sábado, 24 de septiembre de 2011

Las primeras consecuencias de la radiactividad de Fukushima sobre la salud humana se ceban en los más débiles

[Intentando burlar el apagón informativo sobre Fukushima y sus consecuencias me encontré con el blog washingtonsblog.com en el que se nos alerta sobre los primeros casos de muertes infantiles, presumiblemente achacables al fall-out (lluvia de partículas) procedente de Japón. Quien crea que no es más que sensacionalismo y conspiranoia debe saber que los datos se han sacado de un trabajo realizado por la doctora Janette D. Sherman y el epidemiólogo Joseph Mangano. La Dra. Sherman fue la editora en EE.UU. del libro del Dr. Yablokov (al que ya hemos dedicado alguna entrada en este blog) sobre Chernóbil. Joseph Mangano colabora con el European Committee On Radiation Risk (ECRR) donde está Yablokov. A continuación os dejo el artículo traducido.]

Traducido de http://www.washingtonsblog.com/

Una doctora y un epidemiólogo dicen que el brusco aumento del 35 % en la mortalidad infantil en las ciudades del noroeste de EE.UU. desde la fusión de los reactores de Fukushima puede ser debido a la lluvia de partículas

Como ya he apuntado con anterioridad, los niños son mucho más vulnerables a la radiación que los adultos. (...)

No obstante, los estándares de seguridad han sido establecidos basándose en que todo el que se expone es una persona sana de unos veintitantos años.

Ahora una doctora (Janette D. Sherman) y un epidemiólogo (Joseph Mangano) han escrito un terrorífico ensayo en el que se preguntan si el repunte en las muertes de niños son debidas a Fukushima.

Niños bajo el contador de partículas, algo que no mide
la verdadera magnitud del desastre pues la contaminación
más peligrosa es la interna, justo la que el contador no mide.



El reciente Informe Semanal del CDC [Centro de Control de Enfermedades] sobre mortalidad y morbilidad indican que ocho ciudades en el noroeste de EE.UU. (Boise en Idaho, Seattle en Washington, Portland en Oregón, además de Santa Cruz, Sacramento, San Francisco, San José y Berkeley en el norte de California) dieron cuenta de los siguientes datos sobre muertes entre niños de menos de un año:

4 semanas hasta 19 de marzo de 2011 – 37 muertes (una media de 9,25 por semana)
10 semanas hasta 18 de mayo de 2011 – 125 muertes (una media de 12,50 por semana)

Esto asciende a un incremento del 35 % (el total para todo EE.UU. subió alrededor del 2,3%) y es estadísticamente significativo. Aún más significativo es que esas fechas incluyen las cuatro semanas de antes y las diez semanas de después del desastre de la central nuclear de Fukushima. En 2001 la mortalidad infantil era de 6,834 por 1000 nacidos con vida, incrementándose a 6,845 en 2007. Todos los años desde 2002 a 2007 fue más alta que la tasa de 2001.

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Los datos de Chernóbil que salieron a la luz hace 25 años claramente muestran un incremento en las cifras de recién nacidos enfermos y debilitados y un incremento en las cifras de muertes en los no nacidos y en los recién nacidos, especialmente justo después de la fusión del reactor. Estos ocurrieron en tanto Europa como en la antigua Unión Soviética. Hallazgos similares se ven en la fauna y flora que vivía en áreas en las que aumentaron los niveles de lluvia de partículas radiactivas. (Chernóbil: Consecuencias de la catástrofe para la gente y el entorno, Alexey V. Yablokov, Vasily B. Nesterenko, and Alexey V. Nesterenko. Editora consultora: Janette D. Sherman-Nevinger. New York Academy of Sciences, 2009.)

Los niveles de radioisótopos fueron medidos en niños que habían muerto en el área de Minsk que había recibido la lluvia de partículas de Chernóbil. Los hallazgos con respecto a problemas cardiacos eran los mismos que los observados en pruebas con animales a los que se había administrado cesio-137. (Bandashevsky, Y. I, Patología de la radiación ionizante asimilada, Universidad Técnica de Bielorusia, Minsk, 136 pp., 1999. Por su trabajo pionero, el Prof. Bandashevsky fue arrestado in 2001 y encarcelado durante cinco años de una sentencia de ocho años en total.)

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¿Por qué debemos preocuparnos si hay algún vínculo entre Fukushima y la muerte de niños? Porque necesitamos medir el nivel actual de isótopos en el medio ambiente y en los cuerpos de las personas expuestas para determinar si la lluvia de partículas está matando a los más vulnerables. La investigación no es difícil – las barreas políticas y económicas quizá sean más grandes. Bandshevsky y otros lo hicieron y confirmaron la conexión. La información está disponible en el libro sobre Chernóbil antes citado.

Los hallazgos biológicos de Chernóbil no pueden ser ignorados: la asimilación de isótopos determinará el futuro de toda la vida sobre la tierra – animal, pez, ave, planta y humana. Es crucial conocer esta información si queremos evitar más daños catastróficos.

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