domingo, 15 de julio de 2007

Akela y Mowgli

Por Félix Rodríguez de la Fuente

Otro de los animales sociales más veces presente en las tradiciones y leyendas asiáticas es el lobo índico (Canis lupus pallipes), subespecie del lobo común, del que apenas se distingue por su cuerpo más enjuto, su talla menor y su pelaje más claro.

Mowgli, el célebre personaje de Kipling, criado en la manada del lobo Akela, personifica a las mil maravillas una tradición que viene, seguramente, desde el Paleolítico. Nos referimos a la leyenda del niño criado por una loba. No vamos a entrar en detalles en la descripción y el análisis de los distintos casos recogidos en una verdaderamente amplia bibliografía. Lo cierto es que, incluso sobre las niñas Amala y Kamala, «capturadas» en una terrera de lobos índicos y «domesticadas» por el reverendo Singh, hubo autores que pusieron en duda la veracidad de su crianza por parte de los lobos. Suele argumentarse, al negar la posibilidad de adopción de infantes humanos, en el sentido de que la lactancia entre los lobos es mucho más corta que entre los humanos. Se dice que, a los dos o tres meses, cuando sus verdaderos cachorros comienzan a seguir a la loba lejos de la lobera, ésta abandonaría a los niños adoptados, que terminarían pereciendo de hambre.

El autor de estas líneas puede aportar algunos datos aclaratorios respecto a este viejo problema porque, desde hace seis años, estudia una manada de lobos españoles «troquelados» y ha podido anotar diversos matices de su comportamiento de adopción y crianza que pueden resultar constructivos en el campo de las relaciones entre hijos humanos y madres lobas. Cuando por primera vez llevé a mi niña de cuatro meses ante una pareja de lobos adultos, éstos reaccionaron ante su presencia poniendo en marcha lo que podríamos llamar un «comportamiento de adopción». Visiblemente nerviosos, gimoteando, el macho y la hembra intentaban lamer a la niña y la cogían suavemente por la ropa para llevarla a su cubil. La presencia de la criatura les atraía de una manera poderosísima, y todos los gritos, movimientos y «delicadezas» que yo había anotado en las relaciones de los lobos con sus cachorros se ponían en marcha ante ella. No tiene nada de particular, por consiguiente, que en un medio enormemente antropógeno y donde los lobos eran también abundantes, como en la India, niños abandonados fueran encontrados por lobas que habían perdido sus cachorros. El comportamiento de adopción se pondría inmediatamente en marcha y estas hembras los llevarían hacia sus terreras. La duración de la lactancia no representa ningún problema, ya que, además de la leche materna, los cachorros de lobo son alimentados con comida semidigerida que el macho y la hembra regurgitan. No cabe duda de que éste debe ser un alimento nutritivo, fácilmente digerible y asimilable por un niño. Quienes argumentan en el sentido de que, terminada la época de cría, las lobas abandonarían a sus hijos adoptivos, ignoran un hecho demostrado: la nutrición de los cachorros, los cuidados maternos, en definitiva, responden al estímulo de la propia presencia y falta de desarrollo físico de los lobeznos. Un niño sería como un lobezno de desarrollo muy lento que, con su impotencia, sus gimoteos, su necesidad de protección, perfectamente captada por el fino instinto maternal de la loba, prolongaría durante muchos meses e incluso durante años el comportamiento de protección y nutrición por parte de sus padres adoptivos.

A la luz de estos datos resulta perfectamente verosímil el caso mejor conocido de adopción de niños por lobos. Volvemos a referirnos a las niñas Amala y Kamala. En un pequeño pueblo, de nombre Midnapore, situado al sudoeste de Calcuta, cundió el pánico entre los campesinos por que en una terrera de lobos, animales ya de por sí rodeados de leyendas, aparecían al anochecer dos extraños cuadrúpedos de rostro humano que corrían y jugueteaban con los verdaderos lobos, tres individuos adultos y dos lobeznos. Esto ocurría en el año 1920, cuando el pastor reverendo Singh llegaba allí en una de sus correrías espirituales. Interesado por el asunto, pidió a los más valientes aldeanos que le acompañaran al anochecer para comprobar lo que consideraba como una simple superchería. Asombrado, el reverendo vio con sus propios ojos cómo después de ponerse el sol salían de una gran lobera cinco lobos y dos seres humanos, de aspecto ciertamente salvaje y caminando sobre sus cuatro extremidades.

El pastor tomó inmediatamente la decisión de cavar la madriguera donde se ocultaba tan extraña familia para comprobar la identidad de sus pobladores. Los habitantes de Midnapore se negaron rotundamente a tomar parte en la «profanación», y el reverendo hubo de buscar ayuda en una lejana aldea. Según relata el pastor meticulosamente en su diario, al cavar la madriguera dos lobos consiguieron huir, y el tercero, una hembra, fue muerta. Y, en el fondo de la lobera, aparecieron entremezclados los dos jóvenes lobeznos y dos niñas desnudas. La mayor representaba siete u ocho años, la más pequeña no parecía tener más de dos. Las extrañas niñas-lobo fueron trasladadas al orfanato de Midnapore y bautizadas por el propio reverendo, que llamó Kamala a la mayor y Amala a la más pequeña. Esta última murió al año de su «captura». Sin embargo, Kamala sobrevivió hasta 1929. Y durante los nueve años que permaneció en el orfanato fue observada día a día por el reverendo Singh, que describe con todo detalle en su diario sus progresos en la educación.

