domingo, 17 de abril de 2011

Serbia, el Estado paria de los Balcanes

Cuando hoy los medios de comunicación se refieren a Serbia, siempre se preguntan ¿se han normalizado ya? ¿Están ya de acuerdo con las normas europeas? ¿Están preparados para aceptar la pérdida de Kosovo? ¿Van a extraditar a sus «criminales de guerra»?

Amélie*

En vez de referirse a las problemas reales de este país, antes de ocuparse de la miseria de la gente de allí, los medios exigen de los políticos (y del pueblo) serbios un sometimiento a las exigencias de los países que gobiernan el mundo y que imponen sus estándares a los menos poderosos.

Mientras en los tiempos de la antigua Yugoslavia los políticos del mundo trataron a Tito y su gobierno con respeto, hoy en día los estados sucesores actúan como gobiernos títeres al mando de la UE, EE UU y la OTAN. Los políticos elegidos en sus respectivos países necesitan del apoyo y de la legitimación de los diplomáticos y militares de estas entidades para poder gobernar. Los Balcanes, más que nunca, se han convertido de nuevo en el patio trasero del Oeste.

I. LA GÉNESIS DEL ESTADO SERBIO

1. La primera Yugoslavia y su desmantelamiento durante la II Guerra Mundial

Ya el Estado yugoslavo, fundado en 1918 como ganador de la I. Guerra Mundial, estaba compuesto por una mezcla de varias nacionalidades y etnias. Montenegro había sido independiente, Croacia y Eslovenia habían estado largo tiempo bajo dominio austriaco, y Bosnia venía de una situación intermedia, como país que había sido anexionado por Austria en 1908. Macedonia y Kosovo, por su parte, pertenecían al Imperio Otomano hasta poco antes de la I. Guerra Mundial.

Belgrado bombardeado en 1999

Tras la I Guerra Mundial, prevalecía el concepto la idea de los «Eslavos del Sur» (yugoslavos) unidos, pero los políticos que la defendían pronto se vieron decepcionados. El rey de Serbia impuso su dominio con mano férrea. El conflicto culminó con la matanza de unos diputados croatas en el parlamento yugoslavo en 1928. Tras los disturbios populares que sucedieron a estos hechos, el rey impuso una dictadura, reagrupando a las distintas nacionalidades en regiones llamadas Banovinas, eliminando así las entidades históricas. En 1934 fue asesinado por unos terroristas de la Ustasha, un movimiento nacionalista croata creado en el exilio en Italia y fomentado por Mussolini.

A partir de entonces, los nacionalsocialistas y sus aliados fascistas se sirvieron de los antagonismos nacionalistas de Yugoslavia en su conquista de los Balcanes. Tras haber realizado ésta, Eslovenia fue dividida entre Alemania, Italia y Hungría. En Croacia instalaron a sus aliados títeres de la Ustasha, que recibieron también Bosnia y una parte de Serbia (el Srem o Sirmia). La Ustasha llevaría a cabo una limpieza étnica contra serbios y judíos. El resto de Serbia quedó repartido entre las fuerzas de ocupación alemanas y húngaras y el gobierno títere del militar Milan Nedic. Montenegro y algunas partes de Dalmacia y Kosovo, junto con Albania y parte de Macedonia, pasaron a formar parte del «Imperio» balcánico de Italia.

2. La Yugoslavia socialista y su posición entre los bloques

La segunda Yugoslavia fue consentida por las potencias vencedoras de la II. Guerra Mundial, sobre todo por Inglaterra y Unión Soviética, ya que fueron los partisanos del Partido Comunista Yugoslavo los que liberaron gran parte del territorio. Tras la ruptura con la Unión Soviética en 1948, Yugoslavia tenía una posición excepcional en el mundo de la posguerra: aunque era un país declarado socialista, tenía el apoyo de Occidente, y podía efectuar un intercambio de bienes con el mundo capitalista, pero también comerciaba con los países del este. Después de 1948, los comunistas yugoslavos se habían visto forzados a volverse hacía Occidente y inventar su «tercera vía», que también pasaba por ganarse a la población permitiéndole un cierto grado de participación en las decisiones económicas, y recurriendo a la tradición de los consejos obreros de las primeras décadas de siglo XX: así nació la famosa «autogestión obrera» yugoslava, un modelo muy estudiado por la izquierda de los años 70 y casi olvidado hoy en día.

En la Conferencia de Bandung, en 1955, Yugoslavia creaba, junto con la India, Egipto y China, el Movimiento de los Países No Alienados que le proporcionaría no sólo un peso importante en el mundo imperialista, sino también un vasto mercado de mercancías de consumo —y armas— entre los países «en desarrollo». Yugoslavia tenía una gran industria de armas, aviones, coches, y de maquinaria en general. Respecto a las armas, también se empleaban en el interior. El Ejército Popular era uno de los más grandes del mundo.

