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jueves, 24 de noviembre de 2016

Las raíces olvidadas de la 'democracia' representativa


Por PEDRO OLALLA

La lucha declarada contra el absolutismo y la pretensión de reemplazarlo por un sistema de gobierno representativo fue la razón de ser de una corriente filosófica que, a finales del siglo XVII, intentó rescatar del olvido las antiguas ideas griegas sobre la esencia política del hombre y sobre la soberanía que emana de la sociedad en su conjunto. Esta actitud, defensora de las libertades individuales frente a los abusos de un poder amparado en su presunto origen divino, recibió el nombre de liberalismo, un nombre sonoro bajo el que, con el tiempo, se han ido cobijando ideas poco afines y contrarias aun a sus principios.

Fue un profesor de griego y de retórica, formado también como médico, quien dio los primeros pasos por esa nueva senda liberal: John Locke. Locke habló de la vida, de la libertad, de la propiedad y de la búsqueda de la felicidad como derechos inalienables de todo ser humano; razonó que el estado salvaje y la ley del más fuerte no garantizan la existencia de tales derechos; explicó que el hombre se agrupa en sociedad y acepta poner límites a su libertad inherente para salvaguardar precisamente esos derechos básicos; y recordó que, si la autoridad creada por una sociedad para garantizar tales derechos fracasa en su misión o atenta contra ellos, desaparece su razón de ser, y dicha sociedad tiene la potestad de retirarle el mismo poder que le confiere. Locke escribió sobre derechos físicos inalienables, sobre un acuerdo tácito esencial entre gobernantes y gobernados, sobre una soberanía compartida por todos, y sobre un parlamento que la exprese y que redacte leyes justas para ser cumplidas igualmente por todos. En esa misma lucha contra el absolutismo y sus prerrogativas tradicionales, otros espíritus abiertos e ilustrados siguieron concibiendo argumentos para reivindicar la participación de la sociedad en la toma de decisiones políticas: Montesquieu, contra el derecho divino y a favor de la división de poderes y de un sistema constitucional de gobierno; Voltaire, contra la intolerancia religiosa y a favor de los derechos civiles; Rousseau, en defensa de la voluntad general, de la soberanía popular y el interés común.

Las ideas de ese primer liberalismo —derechos inherentes, dignidad del individuo, libertad de expresión, libertad de conciencia, igualdad ante la ley, división de poderes, gobierno representativo, constitucionalismo— inspiraron sin duda a los líderes que pusieron en marcha la Independencia de Estados Unidos y la posterior Revolución francesa. Los vencedores de esas revoluciones, y de otras muchas que, a su calor, estallaron después, conciliaron los principios del liberalismo con las aspiraciones de la burguesía emergente y crearon mecanismos de participación política parlamentarios y constitucionales en la línea representativa propia del republicanismo romano; pero no resucitaron la antigua democracia. Pusieron en marcha, eso nadie lo duda, un nuevo y decisivo proceso histórico de conquistas frente al absolutismo y la concentración del poder, y lo hicieron utilizando el nombre —entonces sospechoso y denostado— de la democracia; pero la democracia auténtica —directa, asamblearia, en un continuo referéndum, sin división de poderes, con identificación real entre gobernantes y gobernados, con igualdad política real entre los ciudadanos— no fue recuperada en ese intento, y no lo ha sido aún, dos siglos después de aquellas llamas.



viernes, 2 de enero de 2015

La Transición fue una traición


Por LIDIA FALCÓN

Cayo Lara dice que su generación que vivió la dictadura sabe lo que es la Transición. «Yo soy de los que defiende que se hizo lo que se podía, los sindicatos y la izquierda conquistaron lo que pudieron. Y fue un pacto no de élites. Algunos lo califican de pacto de élites… Fue un pacto de élites que estaban en la cárcel y en el exilio y otros que estaban en el poder y en la dictadura. Se habría podido avanzar mucho, pero la ruptura de ese pacto por parte de la derecha política y económica es lo que nos ha llevado a esta situación de deterioro. El no haber desarrollado España como Estado federal y plurinacional nos ha llevado a la situación actual respecto a Cataluña.»

No sólo Cayo Lara y su generación vivieron la dictadura y la Transición. Otros como yo, que pertenecemos a la generación anterior, y todavía la de mis padres, que muchos estaban vivos, las vivimos también. Y estuvimos en pie de guerra durante largos años para que no se ratificaran los pactos que nos traicionaban. La Transición fue la gran Traición. De los que estaban en el exilio, como Carrillo. y de los que habían estado en la cárcel. como Camacho. Solé Tura y otros redactores de la Constitución ni habían estado en la cárcel ni en el exilio, y pronto se vio el beneficio que obtuvieron. Por supuesto los grandes beneficiados fueron los que estaban el poder y que no lo abandonaron.

Es falso que se hubiera podido avanzar mucho con los pactos de la Transición, la prueba es el camino que hemos andado. Y no únicamente por culpa de la derecha, a menos que creamos que las derechas son demócratas y benéficas y sólo ahora, con Rajoy de gran culpable, han cambiado. Desde el momento en que el Partido Comunista acepta la Monarquía, el himno franquista y la bandera borbónica; el mismo Ejército que había masacrado a su pueblo, la misma Iglesia que había sido cómplice del genocidio español, y consiente en mantener intacto el reparto de la riqueza, el poder de la banca, de los grandes consorcios industriales y de los latifundistas del sur y del oeste de España, y aprueba la Ley de Amnistía del 77 que dejaba impunes a los asesinos fascistas, la rendición de las clases trabajadoras era sin condiciones. Tan sin condiciones que un año antes de aprobar la Constitución se firmaban los Pactos de la Moncloa para entregar todo el poder al capital y dejar al proletariado sometido a la patronal.

Y tan humillante rendición se acepta por el PCE para implantar esta parodia de democracia que reinstaura a una Casa Real corrupta, que nos está esquilmando desde hace 39 años, y que alterna en el gobierno a uno u otro partido, ambos siervos de la Banca Mundial, de las multinacionales y de la empresa armamentística, mediante la parodia de elecciones en que los resultados están previstos de antemano. Es demasiado el precio que se ha pagado por el acta de legalización del Partido Comunista.

