En su novela Walden Tres —inspirada en Walden Dos (otra novela utópica de B.F. Skinner)— Ruben Ardila nos describe un país tropical gobernado conjuntamente por un militar y un psicólogo, creando un sociedad utópica experimental que bajo el lema «¡Ni Marx ni Jesús!» defienden un tipo de socialismo humanista. Del capítulo 11, titulado «Familia y sexualidad» recojo un extracto en el que nos hablan de unos Centros de Salud Sexual...
Teníamos clubes de solteros, donde podía ir un hombre o una mujer solos, a encontrar un compañero sexual para una noche, para un fin de semana o para toda la vida. Eran clubes similares a los que ya existían en otros países, pero el hecho de que los hubiera en el trópico le ponían los pelos de punta a la gente respetable.
Claro que lo que más escándalo causó fueron los Centros de Salud Sexual, que se fundaron en la capital y luego en otras ciudades. Los planeamos con gran cuidado y esmero. Se parecían a los clubes de «swingers» de Estados Unidos, o a los baños turcos de Europa. Allá una persona —hombre o mujer— mayor de edad, entraba y permanecía el tiempo que quisiera. Tenía un cuarto para su uso personal, podía tomar un baño, caminar desnudo por los corredores y salones, descansar, hacer el amor con quien quisiera, tomar un trago, comer, dormir. No eran realmente casas de placer, aunque abundaban las orgías y lo que en la terminología anterior a la Nueva Era se denominaba «desenfreno sexual». ¡Obviamente que nadie cobraba por sus «servicios» sexuales!
Una persona podía entrar al terminar su trabajo, y hacer el amor con cuatro o cinco personas diferentes. El compañero sexual podía tener nombre o no tenerlo, ser joven o viejo, atractivo o feo. Cada uno decidía con quién acostarse. En la cama hacían lo que quisieran, y en terminología psicoanalítica se podía decir que se trataba de una sexualidad «perversa y polimorfa». Nada más lejos de nosotros que hacer una evaluación de tales conductas.
El problema en los Centros de Salud Sexual, como en los sitios análogos, eran las enfermedades de transmisión sexual. Habíamos hecho lo imposible por erradicarlas, pero en nuestro bello país tropical volvían a aparecer, a pesar de nuestros esfuerzos. La medicina estaba socializada, no se cobraba nada por los servicios médicos ni por las drogas, se hacía propaganda a favor de la salud, pero a pesar de ello seguían apareciendo enfermedades venéreas. Las gentes que frecuentaban estos Centros donde podía convertirse en realidad sus más secretas fantasías sexuales, decían que realmente pocas veces existía el riesgo de adquirir una enfermedad venérea. Al menos casi nadie confesaba que la había adquirido. Llegaría el día en que tales enfermedades hubieran desaparecido del mundo. ¡O al menos de nuestro mundo!
Como los Centros de Salud Sexual eran algo que se discutía a los cuatro vientos, y acerca de lo cual hablaban mucho los visitantes, yo me opuse a que se admitieran extranjeros en tales Centros. Después de todo, sitios similares ya existían en los países más industrializados, pero nunca se tenía tanto cuidado con la prevención de enfermedades de transmisión sexual como teníamos nosotros. De todos modos el asunto de los Centros de Salud Sexual fue algo de lo cual se habló en los más importantes periódicos del mundo (y en otros no tan importantes como Playboy). Yo creo que a lo mejor hemos debido establecer tales Centros pero no hacerles mucha difusión. Los extranjeros se morían de ganas por hacer un «estudio de campo» en tales sitios...
La familia no se hizo pedazos porque un hombre o una mujer pudieran ir a estos Centros, pasar unas horas con tres compañeros sexuales diferentes, que no tenían nombre, sino sólo sexo, en la mayor parte de los casos, y volver a casa con el marido o la esposa a quien realmente amaban. Las relaciones se fortificaron en lugar de debilitarse.
Dentro de la reforma de la familia un lugar de gran importancia lo ocuparon los ancianos. Sus potencialidades se utilizaron para el bien de la sociedad y para el bien de cada uno de ellos. Los ancianos tuvieron mucha importancia en la Nueva Era, se valoraron, se cuidaron y se buscó que pasaran una existencia plena y feliz, sin dedicarse a rumiar las angustias del pasado ni tampoco a sufrir por la inminente llegada de la muerte.
