'La primavera árabe', sus orígenes y consecuencias centraron la charla del fundador de WikiLeaks con el filósofo y lingüista estadounidense Noam Chomsky y con el historiador militar Tariq Ali en la nueva edición del programa 'Diálogos con Julian Assange' en RT.
Ambos invitados revelan sus impresiones sobre los mecanismos que activaron las revueltas populares en Oriente Próximo y analizan la repercusión de las mismas a nivel mundial. Así, Ali afirma que «la primavera árabe ha sido muy contagiosa» y hace hincapié en que estas revueltas populares «surgieron en una parte del mundo de la cual los comentaristas decían que allí la gente no estaba interesada en la democracia, que los musulmanes eran genéticamente hostiles a la democracia».
No obstante, las protestas no solo brotaron sino que se extendieron a otras partes del mundo, incluso a los Estados Unidos, señala el historiador. «Fue la ocupación de la plaza de Tahrir en El Cairo lo que inspiró a los activistas de todo EE. UU., opina el experto, quien apunta que 'la primavera árabe' todavía “sigue siendo contagiosa de diferentes formas». Por su parte, Chomsky opina que en Egipto sí «había gente preparada» para protestar y «para muchos era solo una posibilidad de empezar a hacer algo».
Sin embargo, Ali señala que «la velocidad y la magnitud de los levantamientos, realmente pilló a todo el mundo por sorpresa». El historiador está convencido de que se habrían aplicado «unos mecanismos radicales» para detener las protestas, si estas hubieran sido predecibles. «Hubieran intentado detener a la gente, aplastar a la gente, torturar a la gente, meter a los activistas en la cárcel», apunta.
Pero todo se descontroló muy rápidamente y EE. UU. junto con otras potencias occidentales no pudieron detenerlo, dice el historiador. Los expertos señalan que la invasión de Libia fue un intento de Occidente de restablecer el control en la región.
Al mismo tiempo, los analistas entrevistados por Assange apuntan que en los países productores de petróleo del golfo Pérsico, tales como Arabia Saudita, Kuwait o los Emiratos, de los que EE. UU. es un antiguo y fiel aliado, «nunca ha estallado nada similar». Estas naciones «se encuentran bajo un control férreo», señala Chomsky, quien apunta que Occidente tiene «un plan de juego para cuando algunos de sus dictadores favoritos pierden la capacidad de gobernar». En esta situación «lo que se hace es apoyarlos hasta el último minuto posible y cuando es imposible apoyarlos más el ejército se vuelve contra ellos, se consigue que la clase intelectual haga declaraciones rotundas sobre la democracia y luego se intenta restaurar el sistema antiguo en cuanto sea posible».
Según Ali, la gran lección de estas revueltas consiste en que «la gente, las masas, se han dado cuenta de que para hacer un cambio hay que movilizarse y ser activos».
Noam Chomsky apunta que son las fuerzas populares preocupadas por sus sociedades las que tienen que crear sus propios modelos y no buscarlos. Y esto ya está pasando en América del Sur, asegura el lingüista, poniendo el ejemplo de Bolivia, donde «la parte de la población más reprimida en el hemisferio, la población indígena, se ha trasladado al ámbito político». Chomsky asegura que los mismos procesos están sucediendo en Ecuador y, «hasta cierto punto», en Perú.
Según el analista, «Occidente haría mejor en adoptar algunos aspectos de estos modelos rápidamente, antes de derrumbarse y acabarse».
Asimismo Chomsky destaca «el importante avance hacia la independencia y la integración» que Sudamérica ha conseguido por primera vez desde que los conquistadores europeos llegaran al continente.
Por su parte, Tariq ratifica que «los cambios más significativos de las últimas décadas» provienen de Sudamérica, y el ambiente en países como Venezuela, Bolivia, Brasil «es totalmente distinto». En estos países mucha gente dice: «Por primera vez nos sentimos de verdad independientes», afirma el historiador.
A su vez, Chomsky señala que «no ha quedado ninguna base militar estadounidense en Sudamérica, que es un fenómeno que dice mucho».
Es el consejo universal que Tariq Ali da a los jóvenes de la nueva generación que quieren cambiar el sistema y son los protagonistas de los movimientos de protesta en todo el mundo. Ali incita a los jóvenes a ser activos, ya que en el caso contrario «nadie les pondrá nada en bandeja». «Sean críticos con el sistema que nos domina a todos y antes o después, si no para esta generación, entonces para la siguiente, las cosas cambiarán», señala esperanzado.
