martes, 30 de enero de 2018

(Valladolid) Ocupación del Juzgado Togado Militar Territorial en 1989


La Policía Nacional desalojó por la fuerza a los insumisos vallisoletanos que fueron procesados por un juzgado militar en La Coruña. Los 24 inculpados acabaron siendo absueltos el 29 de enero de 1996

ÚLTIMO CERO
29 enero 2018

Un grupo de jóvenes, aprovechando un descuido del soldado de servicio en la puerta del edificio militar en el que se encuentra el Juzgado Togado Militar Territorial número 44, consiguió colarse en las instalaciones castrenses que fueron ocupadas durante poco más de una hora. La Policía Nacional, con el apoyo de la Policía Militar, procedió al desalojo por la fuerza. Eran las 13.00 horas del día 18 de noviembre de 1989.

Fue una de las «acciones más espectaculares» que realizó el Movimiento de Objeción de Conciencia (MOC) de Valladolid, en palabras del insumiso Juan Ángel Cantalapiedra, participante en la ocupación, pronunciadas en las recientes Jornadas Por lo que fuimos, somos: Memoria de las luchas en Valladolid.

La ocupación, que había sido decidida en asamblea, como todas —y que fueron muchas las que llevó a cabo el MOC en las décadas de los 80 y 90— era la respuesta por la condena a 13 meses de cárcel a sus compañeros catalanes Carles Hinojosa y Josep María Moragriega [los primeros de una larga lista de insumisos], que se habían negado a realizar el servicio militar.

Los ocupantes permanecieron unos 75 minutos en el interior del edificio. Tomaron el vestíbulo y algunos accedieron a la segunda planta, sede del Tribunal Togado Militar Territorial número 44, con la intención de extender su acción a los transeúntes desde el balcón que da a la calle Fray Luis de León, número 7, pero el objetivo fue violentamente impedido.

La calle fue cortada al tráfico por la Policía Municipal y tomada por vehículos de la Policía Nacional y de la Policía Militar, recibidos con gritos por las personas concentradas en el exterior en apoyo a los antimilitaristas, que tenían la intención de encerrarse indefinidamente hasta la puesta en libertad de todos los insumisos.

«Tras permanecer allí durante una hora, solo recibieron una respuesta: un desproporcionado despliegue de policías nacionales —uno por antimilitarista— y militares, que procedieron a desalojar el lugar por la fuerza. La prepotencia y agresividad de estos servidores del estado causó escándalo entre los ciudadanos que se habían detenido a observar el despliegue», se dice en un informe: Juicio de los 24. Represión militar contra ciudadanos e ideas, elaborado por el MOC antes de la celebración de la vista castrense.

Durante la ocupación, varios militares intentaron infructuosamente que los jóvenes cesaran en su actitud, mientras estos coreaban consignas contra el Ejército y Gobierno: «Consejos de guerra para Narcís Serra»; «No más juicios a insumisos»; «Abajo los muros de los cuarteles»; «Militares parásitos sociales»; «Servicio militar, secuestro legal»; «PSOE, cabrón, nos metes en prisión»; «Libertad insumisos presos», «Liberan golpistas y encarcelan objetores»...

Entre las anécdotas vividas, un ocupante relató que un paisano que se identificó como comandante se interesó por qué habían entrado [pedir explicaciones por la condena en consejo de guerra a Hinojosa y Moragriega]. Tras las oportunas informaciones, el militar dijo: «Nosotros no tenemos nada que ver con esa historia»

Otra anécdota fue que, esa misma mañana, la Hermandad de Sargentos Provisionales había celebrado una reunión en las citadas dependencias. Cuando acabó la reunión fue cuando se produjo la entrada, aprovechando un descuido del 'soldado de puerta' que no tuvo oportunidad de echar la llave.

El edifico ocupado, conviene recordar, que había sido la Casa del Pueblo, donde se concentraron el 18 de julio de 1936 cientos de vallisoletanos, que fueron reprimidos a cañonazos desde la calle Galera y la torre de la Catedral. El Ejército, igual que hizo con otras instalaciones, se apropió del inmueble.


