Un columnista de pesca del Daily Telegraph, Al McGlashan, nos ha mostrado esta semana unas sorprendentes fotografías en las que se ve que tras la captura de un marlín rayado (Tetrapturus audax) de unos 2,5 metros de largo, por unos pescadores «deportivos» en aguas australianas (Nueva Gales del Sur), y su posterior suelta, de repente aparece un inesperado marrajo (Isurus oxyrinchus) de casi tres metros, el cual ataca al pez a punto de ser liberado y le arranca la cola.
Aunque las imágenes sean sorprendentes, no son raras. En las zonas donde se practica en exceso la pesca, los tiburones son también oportunistas y aprovechan la pesca de otros, en este caso los humanos, para poder «picar algo». ¡Cuestión de supervivencia!
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