La gran lección de la 'primavera árabe'
Ambos invitados revelan sus impresiones sobre los mecanismos que activaron las revueltas populares en Oriente Próximo y analizan la repercusión de las mismas a nivel mundial. Así, Ali afirma que «la primavera árabe ha sido muy contagiosa» y hace hincapié en que estas revueltas populares «surgieron en una parte del mundo de la cual los comentaristas decían que allí la gente no estaba interesada en la democracia, que los musulmanes eran genéticamente hostiles a la democracia».
No obstante, las protestas no solo brotaron sino que se extendieron a otras partes del mundo, incluso a los Estados Unidos, señala el historiador. «Fue la ocupación de la plaza de Tahrir en El Cairo lo que inspiró a los activistas de todo EE. UU., opina el experto, quien apunta que 'la primavera árabe' todavía “sigue siendo contagiosa de diferentes formas». Por su parte, Chomsky opina que en Egipto sí «había gente preparada» para protestar y «para muchos era solo una posibilidad de empezar a hacer algo».
Sin embargo, Ali señala que «la velocidad y la magnitud de los levantamientos, realmente pilló a todo el mundo por sorpresa». El historiador está convencido de que se habrían aplicado «unos mecanismos radicales» para detener las protestas, si estas hubieran sido predecibles. «Hubieran intentado detener a la gente, aplastar a la gente, torturar a la gente, meter a los activistas en la cárcel», apunta.
Pero todo se descontroló muy rápidamente y EE. UU. junto con otras potencias occidentales no pudieron detenerlo, dice el historiador. Los expertos señalan que la invasión de Libia fue un intento de Occidente de restablecer el control en la región.
Al mismo tiempo, los analistas entrevistados por Assange apuntan que en los países productores de petróleo del golfo Pérsico, tales como Arabia Saudita, Kuwait o los Emiratos, de los que EE. UU. es un antiguo y fiel aliado, «nunca ha estallado nada similar». Estas naciones «se encuentran bajo un control férreo», señala Chomsky, quien apunta que Occidente tiene «un plan de juego para cuando algunos de sus dictadores favoritos pierden la capacidad de gobernar». En esta situación «lo que se hace es apoyarlos hasta el último minuto posible y cuando es imposible apoyarlos más el ejército se vuelve contra ellos, se consigue que la clase intelectual haga declaraciones rotundas sobre la democracia y luego se intenta restaurar el sistema antiguo en cuanto sea posible».
Según Ali, la gran lección de estas revueltas consiste en que «la gente, las masas, se han dado cuenta de que para hacer un cambio hay que movilizarse y ser activos».
Occidente debería adoptar los nuevos modelos políticos de Sudamérica
Noam Chomsky apunta que son las fuerzas populares preocupadas por sus sociedades las que tienen que crear sus propios modelos y no buscarlos. Y esto ya está pasando en América del Sur, asegura el lingüista, poniendo el ejemplo de Bolivia, donde «la parte de la población más reprimida en el hemisferio, la población indígena, se ha trasladado al ámbito político». Chomsky asegura que los mismos procesos están sucediendo en Ecuador y, «hasta cierto punto», en Perú.
Según el analista, «Occidente haría mejor en adoptar algunos aspectos de estos modelos rápidamente, antes de derrumbarse y acabarse».
Asimismo Chomsky destaca «el importante avance hacia la independencia y la integración» que Sudamérica ha conseguido por primera vez desde que los conquistadores europeos llegaran al continente.
Por su parte, Tariq ratifica que «los cambios más significativos de las últimas décadas» provienen de Sudamérica, y el ambiente en países como Venezuela, Bolivia, Brasil «es totalmente distinto». En estos países mucha gente dice: «Por primera vez nos sentimos de verdad independientes», afirma el historiador.
A su vez, Chomsky señala que «no ha quedado ninguna base militar estadounidense en Sudamérica, que es un fenómeno que dice mucho».
«No se rindan. Tengan fe. Sean escépticos.»
Es el consejo universal que Tariq Ali da a los jóvenes de la nueva generación que quieren cambiar el sistema y son los protagonistas de los movimientos de protesta en todo el mundo. Ali incita a los jóvenes a ser activos, ya que en el caso contrario «nadie les pondrá nada en bandeja». «Sean críticos con el sistema que nos domina a todos y antes o después, si no para esta generación, entonces para la siguiente, las cosas cambiarán», señala esperanzado.
Pueden ver la versión completa de la entrevista
de 'Diálogos con Julian Assange' aquí.
de 'Diálogos con Julian Assange' aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario