual vendría explicado por otro tipo de variables, denominadas Variables Funcionales, que tienen carácter causal y acontecen en ese marco sociocultural y contextual en el que se da el problema).

Atendamos primero a las teorías aparecidas para dar explicación a este fenómeno para posteriormente pasar a plantear la que desde aquí se pretende enfatizar.

Teorías Explicativas del fenómeno de la Violencia Doméstica

Desde la aparición del problema a la luz de la opinión pública se ha tratado de proporcionar una explicación al fenómeno desde diferentes perspectivas, las cuales, sin dejar de contemplar aspectos que efectivamente juegan algún papel en la configuración del mismo, no dan cuenta de la complejidad del asunto.

Nos encontraríamos por un lado con Teorías Biologicistas, que ponen énfasis en las diferencias entre los sexos, en el papel de las hormonas y en la superioridad física del hombre sobre la mujer. Esta teoría aborda de nuevo el problema desde una perspectiva unidireccional y deja fuera de juego otros factores importantes como las variables socioculturales, las circunstancias de vida que rodean a una pareja y los patrones de conducta aprendidos, por poner un ejemplo.

Por su parte, las Teorías Sociológicas focalizan su explicación en los factores socioculturales desde dos perspectivas opuestas: a) Perspectiva de la Violencia Familiar (La cual defiende que hay violencia porque hay una ineficacia de las consecuencias de castigo a estas acciones –siendo éste inefectivo y demorado- y establece además que no habría diferencias entre la violencia ejercida por el hombre y por la mujer, estando ambos a igual nivel, y que en todo caso, la violencia del hombre hacia la mujer sería más frecuente y sonada por la mayor capacidad de éste para ejercer violencia física), b) Perspectiva Feminista (Desde ella se defiende que la violencia de la mujer hacia el hombre nunca podría ser comparada con la del hombre hacia la mujer, y que de ejercerse, se ejercería para la propia defensa). Esta última perspectiva se aleja de la realidad social, en la que también presenciamos casos de violencia (aunque en menor proporción) de mujeres hacia hombres y pone énfasis de nuevo (aún sin quererlo) en las diferencias existentes entre ambos sexos. Cuando se da un acto violento, ese acto violento lo es en sí mismo, y su diferencia no viene establecida por aquel que lo lleve a cabo (otra cosa son las consecuencias de ese acto violento y la intensidad del mismo, en lo que sí puede influir la fortaleza física).

Además de estas teorías nos encontramos con las Teorías Psicológicas, basadas en el aprendizaje. Estas teorías defenderían que los comportamientos violentos que tienen lugar en el seno de la pareja son comportamientos instrumentales que permiten llegar a algún fin (es decir, obtener ciertas consecuencias). Desde esta perspectiva, Enrique Echeburúa entre otros han tratado de analizar de manera controlada la conducta tanto de hombres como de mujeres en esos episodios de violencia sin culpabilizar a ninguna de las dos partes, sino estudiando el fenómeno interactivo desde una perspectiva que pretende ser objetiva. Lo que se trata es de analizar la contribución de ambas partes al desarrollo y mantenimiento de dichos episodios.

En este marco interaccionista se ha desarrollado la Teoría del Ciclo de la Violencia de Género, que explica cómo a raíz de un primer incidente violento (como consecuencia de posibles tensiones o problemas previos), el ritmo habitual de la pareja queda alterado, la mujer puede hacerse preguntas y reflexionar sobre el incidente y el hombre puede arrepentirse por el incidente. Como consecuencia aparece una fase denominada fase de “Luna de Miel” en la que el hombre muestra su arrepentimiento a la mujer y puede desvivirse por tratar de enmendar ese error. Se produce una reconciliación y se vive un período favorable en la pareja que frena cualquier intento de ruptura por parte de la mujer o cualquier toma de decisiones al respecto de la acción violenta. No obstante con el tiempo y la rutina, se vuelve a caer en los mismos errores de interacción que generaron el primer incidente. La tensión en la pareja vuelve a aparecer y como consecuencia se repite un nuevo incidente violento, que acarreará probablemente una nueva fase de “luna de miel”. De esta manera, el problema se convierte en cíclico. En caso de que el hombre sea el agresor, la mujer difícilmente llega a emprender acciones debido a que existe la experiencia previa de las muestras de arrepentimiento seguidas de una reconciliación y de un período positivo. La intermitencia de los episodios negativos seguidos de episodios positivos mantienen el inmovilismo y el statu quo.

Una perspectiva alternativa a la predominante

En este texto y como explica María Xesús Froján, se pretende defender que se hace necesario una explicación del problema desde la esencia del mismo, siendo esa esencia la interacción de la pareja ( como explica la Teoría Psicológica). Al margen de la existencia de variables contextuales de carácter histórico, social y cultural, que efectivamente juegan un papel importante, configurando el “caldo de cultivo” de esta problemática, el conflicto sólo surge en el modo en que se desarrolla la interacción de pareja. La clave está en qué hacen uno y otro para llegar a ese primer episodio violento y para que éste vuelva a repetirse de manera periódica hasta convertirse la violencia en el modo de interacción habitual de la pareja.

Esos patrones de interacción se aprenden y emergen en el marco de la interacción de pareja y en dicho aprendizaje o emergencia intervienen muchos factores o variables que sin ser explicativos, influyen en la aparición del problema. A estas variables las hemos llamado Variables Disposicionales (por su papel facilitados o predisponente) y entre ellas podemos encontrar algunas como el número de hijos (que puede contribuir al aumento de la tensión en la pareja), la situación socioeconómica y laboral, el nivel educativo y la educación recibida (por ejemplo en lo relativo a los roles de género), el tipo de sociedad en la que se viva (mayor o menor respeto por la figura de la mujer, mayor o menor concienciación por el problema), consumo de drogas por parte de algún miembro de la pareja (por ejemplo, alcohol)… Estas variables no hacen por sí mismas que aparezca un problema. Lo que hace aparecer el problema es el modo en que hombres y mujeres gestionan su relación de pareja en el día a día. Eso es lo que determinará que un número elevado de hijos o una mala situación económica, por poner un ejemplo, no derive en tensiones manifiestas en la convivencia de la pareja.

María Xesús Froján y su equipo han llevado a cabo varias investigaciones sobre el problema de la violencia doméstica entre el año 2000 y la actualidad. En ellos se analizaba el papel que tanto el hombre como la mujer jugaban en la interacción de pareja, tratando de adoptar una posición objetiva y libre de juicios de valor. Los resultados de dos estudios llevados a cabo con población afectada por esta problemática (hombres y mujeres agresores y víctimas) sacan a relucir el carácter interactivo del problema, pues en el caso de la violencia infringida por el varón hacia la mujer, las variables que principalmente explican el problema son: 1) la violencia sufrida por el hombre en la infancia (esto es, su experiencia de aprendizaje y sus patrones educativos) y 2) la violencia que a su vez el varón recibe de de su mujer. Así mismo, en el caso de la violencia que la mujer infringe hacia el varón ésta es explicada principalmente por la violencia que por su parte el varón ejerce sobre ella.

