lunes, 30 de junio de 2014

Hacia un mundo sin abejas


La mortalidad de los insectos polinizadores aumenta sin que se conozcan las causas. De ellos depende la la mayoría de los cultivos

Por JAVIER SAMPEDRO

Han pasado 20 años desde que un grupo de agricultores franceses llamó la atención por primera vez sobre un fenómeno insólito: el despoblamiento de las colmenas a causa de la desaparición de las abejas, de cuya polinización depende gran parte de la producción mundial de alimentos. Pronto se comprobó que el fenómeno era global, al menos en los países con una agricultura muy desarrollada, y un aluvión de investigaciones ha intentado desde entonces determinar las causas, con resultados a menudo dispares o contradictorios. ¿Se debe la muerte de las abejas a los monocultivos o al calentamiento global? ¿Virus, bacterias, hongos, parásitos como el Nosema ceranae? ¿Pesticidas como los neocotinoides, que empezaron a usarse justo hace dos décadas? Aunque parece haber tantas opiniones como expertos en el campo, es posible que todos tengan parte de razón.

Entretanto, el fenómeno no ha hecho más que agravarse —los apicultores denuncian pérdidas más graves un año tras otro—, y la única buena noticia en este terreno se ha producido solo en tiempos muy recientes. Con característica lentitud pero loable preocupación, las Administraciones, incluidas las de Bruselas —que el pasado año prohibió varios pesticidas— y Washington —que ha aprobado un presupuesto extraordinario para investigar el fenómeno—, han tomado conciencia del problema y se han puesto manos a la obra.

La gravedad de la situación y la dilación e ineficacia de las medidas paliativas plantean una pregunta que ya no puede considerarse descabellada: ¿cómo sería un mundo sin abejas? «Si tuviéramos que depender de una agricultura sin polinizadores, estaríamos listos», expone el subdirector general de Sanidad e Higiene Animal del Ministerio de Agricultura, Lucio Carbajo. No todos los cultivos desaparecerían, porque los hay que se pueden gestionar de otras formas (autopolinización y polinización por pájaros, entre ellas), pero todas las fuentes coinciden en que la pérdida de diversidad y de calidad alimentaria sería tremenda.

Además, los mismos factores que atacan a las colmenas dañan también a los polinizadores silvestres como el abejón, el abejorro y las avispas, de modo que las pérdidas no solo afectarían a la producción agrícola, sino también —y quizá más crucialmente aún— a los ecosistemas naturales y al medio ambiente en general. Las abejas, las flores y los frutos evolucionaron juntos hace decenas de millones de años, y no se puede destruir uno sin destrozar a los demás.

El Laboratorio de Referencia de la UE para la Salud de las Abejas (EURL, en sus siglas inglesas), con sede en Anses, Francia, publicó en abril los resultados del primer programa de vigilancia sobre el despoblamiento de las colmenas en 17 países europeos. Los datos, que se tomaron en más de 30.000 colmenas durante 2012 y 2013 y examinaron las prácticas agrícolas y los agentes patógenos más dañinos, muestran unos índices de mortalidad invernal muy variables entre países (la horquilla cubre del 3,5% al 33,6%). En general, la situación es más leve en España y otros países mediterráneos (por debajo del 10%) que en el norte del continente (por encima del 20%). Las cifras contradicen a las del sector apícola español, que denuncia mortandades entre el 20% y el 40%, en un ejemplo más de lo dificultoso que resulta acordar los criterios y las metodologías en este campo.

La contribución de los posibles factores de riesgo, como el manejo de las colonias, el uso de pesticidas y los agentes patógenos, es variable y compleja. Tanto este informe europeo como las demás fuentes coinciden en que las causas de la mortalidad de las abejas son múltiples. También señalan, sin embargo, que ciertos factores pueden ser más fáciles de abordar que otros. Los pesticidas más dañinos, por ejemplo, pueden prohibirse o restringirse, como ya ha hecho Bruselas con cuatro de ellos. Por otro lado, y como es natural, los principales productores de plaguicidas —Bayer, Syngenta y Basf— no aceptan que haya evidencias sólidas de que sus productos sean la causa del problema. Y, de forma más significativa, algunas fuentes científicas coinciden con ellos.

«Los pesticidas neonicotinoides, como los prohibidos por la UE, no son los más prevalentes en las colmenas, al menos de forma crónica», asegura Mariano Higes, del Centro Regional Apícola de Marchamalo, en Guadalajara. «Pueden ser un problema en amplísimos monocultivos, pero afectan sobre todo a los polinizadores silvestres, como los abejorros, no a las colmenas de abejas». Higes acepta, sin embargo, que restringir estos productos puede ser útil para los ecosistemas, aunque no para la agricultura.

Para colmo, y según una investigación dirigida por Tom Breeze, del Centro de Investigación Agroambiental de la Universidad de Reading, y publicada este año en PLoS ONE, son las propias políticas agrícolas europeas las que están exacerbando el problema: al promover los grandes monocultivos se está produciendo un creciente desajuste entre las necesidades de polinización y la disponibilidad de colmenas en todas las regiones del continente. Todos esos cultivos necesitan abejas, pero los apicultores no logran reproducir tanto las colmenas, con lo que al final el cultivo rinde menos. El resultado de esta investigación es más llamativo si se tiene en cuenta que el trabajo ha sido financiado por la misma UE que es objeto de sus críticas.

«Las políticas agrícolas y sobre biocombustibles europeas han estimulado un gran crecimiento de las áreas cultivadas que precisan polinización por insectos», explican Breeze y sus colegas, que han extendido su estudio a todo el continente. Entre 2005 y 2010, por ejemplo, el número requerido de abejas melíferas creció cinco veces más deprisa que las existencias de esos insectos y, en consecuencia, más del 90% de la demanda ha quedado insatisfecha en 22 países de la Unión. «Nuestros datos», concluye Breeze, «alertan sobre la capacidad de muchos países para soportar pérdidas importantes de insectos polinizadores silvestres».


Esos polinizadores silvestres —las 250 especies de abejorros existentes, principalmente— son la otra mitad de la historia. Podría pensarse que, en un mundo sin abejas, la tarea de polinizar los cultivos podría ser asumida por estos otros insectos, que, de hecho, son ya ahora quienes polinizan la mayor parte de los cultivos básicos para la alimentación mundial: la acción de los abejorros (del género Bombus) produce el doble de fruto que la debida a la apicultura convencional con abejas (del género Apis).

