Por SAID BOUAMAMA
Desigualdades sociales masivas, discriminaciones raciales insoportables, acoso policial sistemático y militarización de la policía... las revueltas populares de Francia, Bélgica y los Estados Unidos revelan similitudes. El tratamiento médiatico de esas revueltas son también de una similitud sorprendente, con los mismos mecanismos de manipulación de la información. De ahi que la solidaridad internacional con los indignados se haga necesaria.
19 septiembre 2014
El pasado sábado 9 de agosto un joven negro de 18 años, Michael Brown, fue asesinado en la ciudad de Ferguson, en Missouri, por seis de disparos de bala de un policía. La víctima estaba desarmada y huía con las manos en alto para evidenciar que lo estaba. Durante 10 días una revuelta popular ha ocupado las calles. Los habitantes desfilaban día y noche blandiendo eslóganes como «Sin justicia no hay paz». Tiendas y edificios públicos fueron saqueados y se atacó el cuartel general de la policía. La respuesta policial fue violenta, se decretó el estado de emergencia y el toque de queda. Los militares de la guardia nacional fueron llamados para reforzar y reprimir las manifestaciones.
La reconstrucción mediática de los hechos
Si se escucha o lee la prensa francesa, los miembros de la revuelta son típicos estadounidenses. Estaríamos en presencia de los efectos de la segregación y de tensiones interraciales específicas a las grandes ciudades estadounidenses. Esta primera matriz informativa permite evitar cualquier similitud con las revueltas que cada cierto tiempo suceden en los barrios franceses. Una segunda matriz informativa centra toda la información en el carácter emotivo de las protestas. Esta aproximación a la noticia, en apariencia comprensiva, intenta alejarla de toda intencionalidad política, ocultando igualmente las causas reales de los acontecimientos. Dejándose llevar por sus emociones, los manifestantes estarían cometiendo acciones totalmente irracionales. Para terminar, una tercera matriz informativa imputa las acciones de destrucción y saqueo a individuos venidos de fuera de la propia ciudad. Estaríamos en presencia de por un lado manifestantes pacíficos y por otro de violentos venidos del exterior.
Estas tres matrices informativas se corresponden con tres procedimientos de manipulación mediática muy frecuentes en el tratamiento informativo de las revueltas de los barrios franceses: la excepcionalidad, la despolitización y la división. La excepcionalidad permite invisibilizar las causas sistémicas que conducen a las revueltas (desigualdades sociales, discriminación racial, control policial sistemático, etc.) La despolitización intenta hacer imposible la solidaridad entre las diferentes revueltas. Ante actos irracionales, la solidaridad no es una respuesta posible. Por eso se prefiere hablar de disturbios y no de revueltas, palabra ésta con connotaciones políticas. La división permitiría legitimar una represión violenta.
Baste recordar la cobertura mediática de las revueltas de 2005 en Francia que siguieron al asesinato de dos adolescentes (revueltas en 400 barrios populares durante 21 días) para darse cuenta de que han sido empleadas las mismas formas de actuar. Aunque por supuesto hay especificidades estadounidenses, éstas tienen más que ver con una dimensión cuantitativa (magnitud de los guetos y de la segregación, magnitud de la militarización del armamento de la policía,…) que con una dimensión cualitativa, la de sus causas reales. Las revueltas populares en EEUU, en Bélgica o en Francia, revelan unas desigualdades y unas discriminaciones racistas inaguantables, un acoso policial frecuente y una militarización de la policía.
Un factor revelador de las desigualdades sociales y de las discriminaciones racistas
Dos cifras elocuentes sacadas de la revista Fortune permiten la percepción de una base material subyacente a las revueltas: la cuarta parte de los habitantes de la ciudad viven bajo el umbral de la pobreza; la tasa de paro de los afroamericanos del condado de San Luís, en el que se sitúa la ciudad, es del 26%, tres veces mayor que la de los blancos [1].
«El nivel de las desigualdades no es, sin duda, la causa de los problemas de Ferguson; más bien forma parte de las frustraciones» subraya en la misma publicación Larry Mishel, director del Instituto de política económica. Aunque pensamos que el término frustración no es adecuado, ya que tiende a hacer ver un problema social como si fuera un problema psicológico, encontramos en esta afirmación una dualidad presente en toda situación de revuelta urbana: un factor desencadenante que revela unas causas sociales preñadas de cólera.
