Cada vez que un colectivo «privilegiado» pierde derechos, el efecto mariposa laboral nos acaba golpeando a todos
ISAAC ROSA
Hacía ya tiempo que no teníamos un colectivo de trabajadores al que odiar con todas nuestras fuerzas y poder gritarles «¡privilegiados!». Hemos odiado a funcionarios (¡parásitos!), mineros (¡subvencionados!), profesores (¡vagos, todo el día de vacaciones!), y por supuesto a los más odiables de entre los odiosos: los controladores aéreos, que tan buenos ratitos de odio nos dieron un verano.
Pero estamos de enhorabuena, porque en los próximos días nos van a echar un nuevo hueso: los estibadores de puerto. No sabíamos nada de ellos hasta ahora, solo que son los que cargan y descargan barcos; pero resulta que también son unos privilegiados. Ahora el Gobierno prepara un decreto para liberalizar la actividad, y los trabajadores están dispuestos a ir a la huelga para defender sus derechos. Perdón, quiero decir que «los privilegiados están dispuestos a chantajearnos para defender sus privilegios».
La secuencia es la habitual, la hemos visto muchas veces:
1.- Cogemos un colectivo que todavía no haya sucumbido a reformas laborales y precarización.
2.- Anunciamos recortes de sueldos y derechos, porque «lo manda Europa», y con el argumentario habitual: liberalizar, ganar competitividad, modernizar, crear empleo…
3.- Señalamos a los trabajadores como «privilegiados», «restos de un modelo anacrónico» (a ser posible del franquismo, para odiarlos más), y por supuesto «aristocracia sindical».
4.- Informamos a la ciudadanía de los privilegios (sueldos altos, eso lo primero).
5.- Rompemos la negociación, por muy avanzada que esté, y no les dejamos más salida que la huelga.
6.- Acusamos a los huelguistas de dañar un «sector estratégico».
7.- Lanzamos una campaña de desprestigio por tierra, mar y aire.
Además, hay que asegurarse de que los representantes sindicales no tengan voz, que ya sabemos lo manipuladores que son: si les dejamos, dirán que lo suyo no son privilegios sino derechos ganados en décadas de lucha, que la suya es una profesión especialmente dura y con alta siniestralidad, que hay otras opciones para cumplir con Europa, que los puertos son rentables y lo único que buscan gobierno y patronal es abaratar costes laborales (rebaja salarial ¡del 60%!, más horas de trabajo, flexibilidad laboral…).
Nada, ni caso. No escuchen a los trabajadores, que son capaces de convencernos. Yo ayer lo hice, atendí a sus razones, y me entraron dudas: a ver si van a tener razón… A ver si en realidad no son unos privilegiados… A ver si es que el único «privilegio» que tienen (el mismo «privilegio» que controladores, mineros o funcionarios; el mismo «privilegio» que hemos perdido la mayoría; el que les quieren quitar) es el «privilegio» de ser capaces de defender sus derechos, de tener conciencia de clase, organización y capacidad de lucha.
Tantas dudas me entraron que miré a ver qué sindicato es ese de los estibadores y descubrí que tiene unos principios que no parecen los propios de una mafia ni de una aristocracia insolidaria: una coordinadora que se define de clase, democrática, asamblearia, internacionalista y que defiende la solidaridad con toda la clase trabajadora (como demuestra su participación en sucesivas huelgas generales).
Uf, me ablandé, lo reconozco. Empecé a pensar que deberíamos apoyar la lucha de los estibadores. No por ellos, sino por nosotros: porque cada vez que un colectivo «privilegiado» pierde derechos, el efecto mariposa laboral nos acaba golpeando a todos. No ganamos nada y, a cambio, perdemos espacios de organización sindical que todavía resisten y que sirven como ejemplo.
Nada, un día tonto, en seguida se me pasa. En cuanto vea dos telediarios recordándome el sueldazo de los estibadores me sumaré otra vez al pelotón de odiadores. Hacedme sitio, que voy.