Que nadie arguya que sin esa legalización el PCE no podía participar en política. Un partido que fue el hegemónico durante 40 años de dictadura, cuyos heroicos militantes habían sufrido persecuciones, torturas y asesinatos sin cuento, ¿qué podía temer en la era de las “democracias” europeas? Todos sabíamos que la clandestinidad se había acabado, quizá no pudiera obtener los escaños en el Congreso y las concejalías en algunos ayuntamientos, pero el precio de tanta rendición era demasiado barato.

A raíz del golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 escribí un análisis que publiqué en Poder y Libertad (¿dónde iba a ser?) sobre la imposibilidad de que aquel golpe triunfase. Y eso que todavía no tenía todas las claves de la implicación del rey y de los socialistas en el diseño del otro golpe, el de Armada. No me equivoqué. Ni la situación de Europa en aquel año ni el lugar que tenían en la producción, y en la ideología dominante, el Ejército, la banca, los consorcios industriales, los Grandes de España que poseen Andalucía y Extremadura, y la Iglesia, podían propiciar un golpe a lo del año 36. Como decía Marx, si la primera vez fue una tragedia, la segunda fue una farsa. Y así fue y así ha sido. Al fin y al cabo, los vencedores de la Guerra Civil seguían, y siguen, siendo los que detentaban el poder; no necesitaban provocar una nueva guerra.

Los Pactos de la Moncloa hundieron la capacidad adquisitiva del proletariado, el Estatuto de los Trabajadores anuló ventajas y derechos que había concedido la dictadura y la Ley de Amnistía garantizó la impunidad de los asesinos y ladrones que nos habían aniquilado y esquilmado. Todavía están en todas las cunetas, caminos, cementerios y carreteras de España los restos insepultos de nuestros padres y de nuestros abuelos, que en número de más de 150.000 convierten a España en el más grande cementerio. Y cuando en esforzado trabajo, costeado por ellos mismos, los nietos de los asesinados han conseguido hallar una fosa con restos humanos, los jueces se niegan a acudir a levantar los cadáveres, contraviniendo toda norma legal.

Somos el país con más desaparecidos del mundo, en proporción a su población, después de Camboya. Y el más desgraciado. Porque hasta en Camboya y en Sudáfrica se ha constituido una Comisión de la Verdad y se ha enjuiciado a algunos de los criminales que perpetraron las matanzas. En Argentina, en Chile, en Uruguay, en Guatemala, en El Salvador, en Italia, en Grecia, en Portugal, en Alemania, se ha procesado a algunos de los verdugos, que hasta han llegado a ingresar en prisión, mientras que en España los genocidas son los que gobiernan el país, ellos o sus hijos o sus cómplices. Nunca se ha investigado la fortuna de los Franco, de la que siguen disfrutando sus herederos. Nunca se ha enjuiciado a Manuel Fraga, a Serrano Suñer, a Arias Navarro, a Martín Villa, que mantiene las mismas prebendas y negocios.

Contra todo lo que defienden los hagiógrafos de La Ley de Amnistía, desde Nicolás Sartorius a Manuel Fraga, ese cuerpo legal no vino a sacar de la prisión a los antifranquistas encarcelados sino a garantizar la impunidad de los franquistas. El indulto del 27 de noviembre de 1975, por la coronación del nuevo rey, dio la libertad a miles de presos por delitos de asociación, opinión, sindicalismo, prensa, como al propio Sartorius y a Camacho y a los del proceso 1001. Y sobreseyó los sumarios y dejó sin juicio a miles de nosotros que nos encontrábamos en libertad provisional. El segundo indulto en el 76 concluyó de liberar a los que tenían acusaciones de más calado y posteriormente, en el 77, cuando se aprueba la Ley de Amnistía, solo quedaban encarcelados 70 u 80 presos de ETA condenados por terrorismo. Esta fue la única contrapartida por haber dejado sin Memoria Histórica, sin pasado, sin justicia y sin compensaciones a cientos de miles de represaliados por el fascismo y a todo un pueblo.

Cayo Lara podía saber, y debía decir, que es falso que los redactores de esa perversa Constitución se propusieran construir un Estado Federal. Ni en 1978 ni en 2015. Desde el mismo momento en que aceptaron la Monarquía sabían que estaban aherrojando a los pueblos de España. Para eso la escribieron, para seguir explotando a los trabajadores y las trabajadoras, para impedir que se proclamara la III República, para que no se pudiera articular la forma de Estado como una Federación. Sometido el país al Ejército como garante de la unidad de España. Ni aunque ahora el PSOE invente esa farsa de federalismo tiene voluntad de implantarlo, porque lo primero que es preciso para ello es proclamar la III República. Nunca se ha visto mayor disparate político y jurídico que el de una Monarquía Federal. Y ni siquiera Cayo Lara se lo dice.

Todo esto, y mucho más, como los más de trescientos trabajadores, mujeres, y militantes de la izquierda, asesinados por los fascistas entre 1925 y 1982, contuvo la tan elogiada Transición. Y Cayo Lara no sólo debería saberlo, sino que debería explicárselo a nuestros hijos y a nuestros nietos antes de que se embrutezcan totalmente con las enseñanzas oficiales, con la propaganda dominante de las televisiones en poder de las oligarquías. Cayo Lara tiene la responsabilidad de estar informado y de informar, porque para eso es dirigente de Izquierda Unida, y aunque ya no se llame Partido Comunista muchos camaradas están ahí, muchas mujeres y hombres de izquierda siguen entregando su esfuerzo para que este país no sea tan amnésico, tan cruel, tan indiferente, tan cainita con sus antepasados y con sus contemporáneos. Y las mujeres y los hombres de las clases explotadas no se merecen una explicación falsa y traicionera como la que precisamente está defendiendo la derecha, desde Rajoy a González. ¿No es una extraña casualidad?

Fueron los comunistas los que inventaron la autocrítica. Más exigentes que los que les habían precedido hasta entonces en las luchas políticas, decidieron no entregarse a la autocomplacencia de sentirse satisfechos con todo lo actuado. Tanto han sido críticos con ellos mismos que en ciertos momentos se han despedazado, y ahora, cuando ya ha llegado el momento de ajustar cuentas con el enemigo, ahora aceptan la tesis de éste y muestran que están padeciendo el síndrome de Estocolmo, como decía tan certeramente Carlos París.

