Canarias Semanal, 11/04/2012
[Nueva réplica al criptorreaccionario Félix Rodrigo Mora en su intento de hacer historia-ficción entorno a la Constitución de Cádiz. No estoy al 100% de acuerdo con la postura del autor de la réplica pero sí en lo esencial: que Felix Rodrigo Mora no tiene nada de libertario y sí mucho de carlista, cosa que ya llevamos denunciado algunos de un tiempo a esta parte. La última salida de tono de este individuo es, por cierto, hacer propaganda del ayuno para fortalecer el ascetismo y la espiritualidad e invitar a la gente a pagar 380 €... ¡por no comer! Si queréis pasar un rato divertido leed esta entrada de su blog:
“Lo cierto es que la Constitución de 1812 es una reproducción de los fueros
antiguos, pero leídos a la luz de la Revolución Francesa y adaptados a las
exigencias de la sociedad moderna”.
Karl Marx: La España revolucionaria
“La Constitución de 1812 es importante […] por ser el comienzo del
constitucionalismo español y abrir la idea de que el poder no puede
ser absoluto, sino limitado, y debe responder a la voluntad general de la nación”.
Jordi Solé Tura y Eliseo Aja: Constituciones y períodos constituyentes…
Hace unas semanas leí con cierta preocupación un artículo publicado en Canarias Semanal, que llevaba por título “La Pepa fue una obra de la Iglesia y el Ejército”; las opiniones contenidas en el mismo pertenecen al historiador Félix Rodrigo Mora, quien trata de replantear la visión oficial del texto gaditano. Como veremos, posteriormente, sobre la Constitución de Cádiz siempre han existido múltiples interpretaciones a favor y en contra. Ésta es una primera imprecisión grave contenida en la argumentación de Rodrigo Mora, que puede llevar a una gran confusión en la izquierda, en un momento clave en la lucha de clases en el conjunto del Estado.
La posición de Rodrigo Mora está expuesta en los siguientes enlaces: http://www.ivoox.com/podcast-podcast-felix-rodrigo-mora_sq_f115850_1.html y http://www.youtube.com/watch?v=9MxwHBPUbMQ Ésta es en síntesis, la posición de Rodrigo Mora sobre la Constitución de Cádiz y la revolución burguesa en España:
A. "La Constitución de 1812 es obra del aparato del Estado […]. Los dos grupos sociales que la promovieron fueron el Ejército y la Iglesia, seguidos de los altos funcionarios del Estado y los abogados. La composición sociológica de las Cortes fue esa y ése fue también el bloque de fuerzas sociales que la promovió”.
B. “La Pepa, al reforzar el aparato estatal y dar un impulso decisivo al capitalismo […] chocó frontalmente con las clases populares que se resisten a la operación a través de […] la sangrienta guerra civil de 1821-1823 [sic.]”.
C. “La Constitución gaditana abrió un tiempo de conflagración civil casi permanente entre el Estado y el pueblo, entre el capitalismo ascendente y las clases trabajadoras… la guerra de 1936-1939 es el episodio mayor, pero no el único, de dicha resistencia”.
Opiniones sin desperdicio. Sinteticemos la réplica en los siguientes puntos:
1. La Constitución de Cádiz de 1812 responde a las coordenadas históricas en las que se produjo: la resistencia popular a la invasión napoleónica y el derrumbe del Antiguo Régimen en España, y la era de las revoluciones burguesas.
2. Aunque la Constitución de Cádiz sea farragosa, y su lenguaje tradicionalista, sus conceptos de fondo responden a la Ilustración del siglo XVIII: soberanía nacional, división de poderes, monarquía parlamentaria, ciudadanía e igualdad formal (al menos en España), sufragio prácticamente universal (masculino)…
3. Por estos elementos, la Constitución de Cádiz es una de las constituciones más avanzadas del período inicial de las revoluciones liberales, sólo superada por la Constitución jacobina de 1793 (Francia): ¿cómo se puede omitir esto?
