Nafiz Ahmed*
The Guardian, 9/07/2014
Ayer, el ministro israelí de defensa y exjefe del Estado Mayor del Ejército Moisés Yaalon anunció que la Operación Margen Protector representa el comienzo de un ataque prolongado contra Hamas. La operación «no terminará en unos pocos días», dijo, añadiendo que «estamos preparándonos para expandir la operación por todos los medios que tenemos a nuestra disposición, con el objetivo de golpear a Hamas».
Esta mañana, dijo:
Seguiremos golpeando y haciendo pagar a Hamas un precio muy alto. Estamos destruyendo armas, infraestructuras, sistemas de mando y control, instituciones de Hamas, edificios del régimen, las casas de los terroristas, y matando a terroristas de diferentes rangos. […] La campaña contra Hamas se extenderá en los próximos días y el precio que pagará la organización será muy alto.
Pero en 2007, un año antes de la Operación Plomo Fundido, las preocupaciones de Yaalon estaban centradas en los 39.643 millones de metros cúbicos de gas natural descubiertos en 2000 en las costas de Gaza, valorados en 4.000 millones de dólares. Yaalon desestimó la idea de que «el gas de Gaza pueda ser un factor clave para un Estado palestino económicamente viable», considerándola «equivocada». El problema, dijo, es que
[…] los ingresos de la venta de gas palestino a Israel probablemente no alcanzarían para mejorar la situación de los palestinos pobres. En realidad, basándonos en la experiencia pasada de Israel, los ingresos irían probablemente a financiar más ataques terroristas contra Israel […]
Una compraventa de gas con la Autoridad Palestina (AP) implicará, por definición, a Hamas. Esta organización se beneficiaría de las ganancias o, en caso contrario, sabotearía el proyecto y lanzaría ataques contra Fatah, las instalaciones de gas, Israel o a los tres a la vez […] Está claro que sin una operación militar general que acabe con el control de Gaza por parte de Hamas, ningún trabajo de perforación podría tener lugar sin el consentimiento del movimiento islámico radical.
La Operación Plomo Fundido no consiguió acabar con Hamas, pero el conflicto se cobró las vidas de 1.387 palestinos (773 de ellos, civiles) y 9 israelíes (3 de ellos, civiles).
Desde el descubrimiento de gas y petróleo en los territorios ocupados, la competencia por los recursos ha estado cada vez más en el corazón del conflicto, motivado en gran medida por los crecientes problemas internos de Israel en materia de energía.
Mark Turner, fundador de la Iniciativa de Periodismo de Investigación, informó que el bloqueo de Gaza y la consiguiente presión militar fueron diseñados para «eliminar» a Hamas como una «entidad política viable en Gaza» y alcanzar, así, un «clima político» conducente a un acuerdo sobre el gas. Esto pasa por la rehabilitación del derrotado Al-Fatah como fuerza política hegemónica en Cisjordania y el «aprovechamiento de las tensiones políticas entre los dos partidos, armando a las fuerzas leales a Abas y reanudando, de forma selectiva, la ayuda financiera».
Los comentarios de 2007 de Yaalon ponen de manifiesto que el gobierno israelí no solo está preocupado por Hamas, sino por la posibilidad de que los palestinos desarrollen sus propios recursos gasísticos. La consiguiente transformación económica podría, a su vez, incrementar la influencia palestina.
Mientras tanto, Israel ha realizado sucesivos descubrimientos importantes en los últimos años (como es el caso del campo Leviatán, con unos estimados 510.000 millones de metros cúbicos de gas natural) que podrían transformar al país, pasando de ser importador de energía a ser exportador, en particular a Europa, Jordania y Egipto. Un posible obstáculo es que buena parte de los 3,5 billones de metros cúbicos de gas y 1.600 millones de barriles de petróleo de la cuenca de Levante se encuentran en aguas cuyas fronteras son objeto de una fuerte disputa entre Israel, Siria, Líbano, Gaza y Chipre.
En medio de estas disputas regionales, Israel se enfrenta con sus propios retos energéticos. No sería hasta 2020 cuando buena parte de estos recursos podrían ser adecuadamente movilizados.
Pero esto es la punta del iceberg. Una carta de dos destacados científicos, escrita en 2012 y que Tel Aviv decidió no revelar, advertía al gobierno que Israel no tenía recursos de gas suficientes para exportar a pesar de todos los magníficos descubrimientos. La carta, según el diario Haaretz, decía que los recursos domésticos de Israel eran solo la mitad de lo que se necesitaba para tener unas exportaciones significativas y, además, se podrían agotar en unas décadas:
Creemos que Israel debe aumentar el consumo nacional de gas natural para el año 2020 y que no debería exportar gas. Las estimaciones de la Autoridad del Gas Natural son deficientes. Hay una diferencia de entre 100.000 y 150.000 millones de metros cúbicos entre las proyecciones que se presentaron al comité y las proyecciones más recientes. ¡Es probable que las reservas de gas duren menos de 40 años!
