Este artículo señala las tres
alternativas posibles frente a la crisis actual, subrayando que una de
ellas debería ser la posibilidad de que España saliera del euro,
presentando los argumentos que apoyan la consideración de tal
alternativa ante las otras posibles.
Ante la enorme crisis financiera y
económica existente en España, hay tres alternativas. Una es continuar
las políticas de austeridad del gobierno del Partido Popular, siguiendo
las instrucciones del Consejo Europeo (dominado por conservadores y
neoliberales), de la Comisión Europea (de clara orientación conservadora
neoliberal) y del Banco Central Europeo (bajo la enorme influencia del
Bundesbank, el banco central alemán, que ha sido definido irónicamente y
con bastante certeza, como el Vaticano del neoliberalismo), máximo
exponente de la banca alemana. Estas políticas conducen inevitablemente a
una situación de recesión, bordeando la depresión, por muchos años. Su
eje central es un ataque frontal al mundo del trabajo, al Estado del
Bienestar y a la democracia. La evidencia de ello es robusta y
abrumadora. Su máxima expresión es lo que está ocurriendo a Grecia.
Detrás de esta estrategia está el capital financiero (que hoy domina el
comportamiento, no sólo financiero, sino también económico, de la
Eurozona), así como el capital de las grandes empresas. Esta opción es,
sin lugar a dudas, la peor. Esperar que las políticas de lo que se llama
“austeridad expansiva” sean eficaces para estimular la economía y salir
de la recesión pertenece al terreno del dogma neoliberal, aceptado por
mucho tiempo por las izquierdas gobernantes que están llevando a España,
a Europa y al mundo al desastre.
Otra alternativa es seguir unas
políticas casi opuestas a las políticas de austeridad. Esta alternativa
estaría inspirada en las políticas expansivas del New Deal a principios
del siglo XX en EEUU y en las también políticas expansivas de los años
cincuenta y sesenta que siguieron la mayoría de países en Europa,
estimuladas por el Plan Marshall. Tales políticas expansivas, llevadas a
cabo a ambos lados del Atlántico, permitieron que EEUU y la Europa
Occidental salieran de la Gran Depresión. La aplicación de tales
políticas en España y en la UE implicaría un gran aumento del gasto
publico que tendría como objetivo crear empleo y, a través de él,
aumentar la demanda doméstica y estimular la economía. Tales políticas
tendrían como centro de su estrategia, el estímulo del crecimiento,
tanto a nivel de España, como a nivel de la UE. En contra de lo que
sostiene la sabiduría convencional, esta estrategia sería posible
desarrollarla incluso en España, aún cuando su desempeño sería más
sencillo si tales políticas fueran también realizadas a nivel de la
Eurozona y de la UE.
Se me dirá que el gobierno francés ha
iniciado ya este camino. Pero, como he escrito recientemente, tal
gobierno ha firmado el Pacto Fiscal que obliga a los Estados a tener
presupuestos equilibrados, sin cuestionar tampoco el Pacto de
Estabilidad, que es el que está determinando los enormes recortes de
gasto público que se están realizando en los países de la Eurozona. No
pueden desarrollarse políticas de crecimiento sin cuestionar tales
pactos. El hecho de que el gobierno socialista francés acabe de
proponer al Parlamento francés que se apruebe tal Pacto Fiscal, es un
indicador de la poca probabilidad que tal alternativa expansionista
tenga lugar en aquel país.
No descarto que las crecientes
movilizaciones populares, liderados por los sindicatos, y el crecimiento
de los partidos de izquierda, a la izquierda de los partidos
socialdemócratas gobernantes, vayan moviendo a tales partidos hacia
posturas más coherentes con su discurso pro-crecimiento. Pero esta
posibilidad permanece en el aire. No la descarto (y sería mi preferencia
personal), pero soy escéptico. Los partidos socialdemócratas no han
hecho la autocrítica que deberían realizar que conllevase un cambio muy
sustancial de sus políticas económicas. La socialdemocracia española y
catalana son un claro ejemplo de ello. Las políticas económicas que
están proponiendo asumen que la economía se recuperará a base del
aumento de las exportaciones, sin comprender que el elemento clave de
tal recuperación pasa por un aumento de la demanda doméstica.