El periodista Ricardo Royo-Villanova, que se declararía también insumiso e ingresaría en prisión, escribió en la prensa local, el 18 de marzo de 1990, un artículo impensable que se pudiera leer hoy en «Allanamiento de instalaciones militares»: Resulta que si un grupo de jóvenes entra pacíficamente en las dependencias del Estado —que, por cierto son suyas por eso de que son del Estado—, ejerce el derecho constitucional de protesta, es burdamente amenazado por los fieras de los policías militares y, para terminar, es violentamente expulsado del recinto por la Policía 'civilizada', resulta que estos jóvenes incurren en un delito de allanamiento de instalaciones militares. Ahora bien, si 205 jóvenes se han suicidado como consecuencia de la angustia producida por el hecho de sentirse secuestrados -aquí, ni siquiera hay síndrome de Estocolmo— por un año; si 848 jóvenes han muerto en accidentes durante el Servicio Militar en los últimos cinco años, entonces nadie incurre en delito. Resulta indignante y otras muchas cosas que se pueda procesar a un joven por el aberrante delito de defender su vida.

[Ricardo Royo Villanova fue condenado por insumiso a 2 años, 4 meses y un día de prisión, dos días después de ser elegido concejal por IU en la lista de Las Rozas (Madrid); iba de número dos. Ricardo, pese a su apellido, fue despedido de El Norte de Castilla.]

«En principio se iba a procesar a las dos personas a las que se había identificado; pero el resto de los participantes se autoinculparon en solidaridad con los compañeros», se lee en el ya citado informe Juicio de los 24. Represión militar contra ciudadanos e ideas.

Un Auto de fecha 26 de junio de 1990 declaró concluso el Sumario, el Tribunal Militar Territorial Cuarto, por resolución de fecha 13 de septiembre de 1990, acuerda «aprobar el meritado auto así como la apertura del Juicio Oral, evacuándose, el trámite de conclusiones provisionales por el Ministerio Fiscal por medio de escrito de fecha 30 de octubre de 1990, manifestando en principio que los hechos objeto de procedimiento eran constitutivos de un delito de 'Allanamiento de dependencia militar' previsto y penado en el artículo 61 del Código Penal Militar, del que eran responsables los procesados para los que solicitaba las penas que se consignaban en su escrito», según el Segundo de los Antecedentes de la sentencia de 29 de enero de 1996, firmada por el auditor presidente de Sala, comandante auditor Alfredo Fernández Benito, y los vocales togados: Marcelo Ortega Gutiérrez-Maturana y Fernando J. Parga Pérez-Magdalena, los dos también comandantes auditores.

La petición de pena era de 8 meses [de cárcel], suspensión de cargo público y de derecho de sufragio pasivo, menos para tres de los veinticuatro procesados, que eran menores de edad cuando ocurrieron los hechos y para los que se solicitaban 5 meses.

La Plataforma Ciudadana por la Insumisión acordó convertir el auto de procesamiento y su carácter represivo de la movilización ciudadana juicio contra los 24, en un Proceso al Ejército acompañado de medidas de desobediencia civil y de llamadas al apoyo ciudadano:

«No nos sentimos vinculados al proceso, nuestra acción fue pacífica y una autoridad militar no debe juzgar a civiles... Si ellos se atreven a juzgarnos a nosotros, nosotros les juzgamos a ellos y les declaramos culpables de las muertes y accidentes que sufren los jóvenes en la mili, de la desigualdad social que supone destinar recursos económicos para armamento, de secuestros legales, de ser una escuela de machismo, etc.; y acusamos al PSOE por su papel ejecutor.»

Todos los procesados rechazaron la obligación de presentarse ante la Policía Nacional o la Gardia Civil dos veces al mes, lo que supuso que el 26 de abril de 1990 se decretara su prisión preventiva por la justicia militar. Pero a los cuatro días, el fiscal jurídico militar presentó un recurso contra la orden de detención. Recurso que, entre otras cosas, se basaba en que la detención daría 'más notoriedad' al caso.

En otro de los puntos, se destacaba que una mayor benevolencia será precisa cuando como en el presente, los procesados son civiles y no militares, «pues por su condición, ciertos valores que animan la Jurisdicción Militar, como sería el rigor preciso para mantener la disciplina básica de la institución militar, ceden o decaen para operar en un plano de mayor moderación, que de nuevo hace preciso acudir a la medida más benevolente, y no como se ha hecho, a la más rigurosa».

