lunes, 8 de diciembre de 2014

El pucherazo electoral de la UE en Moldavia

 

Manipulando por una causa justa: el recuento de los votos de las elecciones en la República de Moldavia ha acabado. Es evidente que los partidos pro-UE utilizaron todo tipo de trucos, por sucios que fueran, para permanecer en el poder

6 diciembre 2014

Casi una semana después de las elecciones al parlamento en la República de Moldavia ha concluido el recuento de los votos. Como se supo tras hacerse público en la capital Chisináu el resultado del recuento de los votos, el Partido Socialista es el partido más votado con 20,51% de los votos, seguido por los Demócratas Liberales del antiguo jefe de Gobierno Vlad Filat. El tercer partido más votado fue el Partido Comunista, que recibió el 17,48% de los votos. Junto con otros dos pequeños partidos, las fuerzas «proeuropeas» han obtenido el 45% de los votos, de manera que han logrado una mayoría muy justa de los escaños.

Antes de que se conocieran los resultados se supo que el gobierno pro-UE había utilizado todos los medios de las llamadas «técnicas electorales» para evitar la derrota electoral que le amenazaba, entre otras

—Influenciar al electorado mediante el reparto de paquetes de ayuda a los necesitados, que no faltan en el país.

—Creación de un partido fantasma llamado «Partido Comunista de los Reformadores de Moldavia», utilizando las mismas siglas (PCRM) y el símbolo comunista de la hoz y el martillo que utiliza el Partido Comunista de la República de Moldavia, el principal partido de la oposición. Ese partido aparecido de la nada logró casi el 5% de los votos y estuvo por tanto a punto de lograr alcanzar el 6% necesario para entrar en el parlamento. De esta manera posiblemente cumplió su papel, el quitarle votos al verdadero Partido Comunista.

Incluso un miembro de la coalición «proeuropea», el alcalde de la capital Chisináu Dorin Chirtoaca, reconoció que «alguien» de la coalición había sido el responsable de crear de la nada el partido de los supuestos Comunistas Reformadores. Sucio o no, el truco ha valido para impedir la victoria electoral del Partido Comunista que se daba por segura. Su jefe Vladimir Voronin se ha quejado y denunciado que se han falsificado los resultados y exigido un nuevo recuento, pero asume que su partido habrá de seguir en la oposición durante los próximos años.

—La misma organización de las elecciones tampoco ha sido dejada al azar por el campo pro-occidental. Según las cifras oficiales hay unos 700.000 trabajando en Rusia, lo que equivale a cerca del 1/6 de la población de Moldavia, que tiene una superficie similar a Cataluña (otras estimaciones hablan de un millón). Sus envíos de capital a sus familias son fundamentales para la economía moldava, ya que representan el 40% del PIB. Debido a que su interés por que Moldavia mantenga una relación estrecha con Moscú, son vistos con desconfianza por el Gobierno, que no les considera de fiar políticamente hablando.

Para ellos, la embajada de Moldavia en Rusia organizó tan sólo cinco centros para que pudiesen votar, en los cuales no había más que 3.000 papeletas electorales, algo a todas luces insuficiente, como denunció el gobierno ruso. Debido a ello, el día de las elecciones hubo en Moscú grandes colas para intentar votar y protestas airadas de los emigrantes moldavos, que veían cómo se les quitaba el derecho de votar. Que al hacerlo gritasen «¡Estamos a favor de Rusia!» fue visto con placer por la prensa de Moscú, pero no afectó en absoluto el resultado electoral.

—Se impidió que el partido también pro-ruso «Patria» del hombre de negocios Renato Usatii participase en las elecciones tres días antes de que tuvieran lugar, con el argumento de supuesta financiación ilegal desde el extranjero (unas decenas de miles de dólares). Las encuestas pronosticaban que dicho partido habría alcanzado un 15% de los votos que, al no ser de izquierdas, habrían debilitado a la coalición pro-UE y fortalecido aún más al bloque pro-ruso, marcadamente izquierdista.

—Para disipar el desprestigio de la coalición proeuropea hundida en luchas intestinas y escándalos de corrupción, la UE aceptó eliminar el visado a los moldavos para entrar en la UE y abrió su mercado al vino moldavo tras cerrar Moscú su mercado. De esta manera, Bruselas participó de manera directa en la competición electoral al suministrar a los proeuropeos unos resultados que ofrecer a la población, que sufre por el hundimiento de la economía tras las sucesivas sanciones rusas y teme perder el derecho a trabajar en Rusia.