Esto nos lleva de nuevo a que la violencia en la pareja consiste en una serie de episodios que se repiten una y otra vez en el tiempo donde tanto el hombre como la mujer forman una parte activa, de manera que lo que uno hace influye de manera drástica en lo que el otro hace y lo que éste hace, influye en lo que el siguiente pueda hacer (según palabras de Froján). Es importante entender que la violencia genera violencia y por ello es muy difícil conocer cuál es el acto desencadenante del problema. ¿Qué palabra, gesto o acción fue clave para el no retorno? Lo frecuente es que se haya producido una escalada progresiva desde acciones aparentemente inocuas por parte de una de las partes que también son respondidas de manera aparentemente inocua por parte de la otra, pero que sin embargo son “semillas” que dan pie a acciones posteriores cada vez más agresivas, irrespetuosas y faltas de cariño hacia el otro miembro (y entre este tipo de acciones no sólo se encuentran los actos agresivos físicos o verbales, sino también otros actos como ignorar a la pareja, limitar su libertad, privarla de muestras de cariño…). Todas estas acciones logran una consecuencia instrumental que pueden ser útiles para algún miembro de la pareja en un momento dado.

Estudiando a parejas libres del problema en situaciones de interacción sobre temas conflictivos, neutros o positivos, Froján y su equipo encontraron que cuando la interacción versaba sobre temas de conflicto, los hombres mostraban más conductas de defensa (como retirada del contacto visual), mientras que las mujeres mostraban mayores conductas de provocación verbal. Como ellos mismos señalan, de estos datos no hay que concluir que el hombre es agresor físico y la mujer es agresora verbal, sino que precisamente esto viene de nuevo a corroborar el carácter interactivo del fenómeno, señalando que cada parte recurre a sus propias estrategias para afrontar la situación, estrategias que en sí mismas implican algo de violencia para la otra parte.

Qué podemos concluir de todo esto

De lo aquí expuesto se deriva que es imprescindible estudiar el fenómeno no exclusivamente desde una perspectiva biologicista y sociológica, sino que hay que estudiarlo desde una perspectiva psicológica que contemple el análisis de los patrones de interacción conductual entre los miembros de la pareja para conocer qué está haciendo mal cada uno, qué papel juegan ambas partes en el problema. En estos episodios es cierto que una de las partes puede colocarse como el principal agresor y otra como principal víctima pero eso no quita que ambas partes jueguen un papel activo en la perpetuación y el escalamiento del problema. Esa interacción requiere primero ser analizada (ver qué está ocurriendo) para luego ser intervenida y prevenida.

Una segunda conclusión es la importancia de no victimizar ni culpabilizar, pues etiquetar a la mujer (por ser lo más frecuente) como víctima la sitúa en una posición pasiva que dificulta el tomar decisiones para frenar, paliar o controlar estos episodios. Así mismo tampoco es apropiado estigmatizar al varón (lo que no es equivalente a disculpar sus actos). De lo que se trata es de entender la parte de responsabilidad que ambos tienen en el conflicto sin que esta responsabilidad equivalga a “culpa”.

La conducta violenta es una conducta instrumental (es mucho más que una respuesta emocional extrema e incontrolable del agresor hacia la víctima), que está mantenida por los beneficios que obtiene y se repite por las consecuencias que de ella se derivan (poder, control, descarga emocional…).

Una intervención más eficaz pasará no solo por contemplar las variables disposicionales (entre las que se encuentran los factores socioculturales), sino también por adoptar una perspectiva de estudio diádica  sobre las secuencias de interacción de las parejas para poder desarrollar en su lugar patrones interactivos menos dañinos y más adecuados.

Se puede contemplar la conferencia completa en los siguientes enlaces:




“Rato es un personaje encumbrado artificialmente, cuya realidad esconde una historia de fracasos”


Publicado en febrero de 2003, cuando Rodrigo Rato se postulaba como sucesor de José María Aznar al frente del PP y candidato a la presidencia del país, Los Rato, 1795–2002 ha cobrado una renovada vigencia en los últimos meses, tras el desembarco del vástago de Ramón Rato en Bankia y su desastrosa gestión. Pero más allá de que los acontecimientos devuelvan a la actualidad a una de las familias más poderosas en España durante el siglo XX y XXI, la obra es un excelente retrato de la idiosincrasia de un país en el que las élites económicas y la esfera política han interactuado con obscena frecuencia.

En MINILEAKS hemos charlado con su autor, Ramón Tijeras quien, tras una dilatada carrera como reportero de investigación en las revistas Tiempo y Diario 16 y como redactor jefe del diario El Mundo, ejerce en la actualidad como profesor titular de Periodismo en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.

¿Recibió presiones para que el libro no viese la luz?

Directamente, no. Pero la editorial recibió muchas presiones para que el libro no saliera o para que se publicase con sordina. Los contactos de Rodrigo Rato con César Alierta, por ejemplo, fueron diversos y estaban orientados a limitar la distribución del libro a través de la empresa Logista, filial de Telefónica y utilizada por Plaza & Janés y otras muchas editoriales para llevar sus libros a las librerías. La editorial también recibió llamadas de Random House Mondadori, matriz de la editorial, para comunicar la preocupación de Rato por la publicación del libro. Como consecuencia de todos estos movimientos, El Corte Inglés, por ejemplo, realizó un pedido limitado y retiró el libro de sus tiendas al poco de publicarse. Después, la cúpula de la editorial fue despedida. El libro prácticamente desapareció de las librerías en pocas semanas.

¿Eligió a la familia Rato por el perfil público y político de Rodrigo Rato? ¿Es un caso poco habitual en España o hay otros ‘clanes’ similares?

El libro se proyectó un año y medio antes de las elecciones generales de 2004. Entonces estaba en el ambiente la idea de que Rodrigo Rato podría ser el sucesor de Aznar. El género biográfico funcionaba bien y el libro parecía pertinente. Pasado el tiempo, el propio Rato se postuló como candidato a sucesor en el programa radiofónico Hoy por Hoy que entonces dirigía Iñaki Gabilondo. Tras este anuncio de intenciones, la salida del libro se adelantó dos semanas. Anteriormente había publicado algunas notas sueltas en otros libros sobre la figura de Rato con alguna mención a su padre y su relación con Nicolás Franco, hermano del Caudillo, que sugerían la existencia de una historia oculta que podía revelar cómo han funcionado este tipo de sagas desde la España del XIX hasta hoy, en la que se repiten los mismos apellidos alrededor de las grandes familias bancarias y de la industria española. Finalmente, encontramos datos que explican parte de lo que ha ocurrido en los últimos meses, con personajes encumbrados artificialmente como Rato, cuya realidad esconde una historia de fracasos empresariales continuados que sin embargo se han premiado con cargos y prebendas que han llevado a la ruina a muchas personas.

¿Cómo describiría brevemente a las tres grandes figuras de la familia: Ramón Rato padre y sus hijos Ramón y Rodrigo Rato?¿De qué manera se han repartido los papeles los dos hermanos durante los últimos 30 años en la familia?

Ramón Rato fue un joven emprendedor que se entusiasmó con el ambiente de la Alemania nazi. Un ambiente que trató de imitar en España tras realizar un viaje iniciático a la Alemania de Hitler y Goebbels, cuyos logros describió en libros de juventud muy reveladores. De hecho, participó en el arranque de Radio Nacional de España en Salamanca y montó la Rueda de Emisoras Rato después de conocer el funcionamiento de la propaganda nazi a través de la radio en Alemania. Sus vínculos con el franquismo le permitieron crecer hasta que presionó al hermano de Franco para que le devolviera un crédito que le había concedido anteriormente. Sin duda, calculó mal y tanto él como su hijo Ramón acabaron en la cárcel al quebrar dos bancos y tras ser acusados de sacar dinero del país sin permiso del Banco de España para montar otros dos bancos en Ginebra y Amberes. Respecto a Rodrigo, hay que resaltar el entorno que conoció de joven en su casa, cuando su padre se reunía con el padre del Rey y su entorno, junto a Manuel Fraga, a quien ayudó económicamente a fundar Alianza Popular, hoy convertida en el Partido Popular que gobierna. Su perfil político lo hereda tal vez de otro miembro de la saga,  Ramón Rato y Rodríguez San Pedro, que llegó a ser alcalde de Madrid. La historia de todos ellos está relacionada con un activismo continuo en la trastienda de la política que ha convertido a la familia en parte de las élites que gobiernan el país y que no se han bajado del burro desde hace 200 años, a base de mantener contactos y lazos familiares. Recordemos que la rama Figaredo de la familia es una de las que a lo largo de dos siglos han estado presentes en los consejos de administración de la industria asturiana.

