sábado, 14 de abril de 2012

Cómo ser feminista y no morir en un atentado

Para todos aquellos que nos quieren vender la moto de que todas las gentes de los paises islámicos son fundamentalistas que quieren invadirnos e imponer la Sharía, al mismo tiempo que cierran la boca ante el apoyo de los fundamentalistas islámicos a los imperialistas para imponerse en Libia y en Siria, que se lean esta entrevista realizada en 2006 a la Presidente de la Organización por la Liberación de las Mujeres en Irak:

Yanar Mohammed,
21 febrero 2006

Entrevista a Yanar Mohammed, presidenta de la Organización por la Liberación de las Mujeres en Irak

— ¿Cómo llegaste al feminismo ?

— Existen muchos motivos para ser feminista, en especial si una nació en Irak, en Oriente Medio, y en una época en la que las mujeres hemos perdido gradualmente nuestros derechos. Cuando era más joven vi un mundo mejor, producto de los movimientos progresistas en el país que influyeron en la vida de las mujeres. Recuerdo que mi madre solía usar minifalda, se enamoró de mi padre, se casó porque así lo eligió y tuvo una educación completa. Incluso yo me gradué recibiendo una educación gratuita, terminé arquitectura en la Universidad, cursé algún máster y pude trabajar inmediatamente como la mayoría de las iraquíes –en los años setenta y ochenta el 40 por ciento de la fuerza laboral era femenina–, tuve independencia económica, y esto se reflejaba en nuestros derechos, en nuestras luchas, en nuestras apariciones y movilizaciones callejeras. Las mujeres tenían voz en la toma de decisiones sobre sus propias vidas. Eso fue lo que vivimos como mujeres jóvenes en Irak. Luego, desde fines de los años ochenta y durante los noventa, especialmente después de la guerra estadounidense contra Irak, notamos que todos esos logros se perdieron y fuimos empujadas al lugar de seres inferiores de la sociedad, recluidas en lo doméstico. Sentimos que fuimos privadas del estatus social y ahora los fundamentalistas están tratando de someternos a una situación terrible, donde las mujeres somos meras sirvientas carentes de toda clase de derechos, de capacidad de elección en nuestras vidas, de gozar de libertades sociales o políticas.

— En 1993 te fuiste de Irak con tu hijo de 4 años y te radicaste en Canadá. ¿Allí nació la idea de una organización por los derechos de las mujeres en tu país ?

— En junio de 2003 me reuní en Bagdad con dos compañeras y escribimos la declaración fundacional de OWFI (Organización por la Liberación de las Mujeres en Irak), que contiene todos nuestros reclamos. El principal, la igualdad entre hombres y mujeres, sólo es posible con un gobierno laico e igualitario. Inicialmente estaba yo, procedente de Bagdad; Nasik Ahmed, del norte y la tercera, Nadia Mahmud, procedente de Basora, una ciudad al sur de Irak hoy dominada por los islamistas.

Hubo dos factores que derivaron en la creación de OWFI: el primero, el deterioro de la situación de las mujeres, y el segundo, la emergencia de la guerra. Cuando Estados Unidos preparaba los ataques, supimos que iban a apoyar a las fuerzas fundamentalistas de los grupos patriarcales nacionalistas y tribales, todos ellos enemigos de las libertades de las mujeres. La OWFI está formada por mujeres progresistas que entendemos que debemos estar en Irak listas para los cambios. Listas para constituir un frente de resistencia visible, una voz feminista que impida que ellos cambien nuestra realidad haciendo creer al mundo entero que esa es nuestra cultura y que las mujeres lo aceptamos, cuando en realidad la gran mayoría no lo hacemos. OWFI sería una segunda oleada feminista en Irak. Tuvimos una primera oleada a fines de los años cincuenta que mejoró nuestra situación, nos dio algunos derechos y nos permitió realizar algunas correcciones a las leyes vigentes. Yo aún no había nacido pero hablo en nombre de la eterna mujer que lucha por sus derechos. Y esa oleada no vino de la nada, hubo un movimiento progresivo, principalmente del socialismo, que impulsó estos cambios.

— ¿Qué actividades han realizado desde la fundación de OWFI?