¿Es muy diferente la situación de los barrios populares franceses?
Veamos dos cifras avanzadas por el informe 2013 de Zonas Urbanas Sensibles publicado el pasado diciembre por el secretariado del Comité Interministerial de Ciudades: una tasa de paro del 24,2% en las ZUS, y cercana al 45% entre los habitantes entre 16 y 25 años; una tasa de pobreza del 60% del ingreso medio [2] en el 36,5% de la población.
Aunque el cálculo del umbral de la pobreza sea diferente, las cifras bastan para demostrar la desigualdad masiva que toca a los habitantes de las llamadas Zonas Urbanas Sensibles.
En Francia también existe una base material para la cólera y la revuelta. Ferguson también se caracteriza por una rápida transformación de la composición de su población. En 1970 el 99% de su población era blanca. Hoy el 67% es negra. La explicación es económica y social. La emigración de los más pobres, muchos de ellos negros, hacia las ciudades del extrarradio está ligada al aumento de los precios de la vivienda. «La tendencia es nacional. San Luís es un caso típico. La población pobre, principalmente negros, se va de las grandes ciudades al extrarradio por falta de medios [3]», según el profesor Todd Swanstrom de la universidad de San Luis en Missouri.
El mismo proceso se observa en grandes ciudades europeas de Francia, Bélgica o Inglaterra. La concentración espacial de la pobreza es en EEUU como en Europa el resultado de un mercado de la vivienda basado exclusivamente en la ley del máximo beneficio.
La población negra de Ferguson sufre, como la del resto del país, las discriminaciones racistas sistémicas e institucionales. En este caso también encontramos algunas cifras reveladoras: los ingresos medios de los hogares negros son del 69% de los de los hogares blancos; solo el 21 % de los negros americanos de más de 25 años están diplomados, frente al 34% en el caso de los blancos; la diferencia en la esperanza de vida es de cuatro años; el 28 % de los negros vive bajo el umbral de la pobreza, frente al 10% de los blancos; hay el doble de negros en paro (13,4% frente a 6,7% en 2013) [4], etc.
¿Tan diferente es la situación en Francia?
Una investigación de la Oficina Internacional del Trabajo de 2008 sobre cuestiones laborales arroja el siguiente resultado: «En su conjunto, los jefes de empresas investigados discriminaron claramente a los trabajadores procedentes de minorías (de origen magrebí o del África negra) y solo el 11% de los jefes de estas empresas ofreció, a lo largo del proceso de selección de personal, un trato igual a ambos candidatos […]
»Casi el 90% de la discriminación global se da ya antes de que los patronos se reúnan con los candidatos para una entrevista». [5]
Se podrían encontrar las mismas cifras en cuanto a acceso a la vivienda, niveles de formación, calificaciones académicas… Aunque la amplitud del fenómeno no llega a las cifras de EEUU, en Europa la discriminación también es masiva, sistemática e institucionalizada. De hecho, las declaraciones de los jóvenes en 2005 ponían el acento en dos factores: las discriminaciones racistas y el comportamiento de la policía.
Un factor revelador del acoso policial
Los negros estadounidenses constituyen casi la mitad de la población penitenciaria del país, mientras que representan solo el 13% de la población. Los cupos policiales que deben reunir los agentes se nutren de registros y detenciones de jóvenes negros. Las declaraciones policiales en cuanto a la muerte de Michael Brown bastan para probar la existencia de un acoso policial. La versión de los servicios policiales indica que el «crimen» cometido por Michael Brown y que atrajo la intervención de la policía fue haber atravesado fuera de un paso de peatones. Uno de los resultados de este modus operandi es la encarcelación masiva de ciudadanos (2,2 millones de personas). Los controles de policía humillantes y el paso por prisión son experiencias por las que pasan la mayoría de los adolescentes.