¿Por qué ninguno de las denuncias de las conexiones entre la gestión política de Rato y sus negocios familiares provocó alguna condena judicial? ¿Error de la legislación española, de los jueces o es que son casos difícilmente probables ante los tribunales?

Hay que tener en cuenta que todo es fruto de una evolución. Cuando en los años ochenta dimos a conocer el caso Juan Guerra, que luego desencadenó una catarata de denuncias sobre corrupción, la legislación española no contemplaba muchas de las figuras delictivas que hoy día están en funcionamiento. De hecho, a Juan Guerra se le condenó por un delito fiscal, como a Al Capone, nada más. Con Rato y los delitos de cuello blanco ocurre algo parecido. Cuando indagamos en el registro de actividades del Congreso, que da cuenta de los intereses particulares que tienen los diputados en sus actividades profesionales, nadie lo consultaba y hasta estaba escondido en las oficinas del Parlamento. Rato, paradójicamente, fue uno de los diputados que en su época declaró tener intereses en dos docenas de empresas. Pero aún tenía intereses en otras cuarenta que no declaró cuando era vicepresidente del Gobierno y ministro de Economía. Hoy este registro se publica en todos los medios y se tiene en cuenta a la hora de nombrar a unos y otros para determinados cargos. Por otra parte, los periodistas no somos policías ni jueces. Podemos investigar cosas y llamar la atención sobre lo que nos parece chocante o cuando se produce un exceso, pero normalmente, si no hay una denuncia de por medio, ningún juez mueve ficha. Ahora hay varias denuncias sobre la mesa. Mi libro sobre los Rato data de 2003. En su día me llamaron del PSOE para montar un equipo que investigase más sobre sus negocios. Sólo una semana después Aznar nombró candidato a Rajoy. No podía exponer a Rato a las espaldas de su familia y un enjambre de empresas con problemas sobrevolando a su alrededor. Con los datos que aparecían en el libro yo no le hubiera dado tampoco la gestión de un banco a Rato, por si acaso. Lo más sorprendente es que después no sólo se le nombró presidente de Cajamadrid y luego de Bankia, para dejarla en las condiciones que ahora sabemos, sino que ahora, en determinados, círculos, suena su nombre para suceder a Montoro.

¿Cuáles son las conexiones entre grupos mediáticos como Intereconomía o Libertad Digital con los Rato?

Cuando me dediqué a promocionar el libro en 2003 visité las instalaciones de Radio Intereconomía, donde me entrevistaron sobre Rato y su familia. La entrevista se estaba desarrollando con normalidad en un programa de actualidad de la mañana hasta que se recibió una llamada, en la pecera del estudio se organizó un revuelo y la entrevista terminó de forma abrupta. Es comprensible, porque varios de los postes que usaba Intereconomía para su difusión pertenecían a la cadena de emisoras Rato. Con Libertad Digital no sé qué contactos pueden tener. No he vuelto sobre el tema.

¿Han sido silenciadas las denuncias que usted realiza en la prensa española? ¿Cuál es la relación de los grandes grupos de comunicación españoles (Prisa, Unión Editorial, etc.) con los Rato?

No sólo han sido silenciadas las mías. Las de otros compañeros, también. Ya no existen equipos de investigación dedicados a  rastrear las relaciones entre política y empresas o grupos bancarios. En general, los grandes grupos de comunicación son presa de los intereses de sus propietarios, que necesitan mantener buenas relaciones con el poder para sacar adelante sus negocios en forma de licencias u otras prebendas. Prisa, por ejemplo, es un grupo que dependía de las decisiones del Gobierno para financiar sus ventas de libros de textos y la construcción de hospitales con créditos FAD en América Latina o países como Vietnam. Su gestión no podía ser independiente de los sucesivos gobiernos. Hoy ha experimentado un cambio muy significativo en la propiedad, manteniendo a Cebrián como cara conocida en España pero con un fondo de inversiones norteamericano como Liberty detrás que condiciona su nueva línea editorial. Prisa y empresas como Radiotrónica, donde estaban los Rato, también tenían negocios comunes que empezaron a conocerse a propósito del caso Gescartera, cuya investigación se interrumpió precipitadamente en el Congreso. Unidad Editorial, editora de El Mundo, por su parte, está controlada por empresas de Berlusconi. Cuando Pedro Jota estaba negociando su contrato con los italianos no dudó en darle caña al empresario, pero cuando firmó su renovación, interrumpió también de forma brusca todo lo que estábamos publicando sobre sus negocios en España. Todos los grandes grupos, tienen sus intereses y controlan muy bien todo lo que se publica y afecta a sus intereses financieros, que hoy están, por cierto, muy amenazados.

¿Cómo se benefició Rodrigo Rato de las privatizaciones de las empresas públicas que impulsó y gestionó su ministerio?

Las decisiones que tomaba Rato eran de carácter sectorial. Y su familia y él mismo se mantenían como accionistas de empresas hidroeléctricas o urbanísticas que se beneficiaron de permisos y operaciones que fueron posibles gracias a la política de engrase que funciona habitualmente en administraciones de su influencia como la Comunidad de Madrid.

¿Qué opina que se transite con tanta facilidad desde las grandes empresas a los órganos del poder ejecutivo?

No me parece mal si se trata de ejecutivos que no tienen mayores intereses en la propiedad de esas empresas. Pueden ser buenos profesionales que pueden ser útiles en la gestión de la Administración. Lo que suele ocurrir es que esos empresarios que se ponen al frente de determinadas empresas, como Francisco González, al que regalaron Argentaria, hoy día acumulan fortunas en forma de participaciones y jubilaciones multimillonarias. González tiene asegurada su salida con cien millones de euros en el bolsillo mientras Goirigolzarri, hoy al frente de Bankia, ya salió del BBVA con otros 70 millones de euros en el bolsillo. No creo que a los gestores de bancos que nos han llevado a una situación de rescate inminente deban cobrar ni siquiera los sueldos que hoy se contemplan una vez aplicados los límites de la nueva legislación mientras no lo justifiquen con resultados y cuando hay gente a la que se suspende el pago de los 400 euros de prestación sin tener ningún otro ingreso.

¿Qué podemos hacer para que no se repita la historia de los Rato?

Leer más y tratar de cambiar el sistema electoral y la legislación, que es inmoral y está aplicada por jueces inmorales como Dívar.

¿Por qué abandonó Rodrigo Rato la presidencia del FMI?

Es un misterio que habría que desvelar. Últimamente parece que le resulta rentable salir corriendo de todos los sitios.

En su paso por Bankia, ¿se ha probado que Rato es un pésimo gestor?