— Nuestra primera campaña visible fue en agosto de 2003. Organizamos una pequeña manifestación en la plaza Al Fardawse (Bagdad), donde logramos una buena convocatoria y la presencia de muchos medios locales e internacionales. Allí exigimos el fin del tráfico de mujeres, de los secuestros, los asesinatos y las violaciones. Según nuestras estimaciones en 2003, durante unos pocos meses de ocupación 400 mujeres sufrieron alguno de estos ataques, incluso fuera del país, y nunca se supo más de ellas. Hoy esa cifra podría ascender a mil mujeres, de las cuales no hay expedientes como para hacer un seguimiento y nadie menciona el tema. Concentramos nuestros esfuerzos en los asesinatos por honor. Son prácticas horribles de muchas sociedades árabes, en las que el honor de la tribu o la familia es más importante que la vida de las mujeres. Si alguna se involucra en una relación que no cuadra en ese sistema de “honor”, los hombres de la tribu deciden matarla. Esto es un motivo diario de muerte de nuestras mujeres, sin que se considere una violación a los derechos humanos.

— ¿Qué papel juega el gobierno en todo esto ?

— En el Código Penal hay un artículo que no sólo permite estas prácticas sino que las apoya. Si un hombre mata a una mujer por cuestiones de honor no sólo se lo deja libre sino que se lo respeta. Si bien muchos artículos del Código se han cambiado desde la ocupación, éste aún persiste. Ello demuestra que las fuerzas de ocupación no tienen interés en velar por los derechos de las mujeres, tienen otros temas en mente pero obviamente no se refieren a nuestras libertades. Aunque intentemos ayudar a las mujeres en peligro, muy pocas veces llegamos a tiempo porque tienen el cuchillo sobre el cuello y es cuestión de días u horas para que las maten. OWFI abrió dos refugios para esos casos, lo anunciamos en la radio y en nuestro periódico Al Mousawat, que quiere decir “Igualdad”.

— ¿Qué peligros corren al realizar estas acciones en Irak ?

— Algunos peligros nos afectan como activistas. Yo hago apariciones públicas en las que hablo de nuestra agenda contra la ley de la Sharia. A fines de 2003 y principios de 2004, la resolución 137 del Consejo de Gobierno iraquí trató de hacer de la Sharia la fuente de toda legislación. Hablé en la televisión contra esta iniciativa de los islamistas y al día siguiente recibí una amenaza por correo electrónico diciendo que me matarían en pocos días si no dejaba de hablar de forma “perversa” –así lo llamaron– sobre las mujeres. Dos meses después, cercano al Día Internacional de las Mujeres, me enviaron otro correo hablando de una explosión dirigida a mí y a las “prostitutas” de mi alrededor, en caso de que nos juntáramos o hiciéramos declaraciones.

— ¿Tomaste esas amenazas en serio ?

— Claro que las tomé en serio. Las amenazas fueron escritas en un lenguaje que revelaba que su autor había leído bien el Corán y citaba sus versos. Por lo tanto concluí que se trataba de un fundamentalista islámico que estaba hablando muy en serio. Debí esconderme un tiempo, faltar a la oficina por dos o tres semanas. Unas amigas me regalaron un chaleco antibalas que usé durante un tiempo. Pero luego decidí continuar organizando la reunión para el 8 de marzo y de hecho logramos reunir aproximadamente a mil mujeres en la plaza, con carteles que decían “Sí a una Constitución laica”, “Sí a la igualdad entre hombres y mujeres”. Mientras yo hablaba en público nuestros amigos progresistas se ocuparon de la seguridad.

— ¿Cómo describirías el diario en el que trabajas ?

Al Mousawat apareció el primer día que empezó la guerra en Irak. Al principio eran sólo cuatro hojas en blanco y negro. La primera página contiene temas políticos de interés sobre los derechos de las mujeres; la última página trata sobre temas de violencia doméstica, sobre muertes por honor y tiene información sobre nuestros refugios. Las páginas centrales varían sus contenidos pero, por ejemplo, en la séptima página siempre se habla de los fundamentalismos y la politización de la religión que, desde el poder, promueve leyes contrarias a los derechos de las mujeres. También incluimos eslóganes: “No al uso obligatorio del velo”, “No a la opresión de las mujeres”, “Sí a una Constitución laica”, “Sí a la equidad”. Lo distribuimos en las oficinas de la capital y contamos con la ayuda de seguidores/as políticos/as y de los sindicatos de trabajadores iraquíes para llevarlo a todas las regiones del país.

