martes, 1 de agosto de 2017

Terrorismo y justicia

 

    [Compilación de fragmentos, hecha por un compañero nuestro desde Alemania, de una entrevista a Agustín García Calvo transmitida por RADIO 3 —el 7 de octubre del año 1988— y que puede sernos útil como guía para entender la realidad social a día de hoy:]


Los motivos para la violencia son tantos que más bien de lo que habría que asombrarse es que la mayoría de la gente, la mayoría de las poblaciones, los normales, no caigan en acciones terroristas de ningún tipo y parezcan sobrellevar la cosa con tranquilidad y resignación…

Evidentemente ninguna banda terrorista puede compararse ni de lejos con un Estado bien organizado, ni en lo ejecutivo ni en lo judicial. Nadie puede disponer de los medios, por ejemplo burocráticos, para hacer esperar al condenado, sea a muerte —en los países que conservan la pena de muerte— o sea a otra cosa, para hacerle esperar tiempos y tiempos vacíos, hasta que desde lo alto llueva sobre él la condena y la orden de ejecución. Ninguna banda terrorista, por bien organizada que esté, puede llegar a compararse con esto…

Cualquier desesperación desde abajo está de sobra justificada y ningún terrorismo puede compararse con el que Estado y Capital, de consuno, puedan ejercer…

Es por tanto necesario ponerse al día y reconocer en las cosas más cotidianas el ejercicio de esta violencia del Estado y el Capital. Condena a muerte es lo que sufren todos los cientos y miles de conductores y pasajeros de auto, que se matan, cada año, cada fin de semana, simplemente por la necesidad que Capital y Estado tienen de imponer y de mantener, desde hace muchos decenios, los medios de transporte inferiores, los más inadecuados y los más imbéciles. Ése es un ejemplo de ejercicio de la pena de muerte…

El terrorismo de las autopistas, ése es el terrorismo de veras…

La verdad es que, si hacemos caso de la Historia, los grandes cambios se han producido muchas veces de manera no sangrienta, en contra de lo que dice nuestra oyente. Los imperios se han derrumbado muchas veces sin saber por qué, han venido a quedar sustituidos por otros; unas veces ha sido con armas y otras veces ha sido sin armas. Vaya Vd. a saber; eso es completamente azaroso y no tiene para nuestro propósito mucha importancia…

Lo que aquí se está diciendo sobre todo es que ninguna negación, ninguna rebelión, ninguna lucha contra Estado y Capital puede utilizar los mismos medios que Ellos para fines distintos. Esos medios llevan inscritos sus fines en su propia forma y, por tanto, de antemano, cualquier rebelión que utilice los medios de Estado y Capital está condenada a repetir lo mismo y a no ser, por tanto, una verdadera rebelión liberadora del pueblo…

La rebelión consiste simplemente en decir «Es mentira que, suprimido el Estado y el Capital, haya ninguna especie de caos terrorífico en el futuro»; consiste en decir «Se confía en que, a pesar de los pesares, todavía hay algo de pueblo que queda vivo y que demuestra que está vivo y que sabe decir que NO»; y, sobre todo, se piensa que este decir que No, hasta de la modesta manera que aquí lo estamos diciendo, con diferentes motivos todos los días, este decir que NO, no es un proyecto ni ninguna ley para otra forma de sociedad: es ya de por sí una acción, está haciendo ya algo, tal vez, en contra de lo previsto…

Son evidentemente los servidores que Estado y Capital tienen para esto, son los Medios de Formación de Masas —que ellos falsamente llaman medios de comunicación— quienes crean y desarrollan estos términos y estas formas de catalogación que efectivamente son muerte. En cuanto a algo se le llama de una determinada manera, y especialmente si termina en -ismo, ya se le ha matado…

Lo que sí querría hacer resaltar es que, precisamente, el hecho de que el Terrorismo sea noticia siempre, y bien lo sabemos por nuestros Medios de Formación durante todos estos años, es algo que resulta revelador respecto al engaño que el Terrorismo mismo pueda suponer. Lo sangriento, como al principio creo que estaba diciendo, es la enorme mayoría de la gente que no protesta, que no se rebela, que no cae en ninguna desesperación violenta; la gente, la inmensa población, que se contenta, al parecer, que se aguanta o que estalla solo dentro de sus casas a costa de la mujer o del marido o de los hijos; eso es lo verdaderamente sangriento de todo este dominio, de toda esta imposición de Capital y Estado. Pero eso no es noticia, de eso no se habla nunca, es preciso que la cosa tome una forma como la de las bandas armadas organizadas y con su nombre, que ellos mismos se dan, o que por lo menos sea un individuo que hace una gran barbaridad digna de El Caso, para que aquello sea noticia…

Revista Archipiélago
Nº 3/1989.

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