lunes, 23 de mayo de 2016

¿Somos los únicos primates con cultura?


Si nos preguntan que es la cultura todos tendríamos dificultades para dar una definición precisa. La cultura humana incluye tantos aspectos, que resulta muy difícil resumir y sintetizar su significado en pocas palabras. Entre esos aspectos contamos con las pautas de conducta de grupos sociales determinados y sus tradiciones, más o menos complejas, que se transmiten de generación en generación.

Por JOSÉ MARÍA BERMÚDEZ DE CASTRO

En todas las especies animales se observan pautas de conducta específicas y repetitivas, que se llevan a cabo de manera autómata. Sin embargo, varios expertos han demostrado comportamientos reflexivos y exclusivos en chimpancés, orangutanes, delfines y ballenas. En particular, los etólogos han venido observando una serie de pautas muy particulares y propias de grupos y clanes de chimpancés. Los expertos han calificado estas pautas como una verdadera cultura propia de nuestros parientes vivos más próximos. El aprendizaje social representa una especie de sistema hereditario secundario, que interactúa con la herencia genética y enriquece la evolución del comportamiento. Los seres humanos tenemos ese aspecto tremendamente desarrollado, pero no somos los únicos.

Los chimpancés parecen ser los mamíferos con una mayor capacidad para el aprendizaje social, que comprende hasta cerca de 40 pautas diferentes aprendidas de manera social y que distingue a unos clanes de otros. Los expertos han observado tradiciones, que incluyen el uso de instrumentos de piedra para determinadas funciones relacionadas con la alimentación. En definitiva, estas pautas culturales implican siempre una innovación particular de cada grupo. Si esa innovación resulta ser útil terminará por ser común en el comportamiento de todos los miembros del grupo. Si sus miembros no se comunican con los de otros grupos próximos, la innovación no se transmitirá a los chimpancés de una región determinada. Sin embargo, esto no es lo habitual, debido al intercambio de hembras entre los grupos de chimpancés para evitar la consanguinidad. Este es un modo muy eficaz para potenciar el aprendizaje social y su transmisión a otros clanes.

En un trabajo publicado este último mes de septiembre por Catherine Hobaiter y otros colegas en la revista PLOS Biology se ha dado un paso más en la caracterización del aprendizaje social mediante un algoritmo matemático, que ha sido elogiado por Andrew Whiten en la revista Nature. Catherine Hobaiter y su equipo han observado la comunidad Sonso de chimpancés de los bosques de Budongo, en Uganda. Esta comunidad se lleva estudiando desde hace 20 años.


Como la inmensa mayoría de chimpancés los miembros de Sonso han venido utilizado una especie de recipiente formado por hojas para extraer agua de los troncos de los árboles. El 14 de noviembre de 2011 se tomó nota de como el macho alfa utilizaba una especie de esponja formada por musgo para extraer el agua de un cierto lugar, mientras era observado por la hembra dominante. Esta agua parecía ser rica en ciertos minerales y apreciada por los miembros del clan. En muy poco tiempo, la innovación del macho alfa para extraer agua fue adoptada por otros miembros de esa comunidad, aunque no por todos. Hobaiter y sus colegas tomaron buena nota de todo el proceso y aplicaron un método estadístico novedoso, que mejoraba las observaciones de un trabajo previo en ballenas, y que mostraba numéricamente el proceso de transmisión cultural en la comunidad de chimpancés.

El método es muy complejo desde el punto de vista matemático, pero al alcance de quienes tengan interés en conocerlo (la revista está on-line, abierta a todos). Lo más interesante es reflexionar como nuestros ancestros pudieron utilizar el aprendizaje social para crear la complejidad cultural que ahora tenemos. El modelo de intercambio de hembras en los grupos de chimpancés también fue usado por nuestros antepasados, contribuyendo a una lentísima difusión de las innovaciones. Además, no está de más recordar que los chimpancés, animales a los que utilizamos para nuestra propia diversión en circos y zoológicos, representan una fuente de información única para conocer los orígenes de nuestra cultura. No nos queda nada más que su legado y hemos de tomar muy en serio el respeto que les debemos, por todo lo que todavía tenemos que aprender de ellos.

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