Cinco años después, cuando la causa estaba a punto de caducar, el proceso se reabrió y el juicio fue convocado para el 20 de septiembre de 1994. El juicio sufrió un aplazamiento. Había sido señalado en junio de 1994 para el 20, 21 y 22 de septiembre, en la sala del Juzgado Militar, y poco antes fue trasladado al acuartelamiento Teniente Galiano, del Pinar. Luis Miguel Villamañán, responsable de la Oficina de la Paz y uno de los 24 procesados, lo atribuyó a que «los militares se han asustado ante el anuncio de los actos de movilización, convocados a partir del pregón de las fiestas de la ministra de Cultura».

El aplazamiento provocó una polémica entre el alcalde, Tomás Rodríguez Bolaños y los procesados. El primer edil, que se entrevistó a petición propia con la Plataforma Ciudadana por la Insumisión, declaró que «mentiría si dijera que no tiene nada que ver que el juicio se celebre en fiestas y yo no esté de acuerdo, porque es una perturbación que se intenta evitar, pero el objeto final de la gestión responde a que no parece muy razonable que pasen estas cosas [el juicio] por estos motivos».

Los portavoces de la Plataforma Ciudadana por la Insumisión calificaron el aplazamiento como «una desfachatez». «Se trata de una suspensión totalmente arbitraria que no tiene ninguna razón procesal», opinó la letrada Doris Benegas, quien sobre la mediación de Rodríguez Bolaños opinó: «No es lógico subordinar los derechos fundamentales de 24 jóvenes, que llevan cinco años en libertad condicional, a la celebración de unas fiestas. Lo que pasa es que quieren ocultar la repulsa social que estaba produciendo el juicio de unos civiles por un tribunal militar y el eco que habría tenido en unas fechas como estas».

Rodríguez Bolaños respondió: «No es lógico que se produzca un juicio de estas característica ahora. Si se están revisando las posiciones con respecto a la insumisión es lógico que se revisen las situaciones que se derivan de aquellas. Mis gestiones están encaminadas a buscar una solución definitiva al problema, pero si estorba mi gestión, me quito de en medio».

La Plataforma Ciudadana por la Insumisión lanzó una campaña de apoyo a los 24 y de denuncia de la represión antimilitarista. Una de sus acciones tuvo lugar en la Plaza Mayor durante la lectura del pregón de fiestas, pronunciado por la ministra de Cultura Carmen Alborch, que tuvo que acortar su discurso ante la protesta de una parte de los asistentes, que desplegaron una gran pancarta circular en la que se podía leer: «Insumisión, ¿quién juzga a los militares?». Desde el balcón del Ayuntamiento, un 'infiltrado' lanzó cientos de octavillas con el lema: «Ministros no, insumisos sí». El texto exigía la liberación de los insumisos presos y rechazaba «a estos altos cargos que manipulan la libertad de las personas y nos felicitan las fiestas».

La propuesta de trabajo colectivo contra el Consejo de Guerra a 24 civiles decía: «Los logros del apoyo ciudadano a la insumisión, de cara a favorecer una desmilitarización de la sociedad, son de dominio público. Para no retroceder en esta línea, es importante no dejar pasar esta ocasión de respuesta antimilitarista, recordando a los militares que la sociedad no es suya».

«La sentencia», continuaba la propuesta, «es evidente, ya está escrita. A nivel legal este juicio ya está perdido; a nivel moral, podemos ganarlo haciendo que Valladolid viva un ambiente de protesta contra los militares y de apoyo mayoritario a los inculpados y la insumisión. Es por ello que proponemos iniciar una campaña con el lema: '¿Quién juzga a los militares? No al juicio de los veinticuatro'».

El 29 de enero de 1996 —ahora hace 22 años y más de 30 de la ocupación— la Sala de lo Penal del Tribunal Militar Territorial Cuarto- firmó la absolución «con todos los pronunciamientos favorables, a los paisanos:

Arturo Montoya Orbea, Antonio José Carretero Ajo, Pablo Gómez Calvo, Luis Miguel Villamañán Gómez, Juan Ángel Cantalapiedra Blanco, Rafael Iglesias Fernández, Luis Antonio Antolín Sánchez, Mariano López Gómez de Argüello, Roberto Esteban Lamarca, Julio Isla Zorita, Carlos Castro Fuentes, Enrique Señorans Martín, María Luz Mielgo Blanco, Marcos Esteban Redondo, Rocío Mielgo Blanco, Jesús María García Asensio, Fernando Benito Soto, Jesús Ángel Ibáñez Herranz, Ernesto Merino Pérez, José Emiliano Ibáñez Herranz, Joaquín Robledo Díaz, José Antonio González Vega, Juan Carlos Alonso Coloma y Jesús Gómez Calvo».