Sin embargo, una reciente investigación de Matthias Fürst y sus colegas de la Royal Holloway University de Londres, publicado en Nature, ha desinflado esa expectativa al mostrar que dos de los grandes patógenos de las colmenas, el virus de las alas deformes (deformed wing virus, DWV) y el hongo Nosema ceranae, se han extendido ya a los polinizadores naturales. Estos agentes infecciosos no sólo se han mostrado capaces de transmitirse de Apis a Bombus en experimentos controlados de laboratorio, sino que ya han contagiado a los abejorros en la naturaleza, según los estudios de campo de estos científicos en Gran Bretaña y la Isla de Man. Cabe temer, por tanto, que los polinizadores silvestres estarán pronto tan amenazados como sus colegas domésticas.

La identificación del microsporidio Nosema como una de las grandes causas del despoblamiento de las colmenas se debe a Higes, el principal investigador español en este campo, «el papel de los patógenos y, sobre todo, de Nosema ceranae, sigue sin comprenderse», reconoce Higes, cuyo laboratorio lleva 10 años investigando en el microsporidio. «Muchos de mis colegas diseñan experimentos erróneos y extraen conclusiones que no son enteramente correctas; es una pena, pero 10 años después sigue existiendo una nebulosa en el conocimiento». Como se ve, la investigación sobre la muerte de las abejas está trufada de conflictos.

Esta es una de las razones de que grupos ecologistas como Greenpeace no sólo elogien las restricciones europeas a cuatro pesticidas neonicotinoides, sino que propongan extender la prohibición a otros 319 compuestos que consideran dañinos. «No cabe duda de que la mortalidad de las colmenas es un problema multifactorial», dice Luis Ferreirim, de Greenpeace, «pero si hubiera que establecer una jerarquía, el primer factor serían los insecticidas, que están diseñados precisamente para matar insectos, como las abejas». El ecologista recuerda asimismo que los herbicidas también resultan dañinos, pues acaban con las flores que aportan el principal alimento a las abejas. «Además, contra los pesticidas se puede actuar con más eficacia y rapidez», prosigue Ferreirim, «mientras que atacar a virus, bacterias, hongos y otros parásitos resulta muy difícil; y no hay que olvidar que los parásitos están más restringidos a las abejas, mientras que los pesticidas dañan también a los abejorros y otros polinizadores naturales, a los que también hay que proteger».

Un mundo sin abejas sería también un mundo sin abejorros, y tal vez sin flores, pues las abejas y las flores evolucionaron juntas, y son las dos caras de la misma moneda desde un punto de vista ecosistémico. Un mundo triste y monótono como una ciudad fantasma, una pesadilla estéril a sólo un paso de la nada. La ciencia está movilizada. La inteligencia política debe seguir en su estela.

29 junio 2014

domingo, 29 de junio de 2014

Kusturica reivindica al asesino del archiduque Francisco Fernando

Kusturica besa el monumento a Princip durante su inauguración,
en la localidad serbia de Tovariševo, en abril de este año.


Princip fue un «mensajero de libertad», dijo el dos veces ganador de la Palma de Oro en Cannes (When Father Was Away on Business y Underground) al diario Politika. «Fue una persona que llevó libertad a los eslavos (...) y mató a los ocupadores», añadió en referencia a la anexión de Bosnia y Herzegovina por el Imperio Austro-Húngaro en 1878.

28 de junio de 2014

Belgrado.- El reputado cineasta serbio Emir Kusturica aprovechó el centenario del asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria para reivindicar a su autor como un héroe nacional.

Princip fue un «mensajero de libertad», dijo el dos veces ganador de la Palma de Oro en Cannes (When Father Was Away on Business y Underground) al diario Politika. «Fue una persona que llevó libertad a los eslavos (...) y mató a los ocupadores», añadió en referencia a la anexión de Bosnia y Herzegovina por el Imperio Austro-Húngaro en 1878.

El nacionalista serbio Gavrilo Princip tenía 19 años cuando mató de un tiro al heredero del trono austríaco el 28 de junio de 1914 en Sarajevo.

Este tipo de retrato del asesino del archiduque genera controversia en Bosnia, donde la población croata y musulmana ve una relación directa entre las aspiraciones territoriales de Princip y Serbia en el momento del asesinato y su hegemonía en la antigua Yugoslavia y la violenta desintegración de la federación en los años 90.

En Sarajevo, los organizadores de los actos conmemorativos esperan que éstos sirvan de símbolo para la reconciliación tras el fin de Yugoslavia. No obstante, los serbios planean su propia ceremonia en una zona turística cerca de Visegrado y el viernes inauguraron una estatua de Princip en el este de Sarajevo, mayoritariamente serbio.

Algunos serbobosnios, que suponen un tercio de la población de Bosnia, buscan servirse del centenario y de la filosofía de Princip para impulsar un Estado independiente. «De las ideas de Princip a la independencia de la República Serbia», reza un titular del mayor diario serbio, Novosti.

«Las ideas de libertad de Gavrilo Princip fortalecerán nuestra autonomía hasta la independencia», dijo Milorad Dodik, presidente de la República Srpska o república serbobosnia, una de las dos entidades políticas que forman la República de Bosnia y Herzegovina.

Según declaró, la República de Srpska emprenderá los esfuerzos por la secesión a partir de octubre, cuando Escocia celebre su referéndum para la independencia del Reino Unido.

sábado, 28 de junio de 2014

Stonewall


Por VANESSA BAIRD

«No íbamos a aguantar más esta mierda. Habíamos hecho tanto
por otros movimientos. Ya era hora (...) Recuerdo que cuando
alguien lanzó un cóctel molotov, pensé: “¡Dios mío,
ha llegado la revolución! Al fin ha llegado la revolución”.»
Sylvia Rivera, acerca de las revueltas
de Stonewall, junio de 1969. [1]

En una noche calurosa y húmeda, el 28 de junio de 1969, un bar gay del Greenwich Village de Nueva York saltó a los titulares y se convirtió en un icono mundialmente famoso. Imaginemos la escena: el Stonewall está lleno a rebosar de hombres gays, lesbianas y drag queens en todo su esplendor. De repente, sobre la una de la madrugada, las luces empiezan a parpadear. La gente deja de bailar: es una redada policial. La Patrulla Moral está de vuelta. Los clientes son conducidos afuera y «puestos en fila» contra los furgones policiales. Les empujan contra verjas y vallas. No es un suceso inusual. Pero esta noche, en lugar de entrar obedientemente en los furgones policiales que les aguardan, algunos clientes comienzan a arrojar monedas. Luego, botellas. Los clientes del Stonewall ofrecen resistencia. Hay gritos de «poder gay». Los sorprendidos policías se atrincheran en el edificio. Es la primera vez que sucede algo parecido. Piden refuerzos. Los manifestantes arrancan un parquímetro y lo usan como ariete contra la puerta.

