lunes, 19 de marzo de 2012

Sor María Gómez Valbuena y la hipocresía del cristianismo

LA REALIDAD DE HOY


Sor María Gómez Valbuena es una monja octogenaria de las Hermanas de la Caridad, es la primera persona denunciada por la Fiscalía de Madrid por la causa de los bebés robados. Ella asegura que en todo momento obró de acuerdo a las leyes de la época e insiste en que los hijos adoptados no deberían buscar a sus familias biológicas. Epoca en la que era asistente social y su nombre y firma figuran en centenares de adopciones y también en muchas de las denuncias presentadas ante la fiscalía.

La Fiscalía de Madrid la llamó como imputada recientemente. Sor María Gómez Valbuena acudió, pero se negó a declarar. El caso que ha llevado a la fiscalía a denunciarla finalmente por detención ilegal es el de María Luisa Torres, que dio a luz a su hija Pilar en la clínica Santa Cristina de Madrid en marzo de 1982

«Hubo momentos que pensé "con la Iglesia hemos topado" y me dio miedo pensar que nadie iba a atreverse a acusar a una monja, que eran intocables. Pero al final, la verdad prevalece y durante el juicio se demostrará que sor María Gómez Valbuena me robó a mi hija».

En 1981, se había separado de su marido, con el que tenía una niña de dos años, y poco después había conocido a otro hombre, con el que inició una nueva relación. Se quedó embarazada y él no quiso saber nada. Angustiada, vio en una revista un anuncio en el que Sor María Gómez Valbuena, encargada de la asistencia social en la maternidad de Santa Cristina, se ofrecía a ayudar a madres solteras, y fue a verla. La monja le dijo que disponía de unas guarderías donde podría dejar a la niña, e ir a visitarla cuando quisiera hasta que hubiera resuelto sus problemas económicos y pudieran vivir juntas. María Luisa la creyó.

El 31 de marzo de 1982, se puso de parto. Cuenta que la sedaron y que, cuando despertó y preguntó por su hija, Sor María le dijo, primero, que había muerto, y después, que iban a darla en adopción y que si decía algo, la denunciaría por adulterio y le quitarían a su otra hija también. María Luisa, que desconocía que tal cosa no era posible porque el adulterio no era delito, se asustó y volvió a casa sin su bebé

Aquella niña, Pilar, fue dada en adopción a un matrimonio que no podía tener hijos. El padre adoptivo, Alejandro Alcalde, cuenta que antes de entregarles al bebé, sor María les sometió a un concienzudo interrogatorio sobre sus bienes y grado de religiosidad. Y que les hizo pagar una cantidad de dinero en concepto de gastos de estancia de la madre soltera en una pensión de Arturo Soria.

Hace diez años, Pilar, a la que sus padres adoptivos contaron muy pronto que la habían adoptado, comenzó a obsesionarse con la idea de conocer a su madre biológica. Su padre adoptivo decidió ayudarla, reaccionado de forma contraria a la de muchos padres adoptivos que suelen mostrarse reticentes a que sus hijos conozcan a su familia biológica por miedo a ser abandonados. Alejandro Alcalde no tuvo ese miedo. Contrató a detectives y abogados, habló con monjas, investigó todo lo que pudo, hasta que un programa de televisión, El diario, de Antena 3, encontró a María Luisa. Las pruebas de ADN confirmaron que eran madre e hija.

Lo sorprendente de esta noticia, es la hipocresía que emana el hecho de que una monja, que promueve el amor, la caridad, la bondad y un montón de comportamientos éticos mas para poder «alcanzar el cielo» actué de esta forma tan contraria a lo predica.

Esto nos demuestra una vez mas las hipocresia que hay en la Iglesia y en la religión. ¿Cuantas veces hemos escuchado casos de sacerdotes pederastas y otros muchos que se aprovechan de las desgracias humanas? Pero nobstante la gente sigue acudiendo a las iglesias, dando dinero en el cepillo, aportando con su declaración de la renta a la iglesia, matriculando a sus hijos en universidades, colegios o institutos religiosos, y colaborando con la estafa mas grande que ha existido en la humanidad… El catolicismo tiene un estado propio, de los mas ricos que hay. Y yo me pregunto… ¿Porque no invierte toda la riqueza que posee en evitar el hambre y las injusticias en el mundo? ¿No es eso lo que promueve?

Personalmente opino, que Sor María Gómez Valbuena merece ir a prisión y pagar los crímenes cometidos, a pesar de rondar los ochenta años de edad, ya que otras personas por mucho menos, se ven enfrentadas a penas o sanciones económicas bastante severas, y quitarle un hijo de esa forma a su madre, para enriquecerse, es un acto patético, cruel y ladino.

Me sentiría muy defraudado con la justicia si esa mujer no reviviera un castigo merecido y adecuado.

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