Angelina Jolie difícilmente podría haber elegido un tema más espinoso para su debut como directora. La película En tierra de sangre y miel se centra en la violencia contra las mujeres en la reciente y sangrante guerra de Bosnia-Herzegovina (1992-1995).
Este tema, además de ser un desafío profesional, supone una enorme responsabilidad moral hacia las víctimas.
La principal preocupación era saber si Jolie sería capaz de evitar la parcialidad en función de la etnia a la hora de retratar a las víctimas. Nuestra investigación ha puesto en evidencia su total fracaso en ese sentido.
Tras esta primera victoria, hemos decidido crear un observatorio permanente del «discurso del odio» y de la parcialidad en los medios de comunicación hacia los serbios como grupo étnico.
Los recientes estrenos de la película En tierra de sangre y miel nos han brindado la ocasión esperada de hacer un análisis de la misma y de comprobar si la parcialidad antiserbia que se le atribuye tiene algún fundamento.
Empleando el análisis del contenido, hemos contado a los personajes que aparecen en las escenas de violencia y los hemos clasificado según su sexo (hombres, mujeres), el papel que desempeñan en el conflicto (civiles, militares), su papel en los actos violentos (víctimas, verdugos), y su pertenencia étnica (musulmanes, serbios, croatas). Después, hemos comparado los resultados así obtenidos con las cifras de los organismos oficiales.
Un análisis más completo, que incluirá las menciones textuales y discursivas de la violencia, así como criterios adicionales, se publicará más adelante. Entretanto, los resultados preliminares no dejan lugar a dudas:
1. Todos los criminales de guerra son serbios.
2. Ninguna víctima civil es serbia.
3. Todas las víctimas civiles son musulmanas.
Las atrocidades cometidas por los serbios en esta película incluyen las detenciones en los campos de concentración, el ataque contra un convoy de la Cruz Roja, la expulsión de las personas de sus casas y la confiscación de sus pisos, la matanza indiscriminada de los transeúntes, la ejecución masiva al borde de una fosa común y el lanzamiento de un bebe por la ventana de un edificio. La historia que cuenta la película se centra en la suerte de 46 mujeres musulmanas, internadas en un campo serbio donde se les golpea, viola y humilla. A las mujeres ancianas se les obliga a desvestirse para entretener a los soldados.
El contenido de la película no se corresponde con los hechos.
La guerra de Bosnia-Herzegovina fue una guerra civil en la que se enfrentaban no dos sino los tres pueblos constitutivos de ese país: los musulmanes (o bosníacos), los serbios y los croatas. Las tres partes en el conflicto se hacían la guerra y cometían atrocidades mutuamente, incluida la violencia sexual organizada contra las mujeres, y las tres partes han sufrido crímenes de guerra.
Las mujeres serbias han sido sistemáticamente violadas por sus agresores musulmanes y croatas en los campos de prisioneros en Sarajevo, Odžak, Konjic, Kladanj, Dretelj, Bosanski Brod, Visoko, Čelebići, Tarčin, Mostar, y Tuzla, por no mencionar más que las regiones y los lugares más importantes.
El estreno en la región de En el país de sangre y miel se celebró en el centro Zetra —uno de los muchos campos de detención en Sarajevo donde a las mujeres serbias se les detenía y violaba.
La totalidad y la proporción de las víctimas por su pertenencia étnica son apenas estimaciones. Según los cálculos del Centro de Investigación y Documentación de Sarajevo, en la guerra de Bosnia habrían perdido la vida un total aproximado de unas 100.000 víctimas, de las cuales un 66% eran musulmanes, un 26% eran serbios y un 8% eran croatas. Ese mismo Centro ha denunciado la cifra de 20.000 mujeres violadas como «total exageración» y «manipulación». A título comparativo, Jolie pretende en su película que «hasta 50.000 mujeres bosníacas han sido violadas».
Ignorar las víctimas serbias sería de por sí un acto de discriminación y una falta de respeto. Sin embargo, es aún más grave que en la película Jolie no hace nada por eximir a las víctimas serbias de la culpabilidad colectiva atribuida a su etnia, ni tampoco hace nada por sugerir la culpabilidad de sus agresores musulmanes.