Para muchos de los que estuvieron allí, como la transexual Sylvia Rivera, fue un momento embriagador e inolvidable y quizás menos sorprendente de lo que pudo parecer para la policía:

«Siempre creí que contraatacaríamos. Sabía que contraatacaríamos. Sólo que no sabía que iba a ser esa noche».[2]

Las protestas continuaron en pie durante varias noches, y fueron seguidas de más protestas y marchas.

Las Revueltas de Stonewall son consideradas con frecuencia el punto de ignición, el Motín del Té de Boston del Movimiento de Liberación Gay en Occidente. De hecho, se les atribuye una importancia casi sagrada en la historia gay. Pero éste no fue realmente el primer suceso de esta índole. París y Ámsterdam habían vivido brotes similares el año anterior.

Tal vez era de esperar. Los sesenta habían sido una década de radicalismo. La influencia del movimiento de los Derechos Civiles Negros fue enorme, como lo fue también la del Movimiento de Mujeres unos pocos años después. Mientras los activistas negros luchaban contra el racismo con consignas tales como «Lo negro es bello» y las feministas examinaban y cuestionaban el sexismo y proclamaban «la hermandad de mujeres es poderosa», era, de hecho, el momento de cuestionar el prejuicio contra los homosexuales. Un tiempo para una consigna que acabó por llegar: «Lo gay es bueno».

Pero tampoco estos actos de rebelión de gays y lesbianas de mediados del siglo XX provinieron de la nada. Tuvieron sus precursores. Un siglo antes, Karl Heinrich Ulrichs, un abogado y periodista alemán, exigía la derogación de todas las leyes que penalizaban la actividad homosexual. Hubo otros pioneros, como Karoly Maria Kertbeny, John Addlington Symonds, Edward Carpenter y escritores como Oscar Wilde y Radclyffe Hall.

En lo relativo a crear un movimiento, el alemán Magnus Hirschfeld fue más operativo. Fundó el Instituto para la Ciencia Sexual en Berlín, que llegó a ser una fuente de información e inspiración para las personas gays internacionalmente. Su biblioteca contenía 12.000 libros, 35.000 fotos e innumerables manuscritos, todos destruidos por los estudiantes nazis el 6 de mayo de 1933.[3]

La presión sobre los homosexuales durante y después de la Segunda Guerra Mundial provocó otra oleada de activismo político. En los Estados Unidos las Hijas de Bilitis y la Sociedad Mattachine organizaron a las lesbianas y a los hombres gays para apoyarse mutuamente. Estos grupos eran conocidos como «movimientos homófilos». La Campaña por la Igualdad Homosexual en Gran Bretaña es un ejemplo de grupo activista anterior a Stonewall.

Con el surgimiento de facciones más militantes, la liberación gay recibió una oleada de energía desde finales de los sesenta. La timidez de los movimientos homófilos fue sustituida por una mayor osadía a medida de que la gente «salía del armario». La liberación gay no iba a ser conseguida por élites hablando en voz baja en los pasillos del poder, sino por gente corriente echándose a las calles y reclamando despenalización y libertad. Las marchas públicas abrieron paso a la fuerza al problema dentro de la conciencia pública heterosexual, no sólo en Norteamérica, Australasia y Europa, sino también en países del Sur, como México y Argentina.[4] Algunas de las protestas callejeras más radicales por la liberación LGBT están teniendo lugar actualmente en Asia y Latinoamérica, donde la violencia contra las personas LGBT, sobre todo a manos de la policía o movimientos paramilitares de extrema derecha, es una preocupación continua para los grupos de derechos humanos. El espíritu de Stonewall está vivo y coleando en muchas partes del mundo hoy en día.

Sexo, Amor y Homofobia,
Amnistía Internacional (2004)




NOTAS:
[1] Leslie Feinberg, Trans Liberation, Beacon Press, 1998.
[2] Ibid.
[3] Martin Bauml Duberman, Martha Vicinus, George Chancey (editores), Hidden from History: Reclaiming the Lesbian and Gay Past, Penguin Books, London, 1991.
[4] Barry D. Adam. Jan Willem Duyvendak, André Krouwel (editores), The Global Emergence of Gay and Lesbian Politics, Temple University Press, Philadelphia, 1999.
[5] Joan Nestle, A Restricted Country, Sheba, 1988.

La casualidad encendió la mecha


El 28 de junio era un día muy especial para los serbios. En esa fecha se recordaba la trágica batalla de Kosovo de 1389 en la que el reino serbio fue derrotado por los turcos. Era el inicio de un largo de sufrimiento bajo el dominio otomano. En 1914, esa opresión estaba representada por el Imperio Austro-Húngaro como sucesor del Imperio Otomano en los Balcanes. Ese fatídico día fue el elegido por el archiduque Francisco Fernando para realizar una visita a la ciudad de Sarajevo. Para siete jóvenes serbobosnios aquella visita era una provocación. En Serbia se habían formado sociedades nacionalistas como «La Mano Negra», cuyo objetivo era conseguir con métodos terroristas la anexión de Bosnia a Serbia. El 28 de junio Francisco Fernando llegó con su mujer a Sarajevo. Una multitud esperaba a lo largo de la ruta para saludar. Entre ellos se encontraban los siete terroristas. Uno de ellos lanzó una bomba contra el vehículo que fue a parar al suelo. Al llegar al Ayuntamiento, se planteó si se debía seguir con la visita. El archiduque decidió continuar modificando el trayecto para poder visitar a los enfermos del primer atentado y como medida de seguridad, pues nadie les esperaba por la nueva ruta. Sin embargo, uno de los terroristas, Gavrilo Princip se encontraba en la antigua ruta. El conductor del archiduque giró para adentrarse en la calle, según las instrucciones que había recibido por la mañana. El general que acompañaba al archiduque gritó al conductor para que rectificase frenando justo delante de Princip. Pocas veces un error ha tenido unas consecuencias tan trágicas. Princip realizó dos disparos. El archiduque y su mujer serían alcanzados mortalmente. Fueron las dos primeras víctimas de una guerra mundial.