Pero lo que nosotros, los resistentes, no podemos aceptar con resignación es que la Historia la escriban los enemigos y los conformistas. Porque nuestros antepasados, aquellos que dieron la libertad y la vida por evitar el triunfo fascista, se merecen que se reivindique su heroicidad, y también nuestros descendientes se merecen que les cuenten la auténtica historia, a los que de otra manera dejaremos en la ignorancia y el engaño para que sufran nuevas derrotas. Como también nosotros mismos, los que aún estamos vivos y sabemos lo que fue la interminable lucha contra la dictadura y más tarde contra la democracia, por tener un país digno que legarle a nuestros hijos, no nos merecemos tanta mentira.

Hasta la última gota de saliva, hasta el último resuello del aliento, hasta el último minuto de vida, debemos seguir gritando la verdad; esa que, como decía Antonio Gramsci, es siempre revolucionaria.

lunes, 8 de diciembre de 2014

El pucherazo electoral de la UE en Moldavia

 

Manipulando por una causa justa: el recuento de los votos de las elecciones en la República de Moldavia ha acabado. Es evidente que los partidos pro-UE utilizaron todo tipo de trucos, por sucios que fueran, para permanecer en el poder

6 diciembre 2014

Casi una semana después de las elecciones al parlamento en la República de Moldavia ha concluido el recuento de los votos. Como se supo tras hacerse público en la capital Chisináu el resultado del recuento de los votos, el Partido Socialista es el partido más votado con 20,51% de los votos, seguido por los Demócratas Liberales del antiguo jefe de Gobierno Vlad Filat. El tercer partido más votado fue el Partido Comunista, que recibió el 17,48% de los votos. Junto con otros dos pequeños partidos, las fuerzas «proeuropeas» han obtenido el 45% de los votos, de manera que han logrado una mayoría muy justa de los escaños.

Antes de que se conocieran los resultados se supo que el gobierno pro-UE había utilizado todos los medios de las llamadas «técnicas electorales» para evitar la derrota electoral que le amenazaba, entre otras

—Influenciar al electorado mediante el reparto de paquetes de ayuda a los necesitados, que no faltan en el país.

—Creación de un partido fantasma llamado «Partido Comunista de los Reformadores de Moldavia», utilizando las mismas siglas (PCRM) y el símbolo comunista de la hoz y el martillo que utiliza el Partido Comunista de la República de Moldavia, el principal partido de la oposición. Ese partido aparecido de la nada logró casi el 5% de los votos y estuvo por tanto a punto de lograr alcanzar el 6% necesario para entrar en el parlamento. De esta manera posiblemente cumplió su papel, el quitarle votos al verdadero Partido Comunista.

Incluso un miembro de la coalición «proeuropea», el alcalde de la capital Chisináu Dorin Chirtoaca, reconoció que «alguien» de la coalición había sido el responsable de crear de la nada el partido de los supuestos Comunistas Reformadores. Sucio o no, el truco ha valido para impedir la victoria electoral del Partido Comunista que se daba por segura. Su jefe Vladimir Voronin se ha quejado y denunciado que se han falsificado los resultados y exigido un nuevo recuento, pero asume que su partido habrá de seguir en la oposición durante los próximos años.

—La misma organización de las elecciones tampoco ha sido dejada al azar por el campo pro-occidental. Según las cifras oficiales hay unos 700.000 trabajando en Rusia, lo que equivale a cerca del 1/6 de la población de Moldavia, que tiene una superficie similar a Cataluña (otras estimaciones hablan de un millón). Sus envíos de capital a sus familias son fundamentales para la economía moldava, ya que representan el 40% del PIB. Debido a que su interés por que Moldavia mantenga una relación estrecha con Moscú, son vistos con desconfianza por el Gobierno, que no les considera de fiar políticamente hablando.

Para ellos, la embajada de Moldavia en Rusia organizó tan sólo cinco centros para que pudiesen votar, en los cuales no había más que 3.000 papeletas electorales, algo a todas luces insuficiente, como denunció el gobierno ruso. Debido a ello, el día de las elecciones hubo en Moscú grandes colas para intentar votar y protestas airadas de los emigrantes moldavos, que veían cómo se les quitaba el derecho de votar. Que al hacerlo gritasen «¡Estamos a favor de Rusia!» fue visto con placer por la prensa de Moscú, pero no afectó en absoluto el resultado electoral.

—Se impidió que el partido también pro-ruso «Patria» del hombre de negocios Renato Usatii participase en las elecciones tres días antes de que tuvieran lugar, con el argumento de supuesta financiación ilegal desde el extranjero (unas decenas de miles de dólares). Las encuestas pronosticaban que dicho partido habría alcanzado un 15% de los votos que, al no ser de izquierdas, habrían debilitado a la coalición pro-UE y fortalecido aún más al bloque pro-ruso, marcadamente izquierdista.

—Para disipar el desprestigio de la coalición proeuropea hundida en luchas intestinas y escándalos de corrupción, la UE aceptó eliminar el visado a los moldavos para entrar en la UE y abrió su mercado al vino moldavo tras cerrar Moscú su mercado. De esta manera, Bruselas participó de manera directa en la competición electoral al suministrar a los proeuropeos unos resultados que ofrecer a la población, que sufre por el hundimiento de la economía tras las sucesivas sanciones rusas y teme perder el derecho a trabajar en Rusia.

El periódico alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung, decano de la prensa alemana, comentó el disgustado el resultado electoral afirmando que dichas prácticas son «habituales en el espacio postsoviético», pero «no corresponden» a un país que ambiciona acercarse a Europa. Rusia, por su parte, ha denunciado «graves violaciones» en la celebración de las elecciones, afirmando que a pesar de ello «los resultados de las legislativas demuestran que gran parte de los moldavos que participaron en los comicios se manifestaron a favor de desarrollar las relaciones con la Federación Rusa», así como por la «integración en el espacio euroasiático».


Naturalmente es también dudoso si el resultado electoral habría hecho posible una mayoría capaz de gobernar de las izquierdas moldavas. Los comunistas echan en cara el jefe del Partido Socialista Igor Dodon haber jugado un papel clave en el golpe que llevó a la caída de su gobierno en 2009. En aquel entonces fracasaron varios intentos de nombrar a un nuevo presidente debido a que en un verdadero maratón de votaciones tanto la derecha como la izquierda fue incapaz de ganar las votaciones debido a la ausencia de diputados carecían de la mayoría necesaria, hasta que finalmente un representante de los «proeuropeos» pudo imponerse.

