viernes, 18 de enero de 2013

La presencia militar francesa en Mali

Con la represión a los rebeldes islamistas, Francia tiene la excusa para entrar a un país rico en uranio


Tropas de Francia están actuando contra rebeldes de la República de Mali, en África, con el pretexto de combatir el terrorismo. Esa fuerza armada extraña a la región recibe el apoyo de fuertes ataques aéreos contra los blancos rebeldes por parte de la aviación de guerra de Francia. La misma Francia gobernada por François Hollande, un socialista que se suponía venía a cambiar la imagen neoliberal y colonialista de su predecesor Nicolás Sarkozy.

Más allá de las buenas intenciones

Al parecer, los intereses económicos de París pueden más que las ideologías o las buenas intenciones. No hay razones políticas, de peligro inminente o de brote terrorista que justifiquen la acción militar francesa en Mali. Esta pequeña nación al borde del colapso institucional es una de las regiones más pobres del mundo y está enclavada en medio de África, rodeada de otras repúblicas que fueron colonias francesas en el pasado reciente. Todos esos estados africanos nacidos a partir de su separación de la metrópolis imperial tienen fronteras marcadas con lápiz y regla sobre un mapa y trazadas arbitrariamente desde las capitales europeas.

Fronteras que no respetaron etnias, religiones ni zonas tribales o geográficas naturales. Cada imperio colonial arrebató lo que pudo y trazó divisiones administrativas antojadizas. Esas divisiones, al estallar los movimientos libertarios e independentistas, generaron en las nuevas naciones africanas tensiones internas de distinta intensidad. En algunos casos se arreglaron con distribuciones del poder, en otros hubo vencedores y vencidos, y en muchos se generaron guerras tribales o religiosas que sembraron el terror y cuya duración es indeterminada.

En Ruanda, hutus y tutsis se masacraron con armas ceremoniales en una orgía de sangre y muerte que nadie frenó con decisión y fuerza suficiente. El mundo occidental y desarrollado, sin intervenir, observó pasivamente cómo esos dos pueblos se destrozaron.

Y allí aparecen los valientes soldados 

Hoy vemos con asombro cómo Francia interviene activamente con tropas de elite en una zona conflictiva, en aparente ayuda al gobierno de Mali contra unos rebeldes a los que la prensa oficial francesa tilda de islamistas. Calificativo extraño en un país donde el 97% de la población profesa la religión islámica. ¿Quién es rebelde y quién no? ¿Cuáles son los islamistas y cuáles solamente son los islámicos?

El motivo central de la presencia militar francesa en Mali es que esa pequeña nación tiene reservas importantes de uranio. Y Francia genera el 85% de su energía eléctrica a través de plantas nucleares que utilizan ese elemento como combustible. ¡Caramba, qué casualidad! La República de Mali ex colonia francesa— tiene uranio, Francia necesita ese mineral y las tropas francesas se trasladan al lugar para aplastar una supuesta rebelión de grupos islamistas.

Ya pasó en Libia. Aviones franceses de última generación demolieron Trípoli para destronar el régimen de Muamar Gadafi e instaurar una democracia.

El hecho de que Libia sea un gigantesco productor de petróleo es una coincidencia que nada tuvo que ver con la desinteresada acción de los valientes franceses que luchan para llevar al mundo los ideales de la revolución de 1789: «Libertad, igualdad y fraternidad». Si de paso hay un buen negocio en medio, con lo recaudado se pagan los gastos de la campaña militar. Si luego del ataque, las muertes y el cierre del negocio no se establece un régimen democrático al mejor estilo de la culta Europa, es un problema de esos pueblos atrasados que nunca aprenden las buenas lecciones de sus amigos civilizados.

Insistimos: el uranio de Mali no tiene nada que ver con esta operación militar de Francia, que necesita material fisionable para sus reactores.


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