MUY HISTORIA
Número 17 / Mayo 2008

jueves, 26 de junio de 2014

La televisión forma parte del aparato estatal

 

«Hoy en día hacer televisión es como fabricar cualquier otro producto. Es el 'management' quien pretende interpretar al mercado que decide. Todo debe satisfacer al mercado y es la economía la que moldea el producto». Investig’Action tiene el placer de presentar a sus lectores un extracto del libro de entrevistas de Ken Loach y Frank Barat publicado por Indigène Editions. En este extracto impactante, Ken Loach tiene el mérito de subrayar la creciente pérdida de poder de los trabajadores de los medios frente a la presión de los poderosos, lo que repercute sobre la calidad de las informaciones a que se accede

 20 junio 2014

Tuve la suerte de trabajar en la BBC en los años 60. La televisión era entonces un medio joven y el espíritu de la época permitía, dentro de ciertos límites, abrir la cultura y las programaciones a las clases populares. Con el tiempo ha crecido el control. Cuantos más años han transcurrido más se fue desarrollando y solidificando el formato que, en términos de audiencia, mejor funcionaba. Todo ha sido burocratizado, jerarquizado y como en toda industria la presión sobre la producción se ha intensificado enormemente.

La tendencia es reducir los equipos y multiplicar los «managers» quienes para justificar su presencia deben intervenir en todos los sectores, desde el casting hasta el escenario. En los años sesenta nadie le decía a quién debía contratar. Actualmente el elenco de actores debe ser aprobado por los representantes de las empresas productoras, por los de la BBC o de ITV, por el responsable del departamento, por el responsable de la cadena... todas personas que jamás ha visto y que deben aprobarlo. De pronto el realizador a quién se le imponen los actores, que no puede trabajar sin supervisión en el escenario, tiene muy poco poder. De modo que con seguridad no puede ser original. Tanto la presión como la desautorización anulan la originalidad.

Esto es lo que los sindicatos deben denunciar y combatir con dureza. De otro modo a los realizadores se les vuelve imposible, El uso que se hace de la televisión no es aceptable. Es un medio que tiene un enorme potencial pero lo que se muestra en las pantallas es muy limitado. Las mismas celebridades, las mismas reiteradas películas, la misma restringida visión política, los programas de cocina, de decoración de la vivienda, de tejidos... ¡es todo tan terriblemente aburrido!

Hoy hacer televisión es como fabricar un producto cualquiera. Es el manager que pretende interpretar al mercado quien decide. Todo debe satisfacer al mercado y la que da forma al producto es la economía.

Es difícil resistir individualmente

En Europa todavía tenemos la suerte de contar con un nicho que, si somos razonables, nos permite producir las películas que queremos. Aunque dicho esto el monto de que se dispone es limitado. Los espectadores generan un ingreso que va a definir cuánto se puede gastar en una película. Por lo tanto se depende del público, es preciso ser rentable.

Cambiar esta situación depende de un cambio político mucho más amplio. Que los grandes grupos de la televisión forman parte del aparato estatal es un hecho. Son administrados por personas nombradas por el Estado según un sistema jerárquico muy vertical. Es el Gobierno el que otorga las concesiones a las empresas comerciales y nombra a los directivos de la BBC, que junto con la prensa de derecha es el principal proveedor de la ideología y de la formación de nuestro tiempo. La influencia de la televisión en la población es enorme. Es una institución estatal cuya primera misión es transmitir la ideología del poder local. De modo que los nombramientos son cruciales ya que sería desastroso para el Estado que ese instrumento cayera en las manos equivocadas. Esto es aún más cierto para la prensa. Sería necesario que fuera dirigida por cooperativas y que ninguna empresa pudiera ser dueña de más de un periódico. Son, desde luego, reivindicaciones revolucionarias que el Estado tal como está actualmente organizado no aceptará nunca.


martes, 24 de junio de 2014

El terrorismo de ETA sólo puede ser político



MADRID // La exaltada caza a Pablo Iglesias está alcanzando niveles preocupantes que muestran la escasa cultura democrática que existe en la España nacida de la Transición. La veda se levantó cuando el menosprecio hacia la candidatura de Podemos durante la campaña de las europeas quedó en evidencia después de que consiguiera 5 escaños y 1.200.000 votos. Existen multitud de cuestiones por las que criticar a Pablo Iglesias y Podemos, lo superficial de su discurso, la antipolítica del término casta, lo poco desarrollado de sus medias propuestas -no menos desarrolladas que las del resto-, en definitiva, criticar su propuesta política. Pero los ataques a Pablo Iglesias se están convirtiendo en una criminalización con tintes de esperpento.

Pablo Iglesias acudió este lunes a un desayuno informativo en el Ritz organizado por el Fórum Nueva Economía, y en una pregunta sobre ETA declaró lo siguiente:

«No sé si tendré la oportunidad en Europa de hablar de ETA. Si hablara de ETA diría que el terrorismo ha causado un tremendo dolor en este país, eso es indudable, pero también diría que tiene explicaciones políticas, porque si no tuviera explicaciones políticas no se entendería por qué el gobierno de Felipe González se sentó a hablar con ETA, no se entendería por qué el gobierno de Jose María Aznar se sentó a hablar con ETA, no se entendería por qué el gobierno de Jose Luís Rodríguez Zapatero se sentó a hablar con ETA. Hablar de un problema y tratar de analizarlo políticamente no significa estar de acuerdo con él. Yo puedo hablar del cáncer, y hablar del cáncer no implica estar de acuerdo con él. Si tuviera que hablar de lo que significó el ejercito republicano irlandés en la relación entre Irlanda y el Reino Unido o de lo que significó ETA, teniendo claro mi rechazo y mi condena hacia actos que arrebataron la vida a cientos de personas, trataría de entender las claves políticas fundamentales, que es, como todos los hombres de estado de nuestro país han reconocido, la clave para superar los problemas políticos y avanzar hacia soluciones democráticas».