Los abogados —entre los que se encontraban José Alberto Blanco, Francisco Llanos, Magdalena Castellanos, Doris Benegas, Carlos Castro, María Jesús Díez-Astrain, Carlos Gallego, Federico Sanz, Carmen Gutiérrez, y María Lourdes Pérez—, comunicaron a sus defendidos la decisión del Tribunal Militar Territorial Cuarto. «Estimado amigo: Te adjunto una copia de la sentencia que me acaban de notificar en el Juzgado Militar y por la que se os absuelve del delito de allanamiento de dependencia militar del que erais acusados, por no haber retirado el Fiscal la acusación. Curiosamente se dice que la sentencia ha sido dictada de conformidad, no vuestra con la acusación, claro, sino del Fiscal con vosotros».

El Gobierno aprobó el 9 de marzo de 2001 el decreto que ponía fin al servicio militar el 31 de diciembre. En noviembre de 2000 se celebró el último sorteo de la mili, mediante la asignación de destino a los 90.625 integrantes de la quinta del 2001. La mayoría de ellos había eludido sus obligaciones militares, pues de los casi 51.800 que debían incorporarse en enero sólo 6.600 lo hicieron, alrededor del 13%. En febrero se habían incorporado unos 2.500 de los 25.847 llamados, el 10% del total, según publicó El País.

Los insumisos estaban ganando la batalla.


Fernando Valiño

domingo, 21 de enero de 2018

Un poquito más de humildad nos salvaría


Por LYNN MARGULIS

Gaia, en toda su gloria simbiogenética, es inherentemente expansiva, sutil, estética y exquisitamente resistente. Ninguna colisión planetaria o explosión nuclear ha amenazado nunca a Gaia como un todo. Hasta ahora la única manera en la que los humanos estamos probando nuestra dominación es mediante la expansión. Seguimos siendo descarados, burdos y recientes, incluso aunque nos hagamos más numerosos. Nuestra dureza es una ilusión. ¿Tenemos la inteligencia y la disciplina necesarias para resistir a nuestra tendencia a crecer sin límite? El planeta no permitirá que nuestra población se siga expandiendo. Las poblaciones descontroladas de bacterias, langostas, cucarachas, ratones y hierbas siempre sufren un colapso. Sus propios desperdicios les repugnan a medida que prosigue el abarrotamiento y la escasez grave. Las enfermedades, que acechan tras las poblaciones en expansión oportunista de los «otros», vienen después, poniéndose a la cola del comportamiento destructivo y la desintegración social. Incluso los herbívoros, si están desesperados, se convierten en depredadores malignos y caníbales. Las vacas cazarán ratones o se comerán a sus terneros y muchos mamíferos se disputarán la carne de sus compañeros de camada más pequeños. El sobrecrecimiento de la población conduce al estrés y el estrés hace disminuir el sobrecrecimiento de la población; un ejemplo de ciclo regulado gaiano.

Nosotros, las personas, somos iguales que nuestros compañeros de planeta. No podemos acabar con la naturaleza; sólo representamos una amenaza para nosotros mismos. La idea de que podemos destruir toda la vida, incluyendo a las bacterias que progresan en los tanques de agua de las centrales nucleares o en las fumarolas hirvientes, es ridícula. Escucho a nuestros hermanos no humanos riéndose por lo bajo: «salimos adelante sin vosotros antes de conoceros y ahora vamos a seguir adelante sin vosotros», cantan en armonía. La mayoría de ellos, los microbios, las ballenas, los insectos, las plantas con semilla y los pájaros todavía lo siguen haciendo. Los árboles de la selva tropical canturrean para sí mismos, esperando a que terminemos nuestra arrogante tala y puedan volver a su trabajo de crecer como solían hacerlo. Sus cacofonías y armonías continuarán mucho después de que nosotros nos hayamos ido.

Planeta simbiótico
(2002)

jueves, 18 de enero de 2018

Defensa de la heterodoxia

 

Por HELENO SAÑA

He sentido siempre una antipatía instintiva por todo tipo de ortodoxias, sean de carácter ideológico, confesional, étnico o cultural. En cambio me he sentido también instintivamente atraído por los individuos, grupos sociales o pueblos dispuestos a plantar cara a las ortodoxias triunfantes, con permiso y perdón de don Marcelino Menéndez y Pelayo y de quienes creen que el destino del hombre es el de decir siempre amén a los dogmas establecidos.

