Caben pocas dudas de que Alemania ha sido la gran
beneficiaria de la moneda única. Desde la entrada en vigor del euro la
industria alemana ha duplicado sus exportaciones. La imposibilidad de
modificar el tipo de cambio ha posibilitado que el país germánico
acumule un fuerte excedente en la balanza de pagos, que se corresponde
con un elevado déficit en la mayoría de los países de la Eurozona. Entre
2004 y 2011 la producción de automóviles franceses e italianos cayó un
30%, mientras la de los alemanes aumentaba un 22%. Por otra parte, la
llamada crisis de la deuda está permitiendo que el país germánico se
financie a coste cero o incluso negativo al tiempo que otros países de
la Eurozona están pagando un precio desorbitado por financiarse. La
renta per cápita alemana ha invertido la tendencia y lejos de perder
posiciones frente a la media europea, tal como ocurría con anterioridad
al euro, las gana.
Pero nos equivocaríamos si creyésemos que el euro ha beneficiado a
todos los alemanes. Es posible que la situación de los trabajadores
alemanes sea mejor que la de los italianos, españoles, portugueses y,
desde luego, que la de los griegos, pero ellos también están siendo
víctimas de la Unión Monetaria y de la depredadora política
instrumentada por Merkel, continuadora en parte de la que aplicó el
gobierno socialdemócrata de Schröder. En el cuarto informe sobre pobreza
y riqueza del gobierno federal -que se acaba de publicar y que, por
cierto, Merkel ha intentado maquillar- aparece bien claro cómo se
incrementan las diferencias económicas en ese país. Así, el 10% de los
hogares con mayor riqueza reúne más de la mitad del patrimonio,
porcentaje que no ha dejado de crecer en los últimos años. El informe
señala además que si bien los salarios más altos han experimentado una
evolución positiva, el 40% de los trabajadores a tiempo completo,
situados en la parte inferior de la escala, han tenido pérdidas en su
poder adquisitivo. El índice de pobreza se incrementa de año en año.
Según el Instituto Alemán de Investigación Económica (DIW), la cuota de
pobreza ha pasado del 12% en 1999 al 17,4% en 2005.
Desde la reunificación, la economía alemana ha crecido alrededor de
un 30%, pero el resultado no ha sido una prosperidad general, sino un
enorme incremento de la desigualdad. A partir de 1990 los impuestos a
los más ricos han bajado un 10% y la imposición fiscal a la clase media
ha subido un 13%; los salarios reales se redujeron un 0,9% y las rentas
de capital y de las empresas crecieron un 36%. En esa dinámica ha sido
fundamental la agenda 2010 aprobada en 2003 por Schröder y de cuyos
efectos se está beneficiando ahora el Gobierno de Merkel. Schröder
privatizó el sistema de pensiones, aumentó la edad de jubilación y
flexibilizó el mercado laboral creando un segundo mercado de carácter
precario y mal pagado al lado del habitual. Todas estas medidas han sido
presentadas como generadoras de empleo, cuando la realidad es que se ha
repartido el mismo trabajo entre más personas al convertir empleos a
tiempo completo en empleos a tiempo parcial, tal como demuestra el hecho
de que el número de horas totales trabajadas apenas haya cambiado desde
1991 pese a la reducción del paro. El aumento del empleo registrado en
los últimos años, que se vende como un “milagro”, se concentra sobre
todo en el segmento del trabajo precario. Este sector, que en 1995
utilizaba al 15% de los trabajadores, emplea hoy al 25%, y se ha
expandido tres veces más rápido que el sector tradicional.
Los llamados minijobs, tan admirados por los políticos españoles, no
son más que paro encubierto. Siete millones de trabajadores alemanes
cobran como máximo 400 euros mensuales por trabajo a tiempo parcial que,
tal como se distribuye la jornada, ocupa la casi totalidad del día. El
Gobierno y la Patronal hablan de entrada al mercado de trabajo, pero en
realidad en muchos casos constituyen empleos a tiempo completo, ya que
los empresarios pagan las horas extraordinarias en negro y evitan así
las cotizaciones sociales. Las cotizaciones de los minijobs a los fondos
públicos de pensiones solo les darán derecho a 3,11 euros al mes por
año trabajado, con lo que en el momento de la jubilación, tras 45 años
de trabajo, cobrarán pensiones que en valor actual no sobrepasarán los
200 euros mensuales.
La política de Merkel, continuadora en el fondo de la de Schröder, es
la de empobrecer al vecino, arruinando al mismo tiempo a gran parte de
su clase trabajadora. Contando con la inmovilidad del tipo de cambio,
utiliza el dumping laboral y social. El supuesto milagro alemán se
fundamenta en potenciar las exportaciones y el superávit en la balanza
de pagos prescindiendo de la demanda interna. Su contrapartida
forzosamente tiene que ser el déficit exterior de los otros países. Ahí
se encuentra, sin embargo, la contradicción del discurso de la canciller
cuando pretende imponer a los otros Estados la misma política aplicada
en su país; de tener éxito, Alemania perdería su ventaja comparativa.
Los únicos beneficiarios de la Unión Monetaria y de la política
seguida por Merkel y las instituciones europeas están siendo las grandes
empresas y el capital, especialmente los bancos y dentro de ellos los
alemanes. Entre 2008 y 2009, Alemania invirtió 480.000 millones de euros
de los contribuyentes en sus bancos para paliar el enorme desastre que
estos habían creado con el capital especulativo proveniente del
excedente exterior alemán. Las cantidades ingentes de recursos prestadas
como rescate a los países del Sur han servido para salvar las pifias
cometidas por sus entidades financieras, pero también para rescatar al
mismo tiempo a los bancos alemanes que eran los principales prestatarios
de aquellas.
Merkel está ocultando su política depredadora hacia las clases bajas
alemanas y la enorme injusticia de dedicar tanto dinero público a salvar
a los bancos de su propia avaricia e incompetencia con el mantra de que
la responsabilidad de la crisis radica en la prodigalidad y despilfarro
de los países del Sur, lo que es totalmente falso. Una vez más, el
nacionalismo alemán -igual que el catalán- se utiliza para engañar a la
población desviando la atención del auténtico problema. La Unión
Monetaria está generando una considerable divergencia económica entre
los países del Norte y los del Sur, pero sobre todo está incrementando
sustancialmente la desigualdad entre las clases sociales, bien sean de
uno o de otro país, incluso cuando este país se llama Alemania.
Estamos de acuerdo. Pero vente para Alemania Pepe... Una cosa es el capitalismo alemán y otra muy diferente la corrupción española. Alemania teniendo el doble de población que España posee 250´000 políticos. España con la mitad de población posee 500´000 políticos.....Con lo cual, hablando políticamente, en España sobran la mitad de la mitad.........
ResponderEliminarAlemania es un país capitalista. Pero es que España es un país corrompido gobernado por corruptos............VENTE PARA ALEMANIA, PEPE.......
Un año de la muerte de Fraga, que yo pensaba que nunca existió sino que fue una mala pesadilla, y le ponen un busto.......!Vente para Alemania Pepe!.....
ResponderEliminarY con respecto a esta señora puedo decir. Que en España con la igualdad de derecho, en política, han demostrado ser tan inútiles las mujeres como el hombre.....Y no digo más porque puedo ser tachado como machista................ Políticamente hablando, esta señora y su equipo han librado a Alemania de la crisis (corrupción).....Vente para Alemania Pepe.........
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