La Audiencia Nacional puede decir algo al respecto en los próximos meses, pero como mínimo parece que ha cometido errores de gestión importantes. Hay varias iniciativas legales que a lo mejor esclarecen algo el entuerto. Rato dijo en el Congreso que dejó Bankia porque se dio cuenta de que su plan no tenía el apoyo de las autoridades. Hasta ahora siempre había tenido la complicidad de esas autoridades, incluso la de Zapatero cuando apoyó su exilio dorado en el FMI. La diferencia, ahora, es que Rato es un competidor directo de Rajoy, con quien se disputó la sucesión de Aznar en 2003 y recientemente todavía maniobraba en el seno del PP ante una posible caída en desgracia de Rajoy.

¿Qué opina de las denuncias actuales contra Rato, iniciadas por colectivos como el 15M?

Me parecen muy saludables, aunque si esperamos un gran espaldarazo de la Justicia, tal y como está, nos equivocaremos, entre otras cosas porque se investigarán y juzgarán cosas fragmentarias y no la moral del sistema en su conjunto, que necesita de reformas legales profundas. Todo avance en la dirección de esclarecer hechos y responsabilidades, sin embargo, será beneficioso para el país, aunque se echan de menos iniciativas más contundentes y concretas, expresadas tal vez en la presentación de una plataforma electoral con un programa concreto para limitar la especulación de los grandes capitales, el despilfarro y la simplificación de las administraciones en España, sin perder de vista que las ayudas que vengan de Europa no deberían ir a tapar los agujeros de los bancos, que tienen sus responsables y sus capitales detrás, sino a los ciudadanos para salvar las condiciones de verdadera usura que han padecido durante los últimos años.


Los Rato, 1795-2002, de Ramón Tijeras, editorial Plaza & Janés, Madrid 2003.

Tomando como punto de partida de su investigación la indagación histórica, Ramón Tijeras cuenta en las dos primeras partes de su obra los orígenes y la emergencia de Ramón Rato y Figaredo, padre de Rodrigo Rato y entusiasta defensor de los principios del nazismo en su juventud, quien supo sumar a su talento como empresario una red de contactos en el régimen franquista que le facilitó el ascenso al éxito económico. Ello no le libró, no obstante, de la cárcel, después de que una investigación judicial probara el traslado de 81,5 millones de pesetas desde las oficinas de sus bancos en España a Suiza. Como consecuencia de ese proceso Banco Siero y Banco Murciano, fundados y dirigidos por Ramón Rato, entidades en las que el hermano mayor de Rodrigo ocupó un lugar destacado y por cuya gestión también fue encarcelado,  se vieron abocadas a la quiebra y a la intervención del Banco de España. Ya en plena transición, Ramón Rato vuelve con brío al panorama económico tras disfrutar de un indulto que, además de permitir su salida de la cárcel, anuló la elevada multa cuyo pago habría significado el fin de su emporio. Y lo hizo cerca del poder, financiando la fundación de Alianza Popular y afianzando su amistad con Juan de Borbón. Ramón Tijeras realiza la crónica de este periodo con agilidad narrativa, sintetizando lo más relevante de los documentos judiciales del proceso contra Rato.

En la tercera parte de la obra asistimos a la aparición en la escena política española de la figura de Rodrigo Rato, promocionado por los ‘amigos’ de su padre. Mientras el hermano mayor seguía ocupado con los negocios de la familia, de cuya gestión se hizo cargo tras la jubilación del padre, Rodrigo iniciaba una carrera en la que el honor de los Rato  pretendía ser restituido.

Como ministro de Economía Rato es el encargado de impulsar y dirigir la oleada de privatizaciones realizada por el Partido Popular a finales de los años 90, reproduciendo en cada una de ellas el mismo esquema: primero, se situaba al frente de la empresa pública a un hombre de su confianza; después, se privatizaba; finalmente, la empresa ya privatizada quedaba en manos de quienes el propio gobierno había designado como presidentes. La lista de ejemplos es extensa, pero valga como muestra la designación de Francisco González al frente de Argentaria, el banco que tras su privatización se fusionaría con BBV para crear BBVA, cuyo actual director es…Francisco González.

Pero la actuación de Rodrigo Rato como ministro de Economía es más escandalosa si cabe por los posibles tratos de favor que sus empresas familiares recibieron desde los organismos públicos. En 1998, Radiotrónica[1], firma en la que los Rato tienen acciones y que se dedica a las “telecomunicaciones e instalaciones eléctricas en general”, multiplica espectacularmente la cotización de sus acciones como consecuencia de la firma de un suculento contrato con Telefónica. En 1996 se pone en marcha la ‘Operación Chamartín’, impulsada por Fomento, la Comunidad de Madrid y el ayuntamiento de la capital, todos en manos del PP. Su objetivo: ampliar la Castellana por el norte en 3,5 kilómetros, un área de 300 hectáreas en las que se levantarán 10.000 nuevas viviendas. Poco antes Riofisa, empresa en la que está presente el hermano del ministro de Economía, había comprado en la zona 70.000 metros cuadrados de suelo.

En 2001 Gescartera es intervenida; Pilar Valiente, al frente de la CNMV y Giménez Reyna, secretario de Estado de Hacienda, ambos nombrados por Rato, tienen que dimitir por estar relacionados con la presidenta de la sociedad. HSBC, banco que es una pieza clave en el entramado por el que se esfumaron 18.000 millones de pesetas, había concedido un año antes un crédito de tres millones de euros a Muinmo S.L., cuyos accionistas eran Rodrigo Rato, Ramón Rato y María de los Ángeles Rato.

[1] Actualmente, Raiotrónica ha cambiado su nombre por Ezentis, y tiene en su consejo  a Josep Piqué y Luis Solana, hermano de Javier Solana. Su CEO es Manuel García-

Las condiciones de vida y las conductas adictivas


Publicamos a continuación el texto que nos ha enviado una lectora. Es un texto que nos permitirá entender mejor, a la luz de los descubrimientos obtenidos en psicología social y neurología, las conexiones existentes entre las condiciones de vida y el aumento de las conductas adictivas. Al explicar los mecanismos que subyacen bajo ese aumento creciente del consumo de materias estimulantes, nefastas para el organismo, esta aportación ilustra un aspecto del callejón sin salida al que conduce el capitalismo además de todo el cinismo de la clase dominante. Es importante que seamos conscientes de la realidad de los sufrimientos generados por la explotación y la barbarie de la sociedad capitalista. El llamamiento a la “conciencia colectiva”, en referencia a estas cuestiones, es totalmente válido porque se trata de un arma de los explotados para criticar y derrocar una sociedad inhumana. Aplaudimos con fuerza la iniciativa de la compañera y la animamos a seguir por ese camino.

Son numerosos los estudios que se realizan regularmente sobre las conductas adictivas de los jóvenes y las personas sin empleo. Ponen de manifiesto cómo los seres humanos sin trabajo son constantemente difamados por su supuesta falta de voluntad para enfrentarse al consumo de sustancias psicoactivas, verdaderamente alto en esta capa de la población. Por el contrario han sido pocas las investigaciones realizadas sobre el consumo de sustancias psicoactivas entre personas con empleo, cuando empíricamente se sabe que es una realidad que afecta a numerosos trabajadores y cuyas causas son múltiples y muchas veces disfrazadas. Además, las instituciones y los organismos que crea el Estado para combatir las adicciones así como los resultados que publican son, en la mayoría de los casos, hipócritas y poco fiables o ineficaces.

El consumo en las poblaciones excluidas y su ansiedad ante el futuro

Las poblaciones profesionalmente excluidas, sin empleo, consumen ante todo tabaco, alcohol, medicamentos psicotrópicos (Ansiolíticos, antidepresivos, miorelajantes, etc.), de libre venta o recomendados por un especialista (o no) pero hay quien incluso ingiere drogas ilícitas, entre las que están las denominadas de “diseño”.

