lunes, 19 de septiembre de 2011

París tapa el origen radiactivo del accidente de Marcoule

[Que el accidente de Marcoule no era de origen nuclear, dijo el telediario... Claro, claro, por eso al trabajador muerto lo enterraron en un ataud de plomo y no dejaron a sus familiares acercarse al cadáver ni que nadie le pasara un contador geiger... Mirad lo que publicaron ayer los del Público (es un alivio saber que detrás de este periódico no está la industria nuclear... con la petrolera en cambio no lo tengo yo tan claro y si no me creéis leed sus noticias sobre Libia o Siria) ]

Público, 18/09/2011


Contrariamente a la versión oficial, la víctima estaba irradiada. Su ataúd llevaba un blindaje especial antirradiactivo y la familia no se pudo acercar al cadáver.


Tras el accidente del lunes en un horno radiactivo del complejo nuclear civil y militar de Marcoule, un portavoz del gigante eléctrico EDF afirmó que se trataba de un incidente "industrial, no nuclear". A su vez, el ministro francés de Industria, Eric Besson, afirmó tajante que no había "ningún riesgo radiactivo". Según las informaciones recabadas por Público, sobre el terreno lo que ocurre es exactamente lo contrario: la familia no ha podido ni acercarse al cadáver irradiado del empleado que falleció en el accidente, al que no se ha hecho autopsia; el ataúd que velaron sus familiares y amigos y que fue sepultado ayer llevaba un blindaje interno antirradiactivo; y al hangar accidentado, hoy precintado, sólo entran gendarmes especializados con las combinaciones de protección.

Ayer se celebraron en el municipio de Chusclan, los funerales en memoria de José Marín, el empleado de 51 años y de origen español que falleció en el acto al estallarle de lleno, el lunes, lo que el fiscal del caso ha calificado de "volcán en erupción": cuatro toneladas de chatarra radiactiva en fusión que estallaron en el horno de la firma Socodei, la filial de EDF que opera la planta Centraco, unidad de incineración, fusión y acondicionamiento de desechos de Marcoule.

El Gobierno francés y EDF, amparándose en mediciones efectuadas en torno a la central, han afirmado que no hay radiactividad en la zona, e incluso han defendido públicamente la idea de que no se puede hablar, ni siquiera, de accidente nuclear.

Pero la gente de esta región no está de acuerdo con la versión oficial. Los habitantes de esta zona llevan 50 años hablando de puertas adentro y en familia de los casos de cáncer entre profesionales del complejo y de los riesgos de la radiación.

Todos hablan. Incluidos los gendarmes locales, con los que pudo conversar Público esta semana. "Afortunadamente, tenemos una comandancia de sector que nos protegió, nos dio orden de no entrar, y esperar a nuestros colegas especializados de las unidades de riesgo Nuclear-Radiológico-Bacteriológico-Químico (NRBC)", explica uno de los primeros guardias que llegó al accidente, el lunes hacia el mediodía.

Fuentes de la investigación judicial por "homicidio involuntario y heridas causadas involuntariamente", a cargo de la gendarmería especializada y dirigida por tres jueces de instrucción, indicaron a este diario que el cadáver de José Marín "permaneció en el interior del hangar más de 48 horas (hasta el miércoles por la noche), con la metralla radiactiva en el cuerpo".

Confirmaron que el cadáver fue extraído por gendarmes de unidades NRBC de París y Marsella, y que se obtuvo autorización de la Fiscalía para no proceder a la autopsia. Y, por último, confirmaron igualmente que el ataúd que fue entregado a la familia, y que fue velado en la iglesia de Chusclan desde el viernes, iba sellado y con una "protección antirradiactiva ligera" en su interior. Así, nadie habrá visto ni efectuado mediciones en el cuerpo del difunto.

"La única manera de poder exponer el cuerpo hubiera sido efectuar en él previamente una operación de descontaminación, impracticable de facto porque conllevaría fundir el cadáver en sí", explica uno de los gendarmes responsables de la investigación, intentando dar a entender el sinsentido de la situación.

Así, el primer secreto que esconden las declaraciones tranquilizadoras de EDF y del Gobierno francés se refiere al propio cuerpo del trabajador fallecido, sepultado ayer.


Centro nuclear de Marcoule, cuna de la bomba atómica francesa.

Implicación militar

El segundo secreto reside en el cuerpo del herido grave, un joven trabajador de la planta que también se llevó el impacto, aunque menos directo y menos masivo, de la metralla en fusión a 1.300 grados. Se encuentra entre la vida y la muerte, con quemaduras de tercer grado en el 85% de su cuerpo. Fue extraído del hangar el lunes por un grupo de bomberos que se jugó la vida, y que no pudo rescatar entonces al fallecido.

El joven, en estado crítico, fue trasladado de inmediato a la unidad especializada del Centro Hospitalario Universitario de la vecina Montpellier. Tras ser estabilizado fue trasladado a un centro militar, el de Percy Clamart en la región de París. Es, efectivamente, uno de los mejores de Francia en el tratamiento de quemados, pero su característica fundamental es otra: depende del Estado Mayor de los ejércitos.

El tercer secreto, más inquietante, es la no revelación del contenido de la chatarra que estaba siendo incinerada y que había dado lugar a varios incidentes la semana precedente al accidente. Pese a las preguntas insistentes de Público, desde ya antes de la apertura del sumario judicial, la dirección de Socodei Centraco se negó a explicar quiénes eran los clientes cuya basura radiactiva era incinerada en ese momento.

