domingo, 10 de febrero de 2013

Los antepasados de Punset


Si una constructora contrata a un albañil, es porque sabe hacer su trabajo. En cambio, si ni siquiera sabe hacer un mortero (la argamasa en la que se mezcla arena y cemento con agua), sería despedido porque les ha mentido. Nadie nace enseñado, y cualquiera en su primer trabajo desconoce muchas cosas, pero con el tiempo las aprende. Y un albañil aprende lo primero a hacer mortero. Y si hubiese cocineros que ni siquiera saben freír un huevo, pues ¡apañados vamos!

Ahora bien, ayer me puse a leer en el penúltimo XL Semanal (el número 1319, del 3-9 de febrero de 2013) el texto que publica E. Punset, titulado «¿Cómo nos afecta la soledad y de dónde surge la empatía?», escribe en el tercer párrafo:
De ahí arranca el origen de la empatía, que surge como el acicate principal del comportamiento prosocial. Al contrario de lo que han predicado la mayoría de los autores y, muy especialmente, el etólogo austriaco Konrad Lorenz, las tinieblas del pasado no eran pura violencia y agresividad destilada por la trama genital de los primeros antepasados de los humanos: los chimpancés, junto a sus allegados opuestos, los bonobos. Los niveles de violencia heredados, lejos de explicarlos el entramado genético, resultan ser la pura tergiversación de la experiencia individual.
Releo más detenidamente: «... los primeros antepasados de los humanos: los chimpancés, junto a sus allegados opuestos, los bonobos».

¿Los chimpancés nuestros antepasados? Y lo dice alguien a quien se le considera uno de nuestros mejores divulgadores científicos. Una persona a la que se paga en la televisión pública por llevar un programa de divulgación científica, y no sabe algo tan elemental como que los chimpancés y humanos descendemos de un antepasado común, que somos parientes. No que los humanos descendamos de los chimpancés.

A ver Punset, es qué no sabe distinguir a primos de abuelos. Mis primos y yo compartimos abuelos, descendemos de ellos. Yo no desciendo de mis primos. Mis abuelos son mis antepasados, no mis primos. Así como que chimpancés y humanos somos parientes. Después de estos años todavía sigues así. Lo digo porque semejante error ya lo cometiste en el año 2009 y en la misma publicación (XL Semanal, 1131). Con esto, está demostrando que no tiene ni puñetera idea de asuntos científicos, es usted una estafa, está engañando a la gente. ¿Y que le paguen con dinero público? A un albañil que no sepa hacer mortero, lo despiden, y usted sigue cobrando como «divulgador científico»... ¡Vergonzoso!

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