viernes, 10 de abril de 2009

Carta a un joven musulmán

Extracto de Carta a un joven musulmán del escritor e historiador pakistaní Tariq Alí:

«... Espero que no me malentiendas. Mi aversión hacia la religión no se confina al Islam únicamente. Y no ignoro el papel que en el pasado han jugado las ideologías religiosas para mover el mundo. Fue el choque ideológico entre dos interpretaciones rivales del cristianismo —la reforma protestante versus la contrareforma católica— lo que condujo a explosiones volcánicas en Europa. Ahí hay un ejemplo de cómo debates intelectuales filosos, alimentados por las pasiones teológicas, condujeron a una guerra civil y después a una revolución.

»La revuelta holandesa del siglo XVI contra la ocupación española fue disparada por el ataque contra las imágenes sacras en nombre de la rectitud confesional. La introducción de un nuevo libro de oraciones en Escocia fue una de las causas de la revolución puritana en la Inglaterra del siglo XVII, y la renuencia a tolerar el catolicismo disparó otra más en 1688. No cesó el fermento intelectual y un siglo después las ideas de la Ilustración alimentaron los hornos en la Francia revolucionaria. La Iglesia de Inglaterra y el Vaticano se aliaron para combatir la nueva amenaza, pero las ideas de una soberanía y una república populares eran muy fuertes y no pudieron cercenarse. Casi puedo oír tu pregunta: ¿y eso qué tiene que ver con nosotros? Mucho en verdad, amigo mío. Europa occidental ha sido incendiada por las pasiones teológicas, pero en ese momento comenzaban a trascenderse. La modernidad estaba en el horizonte. Esta fue una dinámica que la cultura y la economía del imperio otomano nunca pudieron imitar. La división entre chiítas y sunitas llegó demasiado pronto y se congeló en dogmas rivales. La posibilidad de disentir, para este momento, fue borrada virtualmente del Islam. El sultán flanqueado por sus eruditos religiosos dominó en un Estado-imperio que iba a desvanecerse y morir.

»Si así estaban las cosas en el siglo XVIII, esto es mucho más cierto hoy. Tal vez la única manera en que los musulmanes descubran esto es mediante sus propias experiencias, como en Irán. El surgimiento de la religión se explica parcialmente por la falta de alternativas al régimen universal del neoliberalismo. Tu descubrirás que conforme los gobiernos islamitas abran sus países a la penetración global, se les permitirá hacer lo que les parezca en el ámbito sociopolítico. El imperio estadunidense ha usado antes al Islam y volverá a hacerlo. He aquí el reto. Tenemos la desesperada necesidad de una reforma islámica que barra con el conservadurismo enloquecido, con el atraso de los fundamentalistas, pero que, más que eso, abra el mundo del Islam a nuevas ideas, unas más avanzadas de las que pueda ofrecer Occidente. Esto requeriría la estricta separación entre el Estado y la mezquita. La disolución de los clérigos, la afirmación de los intelectuales musulmanes en su derecho a interpretar los textos que son propiedad colectiva de la cultura islámica como un todo. La libertad de pensar libre y racionalmente y la libertad de imaginar. A menos que nos movamos en esta dirección, estaremos condenados a revivir viejas batallas y a pensar no en un futuro más rico y humano, sino en cómo movernos del presente al pasado. Esta es una visión inaceptable.»

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