Transcribo íntegra la respuesta porque es necesario para entender lo desaforado de la crítica y la interpretación que los medios hicieron de sus palabras. Casi todos los medios que tienen una línea editorial crítica con Pablo Iglesias titularon con el siguiente entrecomillado: «explicaciones políticas», unido al terrorismo de ETA. Ya está logrado, Pablo Iglesias dice que el terrorismo de ETA tiene «explicaciones políticas». Incluso la Guardia Civil ha considerado que ha sobrepasado los límites éticos por considerar que el terrorismo de ETA tiene explicaciones políticas.

El mensaje transmitido por los medios ha posibilitado que los detractores de Podemos y seguidores del relato único permitido puedan unirlo con una justificación del terrorismo de ETA. Pero es que además, el terrorismo por definición tiene explicaciones políticas, de hecho, el terrorismo o es político o no es terrorismo. Tanto en su definición léxica, como en las acepciones académicas, como en las sentencias judiciales, la finalidad política es una condición sine qua non del terrorismo.

El pasado 24 de abril, una sentencia del Tribunal Supremo ratificaba otra de la Audiencia Nacional que declaraba que Resistencia Galega era una organización terrorista. En el escrito, el alto tribunal argumentaba que era una banda terrorista por el siguiente motivo:

«Tal organización tendrá por finalidad la realización de acciones violentas contra personas y cosas, con finalidad de subvertir el orden democrático-constitucional, en definitiva actuar, con finalidad política, de modo criminal».

La Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo también consideran que la finalidad del terrorismo es política, es más, que sin esa finalidad no sería terrorismo. Pablo Iglesias sólo define una característica del terrorismo, la que hace que el terrorismo lo sea. El terrorismo de ETA tiene causas políticas, tiene fines políticos, tiene explicaciones políticas y tiene soluciones políticas. Por eso Jose María Aznar llamó a ETA el movimiento vasco de liberación, porque estaba haciendo política. Algo que debería tener en cuenta Esteban González Pons, que a consecuencia de la intervención de Pablo Iglesias dijo que «los asesinatos y muertes nunca tienen causa política». Y yo que pensaba que las guerras eran eso.

lunes, 23 de junio de 2014

Yuri Kochiyama, activista social estadounidense

Yuri Kochiyama
(19 mayo 1921 - 1 junio 2014)

 OBITUARIO

Inició su lucha contra la discriminación racial cuando su familia fue internada al estallar la Guerra entre EE UU y Japón

20 junio 2014

A la estadounidense de origen asiático Yuri Kochiyama la llama del activismo se le encendió sin pretenderlo en 1941, tras el ataque japonés a la base estadounidense de Pearl Harbor. Tenía 20 años y esa llama ya no se le apagó hasta el primer día de este mes, cuando falleció a los 93 años en Berkeley, a las afueras de San Francisco.

Kochiyama había nacido en 1921 en San Pedro, un pequeño pueblo californiano, pero su carrera como activista la desarrolló sobre todo en Nueva York. A esta estudiante ejemplar, que hacía de profesora en una iglesia los domingos y que estudió periodismo, ser hija de inmigrantes japoneses nunca le supuso un problema hasta una fecha que la condicionó para siempre: el 7 de diciembre de 1941. El mismo día en que Japón atacó la base naval estadounidense en el Pacífico, agentes del FBI detuvieron en su casa a su padre, un comerciante de pescado.

Fue uno de los cientos de estadounidenses de origen japonés que, en medio de la histeria de las autoridades, fueron injustamente acusados de espionaje y encarcelados. El desenlace fue trágico: su padre, que acababa de ser operado de una úlcera, murió al cabo de seis semanas después de que le negaran tratamiento médico en prisión. Yuri y su familia también vivieron los efectos de la ofensiva del Gobierno de EE UU, con indudables componentes racistas, contra todo lo relacionado con Japón. Unos meses después del bombardeo de Pearl Harbor, fueron confinados, junto a otros 120.000 estadounidenses de origen japonés en campos de internamiento a lo largo de EE UU.

Yuri pasó dos años en Arkansas. De esa trágica experiencia nació su lucha contra la discriminación racial. Junto a otras mujeres, organizó el envío de cartas a los miles de estadounidenses de origen japonés que estaban luchando por EE UU en la II Guerra Mundial. Fue liberada para ayudar en un centro a los soldados que retornaban del frente, en el que conoció al que sería su marido, también de origen nipón y con el que tuvo seis hijos.

Tras casarse en 1946 se fueron a vivir a un barrio humilde de Nueva York, epicentro de las comunidades negras y latinas. «No me desperté y decidí ser una activista. Pero no podías no ver las injusticias. Estaban a tu alrededor», dijo en 2004 al diario Dallas Morning News. Cada vez se fue adentrando más en la lucha de los derechos civiles y en 1963 abrazó las tesis combativas de Malcom X. Dos años después asistiría a su asesinato en un acto en Nueva York. En la famosa fotografía de la revista Time en la que se va al activista negro ensangrentado en el suelo tras haber sido disparado, Kochiyama aparece desconsolada a su lado.


Durante las décadas siguientes se movilizó contra la Guerra de Vietnam, defendió los derechos de los latinos y consiguió que en 1988 la Casa Blanca pidiera disculpas por los campos de internamiento de la II Guerra Mundial. Se mantuvo activa hasta sus últimos años, sobre todo alentando a los jóvenes a involucrarse políticamente.

JOAN FAUS

domingo, 22 de junio de 2014

Copa del Mundo: elitismo y represión


El autor, profesor de Teoría Política en la Universidad Federal de Río, denuncia la estrategia del miedo y la política elitista del Gobierno de Brasil.

Giuseppe Cocco

Como estaba previsto, el 12 de junio, la Copa Mundial comenzó en São Paulo, con la inauguración del nuevo estadio Itaquerão. ¿Cómo hacer un balance rápido de la crítica de la Copa, del movimiento #nãovaitercopa? Hubo movilizaciones y protestas en casi todas las ciudades de Brasil. Las manifestaciones movilizaron a millares de personas y un número mucho mayor de policías militares (sin contar el Ejército y la Fuerza Nacio­nal en la protección de los estadios y la militarización de las favelas). Prácticamente todas fueron duramente reprimidas. En São Paulo y Belo Horizonte hubo resistencia y enfrentamientos, pero en una situación de asimetría total.

