miércoles, 18 de julio de 2012

La ciudad de los limones

IÑIGO DOMÍNGUEZ

El Norte de Castilla
(Martes 17/07/12)


La Mafia debe agradecer a los árabes que invadieran Sicilia en el siglo X y la llenaran de limones, fruta que descubrieron a Europa. Palermo se convirtió en la Conca d'Oro (Cuenca de oro), un negocio que en el XVIII formó las primeras fortunas. Pero en torno a ellas y sus limoneros creció otro fruto amargo, la Mafia. Su origen no es arcaico y rural, sino más bien urbano y burgués, aunque sus matones fueran unos catetos. Hasta en la Mafia había clases. Surge en la parte occidental de la isla y, en el interior, entre latifundios de cereal y ganado. Los primeros mafiosos eran capataces y guardias de fincas, también pequeños comerciantes y terratenientes. La Mafia nace con el progreso, es un subproducto moderno.

En el XIX Palermo era el primer abastecedor de cítricos de Estados Unidos, y aquí ya se abre el canal de comunicación mafioso entre las dos orillas. De hecho, en los primeros sucesos mafiosos documentados en EE UU —Nueva York, 1888, y Nueva Orleans, 1890—, están implicados comerciantes de fruta sicilianos aliados en misteriosos clanes. En el primer caso se mataron entre ellos, pero en el segundo se cargaron a un jefe de Policía. El New York Times ya se puso a explicar a sus asombrados lectores lo que era la Mafia, con cierto exotismo y citando supuestos orígenes medievales.

Para entonces en Sicilia llevaban tiempo con el tema, pero a su estilo: lo sabía todo el mundo pero no era público, mientras en Roma, capital desde 1870 del nuevo país, Italia, no entendían nada y tenían otros problemas. Al final, necesitados de estabilidad, los sucesivos gobiernos decidieron que lo más práctico era, como sugerían los políticos locales, delegar en esa extraña gentuza la gestión del orden público. A su modo, la Mafia participó en la fundación de Italia, aunque la envenenara para los restos. Es interesante señalar que también en EE UU los mafiosos —no solo italianos— tuvieron otro estado en formación en el que infiltrarse.

Procesión de la Madonna dell'Annunziata,
por la que los mafiosos sienten veneración.

El secretismo de esta secta de delincuentes, como se le llamaba al principio, nace tal vez inspirado en las logias masónicas, muy de moda en aquella época, y de ahí sus rituales de iniciación. Lo describe por primera vez un informe policial de 1875. El neófito era presentado a un grupo de capos y uno de ellos le pinchaba en una mano para que su sangre goteara en una imagen de la Madonna (la Virgen). Juraba fidelidad mientras se quemaba la estampita, símbolo de cómo ardería si traicionaba su palabra. Esto ha seguido igual durante siglo y medio, y los 'arrepentidos' actuales ('pentiti') cuentan lo mismo. Suelen usar una imagen de la Madonna dell'Annunziata, que viene a ser la patrona de la Mafia y se celebra el 25 de marzo. Ese pacto con sangre —que, por cierto, en algunos clanes aún se hace con una espina de naranjo—, significa que de la Mafia no se sale, solo con los pies por delante. Como decía el juez Falcone, «es como una conversión religiosa».

También reinó la confusión sobre la propia palabra 'Mafia' —Cosa Nostra es muy posterior—, escrita por primera vez en un informe del prefecto de Palermo del 25 de abril de 1865. Aunque la ponía con dos 'efes', maffia. Hasta entonces solo se sabía de una obra teatral en siciliano llamada I mafiusi della Vicaria (Los mafiosos de la Vicaria), representada en 1863, que describía un grupo de delincuentes buenos en plan Robin Hood. Es el inicio de la leyenda de la Mafia como amiga de los pobres y de que en realidad no existe. Había una gran empanada sobre el término, porque en la calle ya se usaba para indicar un carácter audaz, y degeneró en la idea de una forma de ser o un particular sistema de valores, incluso en clave de orgullo nacionalista siciliano. Es un lío que duró más de un siglo y la Mafia siempre se mantuvo en esa nebulosa entre lo abstracto y lo concreto. Ayudaba que fuera una red informal de intereses y negocios, repartida en territorios, con alianzas maleables.

¿De dónde salió? La teoría es que ocupó por la fuerza el vacío dejado por el fin del feudalismo, que en Sicilia, tierra atrasada y pobre, llegó en 1812 y en la práctica, solo en el siglo XX. Sin pasar por la Ilustración y sin una burguesía, dejó de ser una sociedad medieval, gobernada por caciques, barones y curas, para entrar en un país nuevo sin estructura, donde el dinero público era un botín. Así nació una burguesía mafiosa, hasta hoy. Se ve bien en la novela El gatopardo de Lampedusa, y en la película de Visconti. El magistrado siciliano Roberto Scarpinato, colega de Falcone y ya muy drástico, afirma incluso que el método mafioso, violento y premoderno, la ley del más fuerte, es solo la herencia del que se usaba en Italia, el único conocido para ejercer el poder. Es más, opina que una parte oscura del Estado italiano sigue funcionando así.

La Mafia nace mezclada con la autoridad. Garantizaba votos y trabajo sucio a los políticos a cambio de favores y de impunidad. Pasarán décadas antes de que se condene a un mafioso. En 1893 la Mafia cometerá su primer asesinato político, el exalcalde de Palermo Emanuele Notarbartolo, que quería hacer limpieza. Le liquidaron con 27 puñaladas en un tren. Será el primero de una larga lista, hasta hoy. La primera comisión parlamentaria sobre la Mafia ya es de 1875, que no sirvió para nada. Le seguirán otras. Uno de los mejores estudios sobre la Mafia, del diputado Leopoldo Franchetti, que se fue seis meses a la Sicilia salvaje de exploración, es de 1876 y ya lo explica todo claro como el agua. Sigue siendo actual, porque no se hizo nada. Los responsables del crimen de Notarbartolo salieron libres. Uno era un diputado, Raffaele Palizzolo, cacique mafioso de Palermo, que movió sus hilos. Cuatro de los diez escaños de la ciudad en 1882 eran de mafiosos. La Mafia ya estaba en el Parlamento italiano, hasta hoy. Sus raíces estaban bien plantadas. Luego, cuando dejaron de ser útiles, destruiría los limones y la belleza de Palermo.

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