Otra vez los marxistas, en este caso trotskistas, difamando la figura del revolucionario Nestor Majno, continuación del anterior que ya puse en otra entrada de este Blog.
Lo primero que digo es que el movimiento guerrillero majnovista no era específicamente anarquista, sólo sus cabecillas lo eran, y reconocían que la verdadera labor revolucionaria era obra de las masas populares. Nunca se consideraron lideres o jefes, es más, todos los personajes que se citan como comandantes del Ejército Insurgente, todos, eran de origen humilde y campesino. El caso de Zadov es el típico «chaqueterismo» que hay en todas partes y opciones políticas.
Petliura dirigia un movimiento nacionalista y burgués opuesto al de Majno, llegaron a combatirse mutuamente a muerte y nunca se aliaron. Lo que pasaba es que el grueso de las tropas petliuristas eran obreros y campesinos que simpatizaban con los majnovistas, y muchos se pasaron. El Ejército Insurgente combatía por la libertad y la revolución en Ucrania antes que los bolcheviques, combatieron a los invasores austro-alemanes y sus colaboracionistas, después a los nacionalistas de Petliura, a los generales blancos Denikin y Wrangel y, tras alguna alianza efímera, al Ejército Rojo, el cual les venció y masacró. Majno murió en el exilio en 1934.
Los comunistas se valieron de las mentiras y los engaños para combatir a los majnovistas y destruirlos, como reconoce Volin en su libro La revolución desconocida:
Trasladado a la prisión de la Vecheka (la policía política Panrusa), en Moscú, tras de mi arresto de Jarkov, fui llamado un día por Samsonov, jefe de la sección de operaciones secretas de la Vecheka. Más que interrogarme, quiso entablar una discusión de principios. Y así llegamos a hablar de los acontecimientos de Ucrania. Yo le expresé sin ambages lo que pensaba de la actitud de los bolcheviques frente al movimiento majnovista, más que pérfida.
-¡Ah! -replicó vivamente-. Eso demuestra su arraigada ingenuidad. En cambio, nosotros, los bolcheviques, vemos en ello la prueba de que hemos aprendido mucho desde el comienzo de la Revolución y que ahora hemos llegado a ser verdaderos y hábiles hombres de Estado. Esta vez no nos hemos descuidado: mientras tuvimos necesidad de Majno, supimos aprovecharnos de él, y cuando pudimos prescindir de sus servicios -hasta empezaba a sernos molesto-, nos desembarazamos definitivamente de él.
Sin que Samsonov lo advirtiera, sus últimas palabras constituyeron la completa confesión de las mentiras y las reales razones de la actitud bolchevique. Palabras que deben retener quienes desean penetrar la verdadera naturaleza del comunismo de Estado.
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