Científico descubre a un oso pardo al sureste de Alaska que en sus hábitos de higiene manipula rocas para exfoliarse la piel, un movimiento que revela complejos procesos mentales y motrices que pocas veces se ven en animales.
Pijamasurf
Hay quienes piensan que un paso decisivo en la evolución de la humanidad fue ese momento en el que los antecesores de nuestra especie comenzaron a utilizar herramientas y, de esta manera, comenzaron también con la transformación de sí mismos y de su entorno hasta desarrollar las tecnologías de las que actualmente nos servimos.
Quizá por eso es un tanto sorprendente cuando ciertos animales tienen también ese chispazo de inteligencia que los lleva a romper con los límites de su cuerpo y sus capacidades y hacer de los objetos a su alrededor extensiones de su entendimiento.
Recientemente Volker B. Deecke, de la Universidad de Cumbria, en Inglaterra, descubrió a un joven oso pardo al sureste de Alaska que utiliza habitualmente una roca como parte de sus instrumentos de higiene personal, al parecer como parte de sus procedimientos de exfoliación.
De acuerdo con Deecke, el animal levanta repetidamente rocas incrustadas en el agua profunda, las manipula y las reorienta con sus patas delanteras para tallarse con ellas su cuello y su hocico. Este comportamiento probablemente sirva para aliviar la piel irritada o para remover restos de comida del pelaje.
La diferencia con hábitos anteriormente observados estriba en que este joven oso habría cambiado el tradicional frotamiento contra objetos inmóviles por la manipulación franca de estas protoherramientas móviles.
Y, como decíamos al principio, el descubrimiento es importante porque no se trata de un movimiento fortuito o casual, sino que detrás de dicho hábito aparentemente simple subyacen complejos procesos mentales tanto para el aspecto motriz como otros de inteligencia espacial y cognitiva —mismos cuya evolución conocemos detalladamente por lo menos en una especie, la nuestra.
Se conocen distintos animales que usan herramientas, incluyendo a los cuervos, pulpos, monos y delfines; esta es la primera vez que se documenta a un oso manipulando herramientas, lo cual se considera un signo de alta inteligencia animal.
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Hay quienes piensan que un paso decisivo en la evolución de la humanidad fue ese momento en el que los antecesores de nuestra especie comenzaron a utilizar herramientas y, de esta manera, comenzaron también con la transformación de sí mismos y de su entorno hasta desarrollar las tecnologías de las que actualmente nos servimos.
Quizá por eso es un tanto sorprendente cuando ciertos animales tienen también ese chispazo de inteligencia que los lleva a romper con los límites de su cuerpo y sus capacidades y hacer de los objetos a su alrededor extensiones de su entendimiento.
Recientemente Volker B. Deecke, de la Universidad de Cumbria, en Inglaterra, descubrió a un joven oso pardo al sureste de Alaska que utiliza habitualmente una roca como parte de sus instrumentos de higiene personal, al parecer como parte de sus procedimientos de exfoliación.
De acuerdo con Deecke, el animal levanta repetidamente rocas incrustadas en el agua profunda, las manipula y las reorienta con sus patas delanteras para tallarse con ellas su cuello y su hocico. Este comportamiento probablemente sirva para aliviar la piel irritada o para remover restos de comida del pelaje.
La diferencia con hábitos anteriormente observados estriba en que este joven oso habría cambiado el tradicional frotamiento contra objetos inmóviles por la manipulación franca de estas protoherramientas móviles.
Y, como decíamos al principio, el descubrimiento es importante porque no se trata de un movimiento fortuito o casual, sino que detrás de dicho hábito aparentemente simple subyacen complejos procesos mentales tanto para el aspecto motriz como otros de inteligencia espacial y cognitiva —mismos cuya evolución conocemos detalladamente por lo menos en una especie, la nuestra.
Se conocen distintos animales que usan herramientas, incluyendo a los cuervos, pulpos, monos y delfines; esta es la primera vez que se documenta a un oso manipulando herramientas, lo cual se considera un signo de alta inteligencia animal.
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