ANASTASIA ROJO MARTÍN
(1909 – 2003)
A la Carretera de Soria
que pasa por nuestro pueblo,
con alegría y con pena,
a veces yo te recuerdo.
Que con carros de piedra
bajaban de las canteras,
que el Sr. Encarnación y el Cano
bajaban de las laderas
para arreglar los baches
que había en la carretera.
En el año 1936,
llenos de hambre y de pena,
un grupo de castellanas
trabajando como negras,
desde La Rosca veníamos
tirando de canastas y arena
barriéndola.
Con las máquinas…
asfaltábamos la carretera.
Todo esto lo hice yo
con ayuda de mis compañeras,
desde que salía el Sol
hasta la noche serena.
Todas que trabajábamos
desde La Rosca hasta Tudela
éramos mujeres de presos
y otras con otras penas.
Así asfaltábamos
nuestra querida carretera,
con sudores, ¡con suspiros!
Con las lágrimas de dolor
para ganar cuatro pesetas,
que ello mucho nos valió.
Yo fui todo el tiempo
con la cara bien tapada
para que no me conocieran,
porque sino los tiranos
me echaban.
Al venir de la jornada,
la juventud rebosaba,
veníamos en cuadrilla,
mujeres castellanas,
con nuestro pañuelo blanco,
tan blanco como nuestra alma.
A recoger nuestros niños
y ahorrar de la soldada
para llevar alimento
al marido que faltaba.
¡Qué angustias y qué penas
en la vida se pasaban!
Pero teníamos humor
para echar una parlada.
Sin pensar que algún día,
con el tiempo ya de anciana,
recordar la carretera
que por nosotras fue asfaltada.
Algunas de aquellas mujeres
que hasta aquí hayan quedado,
con mucho cariño las mando
un abrazo de hermana.
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