domingo, 29 de enero de 2012

La ONU debe pagar por el desastre que causó en Haití y dejar de mentir sobre el tema

Por MARK WEISBROT*

The Guardian, 20 de diciembre de 2011

A pesar de la abrumadora evidencia, la ONU aún no se hace responsable por la epidemia de cólera en Haití

¿Si una organización internacional hubiese traído una enfermedad letal a la ciudad de Nueva York que causara la muerte de más gente que los ataques del 11 de septiembre, cuales serían las consecuencias? ¿Podrían simplemente ignorarlo, sin que alguien los responsabilice? Obviamente, la respuesta es que «no», y lo mismo sería cierto si hubiera ocurrido en la mayoría de los países del hemisferio. Pero hasta ahora, parece que no hay consecuencias si esto ocurre en Haití.

Por alguna razón, la «comunidad internacional» piensa que se puede hacer cualquier cosa en Haití y con impunidad. Más de 7.000 haitianos han muerto desde octubre del 2010 por causa de la mortal bacteria del cólera que tropas de la ONU llevaron a Haití. Más de 500.000 habitantes han sido infectados, y ahora la enfermedad —que no habia surgido en Haití desde hace más de un siglo— está en un estado endémico en el país y seguirá matando a personas por muchos años.

La semana pasada funcionarios de la ONU negaron su responsabilidad por este desastre por segunda vez y, si fuera poco, públicamente mintieron sobre la información científica disponible, parte de la cual ya estaba incluida en el propio informe de la ONU sobre la epidemia. El jueves pasado, Nigel Fisher, el representante especial adjunto de la ONU para MINUSTAH, dijo que «la cepa de cólera que nosotros tenemos en Haití es la misma que se encuentra en América Latina y África. Todas provienen de Bangladesh en los años 1960, por lo cual todas son una cepa asiática».

Pero el propio informe de la ONU señala de manera definitiva que esto no es cierto: «la información básica bacteriológica indica que las cepas haitianas son similares a las cepas de la bacteria Vibrio cholerae que presentemente circulan en el sur de Asia y partes de África, y no las cepas aisladas del Golfo de México o esas que se encuentran en otras partes de América Latina…»

Entonces, de acuerdo a las investigaciones propias de la ONU, Fisher estaba mintiendo. Las negaciones de la ONU sobre su responsabilidad en torno a la introducción del cólera son análogas a la deshonestidad de los «negadores del cambio climático». Las pruebas sobre el origen de la epidemia son abrumadoras.

En el sistema judicial criminal de Estados Unidos, tenemos un estándar de «más allá de un duda razonable», para un sentencia de culpabilidad. En este caso, las pruebas exceden hasta este estándar, y ni decir el estándar menos riguroso que se requiere en otros tribunales civiles.

El proprio informe de la ONU fue claro en decir que «la fuente del brote del cólera en Haití se debió a la contaminación del tributario Meye del rio Artibonite, con una actual cepa patógena tipo Vibrio cholerae del sur de Asia, como resultado de actividad humana». En otras palabras, alguien desalojó material fecal humano, que contenía una bacteria mortal de cólera proveniente de Asia, en una de las mayores fuentes de agua del país. ¿Quién puede haber hecho eso?

El sospechoso número uno es el grupo de tropas de la ONU provenientes de Nepal. Associated Press dijo lo siguiente cuando se dio el brote:
Cuando los periodistas de Associated Press visitaron la zona el miércoles, encontraron tuberías rotas detrás de la base, con investigadores de la ONU tomando muestras. Había un olor abrumador de desechos humanos, y un tubo que corría hacia el tanque séptico tenía una fuga de un líquido, con olor asqueroso, que iba hacia el rio.

Los desechos son descartados al otro lado de la calle en pozos abiertos que, de acuerdo a residentes que viven a unos cuantos metros, a menudo se desbordan hacia el tributario del Artibonite que corre río abajo.
Un funcionario de la ONU le dijo a la BBC de Inglaterra que «todos sabían que la situación sanitaria en la base nepalí era deplorable».

