sábado, 6 de marzo de 2010

El debate de los toros

Sobre la polémica, pero no nueva, cuestión de nuestra llamada Fiesta Nacional, no aportaré nada más que ya se haya dicho, creo yo. Como miembro de la especie humana y, por ende, de dieta omnívora, reconozco que además de comer alimentos de origen vegetal, también los como de origen animal. Y para el caso, es necesario matar para comer, lo hacen los lobos como las aguilas o los tiburones. Pero otra cosa es deleitarse con el sufrimiento ajeno. Como humano y, a la vez, animal, no considero ético ni moral que del sacrificio de un animal, previamente torturado, se haga un espéctaculo.

Se dice que peor que la muerte en la plaza del toro es el sacrificio de miles de terneros en nuestros mataderos, incluso en peores condiciones... Puede ser verdad, pero un acto de crueldad no justifica otro.

También se argumenta que forma parte de nuestra cultura hispana y nuestras propias tradiciones. Sí, ¿y qué? También lo fueron la Inquisición, con sus Autos de Fe y quema de herejes, y desaparecieron. Argumento que no sirve, pues es el mismo que pueden utilizar algunos pueblos africanos en defensa de ablación del clítoris de sus niñas. No es cuestión de comparar o equiparar la dignidad humana con la bovina, es cuestión de simple dignidad humana. Porque semejante entretenimiento es degradante y embrutecedor para quienes disfrutan con ello.

Además se comenta en su defensa que gracias a esta ganadería se conserva un espacio natural como la dehesa. La dehesa es una explotación agropecuaria con biodiversidad limitada, no es un ecosistema pristino. En nuestras dehesas no se cría solamente el toro bravo, también otras razas autóctonas como la morucha, la retinta o la negra ibérica, sin olvidar al cerdo ibérico. Además de ellas se obtiene el corcho de la corteza de los alcornoques. No desaparecería. Así que, sin tauromaquia el toro de lidia desaparecerá... Puede ser. Pero no es lo mismo hablar de la extinción de una raza doméstica que de una especie biológica. Toros y vacas hay muchos, pero su pariente salvaje y antepasado, el uro, fue tristemente exterminado hace siglos.

Completamente estúpido es convertirlo en una confrontación político-identitaria entre España y Cataluña, está fuera de lugar (es «mear fuera del tiesto»). ¿Y qué tiene de malo que se debata abiertamente sobre ello en el parlamento autonómico catalán? En una sociedad civilizada que se define democrática este tipo de debates son necesarios y enriquecedores, y éste es el primer paso. Ya en el siglo XIX se hablaba sobre la posibilidad de la abolición de la esclavitud. Y terminó siendo definitivamente abolida, aunque España fuese el último país europeo en hacerlo, en 1886.

Cuando habló de este tema, siempre recuerdo unas palabras del mismísimo Félix Rodríguez de la Fuente:
Ni como naturalista ni como biólogo puedo ser partidario de las corridas de toros. Los carnivoros matan porque no saben alimentarse de otro modo; matan porque lo necesitan para vivir. Es asombroso que exista un público que disfrute y sienta placer viendo cómo un hombre mata a un animal en la plaza de toros. La llamada Fiesta Nacional es la máxima exaltación de la agresividad humana.
Domingo, 24 de septiembre de 1995,
primera manifestación antitaurina en Valladolid.

4 comentarios:

  1. Donde hay crueldad, sufrimiento y muerte no puede haber arte nunca.

    Solo el macabro placer que hay en esa crueldad y sufrimiento es lo que ampara estas fiestas.

    El sadismo que hay implicito en estas fiestas es lo unico que las mantiene. Y fomentar el sadismo no creo que fomentarlo sea bueno moralmente.

    Jugar con la muerte es absurdo, cuantas personas mueren por correr en un encierro todos los años. Gran parte de culpa la tienen los gobernantes; con tal de dar "pan y circo" a sus ciudadanos, ni se cuestionan el mal que estan haciendo a muchas familias destrozadas por una fiesta absurda.

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  2. En una obra de teatro o en una película las muertes no son reales. El arte es ficción, pero la muerte en la plaza es real. Nunca será un arte el toreo.

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  3. Eso de que gracias a las dehesas se preserva el lince ibérico y, por ende, argumento a favor de la cría del toro de lidía en tales explotaciones, es falso. Como nos dice los de Proyecto Lince Life:

    «Los ecosistemas mediterráneos transformados por el hombre, tales como plantaciones forestales o dehesas, son en general hábitats de mala calidad para el lince ibérico, ya que su manejo normalmente conlleva la eliminación sistemática del estrato arbustivo. La ausencia de cobertura de matorral convierte estas áreas en muy poco favorables para los linces y además son, en general, zonas menos adecuadas para el conejo que el matorral. No obstante, pueden ser parcialmente incluidas en el territorio de un lince si no están en exclusividad, y presentan parches de hábitat favorable. Por tanto, la capacidad de carga de linces de estas áreas es significativamente menor que la del matorral mediterráneo maduro.»

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