Esas fuerzas van a poder continuar su camino en Moldavia, aunque ello tenga dramáticas consecuencias para la economía del país más pobre de Europa. El principal producto de exportación de Moldavia son productos agrarios y bebidas alcohólicas, como vino o brandy, y la producción vinícola da trabajo al 10% de la mano de obra, siendo el principal producto de exportación. Rusia, que hasta 2006/7 era el destino del 60% de las exportaciones de vino moldavo, ha impuesto en el pasado una y otra vez prohibiciones a la importación de algunos productos, para «recordar» al gobierno de Chisináu su dependencia del mercado ruso.

Actualmente no pueden venderse en el mercado ruso ni frutas y verduras de Moldavia, ni su vino, que debido a su fuerte sabor dulce y a menudo rancio no satisface el gusto de los europeos, por lo que en el extranjero como mucho tan sólo puede venderse en los bazares polacos en solidaridad contra Putin. El establecimiento de sanciones por parte de Rusia contra las frutas y verduras europeas, así como el ya de por sí saturado mercado del vino en Europa (Bruselas se gasta enormes sumas para eliminar los excedentes para evitar la caída de los precios) vaticinan que el futuro económico en Moldavia va a ser bastante duro.

Antes de las elecciones se firmó de manera apresurada un acuerdo de libre comercio entre Moldavia y la UE similar al que provocó el golpe en Ucrania, que rápidamente fue ratificado por el Parlamento Europeo para anticiparse a una posible derrota electoral del bloque pro-UE. A la pérdida del mercado ruso, donde iban destinadas la mayor parte de las exportaciones moldavas, se añadió así la entrada de las empresas occidentales en el mercado moldavo. Gracias a su tamaño, es inevitable que se hagan con el control del mercado y o compren o lleven a la quiebra a las empresas moldavas, que pese a obtener el acceso al mercado de la UE, debido a su baja productividad y altos costes son incapaces de competir con los productos de los muy subvencionados estados miembros de la UE. Debido a todo ello, la colonización económica de Moldavia será el resultado inevitable de su acercamiento a la UE, de la cual no formará parte pese a las peticiones de los proeuropeos y las promesas indefinidas de apoyo de Francia y Alemania.

Aún más negras son las perspectivas relacionadas con el suministro energético, debido a que la UE carece de fuentes de energía. Actualmente Moldavia depende al 100% del suministro ruso, que depende de los oleoductos y gaseoductos que atraviesan Ucrania. Teóricamente con la intención de acabar con esta dependencia Rumania y la UE patrocinaron la construcción del gaseoducto Iasi-Ungheni, que une la red gasística rumana con la moldava. En la práctica, debido a la falta de gas con el que llenar el gaseoducto, ya que Rumania depende también de Rusia, desde que se acabó su construcción el gaseoducto permanece vacío y sin uso.

La decisión rusa de abandonar la construcción del gaseoducto South Stream a través de los Balcanes y en su lugar convertir a Turquía en el centro de distribución del gas ruso en el sur de Europa deja a Moldavia en una dificil situación. A diferencia del resto de países, Moldavia, Rumania y Bulgaria (los principales oponentes de South Stream) dependen de un gaseoducto que está situado muy cerca del Donbass, donde tienen lugar los enfrentamientos entre el ejército de los golpistas de Kiev y las tropas de las «Repúblicas Populares» pro-rusas de Lugansk y Donetsk. Si la guerra se reactivase, Moldavia podría perder su suministro de energía, tras haber perdido el principal mercado para sus productos...

miércoles, 16 de julio de 2014

La derecha (se hace) 'zen'



Los conservadores de EE UU intentan redefinirse tras los años de Obama y el Tea Party. Arthur Brooks, uno de sus intelectuales más influyentes, busca la inspiración en la espiritualidad oriental

15 julio 2014

El economista Arthur Brooks es católico, apostólico y romano. En el salón de su casa, en las afueras de Washington, tiene una foto de él con el Papa Benedicto XVI.

También es uno de los intelectuales conservadores más influyentes en Estados Unidos. Pocos en este país han articulado con tal rotundidad la defensa del capitalismo y el libre mercado frente a la supuesta deriva socialista del presidente Barack Obama.

El American Enterprise Institute (AEI), el think tank que él preside, nutre desde hace décadas al Partido Republicano. Desde la revolución reaganiana hasta la guerra de Irak, este laboratorio de ideas ha sido la cocina de algunas políticas que han definido a la derecha norteamericana.

Ahora Brooks (Spokane, Washington, 1964) quiere redefinir lo que representa ser conservador. Ya no sirve hablar sólo de dinero, de beneficios, de eficiencia.

«La fórmula del materialismo es: venérate a ti mismo, ama las cosas y usa a las personas», dice. «La fórmula correcta para una vida feliz, una vida no materialista, es: venera a Dios, ama a las personas y usa las cosas».

Brooks ha visitado en Dharamsala (India) a los monjes tibetanos del Dalai Lama, ha estudiado textos espirituales orientales y ha convertido la sede del AEI, en Washington, en un foro de discusión sobre la felicidad humana. La aproximación a la espiritualidad asiática en este templo del conservadurismo norteamerican coincide con la frialdad hacia el Papa Francisco: sus críticas al capitalismo han incomodado a la derecha católica.

«En Dharamsala», dice Brooks, «medité con los monjes del Dalai Lama en su monasterio, lo que para mí es bastante fácil, porque soy católico: rezamos el rosario cada día».

En febrero Brooks recibió en el AEI al Dalai Lama, el líder budista. En junio conversó en el mismo lugar con el gurú hindú Sri Sri Ravi Shankar.

Las corbatas y trajes chaqueta habituales en los pasillos del laboratorio de ideas se mezclan ahora con las túnicas y las barbas, y la retórica sobre los valores cristianos, con el pensamiento budista e hinduista.

«¿El secreto de la felicidad?», le preguntó el economista al gurú.

«Ser tú mismo y encontrar las reservas interiores de paz, con las que todos hemos sido dotados», respondió el gurú. «E ir poco a poco, ¿sabes? Conduce detrás de la bicicleta».

En EEUU felicidad y política son indisociables: la Declaración de Independencia proclama el derecho a buscarla. Pero raramente esta idea se ha situado en el centro del debate.