Paradigma del miedo

La primera impresión es que el paradigma de la militarización y el miedo consiguió imponerse. Éste fue anticipado de forma continua por la prensa y por la intervención del Ejército en la favela de Maré, en Río de Ja­neiro, y con la escandalosa decisión del Tribunal Supremo Federal de acatar, en base a la ley de la dictadura, la competencia del Tribunal Mi­litar para juzgar a los civiles detenidos (por desacato) por los soldados durante las operaciones de orden público. Todo esto en medio de un consenso general, uniéndose Partido de los Trabajadores (PT) y oposición, Gobierno federal y gobiernos estatales, en un bello episodio tropical de consenso bipartidista, o sea, de extremismo de centro.

El único matiz en ese paisaje reaccionario es la operación montada en São Paulo con el Movimiento de los Sin Techo (MTST). Apoyado claramente e incluso materialmente— por el Gobierno federal y de la ciudad de São Paulo (PT), el movimiento puso a miles de personas pobres en las calles antes de la Copa del Mundo para, a continuación, vaciarlas por completo sobre la base de negociaciones específicas de elementos parciales de la plataforma de las luchas metropolitanas.

En este caso, el PT de São Paulo consiguió hacer una operación similar a lo que hacía el peronismo cuando distribuía una renta no directamente a los desempleados, sino a las organizaciones piqueteras. Podemos considerar eso como un avance, pero también como algo problemático, pues el objetivo principal no es gestar una nueva fase de democratización, sino el vaciado reaccionario del movimiento.

En São Paulo, la Policía ni siquiera permitió que la concentración tuviera lugar. Hubo bombas y balas de goma para todo el mundo, incluyendo a los periodistas internacionales, entre los que hubo cinco heridos. Además de eso, hubo detenciones arbitrarias y un festival de abusos jurídicos, relatados detalladamente por los observadores.

En Belo Hori­zonte la represión también fue extremadamente violenta en la jornada inaugural. Ya el día 15, con motivo del primer partido en el estadio local, un millar de manifestantes fueron «secuestrados» por miles de policías durante casi siete horas y decenas de ellos fueron detenidos de manera arbitraria. En Salvador de Bahía, la Po­licía militar puso al servicio del Go­bierno del PT su bru­talidad habitual, gol­pean­do y humillando a los manifestantes, y lo mismo ocurrió en Porto Alegre.

En Río de Janeiro hubo dos actos. El primero, convocado por partidos y movimientos, reunió de 2.000 a 3.000 personas y fue muy animado. La marcha fue totalmente pacífica, pero terminó violentamente reprimida, con varias detenciones arbitrarias. La manifestación de la tarde fue en Copacabana, entre los especta­dores de la FIFA-FanFest y ­—a pesar de las detenciones y las provocaciones del fortísimo sistema de seguridad— escogió una forma de movilización que consiguió hacer fracasar la espiral represiva, que hoy es la opción del poder en todos sus niveles: federal y estatal.

Espectáculo elitista

Mientras que la policía en todo el país pacificaba las ciudades violando todos los derechos constitucionales, la presidenta Dilma Rousseff fue la única figura política que apareció con Joseph Blatter [presidente de la FIFA] en el estadio. No hubo ningún discurso, pero eso no impidió abucheos e insultos contra Dilma por parte de los espectadores privilegiados que asistieron a una victoria dudosa de la Selección brasileña sobre Croacia. La élite de São Paulo disfrutó del espectáculo elitista preparado por el Gobierno del PT (es decir, por Lula y Dilma) y, al mismo tiempo, sin negar su tradición esclavista, aprovechaba para insultar... al PT y a Dilma.

El PT y el oficialismo por lo general aprovecharon el episodio para usar «la falta de respeto de la élite con la institución de la presidencia» como un vector de polarización electoral. Pero el hecho es que el PT está gobernando con la élite y para la élite, y la prueba de ello son, al mismo tiempo, los 12 estadios ultraelitistas dentro de los que se celebran los partidos de la Copa y el monstruoso aparato represivo que el Gobierno federal puso en las calles en complicidad con todos los gobiernos: del propio PT o de la oposición de derechas.

Todavía es pronto para saber si el movimiento contra la Copa ha sido pacificado y la falsa polarización con la élite neoesclavista de São Paulo tendrá un impacto electoral positivo para Dilma y el PT. Pero ya sabemos que la opción por la política del miedo que el PT llevó a cabo tiene como objetivo reducir y vaciar el movimiento y que tal vez el gran legado de la Copa sea esa determinación de la «izquierda» de ser tan reaccionaria como la derecha, y eso a pesar de los mágicos discursos que alimentan una polarización totalmente falsa.


sábado, 21 de junio de 2014

Fascismo social, una opción frustrada

«Muerte al marxismo», pancarta de las SA en 1926.
Hitler destaca de pie a la izquierda.

ALEMANIA (1919-34)

La Alemania de principios del siglo XX fue semillero de movimientos políticos aparentemente distantes, pero apenas separados por una sutil frontera

IÑIGO BOLINAGA IRASUEGUI 
HISTORIADOR Y PERIODISTA

Enero de 1933: Adolf Hitler se encarama a la Cancillería. Comienza de ese modo su carrera para convertirse en rector indiscutible de los destinos del pueblo alemán. Desde este momento empieza la batalla en el cuarto trasero por deshacerse, en todos los ámbitos, de cualquier oposición o posibles competidores del Führer en la posesión del poder absoluto.

Desde comunistas y socialistas hasta sectores disidentes o extremistas en diversos grados de su propia tendencia política, las huestes hitlerianas ejercieron una imparable y veloz política represiva contra todo sector susceptible de convertirse algún día en una amenaza para el régimen y su dictador, de la cual muchos miembros del Partido Nazi (NSDAP) y afines fueron señaladas víctimas.

Las purgas internas —tanto dentro del partido como en el entorno de la línea ideológica del fascismo alemán— cayeron principalmente sobre los sectores izquierdistas o más socializantes del nacionalsocialismo y afines. De esta manera fueron purgados líderes tan importantes como Ernst Niekisch, principal representante de la corriente nacional-bolchevique en el contexto de la Alemania weimariana; Gregor Strasser, miembro del NSDAP y director de una línea crítica del pensamiento nacional-revolucionario dentro del partido; y Ernst Röhm, responsable de las Tropas de Asalto (SA), con más que suficientes reminiscencias obreristas como para considerarlo a la izquierda del proyecto que Hitler impuso en su Reich. Todos ellos eran representantes de un modo de interpretar el fascismo más acorde con los planteamientos socializantes que en su momento habían reivindicado los primeros fascios de combate (1919) y que continuó la línea D’Annunzista en Italia, ideológicamente emparentada con las propuestas de diversas agrupaciones políticas de Europa occidental, como el Partido Popular Francés (PPF) de Jacques Doriot o las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS) de Ramiro Ledesma en España.