El periódico alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung, decano de la prensa alemana, comentó el disgustado el resultado electoral afirmando que dichas prácticas son «habituales en el espacio postsoviético», pero «no corresponden» a un país que ambiciona acercarse a Europa. Rusia, por su parte, ha denunciado «graves violaciones» en la celebración de las elecciones, afirmando que a pesar de ello «los resultados de las legislativas demuestran que gran parte de los moldavos que participaron en los comicios se manifestaron a favor de desarrollar las relaciones con la Federación Rusa», así como por la «integración en el espacio euroasiático».


Naturalmente es también dudoso si el resultado electoral habría hecho posible una mayoría capaz de gobernar de las izquierdas moldavas. Los comunistas echan en cara el jefe del Partido Socialista Igor Dodon haber jugado un papel clave en el golpe que llevó a la caída de su gobierno en 2009. En aquel entonces fracasaron varios intentos de nombrar a un nuevo presidente debido a que en un verdadero maratón de votaciones tanto la derecha como la izquierda fue incapaz de ganar las votaciones debido a la ausencia de diputados carecían de la mayoría necesaria, hasta que finalmente un representante de los «proeuropeos» pudo imponerse.

Esas fuerzas van a poder continuar su camino en Moldavia, aunque ello tenga dramáticas consecuencias para la economía del país más pobre de Europa. El principal producto de exportación de Moldavia son productos agrarios y bebidas alcohólicas, como vino o brandy, y la producción vinícola da trabajo al 10% de la mano de obra, siendo el principal producto de exportación. Rusia, que hasta 2006/7 era el destino del 60% de las exportaciones de vino moldavo, ha impuesto en el pasado una y otra vez prohibiciones a la importación de algunos productos, para «recordar» al gobierno de Chisináu su dependencia del mercado ruso.

Actualmente no pueden venderse en el mercado ruso ni frutas y verduras de Moldavia, ni su vino, que debido a su fuerte sabor dulce y a menudo rancio no satisface el gusto de los europeos, por lo que en el extranjero como mucho tan sólo puede venderse en los bazares polacos en solidaridad contra Putin. El establecimiento de sanciones por parte de Rusia contra las frutas y verduras europeas, así como el ya de por sí saturado mercado del vino en Europa (Bruselas se gasta enormes sumas para eliminar los excedentes para evitar la caída de los precios) vaticinan que el futuro económico en Moldavia va a ser bastante duro.

Antes de las elecciones se firmó de manera apresurada un acuerdo de libre comercio entre Moldavia y la UE similar al que provocó el golpe en Ucrania, que rápidamente fue ratificado por el Parlamento Europeo para anticiparse a una posible derrota electoral del bloque pro-UE. A la pérdida del mercado ruso, donde iban destinadas la mayor parte de las exportaciones moldavas, se añadió así la entrada de las empresas occidentales en el mercado moldavo. Gracias a su tamaño, es inevitable que se hagan con el control del mercado y o compren o lleven a la quiebra a las empresas moldavas, que pese a obtener el acceso al mercado de la UE, debido a su baja productividad y altos costes son incapaces de competir con los productos de los muy subvencionados estados miembros de la UE. Debido a todo ello, la colonización económica de Moldavia será el resultado inevitable de su acercamiento a la UE, de la cual no formará parte pese a las peticiones de los proeuropeos y las promesas indefinidas de apoyo de Francia y Alemania.

Aún más negras son las perspectivas relacionadas con el suministro energético, debido a que la UE carece de fuentes de energía. Actualmente Moldavia depende al 100% del suministro ruso, que depende de los oleoductos y gaseoductos que atraviesan Ucrania. Teóricamente con la intención de acabar con esta dependencia Rumania y la UE patrocinaron la construcción del gaseoducto Iasi-Ungheni, que une la red gasística rumana con la moldava. En la práctica, debido a la falta de gas con el que llenar el gaseoducto, ya que Rumania depende también de Rusia, desde que se acabó su construcción el gaseoducto permanece vacío y sin uso.

La decisión rusa de abandonar la construcción del gaseoducto South Stream a través de los Balcanes y en su lugar convertir a Turquía en el centro de distribución del gas ruso en el sur de Europa deja a Moldavia en una dificil situación. A diferencia del resto de países, Moldavia, Rumania y Bulgaria (los principales oponentes de South Stream) dependen de un gaseoducto que está situado muy cerca del Donbass, donde tienen lugar los enfrentamientos entre el ejército de los golpistas de Kiev y las tropas de las «Repúblicas Populares» pro-rusas de Lugansk y Donetsk. Si la guerra se reactivase, Moldavia podría perder su suministro de energía, tras haber perdido el principal mercado para sus productos...

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