domingo, 10 de marzo de 2013

NOAM CHOMSKY, BUFÓN DE CHÁVEZ.



   Contrariamente a lo que muchos piensan, la capacidad de creer en falacias y aceptar ciegamente una ficción, por fantasiosa y grotesca que esta sea, no es atributo de tontos e ignorantes. El famoso ensayista Noam Chomsky nos acaba de mostrar que también intelectuales cultivados, inteligentes y perspicaces pueden volverse crédulos y aceptar conductas y actuaciones políticas a todas luces demagógicas, falaces y autoritarias. Creerlo o por lo menos simularlo.

    Claro que no es nada nuevo ver a un intelectual de alto rango caer en tal contradicción. Ya con la Unión Sovietica y la China maoista tuvimos el irracional fenómeno de los "compañeros de viaje"... Esos intelectuales que creyeron -muchos de ellos de buena fé- en la instauración del "socialismo" y la construcción del "hombre nuevo" en esos paises, hasta que los hechos les obligaron a darse cuenta de lo que realmente eran ésos regímenes.

    Por éso es obligado preguntarse :  ¿cómo un hombre, aparentemente capaz de razonar, de analizar criticamente lo que sucede en el mundo, puede viajar hoy a Venezuela para loar "el socialismo del siglo XXI" sin apercibirse de la mentalidad castrense de su inventor, el Comandante Chávez, ni del populismo grotesco de su llamada "Revolución Bolivariana"? ¿Cómo puede Chomsky cometer el mismo error que cometieron, en el pasado siglo, famosos intelectuales de la época, unos loando a Stalin y otros, años mas tarde, alabando a Mao y su "Pequeño Libro Rojo", éllos por haber creido que en  Rusia y China se estaba construyendo el "verdadero comunismo", y él por creer ahora que en Venezuela se está creando "un nuevo mundo, un mundo diferente"? ¿Cómo a podido olvidar que despues todos esos intelectuales se vieron obligados a hacer un mea culpa por la ceguera ideológica que les había impedido ver lo que había detrás del discurso revolucionario estalinista y maoista?

   Ese totalitarismo, responsable de la muerte de millones de gentes, que inspiró a Castro para imponer desde hace cincuenta años en Cuba una dictadura de la que Chávez es (fué) un devoto admirador.

   
   Con Chomsky tenemos pues que interrogarnos también sobre el misterio de ésa extraña cohabitación de la inteligencia mas aguda y la credulidad mas obtusa en un mismo espíritu humano.

EL ANTIIMPERIALISMO MIOPE

   ¿Será pues éste obstinado antiimperialismo, el hecho de que para él lo principal es denunciar las injusticias que prevalecen en los USA así como las injusticias generadas por éste pais a la escala del planeta, lo que le lleva a posicionarse de manera tan desconcertante con lo que pasa en el continente americano?

  Efectivamente, aunque Chomsky se sigue considerando "anarquista libertario" está claro que para él las consideraciones ideológicas deben pasar a un segundo plano y que se debe establecer una especie de graduación entre las injusticias según el grado de peligrosidad planetaria de los blancos contra los que se dirige la crítica. El problema es que éste relativismo político permita a muchos marxistas-leninistas, populistas y políticos, cuya única preocupación es la conquista del poder, su ejercicio y su conservación, a ampararse solo de los argumentos antiimperialistas de Chomsky en lugar de preocuparse  por la ayuda a aportar a la población para organizarse por ella misma, sin necesidad de líderes ni salvadores.
  
  
      Y esto es un verdadero problema porque Chomsky no hace ni dice nada para disuadirles de hacerlo. Al contrario, manteniendose con tanta perseverancia en ésta inmoral discreción y dejándose fotografiar al lado de los Castro y los Chávez se hace -aunque los elogios sean discretos y de coveniencia- cómplice de las bufonadas y de las derivas autoritarias, dictatoriales, de éstos nuevos oligarcas.
     
    Desgraciadamente, ésta obstinación en mantener tan maníquea discreción (por considerar menos peligroso el acceso al poder de estos populistas que los destrozos que causa el imperialismo yanqui en el mundo) no es solo ineficaz para impedirles tales destrozos (estos populistas siguen haciendo negocios con las multinacionales del imperio) sino que contribuye a desmovilizar a los pueblos y a hacer aún mas dificil la tarea de los que si luchan contra la dominación planetaria del Capital y el Estado.

  Es posible que, dada su edad, Chomsky no pueda reconocerlo: pero es imposible pensar que no sea consciente de la distancia que lo separa de toos aquellos que recogen sus argumentos contra el imperialismo yanqui, y que, en cambio, se muestran muy reticentes, por interes o comodidad, a denunciar las formas de dominación de esos populistas pretendidamente revolucionarios.

                                                                                     OCTAVIO ALBEROLA


   

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