sábado, 20 de octubre de 2012

Sumisión




Theo van Gogh  (La Haya, 23 de julio de 1957 – † Ámsterdam, 2 de noviembre de 2004) fue un cineasta, productor de televisión, columnista de prensa y actor holandés. Liberal radical y ateo anticlerical, era muy popular en Holanda por las encendidas polémicas en que se veía envuelto con cierta frecuencia. Era bisnieto de Theo van Gogh, hermano del famoso pintor holandés Vincent van Gogh. Murió asesinado en 2004 a manos de Mohammed Bouyeri, un islamista holandés de origen marroquí.
«Solo las religiones (un conjunto de creencias inspiradas en la fe ciega a unos textos prehistóricos, recopilación de mitos, leyes y poemas inspirados en la fantasía y la ignorancia) tienen la capacidad de convertir a personas normales en fanáticos asesinos.»
Debutó como realizador con Luger (1981). Por los filmes Blind Date (1996) y In het belang van de staat («En el interés del Estado», 1997) recibió un Gouden Kalf (el equivalente holandés al Oscar). Como actor, apareció en la producción De noorderlingen (1992). Posteriormente, trabajó para la televisión y como ácido columnista de actualidad para el diario Metro, entre otros. Criticó con dureza a la clase política por igual, con la excepción primero del líder derechista anti-inmigración Pim Fortuyn (asesinado en 2002) y luego de la diputada liberal de origen somalí Ayaan Hirsi Ali.

Las religiones organizadas fueron siempre objeto de su sarcasmo (primero hacia los líderes judíos y luego, a finales de la década de 1990, se centró en el islamismo). Su último libro fue Allah weet het beter («Alá lo sabe mejor», 1993), donde hacía gala de su estilo irónico y cínico y presentaba su visión demoledora del Islam. Van Gogh, al igual que Hirsi Ali, consideraba que el islamismo era una amenaza directa hacia la sociedades democráticas occidentales. Sus críticas hacia el Islam arreciaron tras los ataques del 11 de Septiembre.

A partir de un guión de Ayaan Hirsi Ali, produjo y realizó el cortometraje Submission («Sumisión»), que aborda el tema de la violencia contra las mujeres en las sociedades islámicas. El film se emitió en la televisión holandesa en agosto de 2004 y provocó gran indignación entre los musulmanes, que lo tacharon de «blasfemo». La película muestra a cuatro mujeres maltratadas y semidesnudas cuyos cuerpos han sido caligrafiados con textos denigrantes para la mujer, sacados del Corán.

Asesinato

Van Gogh, que pese a las amenazas de muerte recibidas eludía la protección policial, fue asesinado poco después por un islamista holandés de origen marroquí en plena calle. Van Gogh se dirigía en bicicleta a su trabajo cuando un tal Mohammed Bouyeri, de 26 años y miembro de una organización islamista radical, le disparó, derribándolo de la bicicleta. Bouyeri, que portaba una chilaba larga, lo remató a quemarropa en el suelo con veinte tiros más, lo apuñaló varias veces y finalmente lo degolló. En el cadáver del director, clavada con un cuchillo en el pecho, el asesino dejó una carta de cinco páginas, firmada «en nombre de Alá», que incluía amenazas a los gobiernos occidentales, a los judíos y a los no creyentes en Mahoma. La carta iba dirigida a Ayaan Hirsi Ali y les prometía a ella y a otros dirigentes holandeses (que citaba por sus nombres) un final similar.

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El asesinato y la manera ritual en que se produjo provocó una enorme conmoción en los Países Bajos, hasta el punto de que algunos lo llamaron el «11 de Septiembre» holandés. Por vez primera se abrió un debate franco sobre el fundamentalismo y la integración de los inmigrantes en los Países Bajos que —hasta entonces (salvo algunas excepciones como las de Pim Fortuyn)— se había eludido o se había considerado inapropiado.

El autor del crimen, Mohammed Bouyeri, fue detenido poco después, tras un intercambio de disparos con la policía a resultas del cual fue herido en una pierna. Nacido en Ámsterdam, aparentemente bien educado y bien integrado, no respondía al perfil del loco solitario. Fue acusado por la fiscalía de seis cargos criminales. El juicio contra Bouyeri se celebró durante el mes de julio de 2005.
«Actué estrictamente en nombre de mi religión —declaró al Tribunal— Algún día, si me liberasen, haría exactamente lo mismo.»
Dirigiéndose a la madre de van Gogh, le dijo:
«No puedo sentir nada por usted [...] porque creo que es una infiel.»
El 26 de julio de 2005 fue sentenciado a cadena perpetua.

Mientras se celebraba el juicio, un consejo municipal de Ámsterdam se negó a que se erigiese un memorial en recuerdo de Theo van Gogh en el lugar del asesinato porque podría causar división. Sólo las protestas de la madre, que llamó cobardes a los miembros del consejo municipal, logró que cambiasen de opinión. Finalmente, el 18 de marzo de 2007 fue inaugurada una escultura en su memoria titulada El grito, que representa al cineasta gritando en defensa de la libertad de expresión. Está situada en el Oosterpark, al este de Ámsterdam, cerca del lugar donde fue asesinado.

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Opinión
  
Cualquier ideología que impide la libertad de expresión y es incapaz de razonar ante una critica convirtiendo a personas aparentemente normales en asesinos, no merece consideración ni valor alguno.

Este es otro crimen más provocado gracias a la fe fundamentalista en unas creencias absurdas. Estas creencias (de cualquier religión), no se basan en pruebas y argumentos. Convierten a la persona en un ignorante intelectual incapaz de discernir entre el bien y el mal por si mismo. También lo convierten en una persona que, al no poder argumentar y defender sus creencias con la palabra, tiende a mostrar su frustración convertida en ira.

Siempre y cuando la lógica y la ciencia contradicen o cuestionan su religión (un amalgama de mitos, cuentos y leyendas), este opta por negarlas de tal forma que su moral se ve afectada por los mandatos y la intolerancia propias de una persona que no ha evolucionado y se ha quedado estancada en pleno siglo XXI con la mentalidad de una persona de la época de la edad del bronce. Debido al miedo de un castigo «divino», esta persona opta por no cuestionar estas creencias creando un escudo mental que, después de años de un intensivo lavado de cerebro (producido por su religión), es incapaz de pensar por si mismo y cuestionar esas creencias.

El «polémico» cortometraje

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