A pesar de la semejanza entre los sectores fascistas alemanes purgados por Hitler a partir del año 1933 y los movimientos de tipo italiano señalados, la mayor parte de los primeros llegó aún más lejos en su afán de fundir las aspiraciones de justicia social y ultranacionalismo (lo que ha sido denominado como Revolución Conservadora alemana). Así surgieron en la Alemania de Weimar tendencias fascistas adheridas a proposiciones socializantes fusionadas con un nacionalismo extremo y un ideal autoritario del ejercicio del mando político que, principalmente a partir de la llegada de Hitler al poder, se situaron con muy pocas excepciones —caso del doctor Joseph Goebbels, ministro de Propaganda del Reich— frente al régimen. Esta oposición de nacionalbolcheviques y nacionalrevolucionarios, fundamentalmente, salió muy cara a la izquierda nazi —si es que tal definición es aplicable al nacionalbolchevismo, que difiere en muchos aspectos del nacionalsocialismo hitleriano—, que tomó el camino del exilio, la cárcel, el campo de concentración o la muerte en manos del triunfante nuevo sistema político que el austriaco consolidó con eficacia germánica en todo el territorio alemán.

Gregor Strasser (en medio, sentado)
junto a Hitler en 1933, antes de la depuración.

Los hermanos Gregor y Otto Strasser fueron un claro ejemplo de oposición a la política de Hitler desde la izquierda de su propio partido y del destino que este tipo de tendencias llevaba aparejado en el régimen hitleriano. Ambos optaron por una vía nacional al socialismo, fieles a lo que consideraban la verdadera esencia del movimiento nazi. Pregonaban la lucha contra el capitalismo en busca de una auténtica justicia social siguiendo el camino de la expropiación de los bancos y de la industria pesada, todo ello dentro de un contexto radicalmente antisemita partidario de la desigualdad de las razas humanas. Gregor Strasser se mostraba convencido de que le marxismo era un falso socialismo —socialismo judío— y fue también quien más incidió en esa supuesta traición que Hitler estaba realizando a las ideas del auténtico nacionalsocialismo al aliarse con la burguesía. Fue asesinado en el año 1934, durante la tristemente conocida noche de los cuchillos largos, en la que también se puso punto final a la vida de Röhm y sus SA.

Ernst Röhm (justo detrás de Hitler en 1932),
responsable de las Tropas de Asalto.

Su hermano Otto tuvo más suerte y tiempo más tarde salió del país. En el exilio se dedicó a escribir y hacer campaña en contra del régimen hitleriano desde una posición fascista de izquierdas. El ideal de sociedad de este político extremista alemán tenía como columna vertebral al campesinado en lucha contra la burguesía y el capital, dentro de un régimen en el que la tierra y los medios de producción quedarían nacionalizados a fin de ser redistribuidos. Otto Strasser fue el fundador de la Unión de Nacional Socialistas Revolucionarios, más conocido como Frente Negro.

Ernst Niekisch, líder nacionalbolchevique, tampoco pudo zafarse del largo brazo depurador del Führer y fue internado en un campo de concentración hasta el final de la guerra. Antiguo miembro y principal teórico del Alt Sozialdemocratische Partei (ASP) sajón en los años de entrrguerras, logró que este grupo de orígenes e inspiración claramente socialdemócrata se escindiera del Partido Social-Demócrata Alemán (SPD) para dar un radical cambio de rumbo hacia la combinación de las reivindicaciones socialistas con el nacionalismo alemán, un nacionalismo que en Niekisch se convirtió más bien en antioccidentalismo, lo que le llevó a pedir el acercamiento a la Unión Soviética en la lucha contra un Occidente que percibía como nefasto para el desarrollo de la nación alemana. La principal causa de desavenencia que los llevó a escindirse del gran partido socialista alemán fue el internacionalismo y la sumisa aceptación —desde el punto de vista del teórico del ASP, Niekisch— del SPD del Tratado de Versalles. El Alt Sozialdemocratische Partei comenzó así un proceso de acercamiento a los sectores de la extrema derecha nacionalista alemana que obligó a los socialistas del SPD a dejar de considerarlo como miembro de la familia política del socialismo alemán. El ASP experimentó un batacazo electoral de tan importantes dimensiones —no olvidemos que Sajonia era considerada como zona roja dentro del mapa electoral alemán de la época— que obligó a sus dirigentes a reestructurar sus planteamientos tácticos y teóricos, lo que desembocó en la expulsión de Ernst Niekisch y August Winning, principales elementos nacionalbolcheviques en el seno del partido. A pesar de ello, el ASP se hundió en 1932 y con él, un importante intento, por parte de Niekisch y Winning, de crear un auténtico partido nacionalbolchevique en el panorama político alemán de la etapa de entreguerras.

Ernst Niekisch y August Winning,
teóricos del nacionalbolchevismo germano.
Una intentona anterior en el mismo sentido parece haberse dado en el nacimiento del KAPD (1920), una agrupación fundada por antiguos miembros del Partido Comunista de Alemania (KPD) expulsados en 1919 por disidencias sobre la línea oficial. El KAPD (Partido Comunista Obrero Alemán), un partido más bien hamburgués inspirado en su primer momento por los líderes revolucionarios Wolfheim y Laufenberg, preconizaba la lucha proletaria combinada a una visión nacionalista de las relaciones internacionales. Tampoco logró subsistir y finalmente gran parte de sus integrantes fue fagocitada por el KPD.

