lunes, 9 de septiembre de 2019

Evitar el desastre climático ¿Es el IPCC pesimista?

La Naturaleza no tiene precio.
 El caos climático va a ser, lo es ya, mucho mayor que el proyectado, pero estamos dominados por un «diálogo» entre capitalistas neoliberales versus capitalistas reformistas que imaginan antes el fin del mundo que el fin de un sistema económico. Los modelos se equivocan, sí, pero exageradamente por el lado optimista de las consecuencias del cambio climático. Lo que era un problema de nuestros nietos se ha convertido en algo que debíamos haber combatido ayer y que debemos combatir radicalmente hoy.

Por CARLOS DE CASTRO CARRANZA

El Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) suele ser la referencia habitual sobre el problema del clima en el ámbito académico, en el político-económico y en los medios de comunicación de masas.

En estas líneas voy a hacer algunas críticas al IPCC desde un lado poco común: el extremo opuesto al habitual de visiones económicas y políticas neoliberales con tendencia al «escepticismo» o a la «negación». Sostengo que el IPCC representa posturas económicas y políticas capitalistas reformistas. La idea fundamental de los informes del IPCC es presentarnos el Cambio Climático como un asunto grave para las generaciones del futuro pero que necesita medidas urgentes ya.

Todos los escenarios que contempla el IPCC son ejercicios de imaginación en el que se dibujan distintos futuros posibles dentro de un esquema de crecimiento económico mundial. Según estos escenarios a finales de este siglo el mundo seguirá cabalgando en el capitalismo y será entre 2 y 10 veces más rico de lo que es ahora (el capitalismo «necesita» crecer, ya se sabe). Y la mayoría de los escenarios contemplan, además, cierta convergencia entre países ricos y empobrecidos (los países pobres tienden a crecer más rápidamente que los ricos). Es decir, el mundo estará mejor desde el punto de vista económico y desde el punto de vista de la equidad.

Aunque el IPCC advierte luego de los perjuicios sociales y económicos que el Cambio Climático generará, resulta que pocos analistas contemplan cuantitativamente cuáles son esos perjuicios. El Informe Stern suele ser el más citado de entre los «pesimistas»: el Producto Mundial económico podría reducirse en un 20% o más. Lo que pocas veces se dice es que si vamos a ser, digamos, 5 veces más ricos en 2100, el cambio climático nos hará un 20% más pobres. Es decir, «solo» seremos cuatro veces más ricos que ahora.

Esto en realidad desmonta de un plumazo el sentido de la existencia del IPCC y de las reuniones internacionales de mandatarios para la lucha contra el cambio climático como la reciente de Lima, que sigue posponiendo para mañana lo que debería haberse hecho ayer. ¿Por qué esforzarnos ahora pensando en nuestros nietos si van a vivir, pese a nuestras emisiones, mucho mejor que nosotros?

El problema fundamental es que no existe una realimentación dinámica entre las consecuencias del cambio climático y el crecimiento económico. Es más, el problema fundamental es que no se contempla un estancamiento o incluso un decrecimiento económico, no solo por el caos climático, sino por la crisis energética y la multitud de otras crisis de recursos y de residuos que nuestra civilización ha puesto en marcha.

Ni Última Llamada, ni la Advertencia a la Humanidad, son escenarios imaginados, y menos estudiados, por el IPCC o por nuestros mandatarios políticos.

¿Qué consecuencias económicas tendrá un caos climático en un mundo en crisis y decrecimiento económico? Nadie parece querer contemplarlo (de hecho el IPCC lo excluye conscientemente).

La razón es doble:

Estamos dominados por un «diálogo» entre capitalistas neoliberales versus capitalistas reformistas que imaginan antes el fin del mundo que el fin de un sistema económico.

El resultado de realimentar el caos climático con la economía es el fin del sistema económico y probablemente incluso el fin de nuestra civilización industrial (no solo por el caos climático, sino por la confluencia realimentada con la crisis energética, el caos en la biodiversidad, la desigualdad humana y un larguísimo etc.).

Dejo claro que no estoy defendiendo ningún sistema económico ni atacando ninguno desde el punto de vista ideológico, sino que describo, desde una perspectiva biofísica, el fin de un sistema económico inviable (nos guste más o menos).

Por muy verde y reformista que lo pinten
el capitalismo sigue siendo capitalismo.
Aunque ya estamos observando problemas climáticos, los informes «de consenso» nos proyectan escenarios críticos o muy peligrosos «solo» a partir del 2050 e incluso del 2080, cuando las consecuencias más graves de la crisis energética y de otras crisis ya habrán ocurrido.

