sábado, 16 de junio de 2012

Los neandertales, autores del arte rupestre más antiguo

Por MARTÍN CAGLIANI

El arte rupestre, esas hermosas pinturas realizadas en cuevas por los primitivos habitantes de Europa, floreció en esa región. Siempre se creyó que era creación de los Homo sapiens, nuestros ancestros directos. ¿Por qué? Obviamente porque somos los más inteligentes, ¿quién más podría haberlas hecho? Nunca se tuvo en cuenta a los neandertales, pero a medida que se veía que la entra de de los sapiens en Europa se retrasaba, y la de los neandertales se alargaba, se empezó a dudar. Ahora, con la nueva datación de 50 pinturas en 11 cuevas se evidencia que lo más probable es que las pinturas sean de origen neandertal, ya que vienen de hace al menos 40 mil años, y se prolongan en las regiones y en el tiempo. Es la explicación más plausible, sino habría que ver por qué los Homo sapiens las inventaron apenas llegar a Europa, y no las practicaron en otras regiones que habitaban para esa época.

En la cueva El Castillo los antiguos artistas decoraron las paredes con docenas de imágenes de manos humanas. Se cree que fueron hechas presionando la mano contra la piedra y luego soplando el pigmento sobre ella con la boca, creando una especie de stencil o plantilla. Este tipo de imágenes son un motivo bastante común en las pinturas rupestres de España y Francia. Siempre fue dificultoso determinar la edad de las pinturas rupestres, por lo general se recaía en la datación indirecta, es decir valerse de huesos o carbón encontrado dentro de la cueva, pero podría suceder tranquilamente que no tuviesen nada que ver con la época de las pinturas en sí, y al parecer es lo que sucedió.

Una nueva investigación publicada en Science, reporta avances en una nueva técnica radiométrica llamada uranio-torio con la que no analizan directamente los pigmentos sino las capas mineralizadas (calcitas) que, con el tiempo, se forman sobre las pinturas. Esto aporta una edad mínima, ya que las pinturas que hay debajo, sólo pueden ser más antiguas. El equipo, liderado por el inglés Alistair Pike de la Universidad de Bristol y el portugués João Zilhão de la Universidad de Barcelona, junto con colegas de España y Portugal, han tomado muestras de 11 cuevas de Asturias y Cantabria, en el norte de España. Lo intrigante fue que resultaron mucho más antiguas de lo pensado.

Antes se creía que eran más recientes que el arte rupestre encontrado en Francia, pero algunas pinturas de El Castillo tienen una edad mínima de 40.800 años, más antiguas que las de Chauvet, en Francia, que se creía que eran las más antiguas del mundo. El famoso Panel de las Manos, también de El Castillo, repleto de manos sopladas como comentábamos antes, tendría 37.300 años, y una de las pinturas de Altamira, la cueva más famosa y hermosa, tendría 35.600 años. Son edades mínimas, y las pinturas se prolongan en el tiempo, por lo que no es algo que apareció de golpe cuando llegaron los Homo sapiens a la región, que habría sido un poco después, para colmo. Por lo que esas manos de El Castillo, serían neandertales.

Pike, Zilhão y colegas, obsevan que estos resultados son consistentes con la idea de que la complejidad en el arte ha ido incrementando de forma gradual con el paso del tiempo. Primero arte n figurativo, las manos, luego animales con pigmentos de diversos colores y tonos. Los Homo sapiens llegaron hace unos 41-45 mil años a Europa, por lo que si el arte ha ido evolucionando gradualmente, es claro que no fueron ellos quienes las realizaron, al menos las más antiguas. Podría ser que luego hayan aprendido de los neandertales. Esto agregaría más a la desmitificación que se viene realizando de los neandertales tontos en los últimos años. Hasta hace algunas décadas, sólo se los concideraba capaces de hacer herramientas de piedra rudas, pero con diversos estudios se ha ido descubriendo que gran cantidad de arte, herramientas refinadas, y evidencias de pensamiento simbólico antes atribuido a los sapiens, en realidad de estos mismos neandertales que ahora también se sabe que nos han legado entre un 1 y un 4 por ciento de nuestros genes.

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