4. Los conceptos de norma jurídica, jerarquía normativa y Estado de Derecho son herramientas más efectivas para la defensa de los sectores populares que los fueros de procedencia medieval. En todo caso, el proyecto de Cádiz, en concreto el decreto de agosto de 1811, lo que abole son los derechos señoriales (rentas, mayorazgos, diezmos) y abre la puerta para subordinar el fuero a la norma jurídica (Miguel Artola)… ¿Son superiores, históricamente, las conquistas populares dentro del feudalismo europeo a la democracia burguesa?
5. La Iglesia no apoya la Constitución de Cádiz; en todo caso inicialmente una parte, porque en realidad pierde con este proyecto político: aunque el Estado es confesionalmente católico, se abre la puerta al laicismo ilustrado con la creación de un Plan General de Enseñanza, la Dirección General de Estudios, la Inspección de Enseñanza Pública y la abolición de la Inquisición (decreto de febrero de 1813). Una parte de la jerarquía eclesiástica está por el retorno al Antiguo Régimen y otra por apoyarse en el bonapartismo (John L. Tone).
6. Es falso de raíz que la Constitución de Cádiz estuviera vigente todo el s. XIX: es incomprensible que se pueda llevar la manipulación a tal extremo. La Constitución de Cádiz tuvo una corta vida: 1812-1814, 1820-1823 y 1836-1837; no hay más. Ya en 1814, con la vuelta de Fernando VII a España tras la derrota de Napoleón, la nobleza y el clero dan un golpe de Estado para retornar al absolutismo y a la sociedad estamental: 69 diputados conservadores redactan el Manifiesto de los Persas para respaldar tal acción. Vamos, vamos… ¿Qué lectura merece el golpe de Estado de 1814?
7. Una de las quejas de estos diputados conservadores es que la presión popular en Cádiz fue determinante para que se aprobara la Constitución. Este ambiente ciudadano estaba alimentado por grupos liberales de matriz revolucionaria (jacobina), con sus medios de prensa: La Campana del Lugar, El Centinela de la Constitución, El Robespierre Español… (John L. Tone, Javier Tusell).
8. El Ejército que respalda las Cortes de Cádiz no es el del Antiguo Régimen: ésta es otra falsedad que no se sostiene por ningún lado. El Ejército de la monarquía absoluta se hunde con la caída de los Borbones y el ascenso de la dinastía bonapartista en España (Gabriel Cardona). La Milicia Nacional es una milicia que nace de la resistencia popular para levantar el orden liberal y su vigencia es limitada en el s. XIX sólo a los períodos revolucionarios. Es falsa la equivalencia entre Milicia Nacional y Guardia Civil: responden a épocas distintas y propósitos distintos. La Milicia Nacional es un órgano de masas de la revolución burguesa en España. ¿Por qué se niega esto? ¿Es legítimo, además, ocultar que Fernando VII depuró y disolvió el Ejército en 1814 y en 1823?
9. El s. XIX es el siglo en que se desarrolla una vía prusiana al capitalismo en España (Josep Fontana): es, por tanto, el siglo del fracaso parcial o total del proyecto de Cádiz. Lo que predominan son los proyectos conservadores (constituciones de 1845 y 1876), fundamentados en el predominio político de la monarquía, la presencia de un Senado aristocrático, la negación del sufragio universal masculino y la afirmación de la gran propiedad agraria (Miguel Artola, Solé Tura y Aja;), resortes que marcan la alianza entre un sector de la nobleza, otro sector de la burguesía y la Iglesia, quien vence sobre las ruinas de Cádiz.