Por un estudio del INPES ([1]), realizado a 2594 desempleados el año 2005, conocemos que el 10,5% de ellos son dependientes del alcohol, el 12 % consume cannabis y el 17,4 % toman medicamentos psicotrópicos; que el 45 % de los beneficiarios acogidos a la Renta Activa de Solidaridad (RSA) ([2]) tienen dificultades con el alcohol, mientras que los trabajadores ocupados están en un 15 %.

Los jóvenes son también víctimas del exceso de consumo de sustancias psicoactivas: según los estudios de la OFDT (Observatorio Francés de Drogas y Toxicomanías) ([3]) realizados en 2002 y del ADSP (Actualidad e Informes sobre la Sanidad Pública, también en Francia)  ([4]) en 2007, el 40 % de los jóvenes mayores de 18 años consumen diariamente tabaco, frente al 29 % de personas con edades comprendidas entre los 18 y los 75 años. Es más, el 10,5 % de los jóvenes consumen bebidas alcohólicas en exceso y el 13,3 % fuma cannabis regularmente.

Adelantaremos algunas de las explicaciones que se suelen dar sobre las causas del consumo excesivo entre esos sectores de población que intentan insertarse en la vida social. Hay autores que piensan que la adolescencia y sus múltiples cambios (fisiológicos, psicológicos, madurez, etc.) es la causa principal de las conductas de riesgo entre los jóvenes y que ciertamente, los adolescentes perciben el alcohol como un medio para superar mejor el malestar que les genera esos cambios, o bien como una manera de facilitar su relación personal con los demás.

Aunque es cierto que un ambiente alegre, distendido o relajado no se asocia por los jóvenes al consumo de alcohol, sí que encuentran que es, en cierta medida, eficaz para lograr un “buen ambiente” y por supuesto más barato. Pero también se sabe que los profesionales del sector de las bebidas alcohólicas conocen este fenómeno y desarrollan estrategias de marketing entre los jóvenes consumidores, muy aficionados a los sabores dulces. Elaboran productos tipo Premix (premezclas) o Alcopops (licores comercializados en pequeñas botellas de diseño y etiquetado confuso) ya que el envase hace pensar en bebidas de bajo contenido alcohólico, para comercializarlos entre este público. Las bebidas, de alta graduación alcohólica (vodka, whisky, ron…) son mezcladas con bebidas sin alcohol pero muy azucaradas (soda o zumo de “frutas”), para enmascarar el fuerte sabor a etanol. De esta manera, aunque la cantidad de alcohol ingerida es menor que el de una bebida alcohólica tradicional, el riesgo estriba en que los consumidores se olvidan del alcohol que contienen y consumen mayor cantidad; con lo que se agravan las consecuencias para sus cerebros todavía en desarrollo ([5]).

Por otra parte, la ansiedad ante el futuro y el miedo al desempleo, ligados a la situación económica, acentúan también el consumo de substancias psicoactivas entre la población en situación precaria. Isabel Varescon ([6]) demuestra que la dependencia al alcohol es en muchos casos consecuencia del fracaso o la dificultad para realizar una tarea encomendada. Este fracaso se traduce en un sentimiento de incompetencia personal y social. Por su efecto analgésico, el consumo de substancias psicoactivas es un medio que tiene el individuo de paliar su baja autoestima.

La búsqueda de lazos sociales por medio del alcohol y del efecto analgésico de las substancias psicoactivas son estrategias de adaptación de las que los consumidores se dan cuenta demasiado tarde, cuando ya están en una situación muy precaria.

El consumo entre los trabajadores

Otra encuesta del INPES, realizada sobre una muestra de 15.994 “trabajadores en activo” de edades entre 16 y 65 años, estima que el 28,1 % de los encuestados presenta un tabaquismo regular, el 13,8 % consumen medicamentos psicotrópicos, el 8,1 % es alcohólico y el 8 % es consumidor habitual de drogas ilícitas. Esta encuesta ha mostrado también la relación que hay entre el tipo de substancias psicoactivas consumidas y el medio profesional, y se constata que, excepto el del área de las finanzas, ningún sector está excluido del consumo de estas substancias. El de la construcción y el de los transportes son los más afectados, ya que el consumo de tabaco, alcohol, medicamentos psicoactivos y drogas ilegales es superior al de todas las demás profesiones. El abuso del tabaco y de las drogas ilícitas está también muy extendido en el medio de la restauración (bares, hoteles y restaurantes, etc.). En lo que se refiere a los medicamentos psicotrópicos, los trabajadores domésticos y los administrativos presentan un consumo más elevado que el de otros sectores (industria, los servicios o el turismo).

Estudios recientes han demostrado que el abuso de sustancias psicoactivas en el medio laboral produce desazón y ansiedad en el trabajo, lo que es causa frecuente de estrés. El estrés aparece cuando el mal ambiente en el trabajo supera los recursos normales de un individuo (sus capacidades adaptativas). Para enfrentar estas situaciones de tensión los trabajadores desarrollan estrategias de adaptación. En este marco, los asalariados consumidores de sustancias psicoactivas lo hacen para poder sobrellevar su estrés o para aumentar su capacidad de trabajo. Concretamente, los trabajos experimentales de M. Niezborala (año 2000) realizados sobre una muestra de 2106 personas en activo, interrogadas con ocasión del reconocimiento periódico de salud en el trabajo, manifiestan que casi una persona de cada tres consume medicamentos psicoactivos para enfrentar las dificultades que encuentra en su empleo: «El 20 % utiliza un medicamento para estar en forma durante la jornada de trabajo, el 12 % toma medicamentos en la jornada laboral para tratar algún síntoma de agitación, el 18 % utiliza medicamentos para “mantenerse relajado si la jornada es difícil» ([7]).

Otros autores como Catherine Reynaud-Maurupt et Hoareau (2010) y Fontaine y Fontana (2003), concluyen también que el consumo excesivo de substancias psicotrópicas afecta esencialmente a los trabajadores activos que trabajan en condiciones laborales de gran dificultad donde se les obligan “a estar siempre al cien por cien, a tope”. Esta estrategia tiene una función clara: inducir a un estado de hiperrendimiento a fin de adaptarles mejor a las exigencias profesionales.

Por otro lado Ángel y colaboradores señalan que los asalariados que trabajan en condiciones físicas de gran dureza consumen, sobre todo substancias psicoactivas, en cantidades superiores a los de otros sectores laborales. El consumo de estas substancias es una estrategia de adaptación frente al estrés profesional. Este fenómeno es el resultado directo de la escasez de trabajo y de la creciente precariedad. De igual manera el aislamiento social, tanto en las empresas como en la vida privada, del que son, cada día más, víctimas los trabajadores, trae consigo el aumento de potenciales riesgos de aumento del consumo; éste permite por un lado establecer lazos sociales, porque se consume colectivamente (sobre todo tabaco y alcohol); y por otra, soportar los trastornos físicos y síquicos ligados al trabajo (alcohol, psicofármacos y drogas ilegales).

Demos una respuesta al desarrollo de las conductas adictivas

El abuso de productos que modifican la conducta (psicoactivos, substancias adictivas…), por grupos sociales que viven en situación de precariedad y por los trabajadores cuyas condiciones de trabajo ponen en peligro su salud física y mental, tiene para ellos consecuencias dramáticas. En Francia, por ejemplo, mueren cerca de 45.000 alcohólicos al año. El consumo excesivo de estas sustancias genera además toda una serie de situaciones de alto coste social y personal: accidentes de trabajo, enfermedades de larga duración o crónicas, lesiones irreparables, suicidios, etc. Especialistas de centros de diagnóstico y tratamiento como el Hassé Consultant ([8]), P. Angel entre otros, estiman que aproximadamente un 20 % de las bajas laborales están asociadas al consumo excesivo de sustancias psicoactivas; es más, del 40 al 45 % de los casos de accidente laboral con resultado de muerte son consecuencia directa de ese abuso.