Ante este poder defensivo hubiera sido, cuando menos, difícil vencer a este Estado con una invasión desde fuera. Quienes querían hacerlo desaparecer debían destruirlo desde dentro, ya que el gran problema de Yugoslavia era su herencia del pasado, el antagonismo entre las distintas nacionalidades, las heridas abiertas y mal curadas.

Desde 1945 a 1973 regiría un centralismo estricto, con una fuerte represión de cualquier manifestación nacionalista. Entre 1944 y 1948 huyeron, o fueron expulsados o asesinados los suabos (alemanes) del norte de Serbia, desapareciendo cerca de medio millón de personas. Habitantes de otras regiones del país fueron desplazados para ocupar el vacío dejado. También se produciría en esas fechas el «krizni put» (vía crucis), la huida y posterior matanza de soldados croatas y eslovenos que fueron entregados por los ingleses a las autoridades yugoslavas Éstas trataban de forzar a todas las nacionalidades a integrarse del todo en el Estado común. Esta política era muy vinculada con el Ministro del Interior y jefe del servicio secreto, Aleksandar Rankovic. Con su dimisión en 1966 empezaron primeros pasos hacía el reconocimiento de las varias nacionalidades del estado común. En 1970 fundaron la primera universidad albanesa en Pristina.

3. La constitución de 1974 y sus consecuencias

La Constitución de 1974, vinculada ante todo al nombre del esloveno Edvard Kardelj, fue en su momento la más extensa del mundo. Regulaba detalladamente las competencias entre los varios órganos estatales, federales, comunales, y también de los consejos obreros.

Respecto a las nacionalidades se hizo una distinción: serbios, croatas, eslovenos, macedonios, montenegrinos y eslavo-musulmanes fueron considerados naciones constituyentes de la República Federal de Yugoslavia. Gentes con otra cultura y/o lengua, como los albaneses, húngaros, eslovacos y rumanos, fueron clasificados como nacionalidades, con menos derechos de autogestión. Las repúblicas «constituyentes» que se establecieron recibieron el derecho de salida del Estado común a base de plebiscito a través de esta Constitución, lo que la hace única en el mundo. Los políticos yugoslavos evidentemente pensaron que ninguna nacionalidad iba a valerse de este derecho, simplemente lo consideraron un gesto para subrayar la voluntariedad de todos los ciudadanos para participar en el Estado común. Un Estado, cabe recordar, muy respetado y próspero en el año 1974, no alienado pero reconocido por todos los poderes mundiales, y muy estimado en su papel de «amortiguador» militar y político en los Balcanes.

Edificio de la TV serbia derribado por las bombas de la OTAN en 1999

Respecto a la República de Serbia, se hizo una división administrativa especial: se dividía en la propia Serbia y en dos provincias autónomas, Kosovo y Voivodina. Con esto se reunieron dos desventajas de esta constitución federal: los nacionalistas serbios se sintieron decepcionados y humillados en su propia casa mientras que los albaneses y húngaros (la mayor minoría étnica en Voivodina) se sentían desfavorecidos respecto a su derecho de autogestión.

4. El fin de la Guerra Fría y la redundancia de «terceras vias»

En 1984, el gobierno de Reagan formó un comité cuya función era estudiar cómo integrar Yugoslavia en el mundo capitalista, en el marco del programa de este presidente de «escribir el último capítulo del libro del comunismo». A partir de esta fecha, el comercio con Yugoslavia fue sometido en gran parte a las mismas restricciones que todos los estados del hemisferio occidental tenían que aplicar en sus relaciones con los países de la órbita soviética. El creciente déficit comercial desembocó en una deuda estatal creciente, y el FMI empezó a plantear una serie de exigencias al gobierno yugoslavo. Entre otras medidas, se prohibieron las transferencias de fondos desde las repúblicas más prósperas de la federación, como Eslovenia y Croacia, hacia otras regiones, ya que este dinero debería ir destinado al pago de la deuda exterior. Como consecuencia, los gobiernos de las repúblicas empezaron a ver con malos ojos al Estado federal: unos se sintieron saqueados para pagar la deuda contraído por el estado central, los demás se sintieron privados de su ayuda de desarrollo interno. Debido a la inflación reinante a finales de los ochenta, el FMI impuso restricciones a la emisión de dinero. Como consecuencia, los empleados públicos de la administración, la educación, los hospitales y las empresas —la mayoría eran estatales— en muchas regiones dejaron de recibir sus salarios. Entonces el gobierno serbio empezó a imprimir dinares, cosa que permitía la Constitución, pero sin el consentimiento de los demás presidentes federales. Y para efectuar los pagos en divisas, el Gobierno Central confiscó los depósitos de los ciudadanos en sus cuentas de divisas.

