Por Fulvio Beltrami
Afrol NEWS (5-noviembre-2010)(Texto traducido por el compañero Sorrow)
Un informe reciente de la ONU que indaga en los crímenes de guerra de Ruanda en el Congo Kinshasa (RDC) legitima una «teoría del doble genocidio», confundiendo a las víctimas y perpetradores del genocidio de Ruanda, de acuerdo con Fulvio Beltrami residente en Kampala.
Fulvio Beltrami, un italiano residente en la Región de los Grandes Lagos desde 1993, reacciona ante el informe del International Crisis Group (ICG), que insta al Consejo de Seguridad a actuar contra Ruanda después de que un reciente informe de la ONU llegara a la conclusión de que las fuerzas ruandesas en Congo (RDC) cometieron crímenes de guerra a gran escala entre 1993 y 2003.
El informe de la ONU sobre los crímenes cometidos en la República Democrática del Congo entre 1993 y 2003 se basa en investigaciones realizadas entre octubre de 2008 y junio de 2009 por 33 empleados de la ONU y Human Rights Congolese y expertos internacionales (entre ellos algunos expertos de ICG, según los trabajadores de ayuda humanitaria con base en el este de República Democrática del Congo).
Personalmente, creo que la metodología de la investigación es demasiado débil en lo que a imparcialidad se refiere. También parece estar oscurecida o manipulada por actores regionales e internacionales, que desde agosto de 1994 han estado promocionando varias teorías revisionistas sobre el genocidio ruandés.
Los ejércitos de Ruanda, Uganda y Burundi han cometido sin duda acciones contra la población civil que pueden ser calificadas como crímenes de guerra durante el período estudiado.
Los mismos delitos también se han cometido en el mismo período y en el mismo país por los ejércitos de Angola, Zimbabue y la República Democrática del Congo y varias milicias pro-Kinshasa, como los Mai-Mai. Sin embargo, el informe de la ONU parece dar más importancia a las atribuidas a Ruanda y Uganda. En tiempo de guerra, es triste observar que los crímenes contra la humanidad pueden fácilmente ser cometidos por todas las partes. Uno solo necesita mirar a los ejemplos actuales en Irak y Afganistán.
Estoy de acuerdo con el ICG en que cada crimen de lesa humanidad ha de ser achacado a los responsables, sin ninguna posibilidad de impunidad dictada por intereses políticos.
En lo que no estoy de acuerdo con los informes de la ONU y el artículo del ICG es en considerar que los crímenes de guerra realizados por el Ejército ruandés se pueden clasificar como «genocidio».
El genocidio y las operaciones de limpieza étnica se definen estrictamente por características bien delimitadas: En primer lugar la identificación de una población como enemigo basada en la diversidad étnica. Esto debe ser seguido por una campaña pública de propaganda de odio étnico con el fin de convencer a la propia población de que debe exterminar al enemigo, la promoción de acciones colectivas contra el enemigo que pueden conducir a su eliminación física. En el menos grave de los resultados, la campaña va a asegurar el apoyo ideológico de la propia población para las operaciones de limpieza étnica.
La planificación de la destrucción masiva, con instrucciones claras a las autoridades políticas, militares y administrativas, es necesaria para llevar a cabo «el trabajo». Una lista detallada de las víctimas y la creación de milicias civiles son herramientas básicas necesarias.
Todos esto lo cumple el anterior gobierno de Ruanda que perpetuó el genocidio de 1994. Ninguna de estas características se pueden encontrar en las operaciones militares ruandesas y ugandesas durante la guerra en la República Democrática del Congo.
Ruanda y Uganda son países pequeños con una población muy abierta. Si un proyecto de genocidio hubiera sido llevado a cabo por las autoridades en ese momento, sería imposible que gente como yo (que vivimos permanentemente en la zona) no observáramos ninguna señal externa en el sentir popular, los medios de comunicación y la propaganda gubernamental.
Sólo pido una respuesta a esta simple pregunta.