La niña-loba se comportaba durante los primeros meses como un auténtico cánido salvaje; se desplazaba a cuatro patas: sobre las manos y las rodillas para marchar despacio y sobre las manos y las puntas de los pies para correr. En esta posición alcanzaba una velocidad superior a la de un hombre normal. Kamala rechazaba cualquier alimento de tipo vegetal, comía carne cruda, roía los huesos, aullaba por las noches y parecía demostrar un gran cariño por la pequeña Amala, de tal manera que, a su muerte, se negro rotundamente a comer y beber durante dos días y se pasaba el tiempo olfateando el lecho donde dormía su pequeña compañera. Resumiendo los informes del pastor Singh, podemos concluir que Kamala, con ocho años de edad a su captura, tenía una mentalidad de un niño de seis meses. Cuando murió, a los diecisiete años, pronunciaba algunas palabras, andaba sobre sus piernas, comía ayudándose de las manos y, en definitiva, presentaba el psiquismo propio de un niño de cuatro años.

Este notable caso manifiesta, por una parte, la capacidad de adopción de los animales salvajes con instinto maternal muy desarrollado, como los lobos, hacia cachorros de otras especies, incluida la humana. Los periódicos están llenos de noticias, muchas veces gráficas, en las que una perra amamanta un cerdito, un cachorro de lechón o un gatito. Ninguna diferencia existe entre una perra y una loba en lo que se refiere a los resortes más profundos del comportamiento de adopción. Por otra parte, el lento desarrollo mental de Kamala pone también de manifiesto la importancia que tiene el entorno cultural en el hombre. Criada por lobos, la niña se comportaba como una loba y sólo muy lentamente el paciente esfuerzo del reverendo Singh pudo introducirla en los más tempranos estadios de la cultura humana.

Los lobos índicos son, al parecer, los antepasados, si no de todos, al menos de la mayoría de los perros domésticos. Estudios comparativos de la dentición, de las costumbres no excesivamente sociales y del ladrido del lobo índico, que no aúlla como sus primos norteños, podrían colocar a este singular cánido, habitante desde antiguo en medios antropocéntricos, en la base del abigarrado árbol genealógico de nuestros queridos perros. El descubrimiento, por parte de una expedición de paleontólogos de la Universidad de Pensilvania, de los restos del perro más viejo del mundo, en una gruta de Irán, nos ha permitido comprobar mediante el método del radio-carbono que este animal debió mover la cola ante su dueño hace 11.500 años. En otra gruta del monte Carmelo, en Palestina, se ha descubierto otro perro fosilizado de unos 10.800 años de antigüedad. Este esqueleto ha permitido a los paleozoólogos reconstruir un perro de aspecto muy parecido al lobo de Arabia, perteneciente, en realidad, a la misma raza que el lobo índico. Resulta lógico suponer que, en Oriente Medio, donde el proceso de la domesticación de animales alcanzó un punto álgido en los albores del Neolítico, lobos que debían ser comensales del hombre desde la antigüedad fueran capturados de pequeños y habituados a vivir en el poblado de los conquistadores recientes de la agricultura y el pastoreo, con la particularidad de que la domesticación del perro debió preceder a la de cualquier otro animal de tipo utilitario.

El lobo índico, ocupante de las llanuras del Norte de la India desde Bengala hasta el Sind, Dharwar y Beluchistán al Sur e Irak y Norte de Arabía por el Oeste, antes era tan abundante como los zorros pero resulta raro hoy día. El hecho de que, en general, no hayan sido perseguidos por el hombre, hace pensar en una disminución producida por falta de presas habituales y sobre todo por las epidemias, especialmente de rabia, frecuentes en estas regiones.

Enciclopedia Salvat de la Fauna, 1970.

3 comentarios:

  1. Verdaderamente interesante. Gracias por compartirlo.

    Me daré una vuelta por tu blog.

    Un saludo.

    Hibris

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  2. Yo, como Félix, siempre creí en esta historia. Pero, como aseguraban muchos estudiosos de la conducta lobuna, no puede ser real... y no lo fue.

    El reverendo Singh, quien las encontró, solía visitar varias aldeas y pueblos de la región para recoger niños huérfanos. Amala y Kamala eran dos niñas con retraso mental cuyos padres abandonaron para que este clérigo las encontrase y se las llevase al orfanato. Singh para atraer la atención y fondos se inventó la historia, que la prensa británica conoció después de la muerte de las niñas, a finales de la década de los veinte.

    Muchos de los casos de niños ferales son el resultado de niños maltratados que se escapaban al bosque, o que eran abandonados por tener alguna discapacidad psíquica. Los animales salvajes no los cuidan, sólo los toleran.

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  3. Reconozco que algo exceptico soy sobre el tema de una supuesta adopción de niños humanos por otras especies animales, pero esta noticia reciente de ayer en Argentina me desconcierta y me atrae a la vez: Apareció la madre del bebé que fue rescatado por una perra

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