Los años del Tea Party —el movimiento populista que ha impulsado la oposición al demócrata Obama— han dejado maltrechos a los republicanos. Una parte de la ciudadanía los identifica partido de los hombres blancos y mayores de 50 años, de las rebajas de impuestos a los ricos y los recortes sociales a los pobres.

En 2013, varios dirigentes del Partido Republicano constataron en un informe sobre el fracaso en las presidenciales de 2012 que los jóvenes y las minorías ni siquiera les escuchaban. «Necesitamos un partido cuyo conservadurismo invite e inspire a que nuevas personas se nos acerquen», decía el documento.

Casado con una catalana, Brooks fue músico en la Orquestra Ciutat de Barcelona antes que economista: un cambio de carrera menos insólito en EEUU que en Europa. Buena parte de la entrevista se desarrolló en catalán. No está afiliado a ningún partido.

Pero los dirigentes republicanos le consultan y le escuchan. Durante la campaña por la nominación del Partido Republicano a las últimas presidenciales, los principales candidatos desfilaron por su despacho, decorado con un póster de una corrida de toros de José Tomás en la Monumental.

Hace una semanas, mientras Brooks conducía su coche, un viernes por la tarde, de regreso a su casa, recibió un mensaje en su teléfono móvil. «Es Marco Rubio», dijo Brooks, entre halagado y divertido. Le felicitaba por su cumpleaños.

Rubio, de origen cubano, es senador por Florida y uno de los nombres que más suena como candidato del Partido Republicano en las presidenciales de 2016, en las que se elegirá al sucesor de Obama.

Hablar de pobreza y desigualdades ha dejado de ser tabú en el Partido Republicano. Y el dogma de las rebajas de impuestos y los recortes en el estado del bienestar está en cuestión.

La derecha, dice Brooks, debe «hacer las paces» con la red de protección social. «¿Dónde ahorras el dinero? No lo ahorres con los pobres: ahórralo con los subsidios que van a los ricos», aconseja.

Del Dalai Lama, Brooks dice que «no sabe nada de política: de lo que entiende es de la conciencia humana». «Dirá: 'Soy marxista'’. Pero después añadirá que él no cree en compartir por la fuerza, que cree que en compartir voluntariamente por una cuestión de moralidad humana», explica.

—¿Qué puede aprender la derecha del Dalai Lama?

—A apartarse del materialismo. Lo mismo que la izquierda.

domingo, 30 de marzo de 2014

Descubierta una trama para aprovecharse de las indemnizaciones por daños del lobo


César-Javier Palacios

El lobo es malo. Mata el ganado. Arruina a los ganaderos. Hay que exterminarlo. Acabar con él. Sólo trae problemas. No lo quiero en mi pueblo, en mis montes.

A él no, claro, pero a las indemnizaciones por daños al ganado bien que las quieres. Tanto que al menos un 15% de las denuncias por ataques son falsas. Una estafa que pagamos entre todos los contribuyentes.

Como cobrar dos indemnizaciones a la vez por la muerte del mismo animal. Esto último lo han hecho más de 300 ganaderos asturianos. 1.200 casos de 10.000 expedientes analizados por el SEPRONA en lo que ya se ha dado en llamar «la trama del lobo».

Dicen que no sabían que fuera ilegal, pero las cantidades defraudadas oscilan entre 800 y 65.000 euros por ganadero. Se ve que el millón de euros que cada año les paga el Principado por los daños de lobos y perros asilvestrados les parecen poco. Por eso también algunos cuentan con la ayuda de guardas corruptos que hacen informes falsos a cambio de una suculenta comisión, de un sobresueldo.


Pero a las administraciones regionales les preocupan más los votos que la legalidad. Y el lobo no vota. Así que mientras miran para otro lado respecto a la picaresca de los ganaderos, siguen autorizando matanzas lobunas a mayor gloria del elector, eufemísticamente camufladas como «programas de control».

46 lobos muertos por la guardería asturiana el año pasado, más los abatidos en cacerías legales e ilegales, para una población total de 37 manadas. Este año serán 50 los lobos eliminados, pero no porque sobre ese medio centenar. El método científico para su cálculo ha sido el habitual: a ojo de buen cubero.

¿Asturias Paraíso Natural? Según para quien.

Para los lobos es un Infierno Natural. La naturalidad de un odio que ni subvenciones, indemnizaciones y estafas logran apaciguar.

28 marzo 2014

miércoles, 12 de febrero de 2014

La polilla que fracasó


Crítica al libro Of Moths and Men («De polillas y hombres») de Judith Hooper

 Por Paul Raeburn

(25 de agosto de 2002)

Es la historia que se supone da la razón definitivamente a Darwin. Empezó en Inglaterra, durante la Revolución Industrial, cuando el humo negro comenzaba a esparcirse desde las chimeneas de las fábricas. El aire se hizo tan espeso por el hollín y la mugre que las madres decían «que apenas podían distinguir las siluetas de sus hijos en la calle». La lluvia ácida mojaba los bosques cercanos, despojando a los troncos de sus líquenes moteados, dejándolos pelados y casi negros.

Al mismo tiempo, lepidopterólogos británicos, sobre todo un grupito de aficionados, notaron cambios en la polilla moteada. La variedad moteada típica fue rápidamente reemplazada por una forma inusual negra, especialmente en las zonas industriales contaminadas de los Midlands. A medida que los bosques oscurecían bajo los sucios cielos, también las polillas oscurecían. Las polillas del abedul típicas moteadas —que habían sido casi invisibles en los troncos de los árboles no contaminados, cubiertos de líquenes— se estaban convirtiendo en presas fáciles para los pájaros hambrientos al verlas sobre los troncos desnudos de los árboles oscurecidos. Tal vez las polillas oscuras, menos visibles en los bosques contaminados, eran una adaptación, la evidencia de la selección natural en acción. Desde Darwin, los biólogos habían estado buscando un ejemplo de evolución en acción. Ahora pensaron que lo tenían.

La idea de que la selección natural podría explicar el aumento de las polillas oscuras se sugirió en el siglo XIX. Pero no fue probada hasta 1953, cuando E.B. Ford, biólogo de Oxford, contrató a un lepidopterólogo aficionado, H.B.D. Kettlewell, para salir al campo y averiguar lo que estaba pasando. Kettlewell, médico, y coleccionista de polillas desde niño, aprovechó la oportunidad de abandonar su práctica médica y dedicarse a su afición a jornada completa.