Si el gobierno posterior al genocidio de Ruanda (los llamados tutsis) tenía la intención de cometer un nuevo genocidio contra los refugiados ruandeses (los llamados hutus), ¿por qué no empezar con la población hutu ya presente en Ruanda en lugar de hacer tantos esfuerzos financieros e intelectuales para el proceso de reconciliación como se hizo después del genocidio de 1994?
Ceremonia en recuerdo a las victimas del genocidio de 1994
en el Kigali Memorial Center
Reforzar la duda sobre el genocidioEl informe de la ONU, con el fin de reforzar la duda sobre el genocidio, ha concentrado parte de sus investigaciones sobre las acciones de guerra de 1996 contra los campamentos de refugiados durante la invasión de las tropas rebeldes de Kabila, apoyados por los ejércitos de Uganda, Ruanda, Burundi y Angola.
Las acciones militares ruandeses contra los campamentos de refugiados en el este del antiguo Zaire fueron totalmente justificadas para poner fin a un claro intento por parte de milicias de las antiguas FAR [Fuerzas Armadas Ruandesas] y las milicias genocidas [los Interahamwe] escondidas en el país vecino de planear y volver a poner en marcha su genocidio antitutsi en Ruanda.
La opción militar era la única solución ante el fracaso de la ONU en resolver la amenaza de los campamentos de refugiados a la seguridad de Ruanda que suponía que los campamentos estuvieran infiltrados por los que había organizado el genocidio de 1994.
Paul Kagame, (Vicepresidente y Ministro de Defensa en aquel momento) desde marzo de 1995 había advertido en repetidas ocasiones a la comunidad internacional acerca de la intención de Ruanda de atacar esta fuente de inestabilidad regional, si no se encontraba una solución internacional.
Los campamentos de refugiados ruandeses en el antiguo Zaire habían proporcionado un santuario humanitario eficaz para los miembros del anterior gobierno y ejército genocida de Ruanda. Protegidos de la persecución por la agencia de refugiados de las Naciones Unidas, ACNUR, y las ONG internacionales, éstos residían en los campamentos con impunidad y manipulaban de las estructuras de ayuda humanitaria para aumentar su poder militar y legado político.
El santuario proporcionado en el Zaire les permitió reanudar el asesinato en masa que se había iniciado en abril de 1994 y sabotear los intentos de reconstrucción y la reconciliación dentro de Ruanda, inyectando el odio en la región entera y la retórica genocida durante más de dos años.
¿Qué otras alternativas quedaban para el legítimo gobierno de Ruanda, sino atacar y destruir estos campos? ¿Cuánta responsabilidad recae en las Naciones Unidas, los donantes, los gobiernos y las agencias privadas de ayuda, que mantuvieron los campos de refugiados en el conocimiento de su papel en la continuación de la guerra étnica en contra de Ruanda?
El Secretario General Butros-Ghali reconoció en noviembre de 1994 que «la forma más eficaz de garantizar la seguridad de los refugiados y su libertad para regresar a Ruanda, sería la separación de los líderes políticos, las antiguas fuerzas gubernamentales y milicias ruandesas del resto de la población de refugiados».
Restos de las victimas del genocidio en uno
de los centros conmemorativos en Ruanda ¿Por qué no desplegó la ONU sus tropas para llevar a cabo esta acción necesaria en virtud del Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas? ¿Por qué no ha sido detenido ninguno de los líderes responsables del genocidio real presentes en los campos de refugiados en el Zaire en conformidad con el artículo VI de la Convención de la Prevención y Represión del Genocidio del Consejo de Seguridad de la ONU?
La resistencia armada al ejército rebelde de Kabila y sus aliados se llevó a cabo principalmente por las antiguas FAR y las milicias genocidas en el este de Zaire. Los antiguos líderes militares del FDLR [Forces Démocratiques de Libération du Rwanda] como el Mariscal de Campo Paul Rwarakabije y el General de Brigada Jerónimo Ngemdahima afirman que la mayoría de las bajas entre los refugiados ruandeses habían sido la consecuencia directa de las tácticas de guerra de las FAR y las milicias genocidas que utilizaron escudos humanos.