Pancarta con los tres puentes de Novi Sad bombardeados por la OTAN en 1999

Así comenzaron las guerras.

5. La(s) guerra(s) y la disolución. El papel de la «Comunidad Internacional»

Los gobiernos y diplomáticos europeos y americanos intervinieron muy pronto, dando a sus actuaciones el nombre de «pacificación».

La disolución de Yugoslavia se firmó y recibió su forma legal y decisiva con los Acuerdos de Dayton en 1995, aunque aquí no se detuvo el proceso de la desintegración. Serbia todavía tenía demasiado protagonismo y ambición política para el papel que los estados europeos y EE UU le habían asignado. La secesión de Montenegro en 2006, a través de un controvertido plebiscito, y la aún más polémica declaración de independencia de Kosovo privaron a Serbia de su acceso al mar.

II. SERBIA HOY

1. La situación política y militar. Serbia y la OTAN

Los Balcanes siempre han tenido gran importancia estratégica: unen los mares Mediterráneo y Negro, y la ruta más frecuentada entre Europa y Asia Menor pasa por Serbia, al igual que el Danubio y que muchos proyectos de ampliación de carreteras, autopistas, ferrocarriles y telecomunicaciones de la UE.

En tiempo de la Guerra Fría, ni la OTAN ni el Pacto de Varsovia controlaban la zona, contentándose con tener algunos aliados (Grecia de la OTAN, Bulgaria de la Unión Soviética).

Cruzando el Danubio en Novi Sad, por el año 1999

En la actualidad, todo el territorio de la antigua Yugoslavia, con la excepción de Serbia, es de la OTAN: Bosnia está ocupada por tropas de la OTAN desde 1995, en Kosovo EE.UU. ha instalado su base más grande de Europa, Camp Bondsteel. Macedonia también está llena de tropas de la OTAN, aunque Grecia aún bloquea su admisión formal. Eslovenia y Croacia entraron en 2009, y Montenegro está en el proceso de integrarse en esta alianza militar.

Sobre Serbia pesa así una amenaza constante, ya que si en cualquier asunto no ofrece su consenso, puede contar con nuevos ataques, o guerras.

Su único aliado es Rusia, pero este país en ningún momento ha protegido a Serbia contra los ataques militares, y no ha podido —o querido— impedir su desmantelamiento. Mientras las ventajas de esta asociación son bastante dudosas, la desventaja es obvia: la OTAN, la UE y EE UU consideran a Serbia la cabecera política y militar de Rusia, y el último obstáculo para su dominio sobre los Balcanes.

2. La «amistad» con Rusia

Mucha gente en Serbia hasta hoy pregunta con amargura: ¿Cómo es posible que los rusos nos abandonaran en 1999?

Ciertamente, en esas fechas Rusia era un estado en quiebra. Desde entonces, sin embargo, las cosas han cambiado. Los servicios secretos se han apoderado del Estado, los políticos han retomado las riendas del Gobierno, y Rusia ahora es un poder nada despreciable a nivel internacional.

Respecto a Serbia, hace sus propios cálculos. Ante todo la consideran una aliada en asuntos de economía. Rusia apenas tiene enlaces militares con Serbia, y (por lo menos en el día de hoy) no quiere tener un papel militar en los Balcanes. Sin embargo, las empresas rusas invierten en Serbia. El país es una buena pista de aterrizaje para los empresarios rusos, que a través de Serbia pueden infiltrarse en el mercado europeo. De hecho, es el único estado europeo con el que Rusia ha concluido un tratado de libre comercio.

Aparte de esto, Rusia también tiene planes estratégicos, aunque estrictamente económicos: quiere construir un nuevo oleoducto a Europa, a través de Bulgaria y Serbia, dejando de lado a Ucrania. Serbia les parece un aliado más fiable, y un segundo trayecto para suministrar sus clientes les permitiría ejercer presión sobre Ucrania respecto a las condiciones y precios para el tránsito de petróleo. La empresa rusa GAZPROM compró la petrolera estatal serbia en 2008.

Para Serbia el negocio con Rusia significa una cierta ventaja, ya que traen inversiones, aunque las condiciones de trabajo que soportan los empleados de las empresas rusas son bastante miserables.

CNT, 377 (abril 2011)

* Amélie es colaboradora habitual del periódico CNT para Europa del Este.

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