sábado, 14 de septiembre de 2013

Un iroqués habla de los misioneros


T.C. McLUHAN

No nos son los misioneros de ninguna utilidad. Si los blancos no los necesitan porque no les son de ninguna utilidad, ¿por qué se los envían a los indios? Si el hombre blanco tiene necesidad de ellos y le sirven para algo, ¿por qué nos los guarda para sí? Ellos (los hombres blancos) son lo suficiente malos como tener necesidad de todos aquellos que pueden puedan hacer que sean mejores. Estos hombres (los misioneros) saben que nosotros no comprendemos su religión. (...) Si no tuviésemos ni dinero, ni tierra, ni país, ni nada que pudiese sernos robado, estos sayones negros no se ocuparían tanto de nuestro bienestar en el más allá. (...)

Los sayones negros nos dicen que trabajemos y plantemos el maíz mientras ellos no hacen nada y se morirían de hambre si los demás no les diesen algo para comer. No hacen sino rezar al Gran Espíritu; pero esto no hará crecer al maíz ni las patatas; la prueba es que se ven obligados a mendigar su comida. El hombre rojo no conocía la desgracia hasta que llegó el hombre blanco; en cuanto los hombres blancos hubieron cruzado las grandes aguas, quisieron nuestras tierras y a cambio nos propusieron siempre que tomásemos parte en sus querellas religiosas. (...)

«Pieds nus sur la terre sacrée»
Denoël-Gonthier. París, 1974.

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