Pero eso sólo es parte de la evidencia que se encuentra allí. Las pruebas científicas son mucho más concluyentes. El informe de la ONU proporcionó una buena cantidad de pruebas genéticas con relación al origen surasiático de la bacteria del cólera en Haití, pero intentó dejar un pequeño espacio para poder maniobriar y no parecer culpable. Pero en agosto una investigación más definitiva fue publicada por un equipo de 15 científicos que tenían acceso a muestras de la bacteria de cólera provenientes de Nepal. Este estudio usó una secuenciación de genoma, además de otros dos métodos, para comparar la composición genética de la bacteria de cólera en Haití con la bacteria de Nepal del mismo momento que el contingente de ese país llegó a Haití. Este estudio también encontró una «relación cercana» entre las cepas haitiana y nepalí de esta bacteria.

El estudio más reciente confirma lo que fue encontrado en estudios anteriores, como uno que fue publicado en la New England Journal of Medicine en enero de este año. Un microbiólogo de Harvard, John Mekalanos, es co-autor de ese artículo y comentó para Science Magazine sobre el estudio más reciente que comparaba las cepas bacterianas de Haití y de Nepal:
«Son prácticamente idénticas. Esto es lo mas cerca que puedes llegar a una prueba molecular» para un vínculo a la cepa nepalí, dijo el microbiólogo de Harvard John Mekalanos, el autor del primer estudio genómico sobre el tema. Por cierto, él ya había intentado, en vano, conseguir muestras de la cepa nepalí para sí mismo. «Los autores deberían ser felicitados por las conclusiones que han hecho sobre el caso a nivel genético-molecular.»
Estos estudios también confirman los resultados de una investigación detallada hecha por el Centro de Control de Enfermedad y Prevención de Estados Unidos, encabezada por el epidemiólogo Renaud Piarroux. Sus «resultados sugieren que la contaminación, proveniente de un campamento militar, del Artibonite y uno de sus afluentes desató el brote».

¿Cuantas más pruebas necesitamos? Puedes apostar que cualquier jurado o juez imparcial en el mundo hallaría a la ONU culpable de traer esta epidemia a Haití. Y de acuerdo a las leyes de la mayoría de los países, ellos tendrían que pagar por lo que hicieron. Es más, hasta podría haber responsabilidad criminal, ya que la contaminación fue hecha de una manera tan inconsiderada y sin preocupación alguna por la vida y la salud de las victimas. Los funcionarios de la ONU tenían que haber sabido de los peligros para Haití, donde muchos no tienen acceso a agua potable o a instalaciones de saneamiento, que podrían representar tropas procedentes de una zona donde había cólera. Tenían que haber sabido que tan importante era no dejar que una bacteria contaminara el suministro de agua del país.

¿A dónde están todas las organizaciones de derechos humanos? ¿Es la ONU tan importante, o tal vez tan influyente, que nadie puede decir lo que es obvio cuando se comete un abuso tan horrible de esta magnitud? Hasta ahora, sólo una pequeña, valiente, e independiente ONG —el Instituto para la Democracia y la Justicia en Haití— ha avisado que va usar vías legales para obligar a la ONU a pagar por daños y perjuicios. Y además, un grupo brasileño —la Facultad de Derecho de Santa Maria (FADISMA)— ha presentado una denuncia a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA. Quizás más importante que la compensación a las victimas y sus familias es que ambos grupos están exigiendo que la ONU proporcione la infraestructura de salud pública para el agua y el saneamiento que es necesaria para eventualmente hacer desaparecer el cólera en Haití.

Todos los que se preocupan por derechos humanos en este hemisferio deberían unirse para exigir que la ONU se responsabilice por este desastre.


* Mark Weisbrot es codirector del Center for Economic and Policy Research (CEPR), en Washington, D.C. Obtuvo un doctorado en economía por la Universidad de Michigan. Es también presidente de la organización Just Foreign Policy.

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