Además, muchos soldados de las FAR y milicianos iban vestidos con prendas tanto militares como civiles. No fue posible separar a los civiles de los soldados durante los combates. Sin duda es cierto que varios soldados ruandeses masacraron civiles durante los ataques a los campamentos, vilmente, porque estos soldados eran víctimas del odio y la venganza, pero en ninguna ocasión se informó de órdenes premeditadas de acciones de asesinatos en masa por parte de altos mandos militares.
Y ¿qué pasa con las milicias genocidas ruandesas todavía operativas en el este de República Democrática del Congo? Supongo que hay un acuerdo sobre la necesidad de una solución internacional a este problema.
Desgraciadamente —debido a la ideología genocida de estas milicias que todavía se niegan a abandonar las armas y siguen con el propósito de una «solución final» contra los ciudadanos de Ruanda— la única opción para pararles debe ser la militar.
Una teoría del doble genocidioDe acuerdo con mi opinión personal, el informe de la ONU ha sido víctima de manipulaciones con el fin de apoyar la teoría del doble genocidio inventada por el antiguo gobierno de Ruanda responsable del genocidio apoyado por los intereses de Francia y del Vaticano (incluidos muchos misioneros que abandonaron la zona, como los Padres Blancos, y desgraciadamente algunos misioneros italianos también).
La evidencia de que los expertos internacionales han sido víctimas de una bien trazada manipulación puede fundarse en el análisis del ICG también. Por ejemplo, cuando el ICG define al FDRL [Democratic Forces for the Liberation of Rwanda] como «parte responsable» por el genocidio de Ruanda en 1994. Lo siento, pero tengo que protestar. ¡Los miembros FDRL eran plenamente responsables, empezando por su líder, Callixte Mbarushimana!
El genocidio de Ruanda fue bien documentado por los medios de comunicación. Por esta razón los partidarios del revisionismo han inventado la teoría del doble genocidio: ambas partes en el conflicto han participado en el genocidio por lo que todos son responsables.
Confundir a las víctimas con sus asesinos es la manera más horrible y fácil de borrar el recuerdo del genocidio.
La propuesta del ICG de prorrogar el mandato del Tribunal Penal Internacional para Ruanda (TIC), dándole una jurisdicción regional y ampliando su alcance temporal más allá de 1994, al menos hasta el año 2002, es moralmente inaceptable de acuerdo con mi opinión. Esto significaría la creación de una confusión total de la responsabilidad en un momento en el que el TIC-Ruanda ni siquiera ha sido capaz de juzgar a algunos de los líderes del genocidio más importantes, incluyendo a la esposa de Habyarimana, que están bien protegidos por algunos países de África o en Europa, principalmente gracias a la complicidad de Francia y el Vaticano.
Mapa de los grupos armados en la RDC por el año 2000 El informe del ICG afirma que el informe de la ONU representa un cambio que podría corregir los términos de la paz engañosa y frágil que algunos líderes desean proclamar en la región de los Grandes Lagos. El informe podría apoyar un diálogo nacional congoleño y hacer frente a la histórica impunidad en la República Democrática del Congo e ir más lejos para promover una paz duradera y una verdadera seguridad en la región.
Pero tal vez sea necesario pensar en la diferencia entre el nazismo y el poder hutu. La ideología del primer genocidio no se acepta más en Europa, ni siquiera por los partidos de derecha. Por el contrario, la ideología del genocidio hutu sigue viva en la región de los Grandes Lagos.
Catalogar de «genocidio» los crímenes de guerra cometidos en la República Democrática del Congo significa apoyar la teoría revisionista del doble genocidio e, indirectamente, potenciar el empeño de los hutus extremistas genocidas de «terminar el trabajo».
Los que viven en la región, como yo, realmente no necesitan toda esta interferencia externa para resolver los problemas regionales y asegurar la paz y la seguridad. Lo que necesitamos es el fin de la interferencia externa y el fortalecimiento de la económica y la integración social regional entre los países de la región de los Grandes Lagos a través de un proceso de reconciliación profunda y real entre las diferentes poblaciones. ¡Esta difícil pero necesaria tarea debe ser hecha solamente por actores africanos!