Portaba lámparas de vapor de mercurio y trampas de polillas por la campiña inglesa, donde liberó miles de polillas para controlar su supervivencia. Los experimentos fueron difíciles, pero en dos años Kettlewell tenía las pruebas que Ford estaba buscando. En las zonas industriales, los pájaros se comían las polillas moteadas típicas, sobreviviendo las polillas oscuras que seguían reproduciéndose. Eso explica por qué la población de polillas oscuras crecía. Y lo contrario sucedía en los bosques no contaminados —las polillas oscuras eran las capturadas, sobreviviendo las típicas.

«Esta es la prueba de la selección natural», Judith Hooper dice en De polillas y de hombres. Los experimentos se abrieron paso en todos los libros de texto de la evolución, muchos de los cuales siguen publicando, todavía hoy, las dos famosas fotografías en blanco y negro aparentemente indiscutibles. En una de ellas, una polilla oscura se aprecia sobre el tronco de un árbol cubierto de líquenes, mientras que una flecha señala cerca una polilla moteada casi invisible. En la otra, una polilla moteada resalta sobre el tronco de un árbol oscuro, desnudo, y la polilla oscura está perfectamente oculta.

He aquí: la selección natural en acción. Darwin tenía razón. Fin de la historia. Lamentablemente, como demuestra Hooper, ese no fue el final de la historia. En los últimos años ha quedado claro que las evidencias en que la historia se apoya son tan frágiles como las alas de una mariposa. Los experimentos de Kettlewell no probaron nada. El ejemplo más famoso de la evolución en acción ahora debe convertirse en el más infame.


Kettlewell fue al el bosque sabiendo los resultados que quería, y no se dio por vencido hasta que los consiguió. El experimento se realizó bajo condiciones muy artificiales. Polillas criadas en laboratorio se colocaron en los árboles en posiciones nada naturales, en el momento equivocado de día. El mismo Kettlewell decidió qué polillas se ocultaban de forma segura de las aves y cuáles no. Era tan hábil en el campo que incluso sus críticos podrían decir que pensaba como una polilla. Pero nadie creía que podía ver como un pájaro. «Nunca permitimos experimentos de este tipo», dice Ted Sargent, profesor emérito de Biología en la Universidad de Massachusetts, Amherst, y el crítico más severo de Kettlewell.

Sargent no sugiere que Kettlewell que engañase o hiciese trampas. En la desesperación de Kettlewell para tener éxito, y para complacer a Ford, simplemente podría haber visto lo que quería ver. «Hay muchas formas sutiles para seducirte a ti mismo», dijo Sargent. El libro tan acertadamente titulado de Hooper trata tanto de los hombres como de las polillas. Los protagonistas de esta triste historia fueron algunos de los científicos más brillantes de Gran Bretaña. Pero ese brillo se vio socavado por la ambición fría que les llevó a su vez a apoyarse el uno en el otro y, tal vez, incluso alterar los resultados de los experimentos. Hooper nos muestra sus defectos, pero con mansedumbre y respeto, creando un retrato conmovedor y compasivo de Ford, Kettlewell y los demás en este largo drama de décadas de duración.

La figura más simpática aquí es Kettlewell. Ford lo llevó a Oxford, porque él era el mejor lepidopterólogo de campo que conocía. Ford tenía como misión demostrar la importancia de la selección natural en la teoría de Darwin. Pero Kettlewell nunca fue aceptado en Oxford. No tenía los grados académicos requeridos, ni podía competir en los, a menudo, crueles debates intelectuales, comunes en los comedores universitarios. «Era el mejor naturalista que he conocido, y casi el peor científico profesional que he conocido», dijo un colega.

La vida personal de Kettlewell se derrumbó mientras se esforzaba por cumplir con las crecientes exigencias impuestas, por parte de Ford, sobre él, cuya fama se debe mucho a su análisis de los experimentos de Kettlewell. Ford le agotó. Kettlewell, un hipocondríaco, cada vez más comenzaba a sufrir de enfermedades reales: brotes de bronquitis, neumonía, pleuresía y gripe, junto con problemas de corazón. En 1978, se cayó de un abedul en una expedición de recolección, rompiéndose la espalda. Nunca se recuperó. Más que nada, Kettlewell quería ser aceptado como miembro de la Royal Society. Ford lo propuso tres veces, pero lo hizo de tal manera que se aseguró que Kettlewell no fuese aceptado.

Kettlewell murió el 11 de mayo de 1979. En el Dictionary of Scientific Biography se dice que «al parecer» se debió a la sobredosis de algún analgésico. Pero los colegas de Kettlewell sabían que su muerte no fue accidental, dice Hooper. Muchos obituarios expresaron su enorme cariño, «todo el mundo lo quería», decía uno. Todos, excepto Ford, cuando le dijeron que Kettlewell se había suicidado, lo llamó cobarde.

La historia de la polilla moteada, como Hooper muestra, no es lo que parecía. Tampoco está resuelto del todo. Las polillas oscuras casi han desaparecido, pero el debate continúa. «En el fondo había una ciencia imperfecta, metodología dudosa e ilusiones», Hooper escribe. «Agrupado alrededor de la polilla moteada hay un conjunto de ambiciones humanas, y autoengaños compartidos entre algunos de los biólogos evolutivos más reconocidos de nuestra época.»

domingo, 10 de febrero de 2013

Los antepasados de Punset


Si una constructora contrata a un albañil, es porque sabe hacer su trabajo. En cambio, si ni siquiera sabe hacer un mortero (la argamasa en la que se mezcla arena y cemento con agua), sería despedido porque les ha mentido. Nadie nace enseñado, y cualquiera en su primer trabajo desconoce muchas cosas, pero con el tiempo las aprende. Y un albañil aprende lo primero a hacer mortero. Y si hubiese cocineros que ni siquiera saben freír un huevo, pues ¡apañados vamos!

Ahora bien, ayer me puse a leer en el penúltimo XL Semanal (el número 1319, del 3-9 de febrero de 2013) el texto que publica E. Punset, titulado «¿Cómo nos afecta la soledad y de dónde surge la empatía?», escribe en el tercer párrafo:
De ahí arranca el origen de la empatía, que surge como el acicate principal del comportamiento prosocial. Al contrario de lo que han predicado la mayoría de los autores y, muy especialmente, el etólogo austriaco Konrad Lorenz, las tinieblas del pasado no eran pura violencia y agresividad destilada por la trama genital de los primeros antepasados de los humanos: los chimpancés, junto a sus allegados opuestos, los bonobos. Los niveles de violencia heredados, lejos de explicarlos el entramado genético, resultan ser la pura tergiversación de la experiencia individual.
Releo más detenidamente: «... los primeros antepasados de los humanos: los chimpancés, junto a sus allegados opuestos, los bonobos».

