The Guardian, 20-agosto-2012
La incursión de Juan Manuel Sánchez Gordillo en los supermercados españoles recuerda a la Marcha de la Sal de Gandhi o a los disturbios contra el «poll tax».
Cuando el alcalde español Juan Manuel Sánchez Gordillo dirigió recientemente a los jornaleros en un asalto a un supermercado, asaltando los puestos de alimentos como parte de una campaña contra la austeridad, su inmunidad política como parlamentario lo protegió contra su detención. Ahora pide a otros alcaldes que hagan caso omiso a las demandas del gobierno central para los recortes presupuestarios y que se nieguen a ejecutar los desalojos y los despidos. En esta época de austeridad, un desprecio tan flagrante por la ley debería ser alentado. A veces, la fuerza principal de los movimientos populares está en su capacidad para alborotar. En este artículo presentamos cinco ejemplos de desobediencia civil en honor a los indignados:
1. La Marcha de la Sal
El desafío de Gandhi a las leyes coloniales británicas sobre el monopolio de la sal comenzó en marzo de 1930 y desató una ola de desobediencia civil que contribuyó a la salida del Imperio británico de la India. Las leyes de la sal gravaban la producción de sal india por lo que el país tenía que importar sal británica. Gandhi y sus partidarios comenzaron una larga marcha para producir sal y transportarla sin pagar el impuesto correspondiente: los británicos oprimieron la marcha ferozmente, arrestaron a miles de personas, y se negaron a hacer ninguna concesión. También se vió limitada por falta de apoyo de la comunidad musulmana.
Sin embargo, la campaña tuvo efectos a largo plazo que compensaron su incapacidad para conseguir los objetivos inmediatos. Primero, inspiró a aquellos que participaron ya que muchos no habían estado organizados antes. En segundo lugar, anunció al mundo que la masa de indios eran una fuerza a tener en cuenta, y que las autoridades británicas se habían visto obligadas a negociar con su líder. En tercer lugar, estimuló nuevas oleadas de desobediencia civil. Por último, la Marcha de la Sal tuvo una enorme influencia en el pensamiento y la estrategia de otros insurgentes como Martin Luther King.
2. Ocupaciones tierras en Extremadura
La Reforma Agraria era una prioridad en las zonas rurales de España durante la Segunda República. El alto desempleo rural había contribuido a la elección del gobierno del Frente Popular de izquierdas. En Extremadura, durante la campaña electoral de 1936, los candidatos del Frente Popular habían prometido una rápida reforma agraria. En lugar de esperar a que el Gobierno cumpliera sus promesas, los campesinos sin tierra comenzaron a ocupar latifundios, comenzaron con unas 3.000 fincas en la provincia de Badajoz. El Gobierno, ante el descontento popular, legalizó las primeras ocupaciones. Cientos de miles de campesinos fueron reasignados.
Pero no era sólo una cuestión de tomar la tierra. Hubo un debate sobre qué debería hacerse con ella, si debía ser colectivizada o debían asignarse parcelas a los propietarios individuales. Las incautaciones no solo proporcionaron tierra y trabajo, sino que fueron un foro democrático, un punto de encuentro para los debates sobre el futuro de la sociedad. O así fue hasta que las fuerzas nacionales del general Franco conquistaron el territorio y asesinaron a los campesinos y a sus líderes izquierdistas.
3. Los piquetes informativos y las sentadas
Los conflictos industriales en EEUU siempre habían tenido un patrón de insurgencia, principalmente debido al conflicto violento entre gobierno y empleadores hasta la llegada del New Deal. Una ola de militancia durante la Gran Depresión produjo un apoyo legal e institucional para los trabajadores por primera vez.
Los trabajadores no organizados en las plantas textiles y las minas de carbón, golpeados por la recesión, pero también inspirados por la promesa de Franklin D. Roosevelt de hacerse cargo de los trabajadores industriales, comenzaron una serie de batallas desesperadas en contra de los recortes y las pérdidas de trabajo. Pero para ganar, tuvieron que optar por las tácticas más alborotadoras, enfrentándose a la violencia de esquiroles, policía y en algunos estados y la imposición de la ley marcial.
Aquí es cuando surgen los «escuadrones volantes» de piquetes que marchaban de pueblo en pueblo durante la huelga de la industria textil en 1934, solicitando a los empleados que abandonaran sus puestos. Esta particularidad es importante porque estos trabajadores estaban normalmente distribuidos en pequeñas empresas y tenía muy poca fuerza industrial por ellos mismos. Un segundo momento clave fueron las sentadas de los trabajadores en las fábricas de acero y coches. Se trataba de obstruir la producción colocándose en posiciones estratégicas y negándose a moverse: una estrategia que fue muy eficaz y menos violenta que los piquetes. Más adelante fue utilizada por las campañas de los derechos civiles y en contra de la guerra de Vietnam.