Por otra parte, las autoridades se han negado a revelar el resultado de los análisis de los filtros y sensores situados en la chimenea del horno accidentado, antes, durante y después de la catástrofe. Esos datos permitirían indirectamente conocer la naturaleza de la chatarra que estaba siendo incinerada, y por lo tanto su naturaleza civil o militar.

Según un informe de la Oficina Parlamentaria de Evaluación de Opciones Científicas y Tecnológicas (OPECST) de 1997, el horno accidentado entonces en fase de construcción estaba predestinado a incinerar prioritariamente la inmensa cantidad de desechos que en encuentran en el propio complejo de Marcoule, resultado de las actividades, principalmente militares, que han tenido lugar allí desde 1958.

Nada menos que tres reactores productores de plutonio para las bombas (G1, G2, G3), una fábrica de acondicionamiento de ese explosivo nuclear (UP1) y reactores productores del tritio para las bombas (Celestin) han generado 4.000 toneladas de lingotes de chatarra radiactiva, 4.000 toneladas de acero irradiado, 2000 toneladas de plomo irradiado y 1.100 toneladas de hormigón irradiado, además de 553 toneladas de cenizas y actinidas menores, productos de la fisión altamente tóxicos.

El 26 de mayo de 2009, la misma Oficina Parlamentaria evocó que el horno de Socodei, que trabajaba a destajo, se había quedado pequeño y que "habría que trabajar en un proyecto de horno de fusión de mayor capacidad", dada la llegada masiva de más de 130.000 nuevas toneladas de chatarra radiactiva, originada por más desmantelamientos que amenazan con provocar un embotellamiento en el país más nuclearizado del mundo.

En este sentido, la frecuencia de accidentes laborales en el horno radiactivo accidentado se disparó a partir de 2008, según el informe de actividad 2010 del Consejo de Administración de Socodei.

Desde diciembre de 2010, se han producido dos huelgas del personal para reclamar, entre otras cosas, más seguridad, y la marcha atrás en un proyecto de reorganización destinado a ahorrar tres millones de euros.

3 comentarios:

  1. Buenas otra vez despues de unos cuantos días. Sabiendo como está la gente ultimamente de suceptible con el tema de la energía nuclear es "normal" que traten de ocultar y manipular. Afortunadamente siempre hay medios alternativos para que uno se informe. Lo que más rabia da es saber que unos cuantos continuaran creyendose las versiones oficiales.

    Un saludo a todos compañeros.

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  2. En otra entrada sobre el riesgo que entraña la energia nuclear, puse un comentario en el que citaba un desastre nuclear en la ex URSS, el mayor antes de Chernóbil, ocultado por las autoridades soviéticas durante unos veinte años, hasta que un disidente lo sacó a la luz en los años setenta. Éste, llamado Zhores A. Medvedev, también fue molesto para las autoridades pro-nucleares occidentales, porque comentaba que el desastre de Kisthim (1957-58) fue por culpa de una explosión de residuos radiactivos acumulados, en un momento en el que el tema comenzó a ser polémico.

    Este accidente francés se ha producido en una planta de residuos radiactivos, aunque algunos puedan decir de que no hay tanto peligro como en un reactor nuclear, es falso. El libro de Nigel Hawkes y otros sobre el accidente de Chernóbil, nos pone esto sobre el de Kisthim y Medvedev:

    «También descubrió Medvedev que los residuos radiactivos sellados pueden "explotar" en circunstancias especiales. Uno de esos procesos descrito en un informe a la Comisión de Enérgia Atómica de los Estados Unidos, en 1972, sobre la acumulación del plutonio en los desechos de los reactores de Hanford en el Estado de Washington. Los residuos de baja radiactividad que se habían enterrado en hoyos con la esperanza de que fueran dispersándose inocuamente en el suelo, en realidad habían producido una capa concentrada de plutonio. La capa fue extraída por la CEA, pero el informe sugiere que pudo haberse producido una reacción en cadena si el agua hubiese empapado el suelo rico en plutonio. El calentamiento rápido del agua podía haberla transformado en vapor y éste podía haber producido una "explosión tipo volcán de lodo". Cualquiera que fuera el mecanismo de la descarga, el accidente parece haber ocasionado la descarga no intencional de desechos de productos de fisión procesados. Se desconoce el número de víctimas mortales y de las que fueron afectadas por la radiación.»

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  3. Interesante editorial del periódico murciano La Verdad, del pasado 13 de septiembre:

    INSEGURIDAD NUCLEAR

    La planta de reprocesado de desechos nucleares en el departamento de Gard, en el suroeste de Francia, no muy lejos de España, en que ayer se produjo un accidente que causó un muerto y varios heridos es una vetusta instalación en la que el país vecino desarrolló buena parte de la tecnología nuclear militar que posee. Incluye además tres pequeñas centrales, actualmente obsoletas y en fase de desmantelamiento. Es alarmante que en un centro en que se almacenan residuos de alta actividad se produzcan explosiones mortales, aunque esta vez no haya habido emisiones radioactivas al exterior y el incidente pueda darse por resuelto y concluido. No hace falta destacar la sensibilidad con que la opinión pública recibe las noticias relacionadas con la energía nuclear, por lo que esta clase de sucesos, poco comprensibles para la mayor parte de la opinión pública, contribuyen decisivamente a alimentar el rechazo a unas centrales que, en un período de vacas flacas como el actual, son difícilmente reemplazables por otras fuentes energéticas. El riesgo ha existido y de poco sirve, a posteriori, destacar que en esta ocasión, como en casi todas, las medidas de precaución adoptadas han evitado una tragedia de mayores proporciones.


    http://www.laverdad.es/murcia/v/20110913/opinion/inseguridad-nuclear-20110913.html

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