Hay entidades y organizaciones creadas con el propósito de luchar contra la dependencia y la adicción, centros para drogodependientes… Son centros de carácter hospitalario que acogen a personas en estado de dependencia de algún producto psicoactivo (concretamente al alcohol y drogas ilegales). Su método de funcionamiento viene a ser así: cuando ingresan se les impone un tratamiento de desintoxicación física (es decir, se les priva totalmente de los productos que suelen consumir) durante aproximadamente una semana y después se les somete a un tratamiento psicológico más prolongado. Desde que se empezó a utilizar este tipo de tratamientos cada vez hay más instituciones que optan por informar a los pacientes sobre el funcionamiento psicológico de las dependencias; consiguiendo de esta manera que los enfermos pasen de un estado de culpabilidad, a comprender los mecanismos cerebrales que favorecen y regulan la dependencia.

Del abuso continuado de alcohol se sabe que el etanol desequilibra los llamados receptores GABA en las neuronas ([9]). Estos receptores se hacen dependientes y exigirán al consumidor durante toda la vida una cantidad creciente de etanol para satisfacerse. Acabar con el consumo de alcohol se hace extremadamente difícil en la medida en que el síndrome de privación (el llamado “mono”) aparece de manera más o menos grave según las características (tanto fisiológicas como sociales) de los pacientes. Se les recomienda la abstinencia total y de por vida pero estos receptores jamás recuperarán su funcionamiento normal; una pequeña cantidad de alcohol ingerida será suficiente para reactivar el proceso.

Es una cruel realidad que “el mono” (síndrome de abstinencia) no es nada en comparación con lo que les aguarda en el futuro a los ex-dependientes. Es mucho más duro escapar a las “celebraciones” sociales (fiestas, reuniones familiares, almuerzos de trabajo, etc.) donde todo está montado para empujar al consumo de bebidas alcohólicas. Los comercios, sus anuncios de propaganda y sus escaparates son un reclamo para atraer e incrementar los consumidores.

En cuanto a las bebidas “sin alcohol” hay que decir que, además de que no son muy “divertidas”, si que contienen buena parte de alcohol, y se lo debemos a una ¡sórdida legislación!, que permite que al lado de donde pone 1,2 grados de etanol pueda imprimirse la frase “Sin alcohol”, sin necesidad de indicar la cantidad real que contiene el recipiente; algo que debería ser imprescindible, ya que una mínima cantidad de alcohol es suficiente para una recaída.

Además, ¿son acaso más “marchosas” las juergas sin alcohol? Los industriales de bebidas alcohólicas seguro que dirán: ¡por supuesto que no! Lo mismo que habrá quien diga que las recaídas son una muestra de la ¡falta de voluntad de los adictos! En cuanto a lo que les aguarda en el trabajo, cuando se tiene, lo que pueden llegar a oír son frases como: “Está claro que a éste le ha servido de poco el tratamiento”. ¡Ah!, estos trabajadores que tienen la gran suerte de tener un empleo y un buen patrón que les resuelve su “pequeño problema personal”, siempre que se mantengan tan dóciles como antes de su curación, y, sobre todo antes de que recaigan. Todas estas indecencias serán siempre un medio de presión añadido para que el trabajo se haga rápidamente y sin rechistar.

La exclusión social va en aumento, como consecuencia de la precarización del empleo, del paro, de las dificultades financieras, etc.; las condiciones de trabajo son cada vez más penosas y el aislamiento social que se deriva de ello se acentúa y parece eternizarse. Los individuos buscan, lenta y laboriosamente, soluciones a esta degeneración que pueden tomar diferentes formas: desde la lucha contra estas condiciones de vida…, hasta el abandono.

Luchar contra ellas no debería ser, jamás, la adaptación del propio organismo a estas condiciones mediante el consumo de sustancias psicoactivas. Luchar contra el origen del problema es mucho más eficaz, pero para ello se requiere de una conciencia colectiva más que de una respuesta individual.

Agnosia, 17 setiembre

[1] http://www.inpes.sante.fr/INPES/
[2] http://www.hcsp.fr/explore.cgi/adsps?menu=11. Se trata de un subsidio mínimo para parados de larga duración que se otorga en Francia
[3] http://www.ofdt.fr/
[4]http://www.unipresse.com/magazine-review-subscription-actualite-et-dossier-en-sante-publique-adsp-.shtml
[5] http://www2.potsdam.edu/hansondj/InTheNews/UnderageDrinking/1064433210.html
[6] http://www.scienceshumaines.com/isabelle-varescon-qu-est-ce-que-l-addiction-comportementale_fr_25513.html
[7]http://www.editionsmilan.com/09616631/Michel-NIEZBORALA.html
[8] http://www.hasse-consultants.com/
[9] Pierre Angel, Patrick Amar, Marie Josee Gava, Brigitte Vaudolon, Mieux vivre en entreprise (2e édition).

jueves, 29 de noviembre de 2012

Cinco valores positivos que, en realidad, son una mierda


Generalmente, cuando conozco a una chica y quiero parecer interesante, tiendo a decirle que soy un tipo que desprecia la moral, pero que se preocupa por la ética. Esto podría parecer que no tiene sentido. Y no sólo no lo tiene, sino que además no sirve ni siquiera para que me acepten en Facebook.

Dicho esto, sí que tengo más o menos claros los valores que rigen mi vida. Por supuesto, hay uno que se impone sobre los demás: comprar discos de progresivo cutre. Y, a continuación, analizar absolutamente todo y no creerme nada porque sí. Esta máxima me lleva a pensar que existen conceptos vitales que, con sólo nombrarse, se espera que se entiendan automáticamente como algo positivo. Ideales a los que intenta aspirar cualquier persona moral de bien.

Claro que yo no soy una persona de bien. Y, según algunos que me han visto en fiestas de Halloween disfrazado de hada diabólica, ni siquiera persona.

Pues sí: sé hacer trenzas.

Así que voy a presentar esos valores en principio buenos, cojonudos y chachipirulis que aquí en Vicisitud y Sordidez consideramos simplemente una puta mierda.

5.- PATRIOTISMO

a) ¿Qué es?

Ya hemos dejado claro en alguna ocasión lo que nos parece el concepto del nacionalismo: algo que está bien para pasárselo bien en un partido de fútbol o aburrirte un poquito menos en una carrera de fórmula 1. Pero el nacionalismo, definido como ‘apego a la nación’, se relaciona más con temas políticos. Así que cuando se dice que alguien “es nacionalista”, automáticamente se piensa en una determinada posición a la hora de meter tu papeleta en una urna. Y esa posición es a cuatro patas y con ganas de que te den por culo aprovechándose de que eres lo suficientemente corto de luces como para darte cuenta de que la NACIÓN siempre es invocada por los políticos cuando quieren practicarte un tracto rectal a traición.

El patriotismo, sin embargo, siempre es algo que se presenta como positivo. Es bonito amar a la patria. Aunque es mucho más amar a una pelirroja de grandes pechos o a un macizorro tipo gladiador de ‘Spartacus’. Elija la opción que más le guste. O las dos.