10. La guerra civil que se da durante el Trienio Constitucional (1820-1823) es una guerra entre liberales revolucionarios y partidarios de la monarquía absolutista. Este período nace del pronunciamiento militar del comandante Rafael del Riego en Cabezas de San Juan (Sevilla) contra el régimen absolutista de Fernando VII y a favor de la Constitución de Cádiz. Riego subleva al ejército expedicionario español con destino a América para reprimir a sangre y fuego la resistencia de las colonias hispanas; la actuación de Riego es una actuación heroica y antiimperialista que no merece los calificativos de “genocida” y “sanguinario” que Rodrigo Mora le da. De hecho, el pronunciamiento de Riego abre un ciclo revolucionario de gran alcance en el ámbito mediterráneo: Portugal, Nápoles, Piamonte, Grecia… llegando hasta Rusia (1825), al tiempo que hace irreversible la independencia de América Latina (Cortés Salinas, Palmer y Cotton).
11. Los absolutistas, apoyados en un sector del campesinado, reclaman el apoyo de toda la reacción europea (léase: Congreso de Viena): Los Cien Mil Hijos de San Luis invaden España en 1823 y ahogan en sangre la naciente democracia hispana, en nombre de los intereses de la nobleza y del clero de España. ¿Cómo se puede afirmar, entonces, que la Iglesia estaba con el proyecto revolucionario?
12. Éste es uno de los puntos clave de mi exposición: el carlismo nunca ha sido un movimiento revolucionario. El carlismo era partidario de la monarquía absolutista, del retorno a las prácticas feudales y de la preeminencia social de la Iglesia Católica: la Iglesia bascula todo el s. XIX entre el apoyo al carlismo y a los regímenes conservadores, siendo contraria al retorno a Cádiz.
13. El carlismo, en todo caso, recibe aporte campesino por el fracaso de los revolucionarios liberales en repartir las tierras entre los campesinos y armarlos dentro de la Milicia Nacional; por eso, una parte del campesinado apoya al carlismo porque considera mejor a los fueros tradicionales. Sin embargo, estaba abierta la opción de una democracia burguesa apoyada en pequeños propietarios agrícolas y en sectores populares urbanos (vía americana), que fracasó.
14. Hay una confrontación continua entre liberales y absolutistas a lo largo del s. XIX en España, pero también entre las facciones liberales por la participación de las masas: la abolición del sufragio universal masculino no es una cuestión secundaria; es esencial y, en eso, carlistas y liberales moderados coinciden.
15. Hablar de falta de feminismo en la Constitución de Cádiz es una broma macabra: claro que es una grave carencia, pero lo es de toda la época de las revoluciones liberales. Sin embargo, ¿por qué se le reprocha esto al proyecto político de Cádiz, tachado de “patriarcal” por parte de Rodrigo Mora, autor que defiende las cartas forales de la Edad Media, que nada tenían de feminismo? ¡Qué escándalo intelectual! ¿De qué estamos hablando realmente?
Toda esta exposición de síntesis es opuesta a la posición del PP, quien como sostiene Fontana sólo va a remover la Constitución de Cádiz para sacar lo que le interesa: la posibilidad de reformar el imperialismo, ciertos elementos racistas (ej. omisión de la esclavitud, discriminación), la confesionalidad religiosa del Estado, la bandera monárquica bicolor…, nada más. La lectura del PP del s. XIX se fundamenta más en la defensa de los regímenes conservadores (posición de César Vidal), que nacen de la derrota histórica de las Cortes de Cádiz. Pero eso no cierra toda la interpretación de la derecha españolista: también está la lectura carlista de defensa del Antiguo Régimen (posición de la historiografía franquista) y, ¡cómo no!, la línea de defensa de un absolutismo moderado del valido Manuel Godoy y de Fernando VII (léase: Escuela de Navarra). Es decir, hay lecturas ideológicas de derechas fuera del marco constitucional de Cádiz. Si el sr. Rodrigo Mora pretendía una lectura libertaria de estos procesos históricos, mal hizo en anclarla en el tradicionalismo, porque esta corriente de pensamiento defiende la tradición como fundamento de un orden social jerárquico, coloca la costumbre por encima de la norma y niega, así, la democracia. Sé que ha habido una ruptura histórica en seno del carlismo, entre una vertiente conservadora y otra popular, pero aún así es muy difícil conciliar un pensamiento tradicionalista con el grueso de la izquierda. Y, particularmente, con el anarquismo, corriente que por cierto no es incompatible con la Ilustración porque es fuertemente iusnaturalista, es decir, que fija, previamente a la experiencia histórica, de forma racionalista y abstracta, las condiciones ideales de emancipación del ser humano. En esta línea, Rodrigo Mora hubiera hecho mejor con una defensa del movimiento cantonalista dentro del marco de la I República (1873-1874), en doble ruptura con el liberalismo y con el carlismo; pero no, tenía que enredar todo lo posible y más, ¿con qué propósito? Otra cuestión es que el esquema de conjunto que he trazado, basado en investigaciones científicas, se tensiona mucho en casos concretos como el del Euskadi, donde el elemento popular (foralista) pudo predominar sobre el elemento absolutista, dentro del carlismo. Pero lo que no se debe hacer nunca es un análisis a base de simplificaciones, falacias, descontextualizaciones, y ocultación de datos y documentos históricos relevantes.