Gente realmente heterodoxa —literalmente gente con otra opinión— va quedando cada vez menos, y ello ya en el ámbito de la conducta cotidiana y los modelos de vida, cada vez más estandarizados y parecidos los unos a los otros, a despecho del tan cacareado pluralismo del que presuntamente gozamos. Quien más quien menos se deja colonizar por los pseudo-valores (literalmente falsos valores) fabricados y difundidos por la casta política, los expertos en marketing, las agencias publicitarias, la industria de la cultura y los 'mass media'. Si especialmente desde el 11 de Septiembre está siendo posible resucitar ortodoxias religiosas, axiológicas y etnoculturales que se consideraban como ya superadas, es porque el hombre de la sociedad de masas y de consumo ha perdido el noble y saludable hábito cartesiano de poner en duda lo que dice y afirma la doxa triunfante, detrás de la cual hay siempre un aparato de poder y un conjunto de intereses.

La nueva ortodoxia (literalmente opinión recta) ha surgido en los Estados Unidos y parte del supuesto que este país está en posesión de la verdad absoluta y encarna, como ningún otro, los valores de la civilización y la cultura. Y como ha ocurrido generalmente con todas las ortodoxias apoyadas en un sistema de poder real y simbólico de gran envergadura, la gente no se atreve a contradecir lo que afirman los voceros de la Casa Blanca, el Pentágono, Wall Street o la CIA. O formulan su punto de vista heterodoxo dando mil rodeos y pidiendo casi perdón, a su cabeza la mayor parte de los políticos europeos.

No voy a cometer el anacronismo de recordar las barbaridades y crímenes cometidos a lo largo de la historia universal por las más diversas ortodoxias, desde las Iglesias católica y protestante al fascismo y el comunismo soviético, para hablar sólo de Occidente. Me ciño al presente, un presente dominado por la 'pensée unique', la regimentación cada vez más asfixiante de los modos de ser, sentir y pensar y, últimamente, por la remilitarización de la política y el resurgimiento de la moral belicista. Nos sobra conformismo y nos falta disconformidad, esto es, heterodoxia. Nos falta sobre todo la 'civil desobedience' ensalzada por Henry David Thoreau en su pequeño tratado, desobediencia practicada a menudo por importantes sectores del mismo pueblo estadounidense cuyos políticos pretenden hoy extender su hegemonía —otra palabra griega— a los cinco continentes, sobre todo allí donde se acumulan casualmente las mayores reservas de gas y petróleo.

Y sólo faltaba esa ominosa 'Office of Strategie Influence' con la que el Estado estadounidense pretendía, por medio del lanzamiento de mentiras, extender sus tentáculos propagandísticos al exterior, como si los medios de comunicación de masas y otros recursos informativos ya existentes no bastarán para convencer al mundo de las excelencias del 'american way of life'.

Estamos asistiendo al retorno de un nuevo maccarthismo, pero mientras fue un fenómeno restringido al territorio norteamericano, ahora está en vías de convertirse en un producto de exportación a escala planetaria, como la Coca-Cola o McDonald’s. ¿Y qué hay a fin de cuentas detrás de todo eso? Lo diré con las palabras de Cioran, escritas hace mucho tiempo pero que sintetizan perfectamente la nueva ortodoxia introducida por los Estados Unidos: «Toda civilización cree que su modo de vida es el único bueno y concebible, y de ahí que el mundo tenga que aceptarlo de buen o mal grado. No se funda un imperio por capricho, sino que se somete a los otros para que nos imiten y modelen su vida de acuerdo con nuestras creencias y nuestros hábitos» (Histoire et utopie). Con esto está dicho todo.

LA CLAVE
Nº 48 - 15-21 marzo 2002

domingo, 14 de enero de 2018

Los sucesos en las centrales nucleares españolas se duplicaron en 2017


El pasado año el Consejo de Seguridad Nuclear informó de 39 incidentes en las plantas frente a los 22 de 2016.

EL SALTO
11 enero 2018

Los sucesos en las centrales nucleares españolas notificados por el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) relativos a la seguridad se duplicaron en 2017 en comparación con el año anterior. Mientras que en 2016 las diferentes plantas sufrieron un total de 22, en 2017 esta cifra aumentó a 39, según los datos que se desprenden del informe Sucesos en centrales nucleares españolas enero-septiembre 2017 y de los anuncios que el propio CSN realizó en los meses de octubre a diciembre.

