sábado, 22 de marzo de 2008

Religión

En las sociedades primitivas, los cultos religiosos domésticos o públicos honran los objetos útiles al grupo y las circunstancias donde se marca su cohesión: encrucijada de pistas, animales domésticos, caza, estaciones agrícolas, matrimonios, muerte, construcción de la vivienda, etc. Muy a menudo, el carácter funcional del rito ha sido olvidado: pocos recordaban en la Roma antigua que los pontífices habían tenido primeramente como tarea conservar el puente sobre el río Tíber y, en particular, que las «religiones» eran una especie de anudados de paja que aguantaban las vigas. El carácter simbólico de las instituciones y de las prácticas religiosas han inducido a error a los primeros etnólogos.

A diferencia de la magia, a la que se recurre libremente, la religión representa un conjunto de prescripciones y de prohibiciones a las que nadie puede escapar. El respeto de los tabúes constituye la actitud religiosa por excelencia. En las sociedades más primitivas, las ceremonías las llevan a cabo individuos precisos pero no especializados. Cuando la división del trabajo ha adelantado, los cultos públicos son confiados a sacerdotes (o sacerdotisas) que se ocupan solamente de esta tarea.

Edward Tylor define la religión, en cuanto al fondo, como la creencia en los seres sobrenaturales. Para Claude Lévi-Strauss y los etnólogos contemporáneos, parece por el contrario que las creencias y relatos míticos que las acompañan constituyen una justificación a posteriori de los ritos. Los antropólogos han tratado de interpretar las religiones primitivas como sistemas de creencias, sin ver a menudo que la importancia del dogma caracteriza sobre todo a nuestras civilizaciones, dotadas de escritura. Luego se ha pasado de un principio de explicación psicológica (o psicoanalítica) a una investigación de los fundamentos sociales de la vida religiosa.

Mientras Lucien Lévy-Bruhl presenta las sociedades primitivas como empañadas de lo sobrenatural y de temor místico (La mentalidad primitiva, 1922). Émile Durkheim ve sobre todo en los ritos colectivos un medio de exaltar la solidaridad social. El primero explica la religión por el terror experimentado ante los fenómenos naturales.

La escuela naturalista alemana explica la religión por la personificación de los fenómenos naturales. Max Müller cree poder explicar que los dioses de la India y de la antigua Grecia procedían de una «enfermedad del lenguaje»: la metáfora de Apolo persiguiendo en vano a Dafne (el Sol persiguiendo a la aurora) habría sido interpretado progresivamente al pie de la letra. Esas especulaciones han sido actualmente abandonadas, del mismo modo que las hipótesis evolucionistas y difusionistas sobre las formas primarias de religión: culto de los ancestros según Spencer, temor de los sueños según Tylor, totemismo para Freud y Durkheim, monoteísmo en opinión de Wilhelm Schmidt. Evans-Pritchard critica esta investigación sistemática de los orígenes: «para la antropología, la religión se limita a los efectos que produce».

La escuela marxista (Engels, Bujarin) analiza la religión como el reflejo de las relaciones sociales, determinadas ellas mismas por las estructuras económicas del grupo. De este modo, la aparición de un poder político, representado por los jefes de clan, habría suscitado las primeras formas de culto de los ancestros. los antropólogos marxistas subrayan las semejanzas entre los dogmas religiosos y las estructuras políticas de la sociedad.

CHARLES-HENRI FAVROD,
La Antropología. Enciclopedia del Mundo Actual, 1977.

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