Esto nos lleva a la tercera alternativa,
que no es mi primera opción, pero cada vez creo más que es la única
opción que nos queda, puesto que, como he dicho antes, la peor opción es
continuar la situación actual. Y esta tercera opción es la salida de
España del euro. Haber llegado a esta conclusión deriva de mi
entendimiento de que España no tiene las herramientas e instrumentos
para salir de la crisis. No puede ni devaluar la moneda, para hacer
España más competitiva, ni el Estado puede protegerse de la especulación
financiera, al no tener un Banco Central que la proteja. Ello es
intolerable. A no ser que estas herramientas se recuperen, España, en el
marco actual de la Eurozona, no puede recuperarse. En realidad, no es
por casualidad que Gran Bretaña y Suecia estén iniciando políticas
expansivas, pues ambos países tienen moneda propia y su propio Banco
Central.
Los argumentos que se han aducido en
contra de tal salida del euro en la mayoría de los medios, son tan
sesgados que carecen de credibilidad. Veamos. Uno de ellos es que
España, a partir de la salida del euro, tendría cerrada la posibilidad
de pedir dinero prestado en los mercados financieros. El mismo argumento
se utilizó, por cierto, con muchos países, incluida Argentina (cuándo
ésta se separó del dólar), sin que la realidad corroborara este hecho.
Hoy el sistema financiero es multipolar, y no existe hoy en el mundo
escasez, ni de liquidez ni de crédito. Antes al contrario. Hoy el mundo
está inundado de dinero. Existe una excesiva acumulación de capital
financiero. El problema es falta de demanda por parte de la mayoría de
las poblaciones. Tal escasez en España está artificialmente creada (y
diseñada desde el principio por los creadores del euro y del BCE). Hoy
España podría conseguir crédito a intereses mucho más bajos si no
estuviera en el euro. Suecia y Gran Bretaña, ambas en la UE, pero no en
la Eurozona, no tienen dificultades en obtener crédito.
Otro argumento que se ha utilizado se
basa en la ignorancia respecto a algunos hechos. Se ha repetido en
muchas ocasiones que Argentina se pudo recuperar muy pronto (sólo seis
meses necesitó para crecer de nuevo después de salirse del euro) como
consecuencia de la gran demanda de sus productos naturales en una
economía mundial muy expansiva. Tal argumento desconoce que la
recuperación argentina no se basó en el crecimiento de las
exportaciones, sino en el crecimiento de la demanda doméstica.
Un argumento que tiene mayor validez,
sin embargo, es el riesgo del crecimiento de la inflación, resultado de
que su banco central imprimiera mucha moneda para apoyar las políticas
expansivas. Este riesgo es real. Ahora bien, entre dos males menores, es
preferible una elevada inflación con bajo desempleo y elevado
crecimiento, que la situación actual, con bajo crecimiento, con enorme
desempleo, y en recesión.
Admito que la salida del euro no sería
un proceso fácil. Pero este argumento –la dificultad de salirse del
euro- tiene que evaluarse a la luz de los costes humanos, sociales y
económicos de mantenernos en el euro. Las propuestas de salirse de la
crisis, dentro del euro, a base de potenciar las exportaciones (tal como
están proponiendo, no sólo los equipos económicos del Partido Popular,
sino también del PSOE y del PSC), ignoran (repito lo que dije antes) que
el mayor problema de la economía española es la enorme paralización de
la demanda doméstica. Tal como he subrayado, el sector exportador ha ido
creciendo en España, mientras que la economía ha ido colapsándose, año
tras año. La solución pasa por un aumento de la demanda que no puede
resolverse a no ser que se rompa con las políticas impuestas por las
autoridades en la Eurozona y el FMI. Es interesante notar que los dos
Estados citados anteriormente, el británico y el sueco (ambos gobernados
por partidos conservadores) han concluido que sin políticas expansivas,
de estímulo económico, no se recuperarán de su bajón económico. Pero
como dije antes, ambos pueden hacerlo porque tienen su propio Banco
Central y su propia moneda. De ahí que, aún cuando la deuda británica
sea mayor que la española (que es relativamente baja), los intereses de
su deuda pública sean mucho más bajos, y ninguno de los dos, Gran
Bretaña y Suecia, tienen una elevada inflación. El hecho de que hubiera
un riesgo de elevada inflación no tiene por qué concluirse que la salida
del euro en España conduciría a una inflación elevada que afectara la
eficiencia de la economía española.
Una última observación. Es de una enorme
torpeza que ninguno de los dos partidos mayoritarios, con capacidad de
gobernar a España haya amenazado con salirse del euro. Lo que menos
desean Alemania y su banca es que España salga del euro. El Estado
español debería utilizar tal amenaza como baza negociadora en sus
discusiones con la troika. El hecho de que no lo haga muestra su grado
de dependencia.
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