domingo, 11 de noviembre de 2007

William Maclure en España

«Federico el Grande, conversando con su ministro de la Guerra, le preguntó
qué país europeo le parecía más difícil de arruinar. Al ver que el ministro titubeaba,
respondió por él: "Ese país es España, puesto que el Gobierno español hace ya
muchos años que se empeña en arruinarlo y no lo puede conseguir". Diríase que
Federico el Grande pronosticaba el reinado de Fernando VII.»


KARL MARX, La España revolucionaria.

Pero en el orden del pensamiento y de las creaciones históricas, la Revolución española de 1820 queda potenciada de nuevo, sorprendentemente camino del socialismo universal, gracias a la personalidad del escocés, naturalizado ciudadano de los Estados Unidos, William Maclure. Después de una juventud dedicada al comercio entre Europa y América, Maclure, hombre de su tiempo, se dedicó a la ciencia —principalmente a la Geología— y al mecenazgo pedagógico, siempre al servicio de la causa popular; en Inglaterra inscribiéndose ideológicamente en el radicalismo; en Francia entusiasmándose por su gran Revolución, incluso por la fase jacobina; en Suiza, descubriendo a Pestalozzi y dedicándose en adelante a difundirlo por el mundo (Francia, España, Estados Unidos); en su país de adopción en relación con Thomas Jefferson y su círculo. William Maclure vino a España por primera vez, en el curso de sus largos viajes, en 1808, en vísperas de la Guerra de la Independencia, y sacó en conclusión una especie de idea fija: que la diferencia entre España y los otros pueblos de Europa no estaba en la increible ignorancia de sus clases populares, que en esto se igualaban todos los países, sino en la increible ignorancia y atraso de las minorías rectoras, cosa que no ocurría en el resto de Europa. Cuando en 1820 España pasa a ser un país constitucional, Maclure, hastiado de la política de la Restauración francesa y también movido por razones de clima, se traslada a vivir a Madrid y en 1822 a Alicante, y será uno de los más agudos testigos de la vida española bajo el Trienio Liberal [1820-1823]. Su idea es que si España mantiene la Constitución podrá recuperar en un siglo el atraso de varios; pero para ello hay que educar al pueblo, este pueblo ignorante y anárquico, mas de excelentes condiciones naturales. Si se le puede librar del dominio de sus arcaicas clases dirigentes, el pueblo español podrá ponerse a la cabeza de la civilización. Maclure se indigna en su Diario y en sus cartas de las provocaciones internas, y de la política de la Santa Alianza [las potencias absolutistas del momento], y esta indignación vuelve a afectarle como en la época francesa de Robespierre, confiriéndole nueva intencionalidad política.

Decide actuar él directamente sobre el pueblo español, y a base de elementos reales de su tiempo, los institutos técnicos del radicalismo británico, las enseñanzas de Pestalozzi y Fellenberg, las experiencias de nueva agricultura e incluso, limitadamente, de impulso industrial, concibe una verdadera utopia social: entre Orihuela y Alicante, sobre tierras compradas al Crédito Público, empieza a montar una unidad social diferente, a la vez económica y educativa, cuya finalidad a la larga es la transformación total de España, que la convertiría en tierra de inmigración. Este pensamiento es ya socialista (utópico), es decir que en España y ante las condiciones de la vida nacional, Maclure evoluciona del radicalismo benthamita a las primeras concepciones socialistas, sin ver él tan clara la distinción y sin romper nunca ni con su pasado ni con su futuro.

Pero en las primeras etapas organizativas de su experiencia democrática, demasiado absorto en ella, Maclure se ve sorprendido por la entrada de las tropas francesas [los Cien Mil Hijos de San Luis, en 1823], y el triunfo del despotismo, que le quita las tierras, y le fuerza a salir del país. Doliéndose de la injusticia y crueldad del despotismo, regresa a los Estados Unidos, en donde une sus esfuerzos a la empresa de Robert Owen en New Harmony, Indiana, trasladando a ella su experiencia alicantina. La primera experiencia socialista civil en tierras norteamericanas tiene, así, un precedente español y un modelo alicantino. A traves de Maclure y sus colaboradores la Revolución española de 1820 penetra en la gran corriente del socialismo mundial, como ya lo hizo también a través de las reflexiones bounarrottianas. Con la Revolución de 1820 España influye decididamente en la marcha del mundo, a pesar del carácter de feria universal —frailes, mugre, contrabandistas— que el fracaso de esa misma revolución va a conferirle.

Alberto Gil Novales, 
«España exporta la revolución» 
de El trienio liberal.
Cuadernos Historia 16, nº 91, 1985.

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