Las corrientes izquierdistas o socializantes del fascismo alemán, sin embargo, subsistieron en la sombra, apoyándose en otras tendencias semejantes europeas. En el caso de los nacionalbolcheviques, muchos de ellos vieron en la Unión Soviética de Iosif Stalin una esperanza auténticamente fascista y socialista para el mundo frente a la claudicación hitleriana ante el poder del capital. De hecho, no fueron pocos quienes vieron una línea nacionalcomunista en la política, tanto interna como externa, que estaba llevando a cabo el régimen que Stalin dirigió con firmeza desde el momento en que accedió al mando supremo de la URSS. Entre estos se encontraba Ernst Niekisch, quien después de la Segunda Guerra Mundial colaboró con entusiasmo en la construcción del comunismo en lo que más tarde iba a constituirse como la República Democrática Alemana. Pero no solamente el líder nacionalbolchevique vio un carácter fascista en Stalin, sino que algunos de los exiliados rusos que lucharon en la guerra civil en el bando blanco retornaron, más tarde o más temprano, a Rusia para defender a su patria, que con Stalin había llegado a las cotas más altas de poder que jamás había alcanzado en su historia. Ése fue el caso de dirigentes fascistas rusos como Alexandr Kazem Bek, líder de los Jóvenes Rusos (Mladorossiti), o Konstantin Rodzaievski, cabeza del Partido Fascista Ruso —el conocido partido ruso de Manchuria—, quien al final de una vida dedicada a la conspiración antisoviética, terminó sus días poniéndose al servicio de Stalin al haberse dado cuenta de que éste era el líder fascista ruso que siempre había esperado.

También Ramiro Ledesma apreció que la revolución soviética contenía dentro de sí algo más que lo que aparentemente parecía mostrar. Según Ledesma, «la revolución bolchevique triunfo en Rusia no tanto como revolución propiamente marxista que como revolución nacional», aunque ésta «resulte ser un hallazgo imprevisto» [1]. Ledesma creía que, a pesar de la primera intención, la Rusia que surgió de la revolución marxista presentaba un fuerte componente nacionalista: se trataría de una revolución nacional, que en su terminología equivalía a fascista. Para él, «los bolcheviques eran los únicos que podían dar las consignas salvadoras de la situación» [2]. La victoria bolchevique, por ello, no era «otra cosa que la de haber edificado de veras una patria. Es una victoria nacional» [3]. Esta visión de Rusia coincidente con la de los sectores nacionalrevolucionarios y nacionalbolcheviques de la Alemania weimariana pone de relieve las muy sutiles fronteras que a veces existen entre regímenes y movimientos aparentemente tan distantes.

Nº 308 / Diciembre de 2001



  NOTAS:

[1] Ramiro Ledesma Ramos, «Discurso a las juventudes de España», ¿Fascismo en España? Discurso a las juventudes de España, Ariel, Barcelona, 1968.
[2] Ibid., pág. 289.
[3] Ibid., pág. 289.


Bibliografía

Ramiro Ledesma Ramos, ¿Fascismo en España? Discurso a las juventudes de España, Ariel, Barcelona, 1968.
Joaquín Abellán, Nación y nacionalismo en Alemania. La «Cuestión Alemana» (1815-1990), Tecnos, Madrid, 1997.
Walter Laqueur, La Centuria Negra. Los orígenes y el retorno de la extrema derecha rusa, Anaya, Madrid, 1995.
Karl Drietrich Bracher, La dictadura alemana, 2 vols., Alianza, Madrid, 1993.
Peter D. Stachura, Gregor Strasser and the rise of Nazism, George Allen and Unwin, Londres, 1983.

jueves, 19 de junio de 2014

La guerra es la salud del Estado

Nº 311 / Junio de 2014

En el mundo de hoy, los Estados necesitan la guerra para establecer la dominación sobre otras partes del planeta, para unir a su población contra un enemigo exterior, para impulsar sus propias industrias armamentísticas, que constituyen una parte creciente de sus economías. Cada vez más, grandes empresas e instituciones financieras como el FMI y el Banco Mundial, en conjunción con países como los Estados Unidos, Francia, China, Rusia y otros, imponen su dominio económico por medio de la fuerza militar.

Además, el desarrollo de la industria nuclear conduce a una sociedad nuclear de control y centralización, y a una amenaza para la vida humana y el medio ambiente. La nueva tecnología (drones, etc.) se usa para matar cada vez más gente, y para incrementar la vigilancia del Estado, incluyendo el control de las fronteras de la Fortaleza Europa contra los inmigrantes de África.

La búsqueda de minerales por parte de esas industrias saca a la luz las luchas de los diferentes bloques de poder para establecer el control sobre importantes yacimientos de uranio, petróleo u otros minerales. La guerra está íntimamente ligada a la destrucción del medio ambiente, como la deforestación de la selva durante la Guerra de Vietnam o los enormes daños ambientales durante el bombardeo de las refinerías durante la Guerra del Golfo.

La guerra implica el desplazamiento de poblaciones enteras, la emigración forzosa y el establecimiento de grandes campos de refugiados. Desencadena hambrunas con ataques a las cosechas. Las violaciones en masa son utilizadas como arma de terror y como síntoma de la virilidad distorsionada generada por el militarismo.

Así como las amenazas fabricadas del tipo de la del fundamentalismo islámico y, de nuevo, la del Oso Ruso o la de la agresión imperialista occidental, también se emplea cada vez más la amenaza de desorden interno, a menudo provocada por el propio Estado, para crear un enemigo interior el enemigo dentro— ya sean bandas juveniles o grupos políticos. El aumento de la militarización de la sociedad está por tanto justificado, con una presencia cada vez mayor de tropas en las calles y aeropuertos militares, y el incremento de las fuerzas policiales militarizadas.

Los bloques de poder en competencia —Estados Unidos, Rusia, China, la Unión Europea, etc.— buscan sus propias esferas de influencia a nivel global, lo que lleva a una tensión cada vez mayor, como podemos ver en la situación de Ucrania.

Nos oponemos a la tendencia a la militarización de la sociedad y a la guerra. Las disputas sobre fronteras se han empleado como medio por los bloques de poder y los Estados para alimentar conflictos. La respuesta no está en la solución del micronacionalismo (Escocia, Cataluña, etc.) con el desarrollo de nuevos Estados pequeñitos con sus propias fuerzas armadas sino en una libre federación de los pueblos, la destrucción de las industrias de guerra, la disolución de los ejércitos y la desaparición de las fronteras, y la eliminación del capitalismo. A un nivel más práctico, nos oponemos a su tendencia a la guerra y la militarización de la sociedad con campañas contra el reclutamiento militar, el apoyo a los desertores y a los que se oponen a la guerra, a la desobediencia civil y a los paros y huelgas contra el tráfico de armas y de ejércitos.

—No a las fronteras
—No a las guerras
—Sí a compartir todos los recursos de todo el planeta
—¡Guerra a la guerra!

IFA