sábado, 14 de febrero de 2009

La mayor de las serpientes

La semana pasada se dio a conocer los restos fósiles de lo que fue la mayor de las serpientes: Titanoboa cerrejonensis. Encontrados hace años en las minas de El Cerrejón, en la Península de La Guajira al nordeste de Colombia. El reptil habitó en la zona hace unos 60-58 millones de años (poco después de la extinción de los grandes dinosaurios y otras formas de vida). Medía poco más de los trece metros y pesaba en torno a una tonelada, según lo estimado por los especialistas. Hasta hace poco, el mayor ofidio era otro fósil norteafricano de hace unos 40 millones de años, Gigantophis garstini, de 10 metros.

Por esa época la temperatura era unos cinco grados centígrados más elevada que la actual, y como el ritmo de crecimiento de los ofidios está determinado por la temperatura ambiente y la disponibilidad de alimento… Con esto se puede entender que pudiesen alcanzar tales dimensiones.

En nuestros tiempos ha habido testigos que aseguran haber visto gigantescas serpientes de más de diez metros en zonas tropicales, pero todo estos testimonios nunca han sido verificados. Según el Libro Guiness de los Records, el mayor espécimen conocido fue una pitón reticulada (Python reticulatus) de 9,75 metros, encontrada en la isla indonesia de Sulawesi (también conocida como Célebes), en el año 1912; pero, no se menciona si lo que se midió fue el animal vivo o su piel. También por el año 1944, del Este de Colombia, se habló de una gran anaconda verde (Eunectes murinus) de más once metros.

El herpetólogo William H. Lanar obtuvo, también en Colombia, en 1978, el cuerpo intacto de una anaconda de 7,5 metros. Después midió su piel curtida y ésta se estiró hasta los 10,5 metros de longitud.

Del mayor ejemplar en cautividad del que se tiene constancia fue «Colossus», una pitón reticulada que tenían en el zoológico de Pittsburg y que medía, antes de morir en 1963, los 8,7 metros. Cuando llegó al zoo en 1949, proveniente de Tailandia, ya medía sus 6,7 m y la alimentaban, entre otras cosas, con un cerdo al mes. En tamaño la sigue otra pitón reticulada del zoo del Bronx, «Samantha», de 7,9 metros, muerta en el 2002. Y luego está «Marcy», del zoo de San Diego, de 7,6 m.

A finales del 2003, desde Indonesia se difundió la noticia a nivel mundial de que en el parque zoológico de una población de Java, Curugsewu, tenían a la más grande de todas la pitones, de más de catorce metros. Poco después, un periodista del The Guardian, John Aglionby, la midió con una cinta métrica y su longitud menguó, quedándose en los 6,5 metros. Aunque se sepa que los reptiles crezcan prácticamente durante toda su vida, crecen hasta llegar a un tope —en los machos de las culebras sucede nada más llegar a la madurez sexual, luego se ralentiza el proceso de crecimiento, mientras las hembras siguen desarrollándose hasta la vejez; por eso suelen ser mayores las hembras que los machos, las viejas son las mayores—, pero no disminuyen hasta quedarse en la mitad. Todo quedó en un bulo.

Aunque el mayor tamaño alcanzado como media por las anacondas verdes en libertad esté entre los cinco y los seis metros, y un poco más entre las pitones reticuladas (las demás especies son más pequeñas), los ejemplares de más de los siete son rarísimos, dependen, como mencioné al principio, de su alimentación y el clima. Estas grandes serpientes constrictoras cazan al acecho, a la espera de una posible presa en un lugar determinado durante días, e incluso semanas (pueden llegar a estar sin comer casi un año); de esta forma de alimentarse es raro que crezcan tan rápida y desmesuradamente. Aunque haya siempre gente que crea en esas fábulas.

Desde principios del siglo XX, la Sociedad Zoológica de Nueva York ofrece una recompensa de cincuenta mil dólares (comenzó siendo de mil) a quien aporte una serpiente de más de nueve metros de largo. Hasta el momento nadie la ha reclamado.

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