RUBEN ARDILA
Walden Tres (1979)
Walden Tres (1979)
y en terminología psicoanalítica se podía decir que se trataba de una sexualidad «perversa y polimorfa». Nada más lejos de nosotros que hacer una evaluación de tales conductas
ResponderEliminarEso suena a falso progre. Pero además a ignorancia. El psicoanálisis no tiene nada que decir sobre qué posturas practicas con tu pareja o parejas. Pero el psicoanálisis, entre otras cosas, busca síntomas, y si tienes una fijación con el ano hasta el punto de que te gusta que te caguen encima, entonces podemos empezar a hablar de "perversiones sexuales", que son: 1) Culturales -aquí se asume todo lo dicho por Levi-Strauss al respecto pero bajo la premisa que si en nuestra cultura dicho comportamiento va a resultar desordenado entonces hay que pensar qué tipo de consecuencias va a tener en la psique del individuo (no se entra a juzgar, simple y llanamente si te sales de la norma eso tiene consecuencias, bien, afrontémoslas) y 2) Médicas, porque el origen de lo que produce goce en el sujeto puede tener una explicación biológica o psíquica. De nuevo no se trata de entrar a juzgar si el que te pasen una sierra por el prepucio y te corras es bueno o malo en sí mismo, sino a preguntarse a qué obedece que "actividad desordenada" sea precisamente lo que más te excita. Así que se buscan comportamientos sexuales que, en nuestra cultura, pueden parecer a priori desordenados, para encontrar aquello que la persona está metonimizando. Puedes empezar por alguien que chupa los meaderos de la oficina y terminar con que quiere que le descubran y le echen del trabajo para que así le abandone su compañera. Todo es jodidamente complicado y el inconsciente lo sabe y llama la atención como puede, muchas veces a a través de comportamientos extravagantes y otras veces menos.
"Como los Centros de Salud Sexual eran algo que se discutía a los cuatro vientos, y acerca de lo cual hablaban mucho los visitantes, yo me opuse a que se admitieran extranjeros en tales Centros. Después de todo, sitios similares ya existían en los países más industrializados, pero nunca se tenía tanto cuidado con la prevención de enfermedades de transmisión sexual como teníamos nosotros. De todos modos el asunto de los Centros de Salud Sexual fue algo de lo cual se habló en los más importantes periódicos del mundo (y en otros no tan importantes como Playboy). Yo creo que a lo mejor hemos debido establecer tales Centros pero no hacerles mucha difusión. Los extranjeros se morían de ganas por hacer un «estudio de campo» en tales sitios...
Este párrafo me temo debe condensar todo el libelo. Morbillo de la noche de los sábados en telecinco, con un toque institucional muy de el telediario del mediodía en Antena 3 y un falso reclamo de moderno racismo amparado en la calidad de asistencia sanitaria en los países de origen. El autor cree en realidad tan poco en su propia utopía que no contempla la posibilidad de que los turistas sexuales sean apartados por los propios nativos, porque se vería a la legua que vienen con sus viejos códigos sexuales y sería muy difícil que consiguieran relacionarse con los habitantes del país tropical.
En fin ¿quién dijo que el conductismo lejos de ser una teoría emancipatoria era sólo una práctica que nos permitía estar más a gusto en esta sociedad? Benditos robots porque ni sienten, ni padecen...
Salud :)
Ya dije que es una novela (de 1979), y como tal, o sea ficción, ha de ser considerada.
ResponderEliminarWalden Dos inspiró a la comunidad intencional de Twin Oaks, y esta gente tiene poco de autoritaria.
Los tres párrafos anteriores al extracto que puse son estos:
A los niños y jóvenes se les daba educación sexual exhaustiva y seria. La sexualidad dejó de ser un mito, y tampoco caímos en la promiscuidad ni en las perversiones. El hecho de legalizar la homosexualidad entre adultos que consienten no hizo que aumentara el número de homosexuales, pero sí hizo que se disminuyera el número de suicidios entre ese atormentado segmento de la población humana.