Todos los sucesos notificados en 2017 fueron de nivel 0 —«sin significación para la seguridad»— según la Escala Internacional de Sucesos Nucleares y Radiológicos (INES, por sus siglas en inglés), salvo uno de nivel 1 —anomalía— acaecido en la central nuclear valenciana de Cofrentes el 31 de octubre.

La planta valenciana sufrió una parada no programada para inspeccionar las líneas y las válvulas del lazo A del sistema de agua de alimentación. Esto se produjo al observar, en el arranque tras la parada de recarga que realizó el mes anterior, «un desequilibrio de caudales de agua entre el lazo A y el lazo B del sistema de agua de alimentación que aporta agua a la vasija del reactor para producir el vapor necesario para mover la turbina», según señalaron desde el organismo, un hecho provocado por «la rotura de una de las válvulas del sistema de refrigeración», según apuntan desde Ecologistas en Acción. El fallo, que inicialmente fue calificado de nivel 0, fue reclasificado a nivel 1 mes y medio después de producirse.

La nota positiva del balance anual es que el año pasado se cerró con un incidente menos de nivel 1 que en el 2016, cuando se registraron dos fallos de este calibre. Las plantas que más sucesos totales han presentado han sido Cofrentes y Ascó I, con nueve eventos cada una.

Problemas en Cofrentes

El del pasado 31 de octubre no ha sido el último suceso de la central nuclear valenciana, ya que Cofrentes ha vuelto a dar quebraderos de cabeza a Iberdrola y al CSN, y ha puesto en pie de guerra a los ecologistas con una nueva avería acaecida este 5 de enero. El fallo, calificado de «parada programada para realizar actividades de mantenimiento en el sistema hidráulico de accionamiento de barras de control» por Iberdrola, propietaria de la planta, fue causado por «una fuga de los accionadores hidráulicos de las barras de control, fundamentales para el control de la reacción nuclear», según Ecologistas en Acción.

Desde el colectivo remarcan la gravedad de la nueva parada, realizada solo 25 después de que se volviera a poner en marcha la central tras dos meses de reparaciones por el suceso anterior. Asimismo, Ecologistas remarca que «los operadores de la central calificaron de 'programada' esta nueva parada para disimular la gravedad del problema» y apuntan a «malas prácticas» durante la recarga.

En concreto, señalan que las fugas en el sistema hidráulico de los accionadores de las barras de control, un sistema cuya función es «introducir dentro del núcleo del reactor los componentes necesarios para frenar, o parar si fuese necesario, la reacción nuclear», se produjeron por «no apretar correctamente los tornillos de cierre de los accionadores durante la anterior parada para recarga». Estos hechos muestran para el colectivo «un erróneo control de calidad en las operaciones que se realizan en Cofrentes».

Tanto la organización ecologista como el Movimiento Ibérico Antinuclear y la plataforma Tanquem Cofrents exigen la publicación de los detalles de la avería, un suceso que para las organizaciones medioambientales demuestra el deterioro y envejecimiento de las instalaciones, así como su cierre definitivo en 2021, año en que finaliza la concesión de explotación.

Pablo Rivas

lunes, 8 de enero de 2018

El año de la lechuza


Este podría ser un artículo de celebración. Uno de esos textos en los que una se puede explayar sobre un ave maravillosa, una rapaz nocturna blanca con cara en forma de corazón: la lechuza común, ave del año 2018.

Podría pasarme las próximas seis líneas hablando sobre su prodigioso sentido del oído (que incluye hasta antena parabólica). Las siguientes ocho líneas podrían estar dedicadas a su sentido de la vista, igualmente increíble; a su capacidad para girar el cuello hasta 270 grados; o a su silencioso vuelo, obra y gracia de otro prodigio de la naturaleza: sus plumas. Podría citar leyendas, mitos, o hablar de su beneficiosa labor en el campo (no en vano, los ingleses la llaman búho de granero). Sin embargo, y por desgracia, este artículo tiene que hablar sobre el alarmante declive de las poblaciones de esta cosmopolita y, hasta ahora, habitual especie de nuestro medio rural.

En la última década, la lechuza común en España ha perdido un 13% de sus efectivos, aunque la caída alcanza hasta el 50% en gran parte del país, tal y como ocurría con el sisón común, nombrada Ave del Año de 2017 por SEO/BirdLife.