— ¿Reciben respuestas ?

— Sí, bastantes. Me gustaría mostrarte mi casilla de correos. No escriben sólo mujeres sino también muchos hombres que me dicen que les gustaría ver que las mujeres de la familia fueran más libres. Incluso algunos fotocopian el diario y se lo llevan a sus casas.

— ¿Fue censurado alguna vez ?

— Hemos tenido suerte porque en la situación actual el gobierno no tiene fuerza suficiente como para detener la publicación del diario. Los estadounidenses juegan a la democracia y entonces tampoco pueden impedir la publicación.

— Hablemos ahora del Foro Social Mundial. ¿Por qué aceptaste la invitación de la Articulación Feminista Marcosur para asistir ?

—Hubo dos motivos: primero, como grupo de mujeres con una visión socialista y progresista, nunca tuvimos la oportunidad de participar en ningún Foro Social Mundial. Por lo tanto era muy interesante asistir a este espacio en el cual hablar públicamente sobre nuestras preocupaciones sin que se nos acuse por nuestra posición de izquierda. La segunda razón fue la forma en que la AFM diseñó esta campaña, el uso que da a la palabra “fundamentalismos” y la frase “tu boca fundamental contra los fundamentalismos”. El eslogan nos atrajo muchísimo, ya que no encontramos en otras partes del mundo grupos de mujeres que sean lo suficientemente valientes como para denunciar los fundamentalismos, aun cuando es un tema que afecta cada aspecto de nuestras vidas. Fue como un eco de nuestro trabajo en Irak donde lo denunciamos públicamente, tal como lo hacen las feministas latinoamericanas. Para mí fue muy interesante venir a Caracas a conocerlas, a hablar en el marco de esta campaña, y tender puentes con esta región del mundo.

— ¿A qué atribuyes el resurgimiento del fundamentalismo en tu país ?

— La raíz está en las malas políticas de Estados Unidos aplicadas en nuestra región. Sus continuas invasiones a Irak, su constante apoyo al régimen del apartheid en Israel, su apoyo incondicional a los reaccionarios de Oriente Medio, como el gobierno de Arabia Saudita. Encontramos que Estados Unidos está contra todo proyecto de libertad en el mundo árabe y la gente está muy enojada con la agenda estadounidense. Entonces, cuando los movimientos fundamentalistas llegaron con su agenda antiestadounidense resultaron muy atractivos para la gente joven, ya que las otras alternativas no eran suficientemente fuertes. Tanto socialistas como comunistas resultaron debilitados con el fin de la Guerra Fría, por la ruptura de la URSS, por la llamada victoria del capitalismo mundial, que fue muy desmoralizante para los socialistas y los grupos de izquierda en general, de Irak y de Oriente Medio. En cuanto a la fórmula política que Estados Unidos aplica en Irak y que en apariencia se ve democrática, está creando dinámicas que conducirán a una guerra civil y ya hemos empezado a ser testigos de ello en varias regiones. Los estadounidenses hablan de federalismo y dan una parte del país a cada etnia, religión o secta, de modo que en esa parte predomine una etnia y las demás sean inferiores. Todo ello abrió paso para el crecimiento del fundamentalismo.

— ¿Cuáles son los pasos siguientes ?

— Encontramos que la guerra contra Irak y los problemas que trae a las mujeres no es sólo local, sino que es una guerra internacional. Para poder derrotar estos poderes globales necesitamos apoyos también globales de progresistas, de grupos de izquierda, de feministas, de la gente que ama un mundo libre. Por eso es que tenemos que juntarnos, como en este Foro Social Mundial, entre feministas, como hicimos en el Foro de Awid en Bangkok hace unos meses. Estos encuentros nos permiten hallar apoyos internacionales a nuestra agenda laica, igualitaria, que promueva la libertad de las mujeres en Irak.

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