–Como nadie tiene problemas sexuales, aquí un psicoanalista no tendría oficio– dijo una vez un visitante extranjero.
Eso tampoco era cierto, ya que ahora se dedicaban a otras cosas y no a trabajar sobre la sexualidad en los dispensarios de salud mental. Por otra parte, por el énfasis científico que le dábamos a la sociedad, y la poca simpatía que la ciencia tiene por el psicoanálisis, pensábamos que a este no le aguardaba un futuro muy promisorio en la Nueva Era.
Que sigas creyendo en el psicoanálisis, es tu problema. Le ha pasado lo mismo que al conductismo.... Han quedado desfasados.
No es un problema, es una virtud. Y que sigas tú creyendo qué el psicoanálisis es lo que dicen los libros conductistas sí es un problema. A mi me resulta muy llamativo que tengas esa querencia por una teoría que en un lado de la balanza es usada por 1) Psicólogos de cárcel 2) Psicólogos de empresa y jefes de recursos humanos 3) Publicistas y expertos en marrketing 4) Políticos profesionales 5) Demás aves de rapiña para los que moralmente un ratón es lo mismo que un ser humano y en el otro lado de la balanza 1) "Comunidad intencional de Twin Oaks".
ResponderEliminarComo ves tan neutra no es la ideología conductista, alguien ha intentado hacer una bicicleta con dos cuadrados, como los de Twin Oaks, pero el resto tiene muy claro para lo que sirve cosificar al ser humano y trabajar sólo con lo superficial de su comportamiento.
Y no tengo ninguna fijación con el psicoanálisis, no más que con el anarquismo. Son mis ideas y son profundamente complementarias. Una emancipa las necesidades y otra las emociones.
Salud :)
Que yo recuerde, figuras importantes del conductismo como Watson y Skinner nunca hicieron críticas feroces al psicoanálisis. No compartían puntos pero respetaron siempre a Freud. Más críticos fueron Foucault, Deleuze y Guattari, y para nada son conductistas.
ResponderEliminarComo ya dije, el conductismo como el psicoanálisis han quedado algo desfasados.
El texto de Rubén Ardila lo puse por otros motivos, no para atacar al psicoanálisis. Pero si menciona al psicoanálisis y los psicoanalistas, no es cosa mía. Simplemente pongo el texto tal cual. Mi intención era otra, y mis disculpas si he ofendido a alguien.
Pero, sí que es un problema, eso de decir que el psicoanálisis sea emancipador y el conductismo cosificador, es pecar de un maniqueísmo simplón. De la misma manera que los conductistas participan en el control social de las personas a través de las instituciones, lo mismo hacen los psicoanalistas. Los psicoanalistas no son mejores ni peores que los conductistas. La ideología de ambas corrientes depende de cada uno de sus practicantes.
El capitalismo no es malo, lo son algunos de los que hacen negocios en el ¿dónde he oído yo esa lógica antes?
ResponderEliminarNi el psicoanálisis está desfasado, en todo caso demasiado adelantado a unos tiempos que caminan para atrás, ni el conductismo ocupa el mismo lugar en las instituciones que el psicoanálisis. La utilidad del conductismo, y el tipo de gente en la que suelen penetrar esas ideas,está claro y por si no lo está lo repito:
1) Psicólogos de cárcel
2) Psicólogos de empresa y jefes de recursos humanos
3) Publicistas y expertos en marrketing
4) Políticos profesionales especializados en el palo y la zanahoria y sus asesores de imagen
5) Demás aves de rapiña para los que moralmente un ratón es lo mismo que un ser humano
Aunque lo diga así, la proporción de conductistas que acompañan a estos especímenes es desmesuradamente alta. Y la de psicoanalistas absolutamente baja. Negarlo, o decir que el conductismo es "neutro", es simplemente mirar para otro lado. Poco lúcido me parece cualquier análisis que niegue ese punto de partida, así que me retiro de esta discusión.
Salud.
Lo que sí es de poca lucidez, decir que el conductismo es pro-capitalista y el psicoanálisis es anticapitalista. Partir de esa lógica infantil de «buenos y malos» sí que es absurda.
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