4. Desmantelamiento de edificios de empresas no deseadas
La cadena de comida rápida McDonalds había sido recibida en muchos países europeos sin ningún problema cuando se expandió por primera vez en la década de los 70. Francia siempre había sido diferente, estaba extendido el disgusto por la comida basura. El intento de la cadena de abrir una sucursal en Millau en 1999 despertó el interés de José Bové, un agricultor militante y miembro del sindicato agrario Confédération Paysanne. Antes de que la filial estubiera operativa, Bové y sus seguidores llegaron y comenzaron a desmantelarla, ladrillo a ladrillo.
Estas acciones suelen ser simbólicas, pero la acción de Bové fue sólo uno de una serie de acciones en contra la manipulación genética y comida basura que inundaban el mercado francés. Estas acciones dieron fama no solo a Bové, sino a toda la estructura de activismo agrícola. Formaron una parte importante del movimiento anti-capitalista y más tarde se unieron a la lucha contra el Tratado Constitucional Europeo, como parte de la coalición que solicitó el «No».
5. El impago del Poll Tax
El momento más dramático de la campaña anti-poll tax, para no pagar el impuesto de capitación, tras la gran manifestación de 200.000 personas por el centro de Londres el 31 de marzo de 1990. La policia, algo poco habitual, salió perdiendo. Fue simbólicamente importante porque surgió de una serie de errores tácticos. Puedes sorprender a las autoridades de vez en cuando, pero aprenden de sus errores e incorporan las lecciones en sus planes futuros. Lo más importante de estas acciones es que son una forma mucho más duradera de desobediencia civil.
En el caso del impuesto personal (poll tax), se desarrolló una red nacional de campañas y sindicatos de impago. Su estrategia era resistir a cada paso: negarse a inscribirse para el impuesto, impugnando las reclamaciones de las instituciones (obstruyendo el sistema legal) y, finalmente, rechazando el pago. Esto fue muy eficaz. La recaudación del impuesto fue ineficaz, y la situación se polarizó con un gran costo los conservadores gobernantes, que se vieron obligados a deponer su líder y retirar la ley al completo.
En cada uno de estos ejemplos, la pregunta clave no es violencia o no-violencia, tampoco es legalidad o ilegalidad, es el alboroto. Los movimientos populares se dedican a la desobediencia civil cuando detectan la dependencia de la sociedad de su colaboración, dejan de cooperar e interrumpen activamente el buen funcionamiento. Esto provoca que los políticos echen espuma por la boca. Así es como se avanza.
Cuando el alcalde español Juan Manuel Sánchez Gordillo dirigió recientemente a los jornaleros en un asalto a un supermercado, asaltando los puestos de alimentos como parte de una campaña contra la austeridad, su inmunidad política como parlamentario lo protegió contra su detención. Ahora pide a otros alcaldes que hagan caso omiso a las demandas del gobierno central para los recortes presupuestarios y que se nieguen a ejecutar los desalojos y los despidos. En esta época de austeridad, un desprecio tan flagrante por la ley debería ser alentado. A veces, la fuerza principal de los movimientos populares está en su capacidad para alborotar. En este artículo presentamos cinco ejemplos de desobediencia civil en honor a los indignados:
1. La Marcha de la Sal
El desafío de Gandhi a las leyes coloniales británicas sobre el monopolio de la sal comenzó en marzo de 1930 y desató una ola de desobediencia civil que contribuyó a la salida del Imperio británico de la India. Las leyes de la sal gravaban la producción de sal india por lo que el país tenía que importar sal británica. Gandhi y sus partidarios comenzaron una larga marcha para producir sal y transportarla sin pagar el impuesto correspondiente: los británicos oprimieron la marcha ferozmente, arrestaron a miles de personas, y se negaron a hacer ninguna concesión. También se vió limitada por falta de apoyo de la comunidad musulmana.
Sin embargo, la campaña tuvo efectos a largo plazo que compensaron su incapacidad para conseguir los objetivos inmediatos. Primero, inspiró a aquellos que participaron ya que muchos no habían estado organizados antes. En segundo lugar, anunció al mundo que la masa de indios eran una fuerza a tener en cuenta, y que las autoridades británicas se habían visto obligadas a negociar con su líder. En tercer lugar, estimuló nuevas oleadas de desobediencia civil. Por último, la Marcha de la Sal tuvo una enorme influencia en el pensamiento y la estrategia de otros insurgentes como Martin Luther King.
2. Ocupaciones tierras en Extremadura
La Reforma Agraria era una prioridad en las zonas rurales de España durante la Segunda República. El alto desempleo rural había contribuido a la elección del gobierno del Frente Popular de izquierdas. En Extremadura, durante la campaña electoral de 1936, los candidatos del Frente Popular habían prometido una rápida reforma agraria. En lugar de esperar a que el Gobierno cumpliera sus promesas, los campesinos sin tierra comenzaron a ocupar latifundios, comenzaron con unas 3.000 fincas en la provincia de Badajoz. El Gobierno, ante el descontento popular, legalizó las primeras ocupaciones. Cientos de miles de campesinos fueron reasignados.
