A continuación pego un texto que he leído en el Periódico CNT, nº331 (Febrero de 2007, página 22). En la segunda página de este periódico se indica que todos los contenidos pueden ser reproducidos libremente citando su procedencia, de modo que así lo hago constar. No pongo enlace porque en la web de esta publicación no hay una entrada específica para el texto en cuestión, sino un pdf con el diario entero. Este artículo es una réplica a un texto de Jorge Martínez Reverte publicado el 5 de Noviembre de 2006 en el diario El País, lo tenéis en este enlace. Por otra parte, la CGT también ha publicado una réplica a Reverte en su periódico Rojo y Negro, en este enlace.
Sin más, éste es el artículo publicado en el CNT:
“A río revuelto”: Paracuellos
El 5 de noviembre pasado el escritor J. Martínez Reverte escribía en el diario El País un artículo claramente tendencioso (y extracto de su libro “novelado” La Batalla de Madrid) sobre una de las pocas matanzas sistemáticas, frías y calculadas ocurridas en la zona republicana durante la Guerra Civil (semejante a las que se venían repitiendo por centenares en la zona fascista, desde el mismo día en que se inaugura la violencia con el golpe de estado del 17 de julio en el Marruecos español), que segó la vida fundamentalmente a militares sublevados que se encontraban presos en un Madrid sitiado y bombardeado salvajemente por las tropas de Franco, y en prisiones que se situaban a pocos kilómetros, casi metros, del frente de guerra.Secretariado Permanente de la CNT-AIT
La matanza fue muy criticada por autoridades y periódicos republicanos de la época (algo que en ningún caso ocurría en la zona controlada por los sublevados, donde las máximas autoridades dirigían, promovían y bendecían la violencia) y supuso una quiebra importante de la imagen de la República frente a la opinión pública extranjera, y un símbolo franquista insistente de los desmanes de “las hordas marxistas” desde la misma “finalización” de la guerra, recuperando la memoria de las víctimas con la exhumación de los restos, la construcción de un cementerio con una inmensa cruz para dignificarlos y la compensación económica y moral, con ceremonias públicas y prebendas de todo tipo, a los familiares.
Ciertas autoridades republicanas, y sobre todo los mandos del Partido Comunista, no tuvieron entonces ningún argumento para responsabilizar de estos hechos “nada descontrolados” a los “descontrolados” libertarios, como poco después comenzarán a hacer de manera mecánica y habitual, primeramente al Consejo de Aragón (justificando así la represión republicana hacia la CNT y el POUM), y después de finalizada la guerra a los libertarios en general señalándolos como responsables de todos los males habidos en la zona republicana.
Sin embargo, de los estudios de historiadores como Julián Casanova y José Luis Ledesma se deduce que la represión en la zona republicana fue responsabilidad de todos los partidos y organizaciones, no siendo mayor la que se llevó a cabo desde los ambientes libertarios, “mito” interesadamente generalizado para explicar la violencia en zona republicana a cargo de “descontrolados anarquistas” que no responde a criterios objetivos de investigación.
Estos autores señalan que las cifras de la violencia más o menos protagonizada por los libertarios
en todo Aragón es similar a la de Madrid (donde el protagonismo es del Partido Comunista y PSOE), y que la llevada a cabo en Cataluña (con protagonismo libertario) es similar a la de Albacete (con protagonismo nuevamente del Partido Comunista y PSOE) pero con mucha menor población.
En el caso de Paracuellos la evidencia clara de la implicación de agentes soviéticos, de la propia Junta de Defensa de Madrid (como refleja el libro de actas de la JDM del día 8-11-36 publicadas por Aróstegui y Martínez) y en concreto del Partido Comunista y del PSOE que la controlaban entonces (Junta en donde estaban representados TODOS los partidos y organizaciones, estando la CNT-FAI en manifiesta minoritaria) hacían inviables las acusaciones a los libertarios.
Los documentos reflejan las órdenes dadas por Serrano Poncela (a las órdenes de Santiago Carrillo, de las Juventudes Socialistas Unificadas, entonces consejero de Orden Público de dicha Junta) a los directores de prisiones para llevar a cabo los días 7 y siguientes los traslados de presos a cargo de la Milicia de Vigilancia en la Retaguardia (en su mayoría compuesta por miembros del PCE-JSU-PSOE).
Pero ahora J. Martínez Reverte “descubre” en la fundación libertaria Anselmo Lorenzo, y gracias a la labor de uno de sus colaboradores, un documento del acta de la reunión del 8 de noviembre de 1936 del Comité Nacional de la CNT en Madrid, reproducido (que no fotocopiado) en su libro como máxima aportación original (pero que aparece sin referencia ni nº de microfilm para ser cotejado), donde “se da cuenta de los acuerdos que se han tenido con los socialistas que tienen la Consejería de Orden Público sobre lo que debe hacerse con los presos” y que por tanto la CNT estaba al corriente del acuerdo, y de ahí infiere tendenciosamente el escritor la implicación directa de la CNT en la matanza. De esta manera, con la participación de los anarquistas, la
matanza se explicaría mejor...y “a río revuelto” las responsabilidades de los máximos implicados
quedarían rebajadas por la entrada en escena de los violentos anarquistas.
