sábado, 2 de abril de 2011

"Swingjugend": el jazz contra el fascismo

Durante el III Reich, una parte de la juventud alemana se negó a enrolarse en las Juventudes Hitlerianas e incluso a seguir las consignas y las formas de ocio fomentadas entre los jóvenes por el régimen nazi. Estas formas de ocio pasaban por promover el folclore tradicional alemán para fortalecer el espíritu patriótico [1], pero estos jóvenes rebeldes preferían el jazz y, en concreto, el swing que venía de las grandes urbes del otro lado del Atlántico. Ni que decir tiene que a los jerarcas nazis no les hacía muy feliz el crecimiento de este fenómeno juvenil pues, en primer lugar, el jazz era considerada una música “degenerada”, de negros o peor aún, mestiza [2], y en segundo lugar, era considerado antipatriótico seguir músicas y modas extranjeras.

La estética de los Swingjungend imitaba la del dandy inglés.


Jóvenes de ciudad en su mayoría, los “Swingjugend” o jóvenes del swing (así se hacían llamar) se reunían (a pesar de la desafío que ello constituía para la uniformadora política ultra nacionalista del régimen) en clubes y casas particulares para escuchar jazz y bailar Su indumentaria también contrastaba con el uniforme paramilitar de las Juventudes Hitlerianas o con el atuendo tradicional alemán pues los “Swingjugend” llevaban el pelo más largo de lo normal, sombrero hongo, pins con la bandera británica, gabardina y paraguas en imitación de la estética del Londres de la época, ya plagado de clubes de jazz. Su apariencia inspirada por la cultura anglosajona, en la que florecía el swing, venían a ser un anticipo de lo que fueron los mods. Incluso habían desarrollado una jerga derivada del inglés usado por los músicos de jazz (una rama del inglés negro norteamericano.) En cuanto a sus actitudes, en un principio muchos de los Swingjugend eran de clase media y reticentes a pronunciarse en cuestiones políticas y simplemente querían evadirse del trabajo alienante, de la uniformización y militarización impuesta por la dictadura y de una moral sexual represiva. No obstante, en cuanto el régimen empezó a tildarlos públicamente de “vagos” y “depravados”, los chicos del swing empezaron a mofarse de las consignas del partido nazi. Así en vez del hitleriano “Sieg Heil!” jóvenes rebeldes solían gritar en sus fiestas “Swing Heil!”. Poco a poco, los Swingjugend se fueron politizando y llegaron a entrar en contacto con organizaciones clandestinas de adolescentes que ya se movían en una dirección netamente antifascista. Algunos Swingjugend de Hamburgo [3] llegaron a relacionarse con una de ellas, la Weissrose (la “Rosa Blanca”), lo que les costó que las autoridades nazis les acusaran de promover la “propaganda anarquista y el sabotaje de las fuerzas armadas” [4] ante lo cual se dictaron algunas condenas a muerte si bien no llegaron a llevarse a efecto.

Obviamente, la respuesta del régimen no se hizo esperar y en 1941 se prohibió bailar swing. Las redadas de la Gestapo y de las Juventudes Hitlerianas en los locales de baile fueron numerosas y 300 Swingjugend fueron arrestados. Así las cosas, los Swingjugend tuvieron que pasar a la clandestinidad para sobrevivir. Por otra parte, su grado de politización creció tanto que se involucraron en el reparto de propaganda antifascista. Pero en enero de 1942 Himmler buscó una solución final para estos jóvenes disidentes y ordenó encerrarlos en campos de concentración para su "reeducación".


Cartel del III Reich: "Prohibido bailar swing. Ministerio de Cultura del Reich"


En conclusión, el fenómeno de los Swingjugend es interesante como forma de resistencia cultural ante el fascismo, una resistencia basada en la música jazz (¡no sólo de hardcore o hip-hop vive el antifascista!), una música cosmopolita y urbana que promueve el mestizaje y la síntesis de culturas, algo que siempre han intentado (inútilmente) evitar los nacionalistas de derechas o de izquierdas, herederos todos de la más rancia reacción.

NOTAS:

[1] Recuérdese que aquí Franco hizo lo mismo con los “bailes regionales” para contrarrestar la influencia foránea y por ende la entrada de ideas progresistas y cosmopolitas en esa “reserva espiritual de occidente” que era la España de la dictadura.
[2] Hay que tener en cuenta que por entonces ya había un pequeño grupo de músicos dde jazz e origen judío en los EE.UU.
[3] Hamburgo fue una de las ciudades alemanas en la que los chicos del swing tuvieron más fuerza. Curiosamente esta misma ciudad se acogió muy calurosamente a los Beatles en los primeros 60 en su histórica gira alemana.
[4] http://en.wikipedia.org/wiki/Swing_Kids

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