Hasta quienes niegan el derecho a la gente a ser nacionalista reconocen que la palabra ‘patriota’ es algo positivo. Sin embargo, yo digo que no. Que qué coño de base racional hay para amar una puñetera delimitación territorial. Mi nación es Esppppaña como podría serlo Inglaterra, que tiene música mucho mejor, o Invernalia, en el que todo el mundo es tan pupas como yo. De la tierra no emana ninguna fuerza mística que cause mi apego instantáneo. Nada surge de los campos que me dé ganas de meter la polla en un agujero en el suelo y hacer el amor con mi país.

Madre mía: tengo que limitar mis metáforas repugnantes.

Sentir orgullo de haber nacido en un sitio determinado es tan idiota como sentir que eres distinto de los demás porque posees unas orejas más larga de la media o tienes un lunar en forma de gato chino de la suerte a la altura del escroto. Aunque bien pensado, eso sería la hostia. La hostia, pero un accidente de nacimiento al fin y al cabo. Nada que te haga diferente al resto de la humanidad en lo que importa. Esto es: tanto tú como tu vecino del quinto quiere tener comida en el plato, porno en internet y jabón en la ducha. Espero.

b) ¿Por qué es el mal?

Algunos podrían decir que sentirse unidos a los de tu tribu es un rasgo evolutivo. Pero, en la sociedad actual, la tribu es todo el mundo que comparte contigo valores positivos de defensa de los derechos humanos y de no ser un capullo en general. La delimitación territorial es arbitraria. Por dios: si hasta la Sociedad Tolkien de Madrid se dividió en dos grupos. ¡Si no hay comunidad de vecinos que se ponga de acuerdo en algo! ¿Cómo coño esperan que me sienta más unido a Esperanza Aguirre por ser de aquí que a mi amigo italiano Daniele, que se comió un chuletón para tres personas de primer plato y un solomillo de ternera de segundo?

Así, esa creencia de que la patria es lo mejor del globo no hay que tomársela muy en serio. Claro que hay gente que, como no tiene aficiones, escoge precisamente el patriotismo como su hobby. Y todos sabemos que, dado que la identidad de la patria no tiene ningún sentido más allá de cuatro tópicos mal contados, a lo que lleva al final es a definirse por oposición. Nojotro zemo menjore que los del otro lado de la frontera. Eso conduce a lo de siempre: odio, guerras y, lo peor de todo, chistes de ‘un francés, un inglés, un alemán y un español’.

Todos queremos evitar ese mal.

c) ¿Pero puede aportar algo bueno?

Pues lo dicho: ayuda enormemente al disfrute de los deportes. O a ver ‘Skyfall’ y sentirse de puta madre porque el malo es un tipo que ni te hablaría si te lo encontraras en la cola de los cines Ideal, pero que cómo mola que un español sea el segundo malo Bond gay de la historia y probablemente el mejor.

4.- GUARDIÁN DE LAS TRADICIONES

a) ¿Qué es?

Se dice que alguien “respeta y guarda las tradiciones” cuando coge lo que debería ser arqueología y lo convierte en dogma de fe (palabreja a la que volveré en un par de puntos).

Lo de ‘respetar las tradiciones’ es algo que tiene mucho que ver con la falacia lógica del “argumento a la antigüedad”, también conocida por sus amigos como “apelar a la tradición” y por mí como “búscate una excusa mejor para no dejarme atravesar la procesión de vuelta del videoclub, vieja, porque mi casa está al otro lado de la calle”. El que algo sea viejo y se haya hecho durante años no quiere decir que sea necesariamente bueno o que valga la pena ser conservado. Excepto la receta de las croquetas de mi abuela.

Pero el caso es que siempre se ve como alguien digno de respeto todo aquel que defiende mantener tradiciones en vías de extinción o francamente discutibles, casi siempre unidas a cierto tufillo patriótico.

b) ¿Por qué es el mal?

Esos pesados que se nombran guardianes de la tradición suelen pensar que algo es bueno simplemente porque lleva años haciéndose. Si quieren perder su tiempo en rescatar del olvido tradiciones (o, si su afición los lleva a ser patriotas, lenguas) que se abandonaron o están cayendo en desuso, pues que se lo pasen bien. Pero lo malo es que no suelen contentarse en celebrarlas en su puñetera casa. No. Hay que imponérselas a todo el mundo.

Así que, si hay que tirar una cabra del campanario, eso mola porque siempre se ha hecho. Si hay que cortar el prepucio a todos los bebés para que de mayores tengan menos placer sexual, pues adelante. ¿Ablaciones? Genial. ¿Arrancar cabezas de pollos? Cojonudo. ¿Hacer una nueva temporada de Gran Hermano? Apocalíptico.

Pues no. Esas son gilipolleces. Si una cosa es una bestialidad, hay que abandonarla y punto. Que por algo hemos avanzado como sociedad a nivel general, con la excepción de los países teocráticos y ciertas zonas de Valencia. Y si algo empieza a dejar de ser popular, pues que se muera. Para eso están los libros de historia. ¿Es que nadie piensa en los pobres historiadores? ¡Tantos años de estudios en las facultades tienen que servir para algo más que para aprender a jugar al mus!

c) ¿Pero puede aportar algo bueno?

Pues sí. De hecho, bastante. Dos cosas claras: la juerga y la zampa. Si me quitan la fiesta de Reyes, me da un patatús. Pero bueno: si ha de morir por falta de popularidad, pues que palme. Ya me buscaré otra excusa para hacer regalos.

Eso sí: como desaparezca la receta de la croquetas de mi abuela, la humanidad será un lugar tan triste como un libro sin dibujos en Gandía Shore.

3.- ABSTINENCIA

a) ¿Qué es?

En algún momento de la historia, alguien que probablemente follaba poco decidió que NO follar era una virtud. Que aclaraba la mente. Que hacía que no descendieras a una orgía de hedonismo.

Pero, al contrario que la gula o la avaricia, que pueden tener serias consecuencias para sus practicantes (ataques al corazón en un caso, convertirte en un banquero en el otro), follar lo que quieras, o en el caso de lectores y redactores de este blog, lo que puedas, no supone necesariamente ningún problema para la salud. A no ser que estés tan loco como para intentar echar seis polvos seguidos. Pero eso no es lujuria. Eso es chulería. Follar, lo que se dice echar un polvo, es bueno.

Sin embargo, la abstinencia puede ser muy mala. Si lo haces porque ni te apetece ni quieres perder el tiempo y necesitas muchas horas del día para escribir artículos innecesariamente largos en tu blog, pues me parece genial. Pero si te dedicas a no follar porque se supone que tu educación generalmente religiosa te ha dicho que es bueno suprimir lo que te pide el cuerpo, puedes acabar con un grave caso de bolas azules.

Porque lo importante aquí es preguntarse: ¿Para qué? ¿Por qué no follar? Es como esa etapa juvenil que ya comentaba en este artículo en la que siempre había un compañero de clase que presumía de no machacársela.

¿Y?

Anda ya y folla. O machácatela cuando te lo pida el cuerpo. Nunca llegarás a ser un asceta encerrado en una cueva rehuyendo de los placeres terrenales y meditando sobre la vida. Una vida de mierda, claro. Porque te aseguro que no quieres ser ese tipo. Que de todas maneras, también se la machacaría de vez en cuando.

b) ¿Por qué es el mal?

