domingo, 16 de septiembre de 2007

La estúpida pescadilla que se muerde la cola


Del riñón del obrero nace la grandeza de las naciones. Y el estrés. Dicen los periódicos que el trabajo es el primer generador de estrés entre los españolitos de a pie; unos por demasiado trabajo y otros por demasiado paro vamos todos de ala camino del cementerio. Por cierto que, según los periódicos citados, los trabajadores menos estresados son los de servicios funerarios: nada como el trabajo para infundir amor a la vida.

Al parecer, los españoles hacen frente al estrés en sus lugares de trabajo fumando un pito, platicando con los compañeros, tomando café o dando un paseíto a la hora del almuerzo. Y después de su agotadora jornada, el español se relaja mayormente con la televisión y escasamente con un libro. A veces toma un baño o escucha música o se hace una paja. Pero por extraño que parezca, para aliviar su tensión el español nunca carga contra su jefe. Y, claro, así no hay manera de hacer la revolución y sacudirse de encima los horrores del trabajo: mientras el jefe siga vivo el trabajo será tajo por donde se escapa la vida.

Y en calidad de mientras: el estrés, la neura, la cabronada, el sufrimiento, tragar quina y saliva, aguantar mecha, volverse loco. Y contra tanto despeluzne, nada, un cafelito, una limonada, pincho de tortilla y televisión. Hay que ser gilipollas; coño, joder, cagonlaleche, vaya terapia, es que no puede ser, es que es imposible, es que le dan ganas a uno de agarrar la escopeta y liarse a tiros. Y todavía hay quien dice que Satán está en el opio: donde verdaderamente está lo malo es en la angustia que genera esa cosa tremenda e infame que es sudar la gota gorda. Maldito parné. El hombre es el único animal que se tiene que ganar la vida a base de dinero. Y el único que obedece a los que no tienen ningún derecho a mandar. El hombre es el único animal que trabaja para pagarse un café que le alivie la pena de tener que trabajar para pagarse un café. Gracias al trabajo el hombre echa los bofes, la hiel y los hígados; se rompe la cabeza y va de culo. Y muere de infarto. Y levanta la cabeza el Día de Todos los Santos y dice a los jóvenes que visitan el cementerio: «Solo tengo tres consejos que daros: trabajo, trabajo y trabajo». El hombre es una estúpida pescadilla que se muerde la cola.

Fernando García Tola, 1995.

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