martes, 7 de enero de 2014

¿Somos realmente libres?


—El «sentimiento de libertad» no debería engañar a nadie —dijo Frazier—. Muéstreme un caso concreto.

—Muy bien. Ahora mismo —dijo Castle. Cogió una caja de cerillas—. Soy libre de tenerla en la mano o de tirarla al suelo.

—Usted, por supuesto, hará una de las dos cosas —dijo Frazier—. Lingüísticamente, o lógicamente, parece que existan dos posibilidades, pero creo que, de hecho, sólo hay una. Las fuerzas determinantes, por muy sutiles que sean, son inexorables. Sugiero que en este caso, dado que usted es una persona ordenada, probablemente optará por conservarla en su mano… ¡Ah, bueno, la soltó! Bien, como puede ver, su acción se inscribe dentro de su conducta global con respecto a mí. No pudo resistir la tentación de probar que me había equivocado. Era legítimo por su parte. En realidad, no tenía otra opción. El factor decisivo llegó un poco tarde y, naturalmente, usted no podía prever el resultado cuando al principio la retuvo en la mano. En aquel momento, no existía probabilidad elevada de que usted eligiera una de las dos alternativas, y en consecuencia dijo que era libre.

B.F. SKINNER
Walden Dos

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