¿Los chimpancés nuestros antepasados? Y lo dice alguien a quien se le considera uno de nuestros mejores divulgadores científicos. Una persona a la que se paga en la televisión pública por llevar un programa de divulgación científica, y no sabe algo tan elemental como que los chimpancés y humanos descendemos de un antepasado común, que somos parientes. No que los humanos descendamos de los chimpancés.

A ver Punset, es qué no sabe distinguir a primos de abuelos. Mis primos y yo compartimos abuelos, descendemos de ellos. Yo no desciendo de mis primos. Mis abuelos son mis antepasados, no mis primos. Así como que chimpancés y humanos somos parientes. Después de estos años todavía sigues así. Lo digo porque semejante error ya lo cometiste en el año 2009 y en la misma publicación (XL Semanal, 1131). Con esto, está demostrando que no tiene ni puñetera idea de asuntos científicos, es usted una estafa, está engañando a la gente. ¿Y que le paguen con dinero público? A un albañil que no sepa hacer mortero, lo despiden, y usted sigue cobrando como «divulgador científico»... ¡Vergonzoso!

sábado, 22 de diciembre de 2012

La vida después del fin del mundo que no fue


Jon Kelly

BBC Magazine



Pese a la atención que han recibido las predicciones sobre el fin del mundo basadas en el calendario maya, la vida en la Tierra sigue su curso sin más. ¿Qué harán ahora los que creían que todo se iba a acabar este 21 de diciembre?

En el transcurso de la historia, el fin del mundo ha sido pronosticado en numerosas ocasiones y, en cada una de ellas, un grupo de fervientes creyentes ha quedado decepcionado ante la ausencia de muerte y destrucción.

En esta última ocasión, miles de personas habían tomado precauciones en todo el planeta.

En la provincia china de Sichuan se informó de la compra masiva de velas. En Rusia, se disparó la venta de fósforos y comida en lata, y el primer ministro Dimitri Medvedev urgió a sus conciudadanos a mantener la calma.

Por su parte, las autoridades francesas tuvieron que lidiar con decenas de personas que se acercaron a una montaña de la pequeña localidad de Bugarach, convencidos de que unas naves voladoras iban a rescatar a los seres humanos allí concentrados.

Lo cierto es que nada de esto es nuevo. Desde tiempos inmemoriales, la humanidad ha estado fascinada con el fin del mundo. 

De Roma a nuestros días 

Los habitantes de Roma fueron presa del pánico ante las predicciones que aseguraban que su ciudad sería destruida en el año 634 a.C. y el temor al nuevo milenio se propagó por Europa ante la llegada del año 1000 d.C.

Ya en nuestros días, los seguidores de las profecías de Nostradamus se prepararon para el advenimiento del «Rey del Terror» en 1999.

Mientras, el telepredicador estadounidense Pat Robertson pronosticó que «algo similar a un ataque nuclear» ocurriría a fines de 2007.

Por su parte, el predicador radiofónico californiano Harold Camping ha establecido una fecha para el fin del mundo en por lo menos seis ocasiones, siendo la última el pasado 22 de octubre.

Para aquellos que creían en sus predicciones, darse cuenta de que la vida seguía su curso tras el supuesto día del apocalipsis debió ser una experiencia traumática.

Según explica Lorne Dawson, experto en sociología de la religión de la Universidad de Waterloo, en California, los grupos que han pronosticado el fin del mundo suelen seguir adelante sin problema una vez se incumplen las profecías.

De los 75 grupos identificados por Dawson que predicaban el fin del mundo, todos excepto seis continuaron existiendo después de que la catástrofe no se materializase.

De hecho, algunos incluso han ganado adeptos. Los Testigos de Jehová han esperado el apocalipsis en varias ocasiones y cuentan con siete millones de seguidores.

La Iglesia Adventista del Séptimo Día tiene unos 17 millones de miembros en todo el mundo. Este grupo surgió del movimiento milenarista, cuya fallida predicción del fin en 1844 se conoció como «La gran decepción». 

‘Cuando la profecía falla’ 

Uno de los mejores estudios sobre estos casos es Cuando la profecía falla, en el que el psicólogo Leon Festinger explica como él y sus estudiantes se infiltraron en un grupo que pensaba que el mundo se iba a acabar y que iban a ser rescatados en un platillo volador.

Cuando las naves espaciales no llegaron, el líder del grupo aseguró que sus seguidores que habían «irradiado tanta luz» que Dios había perdonado al planeta. Entonces, los apocalípticos se dedicaron a dar a conocer la buena noticia entre los no creyentes, en lo que para Festinger fue un claro caso de disonancia cognitiva.

En un ejercicio similar, el psiquiatra Simon Dein pasó un tiempo con miembros de la comunidad judía Jabad-Lubavitch en Stanford Hill, en el norte de Londres. Durante años, los integrantes de esta organización creyeron que su líder espiritual, Menachem Mendel Schneerson, conocido como «El Rebe», era el mesías.

Según sus creencias, él anunciaría el fin de la civilización y los guiaría a una nueva era. Su fe sería puesta a prueba en 1994, cuando el «El Rebe» murió.

«Yo estaba allí cuando falleció», explica Dein. «Lloraban, se lamentaban, no podían aceptarlo, no podía morir; ¿iba a manifestarse?».

Pero pese a todo, los miembros de la comunidad no abandonaron su sistema de creencias y se dividieron entre los que creían que «El Rabi» seguía vivo pero no podía ser visto y los que pensaban que, de que algún modo, regresaría de la muerte.

«Hay mucha tensión entre los que creen que está muerto y los que creen que está vivo, pero su fallecimiento no parece haber disminuido el número de seguidores», explica Dein.

Según Lorne Dawson, las 200 familias de la comunidad Jabad-Lubavitch de Stanford Hill contaban con uno de los rasgos imprescindibles para mantener al grupo unido tras un fallido apocalipsis: un fuerte sentimiento de comunidad.