Lechuza, aves y gente

La situación de la lechuza resume el precario estado de nuestros campos. Sin paisaje, sin paisanaje, sin grillos, sin roedores, con cada vez menos aves y sin gente. Sin vida. Algo que debería preocuparnos como país, como ciudadanos y, atención, como consumidores.

Salvar a la lechuza es salvar el campo de convertirse en una fábrica que expulsa a su población rural, con alas y sin ellas. La despoblación rural en España es un hecho. Salvar a la lechuza es apostar por un modelo de agricultura justo con los agricultores y ganaderos que llevan muchos años haciendo muy bien las cosas, sostenible con el medio ambiente y saludable para los consumidores.


Más lechuzas y menos rodentizidas

No hay duda. El campo necesita más lechuzas y menos rodenticidas.

La sigilosa vigilante nocturna de nuestros campos necesita ayuda y ella nos ayudará a devolverle vida al campo. Pero la clave de su recuperación está en los despachos del Gobierno, en el Salón de Plenos del Congreso y en Bruselas, en las sedes de las instituciones de la Unión Europea. Y hay faena por delante. Para empezar, las administraciones y fuerzas políticas han de reflexionar seriamente sobre qué Política Agraria Común necesitamos en el futuro (la famosa y desconocida PAC, que supone un 40% del presupuesto de la Unión Europea). Los pasos que se han dado hasta el momento no son en absoluto satisfactorios. No asegurarán una transición hacia una agricultura justa, saludable y sostenible. 2018 será un año crucial para configurar esa nueva PAC y, por la lechuza y por todos nosotros, las administraciones y fuerzas políticas deben rotar su postura, al menos los 270 grados que la lechuza es capaz de girar su cuello, escuchar a la sociedad civil con la capacidad auditiva de esta rapaz y, al menos, agudizar su visión hasta garantizar el progreso rural que España necesita.

La lechuza también necesita una Ley de Cambio Climático ambiciosa, que diga adiós a la antigua e insensata burbuja fósil en la que todavía estamos. Ella huye de los desiertos. Y España ya va camino de serlo.

Ojalá las cosas le salgan bien en 2018 a la lechuza. Ojalá dentro de un año pueda escribir ese artículo de celebración de la vida, de la naturaleza, de las aves. Ese que nuestra gran dama de la noche merece. Será una buena noticia para todos.

En 2018, luchemos como Atenea para que en nuestras noches su estridente canto suene mucho más. Eso significará que nuestra sociedad y quienes nos representan ganan un poco en sabiduría, justo el valor mitológico que la lechuza representa. El campo pierde vida.

3 enero 2018

  (*) Asunción Ruiz es Directora ejecutiva de SEO/Birdlife.

miércoles, 3 de enero de 2018

Animales nómadas y a la deriva

La ecología del zooplancton

Por ANDREW CAMPBELL

La palabra «plancton» significa nómada. Designa aquellas plantas y animales que son transportados por las corrientes de agua, no por su capacidad natatoria. (Los animales que nadan y determinan su propia dirección se denominan «necton».) La mayor diversidad de plancton se da en los mares y océanos, pero los lagos y algunos ríos también poseen sus propias comunidades planctónicas. Aquí usaremos ejemplos marinos. Lo vegetal del plancton se denomina fitoplancton, y lo animal zooplancton. La mayoría del zooplancton mide menos de 5 mm, pero existen algunos animales mayores, por ejemplo algunas medusas, cuyos tentáculos pueden alcanzar 15 m de longitud o más. Gran parte del zooplancton es capaz de nadar, pero no lo bastante bien para evitar ser arrastrado por las corrientes. No obstante, su capacidad natatoria le permite regular su posición vertical en el agua, que puede ser muy importante, pues la profundidad de su alimento varía durante el ciclo día/noche; por ejemplo, el fitoplancton sube de día y baja de noche, mientras que el zooplancton hace lo contrario.

El agua marina contiene muchos nutrientes importantes para el crecimiento vegetal, sobre todo nitrógeno, fósforo y potasio. Su presencia significa que el fitoplancton puede fotosintetizar y crecer, al ser arrastrado por las capas iluminadas del mar. Dos formas de fitoplancton, los dinoflagelados y las diatomeas, son muy importantes como fundadores de las redes alimentarias planctónicas, pues de ellos depende la mayor parte de la vida animal de los océanos y mares poco profundos. Mediante su actividad fotosintética, los dinoflagelados y las diatomeas aprovechan la energía solar y la incluyen en compuestos orgánicos tales como azúcares y el almidón, que proporcionan la fuente de energía para los herbívoros que se alimentan de fitoplancton.