Lo que no cuenta J. Martínez Reverte en el artículo, o minimiza interesadamente en el libro, es que en las mismas actas que reproduce se habla de cómo hubo que frenar desde la organización de la CNT-FAI el intento de asalto a la embajada de Chile, donde se refugiaban señalados fascistas, e incluso de cómo se llegó al acuerdo de proteger con milicias anarquistas las sedes de varias de ellas; tampoco señala cómo García Oliver (señalado anarquista de la FAI y ministro de Justicia) ya el día 6 de noviembre se dirige al Ministerio de la Guerra para exigir a M. Nelken (diputada por el PSOE) que terminara con los excesos, amenazando incluso con su dimisión como ministro; tampoco menciona el escritor que Melchor Rodríguez (anarquista de la FAI), propuesto por el Colegio de Abogados para dirigir las prisiones, estuviera totalmente en contra de los fusilamientos (como analiza Alfonso Domingo en su biografía), y que una vez nombrado por García Oliver en ese cargo terminó acabando con las “sacas” (no sin fuertes enfrentamientos
con sectores de las cúpulas del PCE y PSOE), poniendo incluso en riesgo su propia integridad física al enfrentarse personalmente a los que acudían para llevarse a los presos, salvando in extremis a muchos de ellos... actitud que no le evitaría pasar muchos años de prisión al finalizar la guerra.
Algo parecido ocurría con los editoriales y titulares del periódico anarquista Solidaridad Obrera llamando a acabar con los fusilamientos descontrolados, o con la actitud de otro afamado anarquista, Joan Peiró (Ministro de Industria) que en la Cataluña revolucionaria denunciaba desde las circulares del Comité Nacional de la CNT los desmanes que “deshonraban la revolución”, protegiendo personalmente a numerosos eclesiásticos y derechistas... aunque ello tampoco impidiera que le terminaran fusilando al término de la guerra.
Pero ya lo decía en los años 60 el gran pensador Noam Chomsky al referirse a la Guerra Civil española cuando criticaba la generalizada historiografía que denominó “liberal-comunista”, llena de prejuicios, muy poco objetiva y tendenciosa que convierte en chivos expiatorios a los libertarios españoles y los responsabiliza de todos los males, sin explicar, obviar, minusvalorar o directamente manipular y falsear la historia del movimiento libertario durante la República y la Guerra Civil, “argumentos” interesados que vinieron muy bien para buscar equidistancias con los franquistas y propiciar de esa manera una Transición de olvido y página en blanco sin “extremistas”.
Mas como afirma el gran pensador, “sólo cuando abandonen estos prejuicios podrán los historiadores llevar a cabo un estudio serio del movimiento popular que transformó la España republicana en una de las revoluciones sociales más extraordinarias que se conocen en la historia” (N. Chomsky. La objetividad y el pensamiento liberal. Los intelectuales de izquierdas frente a la guerra de Vietnam y a la Guerra Civil española. Ed.Península, 2004. 105 p.)... con
todos los errores que se quiera, pero desde luego con toda la grandeza de la honestidad, la coherencia y la generosidad.
Nota: Este artículo fue enviado al diario El País como respuesta a otro de J. Martínez Reverte aparecido en ese mismo medio el 5 de noviembre. Hasta el momento, no ha sido publicado.
4 comentarios:
Las sacas de presos de la Módelo y el traslado en autobuses blindados hasta Paracuellos del Jarama, fue obra de los agentes soviéticos y los "chekistas" estalinistas españoles del PCE.
El anarquista Melchor Rodríguez fue quién las puso freno, al ser nombrado Director de Prisiones. De ahí el sobrenombre que le pusieron los derechistas después ("el angel rojo").
El mismo Hugh Thomas (que para nada simpatiza con el anarquismo) reconoce: "En Jaén, los anarquistas acabaron con las matanzas indiscriminadas, y a menudo las bandas asesinas estaban formadas por gentes sin verdaderas convicciones políticas." O recoge la declaración de un falangista cántabro, que trata sobre las ejecuciones que ejercían los jóvenes socialistas y comunistas: "provistos de enseñas y distintivos anarquistas para que echaran las culpas a la CNT y la FAI".
La represión fue brutal en ambos bandos (el nacional y el republicano),como en todas las guerras. Participaron gentes de todas las organizaciones políticas y sindicales, sin excluir ninguna, además de policías y militares. Todos, todos tuvieron parte de culpa, cosa que la misma Federica Montseny reconoce en el documental de los años 70 sobre la Guerra Civil española: "LA VIEJA MEMORIA".
Pero los vencedores continuaron la maldita represión durante décadas, hasta la muerte del dictador.
Hostias, en el primer párrafo había puesto Noviembre con "b" ("Nobiembre", [sic])... merezco los mayores desprecios y humillaciones por ello. Sabré llevarlas con resignación, sabiéndome merecedor de tales cargas.
Yo solito me he puesto a la altura del señor "E". Imperdonable.
Es cierto que en ambos bandos hubo excesos durante la Guerra Civil, al igual que es cierto que, mientras en un bando cesó al acabar la contienda, en el otro continúo hasta la mismísima muerte del dictador.
Ejemplos......
Camarasa, Lleida, fosa común con 800 soldados republicanos.
Sant Mateu del Bagés, fosa común con nueve guerrilleros muertos en 1944.
En Navarra, a pesar de no albergar frente de batalla alguno, 2789 mujeres y hombres fusilados por tropas franquistas.
La Barranca, Lardero(La Rioja), 2000 represaliados entre septiembre y diciembre de 1936.
Pero, una vez muerto el dictador, tras el fallido golpe de estado el 23-F, aparecieron unas listas donde figuraban unas tres mil personas que hubiesen sido fusiladas de haber triunfado el golpe.
Para más información sobre ésto, os recomiendo el libro "Las Fosas de Franco" de Emilio Silva y Santiago Macías.
Espeluznante lo que en él se cuenta.....
Aquí os pongo un enlace sobre el anarquista Melchor Rodríguez, quien fue el responsable que puso fin a las matanzas de Paracuellos, un personaje histórico que pocos, o nadie, recuerdan ahora.
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