En realidad convendría que no perdiéramos nuestra capacidad crítica porque el IPCC tenga que lidiar obsesivamente con las arremetidas de las filas neoliberales. El IPCC, de hecho, es muy, muy optimista (tecno-optimista) y se limita a «pequeñas» reformas.

Al igual que algunos escenarios del IPCC exageran en cuanto a nuestra capacidad teórica de emitir gases de efecto invernadero de origen fósil, todos los escenarios son optimistas en:

1.- No es tan fácil evitar las emisiones fósiles: ni las renovables pueden cambiar suficientemente pronto a las fósiles ni tendremos el capital para habilitar técnicas de absorción del CO2.

2.- Las emisiones de otros gases no serán reducidas fácilmente: el IPCC supone reducciones drásticas de otros gases, como el metano o las indirectas debido al cambio de usos del suelo; esas reducciones supondrían una revolución social y económica enorme que tendría que haber comenzado hace años, y no lo ha hecho.

3.- Los efectos sobre el clima no son tan pequeños y no son despreciables posibles efectos catastróficos de escala global: los modelos del IPCC tienden a quedarse sistemáticamente cortos, es decir, el caos climático va a ser, lo es ya, mucho mayor que el proyectado.
 
Las energías alternativas
también matan.
Pondré un par de ejemplos:

1º Las emisiones equivalentes de CO2 debidas al cambio en los usos del suelo (por ejemplo por la deforestación o el cultivo del arroz), históricamente han venido subiendo, con altibajos, en los últimos 150 años: entre 1850 y el 2000 casi se triplicaron esas emisiones anuales. Si uno tiene en cuenta que se proyecta que la población va a seguir creciendo hasta el 2050 (según el propio IPCC), ¿cómo intuir que la mayoría de los escenarios del IPCC prevén que en el 2050 se van a reducir estas emisiones por debajo de las que teníamos en 1850, cuando la población humana era menor de 1.500 millones de habitantes? ¿Qué milagro tecnológico nos va a llevar a esa situación? ¿O es que la Civilización va a colapsar tan brutalmente?

2º En cada informe del IPCC la elevación prevista del nivel del mar va aumentando. En el informe de 2007 se hablaba de 20-50 centímetros y en el último de 30-80 cm para 2100. Un problema es que tras el informe se elaboran escenarios de adaptación a esos cm. Por ejemplo, hace tiempo la Universidad de Daka publicó el desastre que sobre Bangladesh supondría una subida media del nivel del mar de 30 cm: más de 15 millones de refugiados climáticos solo en ese país. Cuando se contemplan escenarios y modelos conservadores podemos estar jugando de hecho a hacer malas políticas de adaptación. Sobre todo porque cuando se pregunta a los expertos climatólogos en encuestas anónimas, la media de incremento que proyectan en su cabeza es de 80-120 cm. Y no es despreciable el número de ellos que imaginan subidas de 2 y más metros para el 2100.

Es más, sólo el deshielo de Groenlandia ha hecho crecer el nivel del mar en los últimos 20 años en 8 milímetros. Parece que no es importante si no fuera porque el ritmo de crecimiento es acelerado, es decir, parece estar creciendo de forma exponencial (sin que nuestros modelos climáticos atrapen bien esa tendencia que estamos observando). ¿Qué pasaría si Groenlandia se siguiera deshelando a este ritmo exponencial? Pues que desaparecería todo su hielo antes del 2040. Es difícil que pueda seguir ese ritmo, pero estamos hablando de una subida de 6 o 7 metros. Podría poner ejemplos con el deshielo del Ártico, con el incremento de la fuerza de los huracanes y las tormentas, y un largo etc. de consecuencias que ya están yendo mucho más rápidas que lo que proyectan los modelos del IPCC.

Los modelos se equivocan, sí, pero exageradamente por el lado optimista de las consecuencias del cambio climático. Lo que era un problema de nuestros nietos se ha convertido en algo que debíamos haber combatido ayer y que debemos combatir radicalmente hoy.

¿Van a ocurrir esos escenarios catastróficos que anuncio? No lo sabemos y aunque el IPCC los ignora, nadie sabe modelizarlos bien aún, pero aunque la probabilidad fuera solo del 15%, el juego se ha convertido en la apuesta de la Ruleta Rusa, con la bala en la recámara apuntando a la sien de la humanidad (yo creo que la probabilidad es mayor, basta leer los estudios científicos y hacer cuatro cuentas, y si no, que alguien me demuestre científicamente lo contrario). Una humanidad que en vez de dejar el vicio que antes o después la va a matar (nuestro sistema socio-económico), es capaz de poner más balas en el revolver con tal de no renunciar al juego.

Cuando pensemos en Transición pensemos en cómo gestionar un escenario de caos climático que evite contribuir aún más al Colapso civilizatorio desagradable. Todo se realimenta.

30 diciembre 2014

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