Para aquellos que por tener más se consideran superiores a los demás o te miran por encima del hombro con aires de superioridad. Los que tratan con prepotencia y falta de respeto a los que son más humildes, que tenían que callar y tragar sus impertinencias caciquiles. Aquellos que medran a costa del esfuerzo de los demás y se colocan medallas que no les corresponden. Los que defienden las declaraciones de los obispos y otros jerarcas eclesiásticos sobre temas de planificación familiar y sexualidad pero se ofenden ante quienes les critican, defendiendo el derecho de libertad de expresión de unos pero no de los otros. Quienes en estos tiempos enarbolan la bandera de la democracia y la libertad y hace años defendían la ley y el orden dentro de una dictadura. Para aquellos que durante las huelgas generales nos recuerdan el derecho al trabajo, como si el trabajo fuese un derecho en sí, y omiten otros derechos laborales. Los que defienden la redución de los gastos sociales o que abogan por intervenir militarmente en un país cuando el orgullo patrio es humillado. O que consideran que el puño levantado es algo agresivo y violento... Para todos esos:
«Ustedes están habituados a hablar siempre porque aquí han controlado el poder toda la vida, y ahora les fastidia que vengamos aquí a poder hablar las gentes que hemos estado torturados por la dictadura. Eso es lo que les jode a ustedes, ¡coño, y es verdad, joder! ¡A la mierda!» (2003)
«¿Qué haces tú con el puño cerrado? Si el puño cerrado lo tengo yo, tío. Voy con el puño cerrado y con dignidad, no me lo cierres tú. ¡Gilipollas!» (2004)
Alguien que supo tratarlos como se merecían. Mi homenaje: ¡A la mierda esos gilipollas!
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