martes, 9 de septiembre de 2014

Relatos de peces

La leyenda del lucio del emperador (siglo XV).

Cuatro mil años de mitos y misterio

Por KEITH E. BANISTER

A la mayoría de la gente, la palabra «pez» le recuerda un plato de bacalao frito (o de salmón ahumado en una fiesta), un pez rojo (o un tetra neón) en un acuario, las historias de los pescadores, las películas sobre tiburones asesinos y las disputas de los gobiernos sobre los derechos de pesca.

No siempre ha sido así. Para los antiguos egipcios, los peces eran sagrados; una de las formas de la diosa Isis tiene cabeza de pez. Un pez gigante, la perca del Nilo, fue deificado y se embalsamaba a millares en la ciudad de Esueh.

Los mitos y misterios de los peces persisten. En los años setenta apareció en los periódicos ingleses una historia sobre un pescador de caña irlandés que pescó un lucio común tan grande y fuerte que remolcó su bote antes de romper el sedal. No hay nada nuevo en nuestra extrañeza sobre el tamaño de los peces, especialmente del lucio común. Conrad Gesner, en 1558, escribió que un hombre llevó su mula a beber en un lago y allí un lucio le mordió los labios, y colgando de ellos, sólo tras un forcejeo pudo la mula izar el lucio del agua. También conservamos un relato de Gesner sobre el lucio del emperador, del cual existen varias pinturas. En 1497 se pescó en Alemania un lucio que tenía alrededor del «cuello» un anillo de cobre con un mensaje: el anillo había sido colocado allí por Federico II en 1230. El lucio medía 5,8 m y pesaba un cuarto de tonelada. Además, para probar que no se trataba sólo de una historia de pescador, su esqueleto se guardó en la catedral de Mannheim. Cuando dicho esqueleto fue examinado en el siglo XIX, se vio que la cabeza era de un lucio, pero que el cuerpo estaba compuesto de los de varios lucios unidos. La verdad sobre el lucio común es menos espectacular: puede llegar a pesar 18 kg y vivir unos 30 años.

Regaleco o rey de los arenques.

Algunos mitos, como los de las sirenas, nunca podrán ser resueltos: sus orígenes son demasiados remotos, tanto cronológicamente como en la realidad. Los compatriotas mitológicos de las sirenas, las serpientes marinas, podrían haber tenido su origen en interpretaciones erróneas de peces vistos raras veces. El lector inquisitivo debería tener en cuenta al rey de los arenques (Regalecus glesne), los peces luna (Mola), y el tiburón ballena (Rhincodon typus).

Los ataques de los tiburones han sido menos peligrosos para el hombre que los venenos de los peces. Una exquisitez de los restaurantes japoneses es el fugu, hecho del hígado, muy venenoso, de un pez erizo. Si se le cocina correctamente, es comestible; si no, podrían morir más personas en un restaurante en una sola noche que las que son atacadas por los tiburones en todo un año.

Lluvia de peces.

Se ha atestiguado sobre lluvias de peces (y de ranas) muchas veces en los últimos mil años. Sólo podemos hacer conjeturas sobre sus causas. Se cree que un tornado pasó sobre el agua, se convirtió en una tromba marina, absorbió los peces con el agua y, cuando el viento disminuyo, los peces cayeron. La mayoría de los peces sujetos a tal indignidad son pequeños, pero en la India hubo una lluvia con peces de hasta 3 kg. A veces, peces pequeños fueron izados hasta la altura en que se formaba el granizo y bajaron recubiertos de hielo. En Europa, han caído unas diez especies de peces, incluyendo el lucio común, el arenque, la trucha común y espinosos, pero hasta ahora no han caído serpientes marinas ni sirenas.

Natura
Enciclopedia de los Animales
Volumen 6 (1985)

2 comentarios:

  1. Buen artículo. Muchas criaturas marinas mitológicas seguramente se puedan explicar por algún ejemplar no conocido en la época o quien sabe si alguna criatura que prehistórica que consiguió sobrevivir más de lo que pensamos. En todo caso son posibilidades apasionantes. El mito de los tiburones y su sed de sangre se debe sin duda en gran parte a la película tiburón de Spielberg, pero curiosamente está basada en hechos reales, algo no muy conocido:

    Los hechos reales de la película Tiburón

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  2. El protagonista de Matawan, en 1916, tiene muchas más probabilidades de que hubiese sido un tiburón toro (o varios) que el blanco. El tiburón toro tiene la peculiariedad de poder remontar los ríos y aguantar el agua dulce. Se les puede ver en ríos como el Misisipi, el Amazonas, o el Zambeze. Tanto en las Américas, como en Asia tropical. Del norte de Australia a Sudáfrica. Incluidos los tiburones de los lagos nicaragüenses son de esa misma especie.

    El tiburón blanco que también pudiese haber inspirado a la película, por su tamaño, fue el capturado en aguas cubanas en 1945.

    http://losdeabajoalaizquierda.blogspot.com.es/2009/11/monstruo-marino.html

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