A la deriva, diatomeas centrales protegidas
en el interior de su fuerte pared celular.
En algunas especies, ésta está ornamentada
o extendida para facilitar la ascensión dentro
de la columna de agua, funcionando
como alas en miniatura.


El zooplancton comprende una amplia gana de animales (y también de protozoos). Prácticamente cada filum conocido está representado en el mar, y muchos ejemplos de animales marinos poseen larvas planctónicas. Tales organismos se denominan meroplancton o plancton temporal. Buenos ejemplos de ello son las larvas en el desarrollo de habitantes del fondo como los mejillones, almejas, cangrejos, langostas y estrellas de mar. Dichas larvas ascienden a la superficie del agua y viven y se alimentan de forma distinta a los adultos. Así los descendientes no compiten con los adultos por el alimento o el espacio vital, y la importante tarea de dispersión es llevada a cabo por las corrientes oceánicas. Al final de su vida planctónica, el plancton temporal tiene que establecerse en el lecho marino y convertirse en las formas adultas. Si no encuentra el sustrato correcto, deja de madurar. A menudo tienen lugar procesos fisiológicos y etológicos antes de conseguir un establecimiento satisfactorio, y muchas larvas poseen elaborados mecanismos para detectar la textura y composición química de las superficies del sustrato.
 
Ciclo de nutrientes y energía en el mar.
Este diagrama está muy simplificado, dado que
muchos animales obtienen el alimento a partir
de varios niveles, formando una intrincada
«red alimentaria».

Además del plancton temporal existe el holoplancton: los organismos que pasan toda su vida a la deriva en el mar. De ellos, el 70% son crustáceos. La clase más abundante de crustáceos planctónicos es la de los copépodos, unos eficientes herbívoros de fitoplancton, especialmente en mares templados. Los eufausiáceos forman otro grupo muy importante de crustáceos, y en los océanos australes y en otras regiones pueden darse en enormes cantidades en forma de «krill», constituyendo la dieta de las grandes ballenas. Todos estos crustáceos poseen mecanismos para tamizar el agua. Otras formas holoplanctónicas que tamizan el agua son los parientes planctónicos de los tunicados. Algunos rotíferos viven como herbívoros en la superficie de las aguas marinas, pero son un componente mucho mayor del plancton de lagos y ríos. Junto con muchas larvas de invertebrados, estas formas holoplanctónicas herbívoras son importantes para la cosecha de la energía contenida en el fitoplancton, que de este modo pasan al zooplancton carnívoro a través de las redes alimentarias de la superficie del mar.

Existen muchos tipos de zooplancton carnívoro en los mares mundiales y pertenecen a él miembros de muchos phyla. Existen protozoos que se alimentan de bacterias o de otros protozoos. Algunos, como los foraminíferos y radiolarios, forman en el lecho marino, tras su muerte, conspicuos depósitos de sus conchas o tecas mineralizadas. Los cnidarios proporcionan una gran variedad de carnívoros planctónicos temporales y permanentes. Muchas medusas hidroideas pasan sólo una parte del ciclo vital de los hidrozoos en el plancton, mientras otras (como la carabela portuguesa) viven permanentemente como plancton, alimentándose de organismos tan grandes como los peces. Los ctenóforos, por ejemplo Pleurobrachia y Beroe, son eficaces depredadores de copépodos, por lo que tienen importancia económica como competidores de las poblaciones de peces explotadas comercialmente. Otros carnívoros son los gasterópodos, poliquetos y gusanos saeta pelágicos.

Miríadas de animales vistos al microscopio:
una mezcla de medusas, copépodos, larvas
de cangrejos, etc. Algunas de las larvas están
siendo devoradas por medusas.

La presencia de ciertas especies en las aguas superficiales es tomada por los oceanógrafos como un indicativo de los orígenes de las corrientes de agua. Así, se ha demostrado que, en el noroeste de Europa, el plancton que contiene el gusano saeta Sagitta elegans procede del limpio Atlántico abierto, mientras que el agua que contiene S. setosa es de origen costero. También aparecen distintos quetognatos a profundidades diferentes en el océano, que a su vez son indicativos de comunidades animales distintas.

ENCICLOPEDIA DE LA VIDA SUBACUÁTICA
Orbis, 1986.