Según Jolie, el objetivo de la película sería rendir homenaje a las víctimas. Pero el resultado fue todo lo contrario: a las víctimas serbias se las discrimina, omite, culpabiliza y hace aún más vulnerables.
La directora y los actores han rechazado en múltiples ocasiones el sesgo antiserbio que se les atribuye y han insistido que han sido justos y objetivos.
Sin embargo, los resultados de nuestra investigación revelan una parcialidad antiserbia indudable, hasta tal punto que en la película no hay ni una sola víctima serbia y ni un solo criminal de guerra que no fuera serbio.
En lo que respecta a la realidad, una representación semejante no sólo que es parcial, sino totalmente unilateral.
La representación en blanco y negro es un procedimiento artístico de fuerte tradición, no sólo en Hollywood. «Esto no es un documental» es la excusa que Jolie y su equipo han exgrimido a menudo.
La pregunta es ¿de qué va esta película? ¿Se trata de un homenaje a las víctimas de una guerra civil o a las víctimas de una de las partes en el conflicto? ¿Debería ser una muestra de respeto o de desprecio hacia las víctimas?
¿Cómo entender el desajuste entre el contenido de la película y la realidad? ¿Por qué la directora no llega a admitir el prejuicio antiserbio, incluso cuando éste es obvio?
Si descartamos una premeditación disimulada, la única explicación sería el efecto deshumanizador del prejuicio antiserbio que hace que el sufrimiento serbio sea menos alarmante y la culpa serbia se dé por entendida.
En la memorable escena final de la película, el personaje del serbio Daniel repite: «Soy un criminal de guerra». Expresando un consenso: los serbios son criminales de guerra.
Esta película demuestra bien cuán arraigado y peligroso puede ser el prejuicio antiserbio, cuando es capaz de convertir a una activista de los derechos de la mujer en cómplice del menosprecio de las víctimas de la violación.
La lucha contra esos prejuicios es una condición previa de la reconciliación en los Balcanes, porque esta última únicamente se puede construir sobre la verdad.
Међународна иницијатива за праћење антисрбизма
Este tema, además de ser un desafío profesional, supone una enorme responsabilidad moral hacia las víctimas.
La principal preocupación era saber si Jolie sería capaz de evitar la parcialidad en función de la etnia a la hora de retratar a las víctimas. Nuestra investigación ha puesto en evidencia su total fracaso en ese sentido.
Tras esta primera victoria, hemos decidido crear un observatorio permanente del «discurso del odio» y de la parcialidad en los medios de comunicación hacia los serbios como grupo étnico.
Los recientes estrenos de la película En tierra de sangre y miel nos han brindado la ocasión esperada de hacer un análisis de la misma y de comprobar si la parcialidad antiserbia que se le atribuye tiene algún fundamento.
Empleando el análisis del contenido, hemos contado a los personajes que aparecen en las escenas de violencia y los hemos clasificado según su sexo (hombres, mujeres), el papel que desempeñan en el conflicto (civiles, militares), su papel en los actos violentos (víctimas, verdugos), y su pertenencia étnica (musulmanes, serbios, croatas). Después, hemos comparado los resultados así obtenidos con las cifras de los organismos oficiales.
Un análisis más completo, que incluirá las menciones textuales y discursivas de la violencia, así como criterios adicionales, se publicará más adelante. Entretanto, los resultados preliminares no dejan lugar a dudas:
1. Todos los criminales de guerra son serbios.
2. Ninguna víctima civil es serbia.
3. Todas las víctimas civiles son musulmanas.
Las atrocidades cometidas por los serbios en esta película incluyen las detenciones en los campos de concentración, el ataque contra un convoy de la Cruz Roja, la expulsión de las personas de sus casas y la confiscación de sus pisos, la matanza indiscriminada de los transeúntes, la ejecución masiva al borde de una fosa común y el lanzamiento de un bebe por la ventana de un edificio. La historia que cuenta la película se centra en la suerte de 46 mujeres musulmanas, internadas en un campo serbio donde se les golpea, viola y humilla. A las mujeres ancianas se les obliga a desvestirse para entretener a los soldados.
El contenido de la película no se corresponde con los hechos.