09/02/2017
7 comentarios:
La estiba se ha convertido en los marquesados, condados y ducados del siglo xxi
De papis a hijos, como entonces.
¡Son primer estado!
¡LibreMercado ipso facto!
¡Sindicato Único!
¿Vertical y Horizontal?
Decidme.
LibreMercado Ipso Facto
Desde que se desapareció el Pacto de Varsovia y se extinguió la URSS, en aras del 'libre mercado', se comenzó a desmantelar el llamado Estado de Bienestar. Muchos derechos sociales se retiraron, ya no eran rentables para el sistema de 'libre mercado' (incluso, se habló de libre despido). 'Libre mercado' que tuvo su primer ensayo en el Chile de Pinochet. Para ser más competitivos en este sistema de 'libre mercado' se abrieron las fronteras para el paso de las mercancias bajo el nombre de la globalización; pero, a su vez se levantaron más muros y alambradas para impedir el paso de la gente que huye de la miseria y las guerras. A los salarios más bajos y a los trabajos precarios se los bautizó como más 'competitivos'. Se nos dice que hay que trabajar más años para cubrir una miserable pensión, y, sin embargo, el número de parados de larga duración mayores de cincuenta años crece, así sale todo más barato, pues no habrá pensiones que pagar por no haberse cotizado en los últimos años de vida laboral, también en nombre del 'libre mercado'. La brecha que separa ricos y pobres es mucho mayor, y todo en aras del 'libre mercado'. En estos últimos veinte años ha habido más guerras e invasiones militares que en todos los cuarenta años de la llamada Guerra Fría, eso sí, denominadas 'intervenciones humanitarias' (bajo la bandera, también, del 'libre mercado'). Nuestro gobierno central se rasga las vestiduras en nombre de la unidad nacional, pero se somete a los dictámenes que provienen de los mercaderes-burócratas de Bruselas, y lo llaman 'soberania nacional'. Y los derechos laborales que defienden unos trabajadores en huelga, no son derechos sino 'privilegios'...
Desde aquí damos la bienvenida a todo aquello que impida el libre desarrollo del llamado 'libre mercado'. Y denunciamos toda la campaña de linchamiento mediática que sufren estos trabajadores en lucha, y las envidias tiñosas que suscitan, por lo que veo. Cómo decía Kropotkin: «Los derechos no se dan, se conquistan.» Y los derechos conquistados hay que defenderlos.
¡YO TAMBIÉN APOYO A LOS ESTIBADORES!
En un capitalismo de libre mercado se fomenta la cooperación, los intercambios voluntarios mutuamente beneficiosos, y en consecuencia, la paz.
La nefasta intervención del Estado en la actividad económica es (neo)mercantilismo, o como lo llama Rothbard: capitalismo de Estado.
Digo.
No hay ningún mercado libre pues todos están sometidos al poder estatal, de ahí que de momento yo tienda al agorismo. De momento.
Salud
Solo puedes apoyar a los estibadores, porque, ¿a las estibadoras?
A esas, ¿las apoyas?
Pregúntales a tus amigos si tienen compañeras de trabajo
Joder y pensar que hace poco más de un siglo eran las vizcaínas las que, tirando por sogas más gruesas que mi muslo, las que tiraban de las barcazas que abastecían Bilbao.
Ver para creer
Ahora lo único que hacen es jugar al puto tetris
Muy bien pagados, eso sí.
Jugar al tetris
Salud
¿En cuál de los universos paralelos de Everett el libre mercado genera paz y cooperación? El libre mercado se basa en la libre competencia, donde hay competencia no hay cooperación. Con la competencia hay ganadores y perdedores, y solo incrementa la desigualdad. Y donde no hay igualdad no habrá paz.
Que triste que sean los propios obreros los que dañan a sus iguales.
Hace cien años había más conciencia de clase, había más solidaridad y hasta más sentido común.
Salud!
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