«Si el grupo ha estado cohesionado y libre de disidencia, puede seguir adelante», explica.

Dawson también cree que es importante la presencia de un liderazgo fuerte que pueda dar una explicación.

«Si la racionalización llega pronto, el grupo puede soportar que los ridiculicen desde afuera», asegura. 

Cambio de fecha 

Muchos líderes lo que hacen es dar una nueva fecha para el apocalipsis. Otros se disculpan ante sus seguidores por haberse equivocado de día.

Tristemente, algunos toman medidas más drásticas. En 1997, 39 miembros de la secta Heaven's Gate («Puerta del Cielo») se quitaron la vida, creyendo que así se subirían a una nave espacial que seguía la estela del cometa Hale-Bopp.

Pero pese a estos casos trágicos, la mayoría de los grupos que creen en el fin del mundo suelen adaptarse a la realidad sin más.

«Cuando se ha invertido tanto en una creencia, se tiene un interés en conservar algo de ella», asegura Philip Jenkins, historiador de las religiones de la Universidad Baylor, en Texas, EEUU.

Según Jenkins, la atracción que despiertan los líderes que predican un cataclismo va más allá del contenido de sus profecías.

«Es una especie de rechazo a la manera en la que el mundo está hecho. Tiene que ver con la necesidad de imaginar algo mejor. Cuando se hace evidente que el nuevo orden no va a llegar, siempre se encuentran maneras de ajustar el mensaje», afirma Jenkins.

Parece que los que pronosticaron el fin del mundo para este 21 de diciembre deberán hacer precisamente eso.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Ganar con el 'fin del mundo': Se toman apuestas sobre el apocalipsis

Diversas empresas y particulares intentan obtener beneficios de una predicción que no para de sumar adeptos y detractores



Pese a que algunos oráculos desmienten el 'fin del mundo', las casas de apuestas y otras entidades lo convierten en un negocio rentable que permite ganar.

Las casas de apuestas ofrecen varias cuotas con un coeficiente 666 y 2012, entre otros. Sin embargo, ninguna empresa acepta que apuesten que el fin del mundo no ocurrirá el 21 de diciembre de 2012, aunque muchos ya han dejado de creer en su llegada.

En general, es beneficioso tomar apuestas sobre el 'fin del mundo'. El dinero se recauda ahora y es altamente probable que el premio no deba ser pagado. La probabilidad de que ocurra tal evento es muy baja e incluso si el apocalipsis sucediera, no quedaría nadie en la Tierra. El 'fin del mundo' se convirtió en una especie de tendencia, donde muchos tratan de ganar de alguna manera. Hay varias opciones para convertirlo en un negocio lucrativo. Los más populares son escribir un libro sobre cómo todo va a suceder o crear una página web con materiales dedicados al fin del mundo o juegos y películas sobre que inquieten a la gente durante los últimos años.

Otros recurren a métodos más prácticos. Unos venden búnkeres y asientos en ellos para utilizar en caso de que el apocalipsis ocurra; otros contratan pólizas de seguros 'contra el fin del mundo' u organizan cursillos de supervivencia en condiciones posapocalípticas. Muy a menudo no es más que una campaña de relaciones públicas o una broma, pero toman dinero y dan garantías.

No solo las empresas y entidades tratan de obtener beneficios, sino también los individuos que, por ejemplo, se niegan a pagar multas y deudas refiriéndose a la proximidad del fin del mundo.

viernes, 9 de noviembre de 2012

El premio Nobel destinado al desarme en manos de sus adversarios políticos


Una voz crítica desde Noruega


El jurado del Premio Nobel de la Paz sigue ignorando las protestas, que han ido en aumento en los últimos años. Sus miembros se obstinan en entregar el Premio creado por Alfred Nobel a una serie de personajes que no lo merecen. El autor y abogado noruego Fredrik S. Heffermehl denuncia la traición.

Las élites políticas noruegas han acaparado el Premio Nobel de la Paz creado por Alfred Nobel y están usándolo para sus propios fines. Nunca esto se había demostrado tan claramente como en 2012, con la atribución de ese premio a la Unión Europea. En 40 años han hecho de todo para meter a Noruega en la Unión Europea. Después de dos intentos fracasados en ese sentido, rechazados en dos referéndums, el ex ministro de Relaciones Exteriores y ex primer ministro noruego Thorbjorn Jagland, actual presidente del Comité del Premio Nobel, acaba de vengarse de sus conciudadanos reacios a entrar en la UE.

Las élites noruegas de hoy rechazan a Alfred Nobel y su visión de una desmilitarización de las relaciones internacionales. Sin embargo, en 1895 sí aceptaron su visión de paz, al extremo que Alfred Nobel confió al parlamento noruego la elección de los laureados del Premio a través de un comité de 5 personas que debían comprometerse a favor de un orden de paz mundial, de «una confraternidad de las naciones», como señaló muy claramente en su testamento. Pero el actual parlamento cree en el poderío militar y, en contra de la voluntad de Alfred Nobel, elige a los miembros del Comité entre sus propias filas. El Premio Nobel de la Paz ha caído en manos de sus adversarios políticos.

El Premio Nobel del año 2012 no ha pasado el examen de Alfred Nobel. La Unión Europea no tiene influencia global ni está a favor de la desmilitarización de las relaciones internacionales. Su objetivo es convertirse en una entidad económica y militar dominante, es un importante exportador de armas y dos de los Estados que la conforman tienen armas atómicas y se oponen por todos los medios al desarme nuclear.

En marzo de 2012, el consejo sueco de vigilancia de las fundaciones advirtió a los miembros del Comité que tenían que volver a leer la voluntad expresada por Alfred Nobel y respetar sus intenciones. Exigió que la fundación sueca pusiera a su subcomisión noruega en su lugar y que ejerciera un control estricto. A pesar de ello, prevaleció la obstinación noruega.

Bajo la protección de estrictas reglas de conservación del secreto, las personas que confieren el Premio Nobel de la Paz han venido comportándose desde hace tiempo como si estuviesen por encima de las leyes. Nunca responden con honestidad a las críticas emitidas y convierten así ese maravilloso Premio Nobel en algo banal y carente de valor. Razón más que justificada para desencadenar la cólera, tanto la de Alfred Nobel y sus campeones de la paz como la de todos los ciudadanos del mundo.

 Fredrik S. Heffermehl

Fuente: Horizons et débats, Suiza.