Por tanto, la pretensión última de Rodrigo Mora no es más que un ataque contra la interpretación marxista del proceso de construcción del régimen liberal en España, lo cual se demuestra porque este autor ha cargado sus armas en las fuentes del tradicionalismo y ha llegado a comparar a Riego con Franco. Esto es inadmisible: Riego es jacobino y Franco, fascista; no se puede insultar con tanta alegría a uno de nuestros mártires. La II República levantó la figura de Riego contra el fascismo, quien se nutría del carlismo. El fracaso de Cádiz llevaría con el tiempo a la reformulación de la corriente liberal progresista hacia posiciones republicanas y federalistas, hasta enlazar con el movimiento obrero. No es sólo al Materialismo Histórico lo que ha atacado Rodrigo Mora; es también a la génesis histórica de la izquierda en el conjunto del Estado. Por ello, hay que oponerse, por motivos ideológicos y científicos, a cualquier intento de apoyar el eje histórico de la izquierda, tanto en el tradicionalismo popular (fueros vs. democracia) como en el bonapartismo (léase: Estatuto de Bayona, 1808).
Y para terminar, yo no celebraría el bicentenario de la Constitución de Cádiz con el PP, porque repudio su ideología y su praxis, y porque rechazo la simbología monárquica del Estado. Rendiría homenaje a Cádiz con el gorro frigio de los jacobinos y lucharía, acorde al contexto histórico actual, por la transición a la República Federal y al socialismo en España. Que nadie le pida a la izquierda, en un momento clave en la lucha de clases, volver a la Edad Media. Eso se lo dejamos para los francotiradores, formalmente progresistas, que le hacen el juego a nuestro adversario de clase para romper las filas del movimiento obrero.
«... Por eso estar siete días diciendo no a los alimentos es un ejercicio tan magnífico como revolucionario...»
ResponderEliminarEs lo que nos dice en su manifiesto el tal Félix Rodrigo Mora, pero eso sí, pagando préviamente 380 euros (¿«espirituales» o «materiales»?).
Una invitación a un ayuno semanal como que fuese algo «revolucionario», y habiendo centenares, e incluso miles, de chicas jóvenes (y también varones) que pasan anorexia en esta sociedad consumista.
Y no veas cómo se pone el divo cuando no le das la razón en su blog. Me parece que este gurú se hace rodear de esbirros obedientes y no le gusta mucho la confrontación de ideas. Eso sí, manda a sus adeptos a hacer el troll a los blogs que somos críticos con el carlismo disfrazado de este curilla apestoso.
ResponderEliminarDímelo a mí, que lo sé directamente:
ResponderEliminarhttp://esfuerzoyservicio.blogspot.com.es/2012/02/en-el-800-aniversario-de-la-batalla-de.html?showComment=1336327169214#c7045575028039152316
Le cuestiono al tal FRM su conmemoración del octavo centenario de la batalla de Las Navas de Tolosa —y su interpretación cómo si hubiese sido una guerra de liberación popular—, y me pone al lado de la guardia mora de Franco y los GAL de Felipe González.