Pero no era sólo una cuestión de tomar la tierra. Hubo un debate sobre qué debería hacerse con ella, si debía ser colectivizada o debían asignarse parcelas a los propietarios individuales. Las incautaciones no solo proporcionaron tierra y trabajo, sino que fueron un foro democrático, un punto de encuentro para los debates sobre el futuro de la sociedad. O así fue hasta que las fuerzas nacionales del general Franco conquistaron el territorio y asesinaron a los campesinos y a sus líderes izquierdistas.
3. Los piquetes informativos y las sentadas
Los conflictos industriales en EEUU siempre habían tenido un patrón de insurgencia, principalmente debido al conflicto violento entre gobierno y empleadores hasta la llegada del New Deal. Una ola de militancia durante la Gran Depresión produjo un apoyo legal e institucional para los trabajadores por primera vez.
Los trabajadores no organizados en las plantas textiles y las minas de carbón, golpeados por la recesión, pero también inspirados por la promesa de Franklin D. Roosevelt de hacerse cargo de los trabajadores industriales, comenzaron una serie de batallas desesperadas en contra de los recortes y las pérdidas de trabajo. Pero para ganar, tuvieron que optar por las tácticas más alborotadoras, enfrentándose a la violencia de esquiroles, policía y en algunos estados y la imposición de la ley marcial.
Aquí es cuando surgen los «escuadrones volantes» de piquetes que marchaban de pueblo en pueblo durante la huelga de la industria textil en 1934, solicitando a los empleados que abandonaran sus puestos. Esta particularidad es importante porque estos trabajadores estaban normalmente distribuidos en pequeñas empresas y tenía muy poca fuerza industrial por ellos mismos. Un segundo momento clave fueron las sentadas de los trabajadores en las fábricas de acero y coches. Se trataba de obstruir la producción colocándose en posiciones estratégicas y negándose a moverse: una estrategia que fue muy eficaz y menos violenta que los piquetes. Más adelante fue utilizada por las campañas de los derechos civiles y en contra de la guerra de Vietnam.
4. Desmantelamiento de edificios de empresas no deseadas
La cadena de comida rápida McDonalds había sido recibida en muchos países europeos sin ningún problema cuando se expandió por primera vez en la década de los 70. Francia siempre había sido diferente, estaba extendido el disgusto por la comida basura. El intento de la cadena de abrir una sucursal en Millau en 1999 despertó el interés de José Bové, un agricultor militante y miembro del sindicato agrario Confédération Paysanne. Antes de que la filial estubiera operativa, Bové y sus seguidores llegaron y comenzaron a desmantelarla, ladrillo a ladrillo.
Estas acciones suelen ser simbólicas, pero la acción de Bové fue sólo uno de una serie de acciones en contra la manipulación genética y comida basura que inundaban el mercado francés. Estas acciones dieron fama no solo a Bové, sino a toda la estructura de activismo agrícola. Formaron una parte importante del movimiento anti-capitalista y más tarde se unieron a la lucha contra el Tratado Constitucional Europeo, como parte de la coalición que solicitó el «No».
5. El impago del Poll Tax
El momento más dramático de la campaña anti-poll tax, para no pagar el impuesto de capitación, tras la gran manifestación de 200.000 personas por el centro de Londres el 31 de marzo de 1990. La policia, algo poco habitual, salió perdiendo. Fue simbólicamente importante porque surgió de una serie de errores tácticos. Puedes sorprender a las autoridades de vez en cuando, pero aprenden de sus errores e incorporan las lecciones en sus planes futuros. Lo más importante de estas acciones es que son una forma mucho más duradera de desobediencia civil.
En el caso del impuesto personal (poll tax), se desarrolló una red nacional de campañas y sindicatos de impago. Su estrategia era resistir a cada paso: negarse a inscribirse para el impuesto, impugnando las reclamaciones de las instituciones (obstruyendo el sistema legal) y, finalmente, rechazando el pago. Esto fue muy eficaz. La recaudación del impuesto fue ineficaz, y la situación se polarizó con un gran costo los conservadores gobernantes, que se vieron obligados a deponer su líder y retirar la ley al completo.
En cada uno de estos ejemplos, la pregunta clave no es violencia o no-violencia, tampoco es legalidad o ilegalidad, es el alboroto. Los movimientos populares se dedican a la desobediencia civil cuando detectan la dependencia de la sociedad de su colaboración, dejan de cooperar e interrumpen activamente el buen funcionamiento. Esto provoca que los políticos echen espuma por la boca. Así es como se avanza.
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