La guerra de Bosnia-Herzegovina fue una guerra civil en la que se enfrentaban no dos sino los tres pueblos constitutivos de ese país: los musulmanes (o bosníacos), los serbios y los croatas. Las tres partes en el conflicto se hacían la guerra y cometían atrocidades mutuamente, incluida la violencia sexual organizada contra las mujeres, y las tres partes han sufrido crímenes de guerra.
Las mujeres serbias han sido sistemáticamente violadas por sus agresores musulmanes y croatas en los campos de prisioneros en Sarajevo, Odžak, Konjic, Kladanj, Dretelj, Bosanski Brod, Visoko, Čelebići, Tarčin, Mostar, y Tuzla, por no mencionar más que las regiones y los lugares más importantes.
El estreno en la región de En el país de sangre y miel se celebró en el centro Zetra —uno de los muchos campos de detención en Sarajevo donde a las mujeres serbias se les detenía y violaba.
La totalidad y la proporción de las víctimas por su pertenencia étnica son apenas estimaciones. Según los cálculos del Centro de Investigación y Documentación de Sarajevo, en la guerra de Bosnia habrían perdido la vida un total aproximado de unas 100.000 víctimas, de las cuales un 66% eran musulmanes, un 26% eran serbios y un 8% eran croatas. Ese mismo Centro ha denunciado la cifra de 20.000 mujeres violadas como «total exageración» y «manipulación». A título comparativo, Jolie pretende en su película que «hasta 50.000 mujeres bosníacas han sido violadas».
Ignorar las víctimas serbias sería de por sí un acto de discriminación y una falta de respeto. Sin embargo, es aún más grave que en la película Jolie no hace nada por eximir a las víctimas serbias de la culpabilidad colectiva atribuida a su etnia, ni tampoco hace nada por sugerir la culpabilidad de sus agresores musulmanes.
Según Jolie, el objetivo de la película sería rendir homenaje a las víctimas. Pero el resultado fue todo lo contrario: a las víctimas serbias se las discrimina, omite, culpabiliza y hace aún más vulnerables.
La directora y los actores han rechazado en múltiples ocasiones el sesgo antiserbio que se les atribuye y han insistido que han sido justos y objetivos.
Sin embargo, los resultados de nuestra investigación revelan una parcialidad antiserbia indudable, hasta tal punto que en la película no hay ni una sola víctima serbia y ni un solo criminal de guerra que no fuera serbio.
En lo que respecta a la realidad, una representación semejante no sólo que es parcial, sino totalmente unilateral.
La representación en blanco y negro es un procedimiento artístico de fuerte tradición, no sólo en Hollywood. «Esto no es un documental» es la excusa que Jolie y su equipo han exgrimido a menudo.
La pregunta es ¿de qué va esta película? ¿Se trata de un homenaje a las víctimas de una guerra civil o a las víctimas de una de las partes en el conflicto? ¿Debería ser una muestra de respeto o de desprecio hacia las víctimas?
¿Cómo entender el desajuste entre el contenido de la película y la realidad? ¿Por qué la directora no llega a admitir el prejuicio antiserbio, incluso cuando éste es obvio?
Si descartamos una premeditación disimulada, la única explicación sería el efecto deshumanizador del prejuicio antiserbio que hace que el sufrimiento serbio sea menos alarmante y la culpa serbia se dé por entendida.
En la memorable escena final de la película, el personaje del serbio Daniel repite: «Soy un criminal de guerra». Expresando un consenso: los serbios son criminales de guerra.
Esta película demuestra bien cuán arraigado y peligroso puede ser el prejuicio antiserbio, cuando es capaz de convertir a una activista de los derechos de la mujer en cómplice del menosprecio de las víctimas de la violación.
La lucha contra esos prejuicios es una condición previa de la reconciliación en los Balcanes, porque esta última únicamente se puede construir sobre la verdad.
Se ve que está igual de informada esta «gran experta» de la geopolítica mundial que es la Jolie. Ahora exige la intervención militar en Siria:
ResponderEliminar«Creo que Siria llegó lamentablemente a un punto en el que es absolutamente necesario algún tipo de intervención.»
http://www.informador.com.mx/entretenimiento/2012/358194/6/angelina-jolie-esta-a-favor-de-una-intervencion-internacional-en-siria.htm
¡No! Sí lo que la va, a esta embajadora de «buena voluntad» de la ONU, es «la marcha», la violencia, el sadomaso.