Como escribió el Dr. Gary Luft, asesor del Consejo de Seguridad de la Energía de EEUU, en el Journal of Energy Security, «con el agotamiento acelerado de las reservas nacionales de gas de Israel y sin un inminente aumento de las importaciones de gas egipcio, Israel podría verse ante una crisis energética en los próximos años. […] Si Israel quiere seguir con sus planes de gas natural, debe diversificar sus fuentes de abastecimiento».
Por el momento, los nuevos descubrimientos de Israel no ofrecer una solución inmediata mientras los precios de la electricidad alcanzan niveles sin precedentes, poniendo de manifiesto la necesidad imperiosa de diversificar los suministros. Esto es lo que parece estar detrás del anuncio del primer ministro Netanyahu, en febrero de 2011, de que había llegado el momento de cerrar el trato sobre el gas de Gaza. Pero después de que se iniciara una nueva ronda de negociaciones entre la Autoridad Palestina (AP) e Israel en septiembre de 2012, Hamas fue excluida de esas conversaciones y, por tanto, rechazó la legitimidad de cualquier acuerdo.
A comienzos de año, Hamas criticó un acuerdo de la AP para comprar a Israel gas por valor de 1.200 millones de dólares, procedente del yacimiento de Leviatán, por el cual se suministraría gas a Palestina durante un periodo de 20 años a partir del momento en que dicho yacimiento empiece a producir. Simultáneamente, la AP ha mantenido varias reuniones con el British Gas Group para explotar el yacimiento de gas de Gaza, pero con la idea de excluir a Hamas —y, por tanto, a los gazatíes— del acceso a los ingresos. Ese plan fue una propuesta del enviado del Cuarteto para Oriente Medio, Tony Blair.
Pero la AP también ha estado cortejando a la rusa Gazprom para que explote el yacimiento marino de gas de Gaza y ha habido reuniones entre Rusia, Israel y Chipre, aunque hasta el momento no está claro cuáles han sido los resultados. Y tampoco está claro cómo se espera que la AP controle Gaza, actualmente en manos de Hamas.
Según Anais Antreasyan, de la Journal of Palestine Studies de la Universidad de California, la revista más respetada sobre el conflicto palestino-israelí en lengua inglesa, el dominio de Israel sobre Gaza ha sido ideado para «impedir el acceso palestino a los yacimientos de gas marino 1 y 2». El objetivo a largo plazo de Israel «además de impedir a los palestinos la explotación de sus propios recursos, es integrar los yacimientos de gas de Gaza en las instalaciones marítimas israelíes cercanas». Esto forma parte de una estrategia más amplia para
[…] separar a los palestinos de sus tierras y recursos naturales con el fin de explotarlos y, en consecuencia, bloquear el desarrollo económico palestino. A pesar de todos los acuerdos formales en sentido contrario, Israel sigue gestionando todos los recursos naturales que están nominalmente bajo la jurisdicción de la AP, desde las tierras y el agua hasta los recursos marítimos y los hidrocarburos.
Para el gobierno israelí, Hamas sigue siendo el principal obstáculo para llegar a un acuerdo sobre el gas. En palabras del ministro de defensa: «La experiencia de Israel durante los años de Oslo indica que los beneficios del gas palestino terminarían probablemente financiando el terrorismo contra Israel. La amenaza no se limita a Hamas. […] Es imposible evitar que al menos algunos ingresos procedentes del gas lleguen a grupos terroristas palestinos».
La única opción es, por lo tanto, otra «operación militar para acabar con Hamas».
Lamentablemente, acabar con Hamas significa destruir la base civil de apoyo del grupo, que es la razón por la que las víctimas civiles palestinas sobrepasan masivamente a las de los israelíes. Ambas son, evidentemente, condenables, pero la capacidad de Israel para causar destrucción es mucho mayor.
Tras la Operación Plomo Fundido, el Comité Público Contra la Tortura, con sede en Jerusalén, encontró que el ejército israelí había adoptado una doctrina de combate más agresiva, basada en dos principios: «cero bajas» para los soldados israelíes mediante el despliegue de una potencia de uso cada vez más indiscriminada en áreas densamente pobladas, y la «doctrina dahiya», que propone la destrucción de infraestructuras civiles con el fin de crear un gran sufrimiento entre la población y fomentar, así, la oposición a Hamas.
Esto fue confirmado en la práctica por la misión de investigación de la ONU en Gaza, que llegó a la conclusión de que el ejército israelí había llevado a cabo una «política deliberada de fuerza desproporcionada» contra la «infraestructura de apoyo» del enemigo: «esto parece referirse a la población civil», dice el informe de la ONU.
El conflicto palestino-israelí no es exclusivamente por los recursos naturales, como es obvio. Pero en una era de energía cara, la competencia por dominar los combustibles fósiles regionales está influencia crecientemente las decisiones cruciales que pueden inflamar el conflicto armado.
* Dr. Nafiz Ahmed es académico y periodista especializado en temas de seguridad internacional. Es autor de A User’s Guide to the Crisis of Civilization: And How to Save It y de la novela de ciencia ficción Zero Point, ambientada en un futuro cercano, posterior a la Cuarta Guerra de Irak. Puedes seguir a Ahmed en Facebook y Twitter.
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