Los casos de bolas azules son un grave problema psicológico a la altura de disfrutar secretamente el programa de los niños chistosos de Juan y Medio en Canal Zur. Aguantarse las ganas de folgar o, en su defecto, de tener un bonito orgasmo de vez en cuando, convierte a la gente en amargados y los encamina a una vida de mal y perdición. Esto es, a dedicar todas sus fuerzas a evitar que el resto de la gente sea feliz con su sexualidad. Y, como le dijo la sonda anal a la uretra, yo por ahí no paso.

c) ¿Pero puede aportar algo bueno?

No. La abstinencia no es tan mala como otros falsos valores positivos de esta lista, porque los casos de bolas azules no tienen porqué acabar necesariamente en persona cabrona o explosión testicular. Pero desde luego, de no orgasmar nunca sale nada bueno.

Y ahora toca hacer un comentario graciosete e idiota sobre las cosas que sí salen del cuerpo cuando se orgasma. O poner una foto de Cytherea. Pero no perdamos el tiempo, porque hay que pasar a uno de mis infra valores más odiados.

Qué coño. La pongo de todas maneras. ¡Qué chorros más monos echa!

2.- FE

a) ¿Qué es?

En un momento de la película, el protagonista lo ha perdido todo. Y, en su hora más oscura, una mano amiga le dice:

“Ten fe”.

Y él se levanta, mata el malo, salva el mundo y consuma su matrimonio con la cabra de su vecino que siempre le miraba picaronamente.

En la realidad, la frase sólo sirve para deprimirte más, crear la falsa expectativa de que las cosas se solucionan por arte de magia o, peor aun, con sólo pensar mucho en que todo saldrá bien. Pero mucho mucho mucho. Como en el mojón ese de ‘El Secreto’.

Yo, al idiota de turno que le toca decir lo de ‘ten fe’, le preguntaría si no sería mejor que le pasara unos euros o le ayudara un poco con su problema. Pero eso soy yo. Siempre un escéptico materialista de mierda.

La fe, por otra parte, es uno de los aspectos más repugnantes de la supuestamente positiva cultura judeocristiana, especialmente representada en el texto más estúpido de la Biblia (el libro de Job) y la película fantástica más aburrida de los últimos años ('Las crónicas de Narnia: El príncipe Caspa'). Por no hablar de la gran superproducción de cine gitano evangélico logronés ‘Mis quejas hacia Dios’, en la que un orondo señor descubre, gracias a un ángel, que hay que confiar en el Todopoderoso. Pero al final, el banco le embarga la casa de todas maneras.

b) ¿Por qué es el mal?

Tomada por el lado laico, es una actitud pasiva sólo superada en su inutilidad con leer ‘Cincuenta sombras de Grey’.

Pero por el lado religioso es otra cosa.

Uy, qué cosa.

El origen de un buen puñado de males de la historia. El creer porque sí y sin pensamiento racional en textos sagrados puede llevar a que el candidato a la presidencia de Estados Unidos lleve calzoncillos mágicos y crea que dios es un extraterrestre del planeta Kolob. Claro que ese señor es un imbécil independientemente de su fe.

Pero hay creencias irracionales mucho más peligrosas. De esas que piensan que hay que matar a infieles o condenar a los homosexuales a la hoguera no questions asked. Miedito, vamos.

c) ¿Pero puede aportar algo bueno?

Puede servir como placebo a la hora de tener alguna enfermedad, lo cual no está nada mal y sale la mar de barato a la Seguridad Social. Pero no lo digamos muy alto, que son capaces de aplicar el copago sanitario cada vez que alguien diga que tiene fe en que se encuentre una curación definitiva a sus almorranas crónicas.

1.-HONOR

a) ¿Qué es?

¿Qué coño es el honor? No, en serio. Cuando se dice ‘Es un tipo de honor’, ¿a qué se refieren?

Según la RAE, no hay manera de ponerse de acuerdo. Puede ser “Cualidad moral (moral: ya vamos mal) que lleva al cumplimiento de los propios deberes respecto del prójimo y uno mismo”. ¿Qué deberes? ¿Quién dice cuáles son? ¿Por qué me pongo deberes a mí mismo si no soy capaz ni de hacer más de dos artículos al mes?

Otra acepción es “Gloria o buena reputación que sigue a la virtud, al mérito o a las acciones heroicas, la cual trasciende a las familias, personas y acciones mismas de quien se la granjea.” Pero, ¿para qué se quiere la gloria? Está claro: para que te hagan la pelota y puedas ligar.

Pero lo peor es eso de que se contagia a las familias. Algo muy bonito cuando se conviene que apagar un incendio es heroico. O sufrir un maratón de pelis de James Ivory. Pero entramos en terrenos cenagosos cuando lo heroico se entiende como ponerse un simpático cinturón de explosivos. O cuando la virtud o el mérito es que no te vea nadie sacándote una teta en público. Entonces puede resultar que, porque un buen día se te rompió el tirante del sujetador, toda tu familia podrá ser escupida cuando vaya a comprar el pan.

Veamos la tercera acepción de la RAE, que pone las cosas un poco más chungas todavía: “Honestidad y recato en las mujeres, y buena opinión que se granjean con estas virtudes”.

Efectivamente. Confirma lo anterior.

Que si te sacas una teta, eres una guarra.

Así que esto del honor depende de quién lo utilice. Pero, a nivel general y sin mirar ningún diccionario, al final lo que significa es más o menos ‘orgullo’. Y eso sí que todos sabemos que es algo negativo. Pero, encima, es un orgullo que se pega como un tofee a los empastes. Que se transmite como una cadidiasis a tu glande.

El honor, siempre que se utiliza en la sociedad actual, se entiende como si todos fuéramos raperos: “Yo soy la leche”. Y si alguien dice o piensa algo feo de mí, tengo que cabrearme. Es la acepción general que se acepta en esas chorradas conocidas como ‘atentado contra el honor’. Incluso hay leyes que protegen a la gente de que alguien diga que NO es la leche y que, en realidad es gilipollas. Se llaman ‘delito de injurias’.

Y son una soberana soplapollez.

Si alguien te insulta, la única reacción lógica y racional es decir: “¿Y qué coño importa?” Si alguien te dice que eres imbécil en público, hay dos opciones:

-Analizar tus actos y darte cuenta de que, efectivamente, eres imbécil (sería más fácil encontrar una ardilla cabalgada por chewacca luchando contra tropas del III Reich renacido)

O sea, esto.

-Analizar tus actos y concluir que es mentira. Sólo tienes que decirle al resto del mundo por qué no eres imbécil.

Si es que te importara lo que pensaran, claro. Porque no somos ingleses y no necesitamos vivir con el sambenito de estar todo el día ponderando qué pensarán los vecinos.

b) ¿Por qué es el mal?

El honor, además de crímenes de honor, duelos por honor, lapidaciones por honor, millones de soldados muertos por salvaguardar el honor de la nación (eso vale doble puntuación) y, en general, guerras por honor, nos ha dado algo mucho peor. Algo más terrible:

La peli acaba con un tío con espada de madera contra 100 samurais. Y no le hacen nada ni le dan una patada en las partes. Y luego resulta que es una obra maestra. 

c) ¿Pero puede aportar algo bueno?

No. En serio. No.

Y así se acaba un nuevo artículo polémico de ente bloj. Ojalá se cumpla la tradición y acabe en algunos foros fuera del círculo habitual de nuestros lectores para que empiecen a llegar comentarios atentando contra mi honor. Tengo fe en que ocurrirá para regocijo de nuestros lectores. Por España, que ojalá puedan leer decenas de veces en los comentarios las expresiones ‘graciosillo’ y ‘¿quién se ha creído este idiota que es para decir lo que está bien y lo que está mal?’.