De este modo, la muerte a manos de la policía de jóvenes negros es bastante frecuente: Amadou Diallo en 1999, Sean Bell en 2006, Trayvon Martin en 2012, Eric Garner en 2014, por citar sólo algunos de los que más repercusión mediática han tenido. No se trata por tanto de situaciones puntuales que se han ido de las manos, sino que es la consecuencia de una práctica policial resultado de la búsqueda de cifras de rendimiento policial, de controles regulares y sistemáticos y de la impunidad de la policía en casos de homicidio.
También en este aspecto la diferencia con los países europeos es solo cuantitativa. No logra esconder los procesos en marcha. Un estudio sobre 500 controles policiales en cinco lugares parisinos, en la Estación del Norte y en la estación Châtelet-les-Halles y sus alrededores, arroja los siguientes datos:
— No se hacen controles «por lo que la gente ha hecho sino por lo que la gente es o parece ser».
— Dependiendo de los lugares observados, los negros corrían el riesgo de ser controlados entre 3,3 y 11,5 veces más que los no negros.
— En general los árabes fueron controlados más de 7 veces más que los blancos. [6]
Son frecuentes las provocaciones individuales, en coche o durante las detenciones, las palabras hirientes, los gestos brutales, los forcejeos y los insultos.
A tal punto que esa es una de las cosas que los adolescentes de los barrios periféricos aprenden en casa cuando son adolescentes: «No respondas a las provocaciones de la policía». [7]
Las mismas causas provocan los mismos efectos. El homicidio de negros y árabes es frecuente en la prensa. El libro Permis de tuer, Chronique de l’impunité policière, Sylepse, 2014 («Permiso para matar crónica de la impunidad policial»), recientemente publicado, relata seis de estos crímenes y las luchas que provocaron.
Reproducimos un extracto de su Prefacio:
«En Francia la pena de muerte fue abolida en 1981, pero el permiso para matar aún existe. La violencia y los crímenes policiales acompasan la vida de los barrios populares desde hace décadas. Con más de diez muertos al año (conocidos), la actualidad de estos hechos sigue siendo escandalosa. Dar una cifra exacta es imposible, pero sabemos que varios cientos de muertos han sido contabilizados a lo largo de los últimos 30 años.» [8]
Ya sea mirando las causas o las consecuencias, las similitudes son nítidas entre los EEUU y los países europeos. Revelan la existencia de algo más que hechos aislados. Se trata del resultado del funcionamiento sistemático del aparato policial y de las misiones que le son confiadas para regular los efectos de una sociedad cada vez más desigual. Para llevar a cabo estas misiones, la policía se ha militarizado, o sea, se ha dotado de armas y equipamiento que cada vez se parecen más a armamento de guerra. Esta militarización tampoco es específica de los Estados Unidos.
Notas:
[1] Stéphen Gandel, «The economic imbalance fueling Ferguson’s unrest», Fortune, 15 agosto 2014
[2] Le revenu médian sépare en deux parts égales l’ensemble de la population : ici, la moitié de la population touche moins, l’autre moitié touche davantage. En Europe est considéré comme pauvre celui dont le revenu n’atteint pas 60 % de ce revenu médian.
[3] Ouest France du 21 août 2014.
[4] Où en est l’égalité raciale aux Etats-Unis ?, Observatoire des inégalités, 4 novembre 2013.
[5] E. Cediey et F. Foroni, La discrimination à raison de « l’origine » dans les embauches en France, Une enquête nationale par tests de discrimination selon la méthode du BIT, ORGANISATION Internationale du Travail, Genève, 2007. Cette enquête compare les chances d’avoir une réponse positive pour deux candidats, l’un issu du groupe dit « majoritaire (blanc et autochtone) et l’autre issu du groupe dit « minoritaire » (d’origine maghrébine ou noire africaine
[6] Fabien Jobard et René Lévy, Police et minorités visibles : les contrôles d’identité à Paris, Open Society Institute, New York, 2009.
[7] Pourquoi la Bac a des manières « rudes et humiliantes», entretien avec Didier Fassin, Rue 89, 3 décembre 2011. Voir aussi le livre de Didier Fassin, La Force de l’ordre : une anthropologie de la police des quartiers, éd. Seuil, octobre 2011.
[8] Permis de Tuer, Sylepse, 2014.
Crédito Photo: DR
Traduccion del francés por Quique Guerrero para Investig’Action
Fuente : http://www.michelcollon.info/Revolt...
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