jueves, 1 de abril de 2010

Semana Santa

Las ceremonias que celebran hoy los curas con tanta solemnidad y que los católicos contemplan con tanto respeto, son una farsa indigna a la vez que instrumento de especulación y embrutecimiento.

La meditación que quisieran imponernos en este día debemos aplicarla, no a los misterios religiosos, sino al conocimiento de la inmensa estafa social que el clero católico viene efectuando desde su fundación.

Los curas, constituidos en clase independiente desde que lograron imponerse a los gobiernos, han seguido constantemente con el propósito de rodearse de la mayor suma de privilegios y eximirse del cumplimiento de todos los deberes sociales. Para perseverar en este propósito no han vacilado en llevar a cabo los mayores crímenes y las más grandes humillaciones. Soberbios con los poderes débiles, llegaron en la Edad Media a considerar a las naciones como su patrimonio y los reyes eran sus miserables instrumentos. Humildes con los poderes fuertes, sancionaron todos los vicios de los poderosos. Consintieron en los divorcios de los reyes, casaron segunda o tercera vez a los divorciados, expidieron bulas, tolerando por dinero la conquista, el concubinato y el adulterio y adularon a la corrupción.

En el fondo de toda cuestión política y social, han dicho los hombres de la Iglesia, hay siempre un caso de conciencia; por esto puede asegurarse, teniendo en cuenta la poderosa influencia que siempre ha ejercido la gente negra, que la causa principal de toda guerra ha sido una maniobra clerical.

Sí; los curas se han propuesto como objeto en todos los tiempos vivir sin trabajar. Para esto formaron un pacto de solidaridad y con sus intrigas en los palacios de los reyes y con sus amenazas con los horrores del infierno a la cabecera de los moribundos lograron acaparar el poder y la riqueza. Para llevar adelante sus propósitos con más libertad, decidieron vivir célibes, es decir, satisfacer sus apetitos con la hija, la hermana o la mujer del prójimo, para lo cual sirve de gancho el confesonario, pero no cargar con las obligaciones de padre de familia.

Cada página de la historia señala un crimen horrendo o alguna infamia nevada a cabo por la gente de sotana; las cruzadas, la Inquisición, el degüello de los judíos, la San Bartolomé, la propagación del fanatismo, los falsos milagros, etcétera, etcétera.


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